Después de tanto tiempo me vuelvo a aparecer por este fandom que tanto adoré hace cuatro años, lamentablemente no con fic navideño, será en otra oportunidad, sino más bien para saldar cuentas con una chiquilla que me ganó en una apuesta.
Será un two-shot, la otra parte la publicaré dentro de la otra semana. Quiero que este fic sea el último del año.
Los personajes son de DreamWorks, creados por William Joyce, no me pertenecen en lo absoluto.
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Áster la adoraba perdidamente. La quiso como no quiso a nadie, como a ningún niño o niña en sus siglos siendo velador de la esperanza. Siendo honesto consigo mismo no recordaba haber tenido favoritos antes. Nunca los tuvo, ni los tendría, porque él la querría siempre a ella; la única niña que fue en busca de él y no se perdió con los años.
Sophie era sonrisas inocentes, jugarretas, cortos descansos, abrazos, chocolate en su mejilla lechosa, risas de cascabeles navideños y susurros en su oreja. Sophie era un conjunto de experiencias que Bunny jamás contempló de cerca.
En el centro más tibio de su corazón le agradecía a Jack por abrir sus ojos hasta instruirle la manera adecuada de cuidar a los niños, quererlos y darles lo mejor –pese a la corta edad del chico, parecía comprender la vida mejor que él–, y aunque esas enseñanzas tuvieron en un principio orientación hacia todos aquellos que creyeran, Bunny era muy obstinado para compartir tanto amor, y por capricho propio escuchó a medias la enseñanza que el joven guardián deseó darle tiempo atrás…
Él custodiaría por los niños como Guardián de la Esperanza, pero, tal y como Jack tenía a Jamie, él tendría a Sophie.
Su única niña, su mariposa consentida y amada.
La misma niña que ahora giraba por la húmeda tierra, inerte; las sombras del bosque no dejaban ver su rostro deformado por el horror, ni el destrozo de su pequeño cuerpo envuelto en su rosado tutú. Áster sin querer superpuso la imagen de ella riendo, girando sobre la hierba fresca en su mundo subterráneo, con las faldas embarradas y el cabello enmarañado. Lo invadió la ambivalencia del miedo y la negación, del dolor y la ira, arremolinándose en su pecho y entorpeciendo su respiración que se hacía agitada en cada segundo.
La pequeña no se movía y la criatura siniestra que se alzaba frente a ellos rugió al saberse libre de su condena por siglos. Ya no había esencia de Pitch en ellas, las sombras terminaron por devorárselo como debieron hacer desde un principio y ahora obtendrían todo lo que Rey de las pesadillas jamás les concedió.
Y allí parado, sin saber qué hacer, en la mente del guardián vinieron aquellos recuerdos simples que no supusieron ninguna transcendencia de emociones ni alegrías exuberantes, eran tan cotidianos que Áster llegaba a tocarlos y sentirlos porque Sophie anidaba en ellos aún; rememoró la facilidad que tenía para convertir los vestidos más pulcros en jirones de tela por correr en medio de los arbustos espinosos, los llantos estridentes, a veces honestos y en otras ocasiones fingidos, los balbuceos intencionales y la incesante necesidad por hacer moñitos en su pelaje. Cuando balanceaba sus piernas sentada en las esculturas de piedra y aprendía los colores que le enseñaban en el jardín, las primeras palabras que pudo leer de su libro sobre flores, sus pasos torpes de sus clases de ballet y el pañuelo bordado, obsequiado por él, para que limpiara su nariz moquillenta.
Tanto la había cuidado… y la vida la abandonó tan deprisa.
Sophie seguía tirada en el charco de barro, ensuciando su larga melena dorada y las zapatillas de ballet, la lluvia se intensificó y las sombras graznaban alrededor, expectantes y hambrientas. Áster quiso gritarle, gritarle porque no se movía y no reaccionaba, decirle que dejara de llorar, quiso limpiarle la cara con el pañuelo que le había obsequiado, quitarle el barro de sus rodillas, trenzarle el cabello y acunarla entre sus brazos.
Cuando la tocó, la calidez de su piel ya se había marchado. Esa niña ya no era Sophie. Sophie ya se había ido lejos, bien lejos, a un lugar donde él como guardián nunca podría acompañarla.
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¿Y, está decente?
Debía escribir algo terrible y de preferencia con Bunny de protagonista. He aquí mi intento ;-;
Sara, espero haber complacido una pequeña parte de tu alma, haré lo posible en el segundo. Eres la maldad en persona :'v
El significado del título quizá lo sabrán ahora, pero se entenderá más en el segundo shot.
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Muchas gracias por leer, cualquier crítica es bienvenida.
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PD: ¿reviews?
