Disclaimer: No me pertenece nada del universo de Tolkien, ¡ni siquiera el fic me pertenece! Es de Meluivan Indil (ID: 673300), quién amablemente me permitió que lo tradujera al español y lo publicara aquí. A ella tampoco le pertenece nada del universo de Tolkien, sólo son suyos Atavus y Uglúk, así que si a alguien le interesa alguno de los dos ya sabe a quién acudir.
Nota: Esta historia es la primera secuela de "Blood for the Taking", y es probable que no lo entiendas si no has leído ese fic antes. Esta es, como la anterior, una historia llena de tortura física y mental, así que si no te gusta eso por favor no continúes.
¡Ah! Y como una nota aparte, para que no se vayan a confundir. Meluivan mantiene el nombre élfico de Aragorn en este fic, Estel.
Capítulo 1: El Hogar Está Donde Está El Corazón
"¿Ya esta abierto el paso de la montaña?" preguntó Atavus mientras la patrulla del Bosque Negro entraba por la puerta principal.
"Sí mi señora," respondió el líder de la patrulla.
"Gracias," dijo ella antes de salir corriendo al campo de tiro. Cuando ella llegó se encontró con Legolas y Estel practicando.
"¡Flecha!" Gritó Legolas al ver lo que sucedía.
Inmediatamente Atavus se tiró al piso. La flecha no le dio en la cabeza por pocos centímetros.
"¿Qué clase de tontería estás haciendo?" Preguntó Estel acercándosele a zancadas.
Ella se reclinó sobre la hierba donde había caído, mirando hacía arriba con una brillante sonrisa en su rostro. Ese día ni flechas perdidas le bajarían los ánimos.
"Accidente. No te vi apuntar". Contestó ella riéndose por la severa mirada en su rostro.
"¿Qué es tan divertido?" Preguntó al no entender el chiste.
"Es que luces exactamente igual que Lord Elrond cuando esta retando a los gemelos por sus travesuras," dijo ella empezando a reírse con más fuerza.
Estel miró a Legolas, quién acababa de asentir dándole la razón. Entonces miró de nuevo a Atavus y su ceño se transformo en sonrisa, pues él también comenzó a reírse. "Bueno, ¿pero que es lo que te ha puesto de tan buen humor esta mañana?"
"El paso de la montaña esta abierto. Podemos regresar a casa, Estel." Dijo con la sonrisa más grande que podía esbozar.
"No me había dado cuenta de que quisieras dejar mi reino con tanta urgencia, Atavus," dijo Legolas fingiendo que había herido sus sentimientos.
"No es eso, Legolas. Me gusta Bosque Negro, pero quiero estar en casa. La extraño tanto", intento explicarse.
"Entiendo, amiga mía. Justo estábamos hablando de cuando deberíamos salir." Legolas no podía creer cual había sido el cambio en Atavus desde que habían escapado de Dol Guldur. Antes de que fueran capturándoos ella había sido feliz, pero en una forma algo melancólica. Habían tantas dudas en su vida que le hacían sentirse incomoda en la mayor parte de las situaciones. Pero no más. Desde Dol Guldur parecía que había empezado a aceptarse más a si misma. Estaba más confiada y segura de si misma. Podía ver que un montón de sentimientos sin resolver que ella había guardado habían desaparecido completamente de su mente. Había ganado algo en su estancia en Dol Guldur que le significaba más que la vida misma. Había ganado una familia y un lugar al que pertenecía realmente, y ahora quería regresar a casa. Le entendía más de lo que ella creía.
"¿Acaso dijiste 'deberíamos'?" Preguntó para recibir una sonrisa burlona del elfo rubio. "¿Acaso dijo 'deberíamos'?" Se volteó a Estel esperando recibir más cooperación de su parte y nuevamente recibió una sonrisa.
"Si lo hiciste. Yo te oí. Tú vienes con nosotros," dijo poniéndose de pie. Deseaba irse inmediatamente. El hecho de que pensará que Legolas no iría con ellos había sido lo que le detuviera de salir corriendo por la puerta principal.
"Si, lo haré, pero no saldremos hasta dentro de unos días. Mi padre aún quiere hace un banquete de despedida antes de que nos vayamos. Es una costumbre ridícula, pero él siempre insiste en hacerlo cada vez que dejo este reino," explicó Legolas. No estaba seguro de si podría contener su emoción lo suficiente para no insultar a su padre.
