El atardecer entregaba escaso calor al salón del club. Aquel había sido un día duro, lleno de peticiones de índoles, por supuesto, muy extrañas. Switch guardaba sus cosas para irse a casa cuando Himeko, que estaba recostada sobre sus brazos sobre su lugar en la mesa, le habló.
- Switch, no tan rápido… Te toca sacar la basura hoy.
- Me niego rotundamente \(^o^)/
- ¿Qué?
- He estado sacando la basura de los últimos 5 turnos, así que esperaba que hoy alguno de ustedes lo hiciera por mí.
- ¿Estás loco? ¡Esa bolsa pesa mucho para una señorita como yo!
- Rara vez una persona puede generar tanta basura de envoltorios de dulces y otras golosinas insípidas, y déjame acotar que eso no es algo que pueda decir una mujer que ha barrido sola con 18 hombres de estatura y fuerza promedios usando un palo de hockey.
- ¡Repite eso cuatro ojos, y…!
- AAAAAAAAAGGGHH SILENCIOUUU – intervino Bossun de repente, acostado en el tatami al lado de la ventana – Estoy cansado, y pensaba dormir media horita antes de irme a casa.
- ¡Bossun! Mira, Switch no quiere sacar la basura por mí…
- ¡¿Eres alguna clase de niña de 4 años?! – fue el inevitable tsukkomi de Bossun.
- Me retiro \(^o^)/
- ¡Switch! – gritaron al unísono Bossun y Himeko.
¡Batan! La puerta se deslizó tras el cuatro ojos, y la rubia y el líder del grupo quedaron a solas.
- Será mejor que saque la basura pronto. Me da miedo ir al incinerador cuando está tan oscuro – dijo Himeko, poniéndose de pie, resignada, dirigiéndose a recoger la pesada bolsa de basura del cesto.
- Deja ahí, Himeko.
- ¿Qué?
- Ya lo haré yo, cuando despierte.
Himeko miró Bossun, que yacía flojamente sobre los tatamis. En el último tiempo, las manos del chico parecían haber crecido, su rostro lucía más recto, y sus gestos parecían más maduros.
Parecía que de un momento a otro se estaba convirtiendo en hombre.
- Si tú lo dices, te lo encargo - aceptó Himeko, sonriendo.
- ¿Te vas a casa?
- Antes voy a rotular una lámina para la clase de biología. Me tomará un rato.
Mientras trabajaba, la rubia miraba de reojo a su compañero, que dormía con las manos cruzadas tras su nuca, acostado allí como siempre. Se había descubierto a sí misma mirándolo mucho últimamente, incluso más que antes.
Una vez que terminó su labor, casi sin pensarlo fue a sentarse al tatami a verlo de cerca.
- ¿Qué hora es? - preguntó Bossun, despertando al sentir que Himeko se había sentado a su lado.
- Ya es hora de irse. El conserje está dando la vuelta al patio - contestó ella, apoyando la parte baja de su espalda contra el costado del abdomen del muchacho.
- Ah, debo sacar la basura.
- ¿Por qué ofreciste hacerlo por mí?
El chico se quedó pensando.
- Por ningún motivo en especial.
- Vamos, no me engañas. Buscas algo a cambio, ¿cierto?
- ¿Ésa es la imagen que tienes de mí?
- Es que nunca tienes gestos hacia mí.
- ¡¿Cómo que no?!
- Es decir... has hecho mucho por mi y todo, pero nunca has hecho algo caballeroso.
- Agh, ¿por qué le das vueltas? Es algo simple, me ofrecí a hacerlo y ya. Y es mejor que lo haga ahora, antes que me arrepienta - sentenció él, levantándose.
- ¡Bossun! - dijo una voz aguda, que aparecía tras la puerta.
Agata Saaya hacía su aparición en el salón del club.
- ¡N-n-n no es que necesite tu ayuda o algo... ! - dijo la tsundere.
Resultaba que la chica había salido elegida para ir a desechar los desperdicios de la clase de artes, y temía ir al contenedor de papeles que estaba al lado del incinerador.
- Vale, vamos juntos. Tengo que sacar la basura también. Himeko, ¿te irás a casa? - dijo Bossun, tras colocarse el polerón y colgarse el bolso.