"Okay. Prometo no insultar a tu padre: luciré lo suficientemente alterada por dejar Bosque Negro cuando digamos adiós," prometió poniendo una expresión deprimida para que pudieran ver que era capaz de hacerlo. Para su decepción ambos se pusieron a reír lo suficientemente fuerte para llamar la atención hacía ellos tres. Los otros elfos en el campo de tiro se detuvieron para ver a su príncipe. "Creo que has perdido tu salud mental. Tal vez deba ir a buscar a los sanadores de tu padre," dijo intentando enfocar la atención en sus amigos en vez de en ella misma. Sabía que la sugerencia atraparía su atención.
"Eso no es gracioso," dijo Legolas tajantemente. Para él, tener que ver a los sanadores de su padre, era peor que la muerte.
"¿No lo fue?" Les sonrió malvadamente.
--------------------------------------------------------
Los tres amigos salieron justo un día antes de la primavera. Aún había un poco de nieve en la tierra, pero la cada vez mayor luz del sol estaba derritiéndola rápidamente. Esta vez tomaron el camino largo a través del Bosque Negro hasta el Camino del Bosque Viejo. Atavus disfruto caminar por el bosque. En cierto modo le recordaban a Ithilien. Ithilien había sido oscuro, estando tan cerca de Mordor, pero aún así tenía su belleza interior. Las voces de los árboles habían hecho su estadía ahí más fácil para ella. Había sido bendecida con la habilidad élfica de hablar con los árboles, justo como los elfos Silvanos del Bosque Negro, y se había encontrado con que los árboles del Bosque Negro no eran tan diferentes de los árboles del Ithilien. A medida de que abandonaban el bosque se despidió de los árboles y ellos, en respuesta, hicieron susurrar a sus hojas.
Pasaron la mayor parte de los días con hombres que le hablaban más de sus venturas, y ella, a cambio, les contaba de las travesuras que les había tendido a los orcos de Minas Morgul con Garin. Estaba feliz de poder mirar atrás a aquel tiempo y recordar unas pocas cosas buenas en vez de las malas.
Le parecía a Atavus que todo estaba bien y en orden en su vida, pero ella ignoraba que pronto su vida tomaría un muy mal giro.
--------------------------------------------------------
"Los quiero vivos," ordenó el orco a sus subordinados. "Sepárenlos y después tómenlos uno por uno." El orco había esperado mirando el Camino del Bosque Viejo, sabiendo que algún día tendrían que salir por ahí hacía Rivendel. Cuando habían pasado les había dicho a sus orcos que para seguirlos les dejaran mucho sitio, para que el elfo no pudiera detectar su presencia. Espero hasta que aparecieron por el paso de la montaña, sabiendo que pelear con un elfo silvano en un bosque sería estúpido. Ellos tendrían más oportunidades en las montañas.
Sus orcos ya los habían capturado una vez antes, y sabía que superando al trío con veinte a uno, podría hacerlo una vez más. Ellos pensaban que él estaba muerto. Eso era un punto a su favor. No había muerto aunque, cuando el Nazgûl regresó para encontrar que sus prisioneros habían escapado, junto con la mayor parte de sus esclavos, había deseado estarlo. Pero las cosas eran diferentes ahora, no estaba trabajando para el Nazgûl, él y sus hombres habían dejado Dol Guldur y ahora vivían en las cuevas cercanas al paso por las montañas. Pero él quería venganza, torturaría y entonces mataría a los tres amigos por lo que le habían hecho.
Legolas se detuvo, sentía que algo no estaba bien. Estel había visto esa expresión en el rostro de su amigo antes. "¿Qué es, Legolas?"
"No estamos solos," respondió.
En ese momento sonó algo como un gruñido muy alto y varias docenas de orcos saltaron de las rocas sobre ellos. Estaban rodeados por grandes pedruscos a ambos lados del camino y había pocas probabilidades de escapar. Empezaron la pelea los tres juntos, espalda a espalda, pero los orcos seguían órdenes de un nuevo amo y se las arreglaron para separar a los tres guerreros. Legolas saltó a una de las piedras disparando flechas hacía el camino, matando a tantos orcos como pudo. Atavus había elegido una piedra frente a la de Legolas, uniéndose a la diversión de dispararles a los orcos. Desafortunadamente Estel no podía escalar ninguna roca así que se quedo en el camino, usando su espada para desmembrar a los orcos que venían.
Estel estaba casi siendo superado por los monstruos y ellos estaban matándolos tan rápido como les era posible. Atavus acercó su mano a su aljaba para sacar otra flecha pero ya no había nada. "Ay, nunca hay suficientes flechas cuando las necesitas." Miró a Legolas señalándole que estaba fuera y saltó a la pelea bajo ella.
Finalmente los orcos empezaban a desaparecer. Atavus acababa de decapitar a uno de los más grandes cundo oyó algo desde arriba, alzó la vista para ver como un orco se llevaba a Legolas, quien estaba demasiado concentrado en la batalla bajo el que no había percibido la presencia del orco tras él, y ahora estaba inconsciente.
"¡Estel!" gritó, en cuanto tuvo su atención señalo hacia arriba. Estel pudo ver el apuro en el que estaba metido Legolas, pero ninguno de los dos podía alejarse de la batalla en ese momento.
Les costó algunos minutos más para deshacerse del resto de los orcos, preciosos minutos que no podían permitirse desperdiciar. Inmediatamente corrieron en la dirección en la que se había ido el orco.
--------------------------------------------------------
"¿A que te refieres con que solo pudiste capturar uno?" Le grito Uglúk al orco que había traído al elfo inconsciente a la cueva.
"Capitán, ellos estaban demasiado preparados. Mataron a todos los orcos que lleve conmigo," respondió el subalterno atemorizado.
"Tres de ellos mataron a casi sesenta de tus mejores soldados. ¿Cómo?" El Capitán estaba furioso.
"El elfo y la chica tenían una posición más ventajosa que la nuestra. Ellos pudieron deshacerse de al menos de treinta y cinco de mis guerreros con sus arcos. Yo pude deslizarme tras el elfo y golpearlo."
"Sal de mi vista. Recoge lo que queda de la tropa y ve por ellos; si llegas a regresar con las manos vacías ocuparás su lugar en la sala de torturas," gruñó el capitán.
--------------------------------------------------------
"¿Qué vamos a hacer? Es imposible rastrear al orco que se llevo a Legolas en el suelo rocoso, además, hay cientos de cuevas en las que pueden esconderse." Estel podía oír la desesperación en la voz de Atavus.
"Lo encontraremos. No pierdas la esperanza," trató de asegurarle Estel. En ese momento oyó el ruido de varios pies corriendo hacía ellos. "Escóndete."
Atavus vio que el orco que dirigía la tropa se parecía mucho al que había atrapado a Legolas. Empezó a salir de su escondite tras las rocas pero Estel la detuvo. "No, ellos no lo tienen. Debemos ir hacía el lugar de dónde ellos salieron y tratar de encontrarlo."
"Pero Estel, ese es el orco que se lo llevó. Si podemos interrogarlo tal vez descubramos donde está Legolas," discutió Legolas señalando al orco dirigiendo la pequeña tropa. "Son algo menos que una docena, podemos con ellos."
A diferencia de Atavus Estel no había tenido una buena vista del orco que se había llevado a Legolas, además de eso, para él todos los orcos eran iguales: Feos. ATavus había pasado muchos años estudiando a los orcos. Sabía cuales eran las marcas que los distinguen. Ella podía distinguirlos fácilmente y ese era el orco que se había llevado a su amiga.
"Esta bien, los atacaremos a la cuenta de tres," dijo empezando a contar.
"¡Tres!" Gritó Atavus dejando su escondite tras la piedra. Estel no podía creer que Legolas le llamará a él temerario. Comparado con Atavus él consideraba ser cauteloso. La siguió y atacaron. El deshacerse de la banda de orcos fue un trabajo rápido y tuvieron el cuidado de no matar al líder.
La bestia estaba herida pero Estel estaba seguro de que viviría. "¿Dónde has llevado a nuestro amigo?" Dijo poniendo la punta de su espada en la garganta del orco.
"Nunca lo encontrarán," fue la única respuesta de la criatura.
"Si no me lo dices cortaré tu cuello," le advirtió él.
"Esa sería una mejor muerte de la que recibiría si les contará."