La antigua Onihime, como otras veces, sintió el deber de dejarlos a solas.
- Claro, ahora me iré. Gracias, Bossun.
Los tres salieron juntos del edificio de la escuela. La rubia se despidió y caminó hacia la salida, mientras los otros dos, que iban cargados con bolsas y cajas de basura, se dirigieron al área de desperdicios.
Himeko miró hacia atrás sólo para ver como su amigo y la tsundere reían mientras hablaban desinteresadamente. Le extrañaba muchísimo que Bossun no se pronunciara respecto de los sentimientos (algo sabido por todos, incluso él mismo) que Saaya tenía por él. Además, Saaya no tomaba inciativa aún.
- Quizás ambos son demasiado tímidos... o muy estúpidos. Caray, ¿por qué estoy pensando en esto? ¿Por qué demonios me importa tanto?
Tomó un desvío en su camino a la estación. Compró dulces en una tiendita que frecuentaba, y cuando finalmente se dirigía a la pasarela para tomar el tren, vio como el chico Fujisaki y la hermana menor del antiguo presidente del Consejo Estudiantil estaban sentados esperando el transporte férreo.
Instintivamente, se parapetó tras un aviso publicitario, y trató de oír lo que conversaban.
- ¿Cómo puede una chica comer tanto? - decía Saaya - Eran muchos envoltorios de Pelocan y porquerías.
- Ella come mucho, es cierto - rió él.
Los ojos de la rubia ardieron levemente. Inmediatamente tras oír aquello, tiró los dulces que había comprado a un pequeño basurero que tenía cerca.
- Aunque, siendo honesta, la envidio mucho.
- ¿Por qué? - preguntó él.
Tanto el corazón de Saaya como el de Himeko empezaron a latir.
"No me gusta esta atmósfera" pensó la miembro del Sket-Dan, al ver que todo fluía bien entre ellos.
- A pesar de que come tanto, no engorda, tiene linda figura y es atractiva - declaro la chica.
Bossun no hizo comentario alguno a lo que acababa de decir Saaya. De hecho, tras oír aquello, sus ojos permanecieron inexpresivos. Esto hizo daño en algún recóndito lugar del corazón de Himeko.
- Pero lo que más envidio de ella, - continuó Saaya - es la enorme cantidad de tiempo que pasa contigo.
Himeko empezó a respirar más rápido cuando sintió que se le formaba un hueco en el pecho, tras ver que Bossun reaccionó inmediatamente a aquel comentario. Pero no se trataba de las caras estúpidas cuando se ponía nervioso : ahora estaba sonrojado, y para su desgracia, se veía demasiado adorable.
"Esto va mal, esto va mal. No... ¿Por qué estoy pensando esto? Es mi amigo, debiera senirme feliz por él. Al fin una chica pudo ver más allá de su estupidez"
- Aunque odio cuando ella te trata de estúpido. No lo eres, de hecho, eres tan inteligente que puedes resolver casi cualquier cosa que le propongan al Sket-Dan. Eres atento, considerado, esforzado... y talentoso con tus manos - dijo Saaya, dejando escapar en el último comentario, algo de aura felina con una leve sonrisa.
Aquella era la diferencia entre las dos. Respecto a Bossun, el pensamiento inmediato para la chica con colitas era sobre una persona gentil a la que admiraba, pero para la rubia era distinto. Lo primero que se le venia a la mente al ver a Bossun, era un tipo con el que podía reír, como idiotas. Como un amigo. En rigor, el estado de admiración hacia Bossun en Saaya, era instantáneo. En cambio, Himeko tardaba en encontrar sus verdaderos sentimientos hacia él. Ésta diferencia hizo que finalmente la chica Agata diera el paso que no se atrevía a dar.
En resumen, Saaya estaba más cerca del corazón de Bossun que Himeko.
- No digas tonterías - respondió Bossun suspirando con una suave sonrisa.
- Sobre lo que te dije hace tiempo, Bossun...
El líder del Sket-Dan supo inmediatamente que se trataba sobre aquella confesión en el patio de la escuela.
- ¿Que pasa con eso? - dijo el muchacho, con voz temblorosa.
- ¿Te lo has pensado?