"¿Quién lo tiene?" Estel había decidido acercarse de otra forma.
"Alguien que quiere matarte."
Estel estaba empezando a sentirse frustrado. El orco estaba hablando en adivinanzas y no habían conseguido la información que necesitaban.
"Te diré algo. Si no me dices te dejaré ir y cuando encontremos a quien lo tiene le diré que tú nos lo dijiste. Quienquiera que sea deseará tu sangre si es que no lo mato yo mismo primero," amenazó Estel. Le sorprendió ver cruzar una sombra de miedo por los ojos del orco y se sorprendió aún más cuando el orco se empujó contra la punta de la espada.
"Ay, ¿Qué clase de ser podría inspirarle tanto miedo a quién no se preocupa por nada?" Se preguntó mientras sacaba su espada de la criatura.
"No lo sé, pero odio pensar en lo que podría estar haciéndole a nuestro amigo." Dijo Atavus escaneando la cordillera. "Ven, tenemos que buscar algunas cuevas."
--------------------------------------------------------
La mente de Legolas estaba nebulosa cuando despertó. Estaba en una habitación oscura pero una vela pequeña estaba quemándose en la esquina. Sus manos estaban atadas frente a él y estaban atadas a algún tipo de arnés de cuero que estaba alrededor de su pecho desnudo. Había correas que iban alrededor de su estómago y sobre sus hombros, estas se cerraban con un broche de tal en el centro de su espalda. Encontró que una cadena que iba desde la pared estaba atada al cierre en el arnés. No podía alcanzar el cierre con sus manos atadas frente al arnés. A su vista no había forma de quitarse el arnés.
Miro alrededor de la pequeña habitación y notó que estaba en una cueva. Odiaba las cuevas. Se preguntaba si sus amigos habían escapado o estarían como él en alguna parte del sistema de cuevas.
No pudo seguir pensando por mucho. "Tus amigos nunca te encontrarán aquí. Estamos en las profundidades de las montañas." Conocía esa voz, pero era imposible. Atavus lo había matado. Pero ahí estaba él, entrando a la habitación, gruñéndole al elfo. "Usted será mi huésped por algún tiempo, su Alteza."
"¿No se suponía que estabas muerto?" Preguntó sarcásticamente el elfo.
"El fenómeno lo intentó, pero una vez más falló." El orco sonrió engreído. "Pero esta bien. Pronto tendré a mi juguete favorito de nuevo y tendré que agradecerte por ello. Tú eres la carnada en mi trampa elfo."
Legolas se sacudió hacía adelante, sólo deseaba envolver su cuello con sus manos y sacar la vida de él. Pero para su sorpresa cuando llegó al final de la cadena sintió un dolor agudo recorrerle debajo de todas las cintas de cuero del arnés. Hizo una mueca de dolor al retroceder. Miró hacía abajo y vio la sangre correr por su pecho y su estómago, justo debajo de las cintas.
"¿Te gusta tu nuevo atuendo? Hay pedazos de metal afilados encajados en la parte inferior de las correas. cada vez que tires del arnés estos se meterán más profundo en tu piel, no hay forma que te liberes. Lo utilizamos para entrenar a los wargos jóvenes, es comprensible que sea usado en un animal como tú." El orco acababa de inclinarse contra la pared, mirando la expresión rencorosa que el elfo le dedicaba.
"¿Por qué simplemente no te rindes? ¿Acaso no tienes nada mejor que hacer que atormentarnos?" preguntó Legolas, pero sabía que sus palabras no harían ningún efecto en el orco.
"No, realmente no." Fue la respuesta del orco mientras abandonaba la habitación.
Legolas levantó la mirada imaginando las estrellas que no podía ver a través de las toneladas de piedra. "¿Por qué? ¿Por qué Ilúvatar nos sometes a esto otra vez? ¿Qué hemos hecho para merecer la obsesión de esta vil criatura?"
--------------------------------------------------------
Nota de la traductora:
Casi un mes después, finalmente he empezado la traducción de "The Long Journey Home" justo antes de empezar exámenes, pero después de eso estaré algo más libre para seguir traduciendo los demás capítulos, que por cierto, son menos que en "Blood for the Taking". Espero que les guste este nuevo fic de Meluivan Indil,
Atte. Ghani-chan