Himeko ahora estaba de piedra y en total estado de alerta. No percibía ni el ruido de los vehículos ni de los 2 trenes que ya habían pasado. Sus sentidos estaban completamente puestos en aquella conversación.
- No es que no lo haya pensado, pero lo recuerdo a veces.
- ¿Qué es lo que piensas?
- No soy bueno en estas cosas, ya te lo dije.
- No tienes que ser bueno en asuntos del amor, para vivir el amor.
- Lo sé, entiendo lo que dices, pero es que simplemente no estoy acostumbrado. No sé como actuar frente a una chica a la que le gusto.
- Nunca te he preguntado, pero... ¿cómo me encuentras?
- ¿Ah? Pues, eres una chica buena onda, nos gusta que visites el salón del club, y...
- No, estúpido ¬¬. Me refiero a como te parezco, como mujer.
- ¿Cómo mujer? Pues...
Con absolutamente todos los sentidos agudizados, Himeko detuvo su acelerada respiración para no perder detalle alguno.
- Te has vuelto popular, Saaya. Creo que eres muy linda. Sería ciego si no lo notara - dijo Bossun.
Saaya no podía creer lo que escuchaba. Sin embargo, había decidido no perder el control.
- Entonces si crees que soy una chica buena onda, te agrado, y me encuentras linda... ¿Por qué no podría funcionar?
Bossun se puso de pie y esbozó una sonrisa.
- Perderás el transporte a casa-
- No cambies el tema - lo interrumpió ella, sosteniendo su manga y haciendo que se sentara de nuevo. - No pienso irme a casa hasta que tenga una respuesta de tu parte. Ya ha pasado suficiente tiempo, nos estamos viendo más seguido, y mis sentimientos se han fortalecido. Quiero que te expreses al respecto, por favor, Bossun...
"Saaya va en serio. Esto está mal, muy mal... Un momento. ¿Está mal? ¿Por qué está mal? ¿Por qué me desagrada esto...?" pensaba la chica Onizuka.
- Me pregunto qué pensaría Himeko sobre esto - dijo Bossun de repente.
Ni Saaya ni Himeko esperaban semejante comentario.
- ¿Qué tiene que ver ella en esto? - preguntó la Agata, tratando de conservar la calma.
- Pues... No sé. Imagino que verla menos seguido influiría en mi vida.
- Ella está fuera de esto. Por favor, dime algo, di lo que piensas...
Tras oír su nombre en la conversación, Himeko se sobresaltó. La sola mención de su nombre hizo que el corazón diera un giro hacia la honestidad.
- Tengo que aceptar que esto no puede seguir así - susurró la rubia para sí misma, bajando la mirada. Lamentablemente, cuando volvió a mirar adelante, se encontró con un nuevo y sorprendente hecho inesperado.
Saaya se había deslizado a través del banco, y había alcanzado los labios del Fujisaki con un desesperado, pero aún así, cálido beso. De forma instintiva, Himeko dio un paso adelante y se mostró, como queriendo detener lo que ocurría. Pero haciendo una re-evaluación rápida de la situación, volvió a esconderse. Si quería ver la reacción de Bossun para conocer sus verdaderos sentimientos, debía observar estando oculta.
Tras separar sus rostros, el chico lucía nervioso y miraba hacia abajo. Aquella actitud casi lo acusaba de ser primerizo en lo de los besos. Pero Saaya no desaprovechó este momento de debilidad aparente, y abrazándolo, reiteró su ataque. Con el siguiente contacto labial, Yuusuke finalmente cedió al candor de la chica y se dejó llevar.
Himeko debía tomar una decisión : irse, o intervenir. Sintió que aquel era de esos momentos que cambiarían el curso de las cosas para siempre. Tomó un Pelocan, lo desenvolvió, y lo puso en su boca.
Apareciendo tras el aviso publicitario, la chica avanzó hacia la pareja. Éstos, al notarla, se separaron inmediatamente. La incertidumbre se hizo cada vez más patente en el transcurso de los segundos : Himeko no expresaba sentimiento alguno. Bossun y Saaya ansiaban ver alguna reacción.
Y para manifestarse al respecto, Himeko retiró lentamente el dulce de su boca.
