OPUESTOS SE ATRAEN

I. PROLOGO

Año 1415

Tower Hill, Londres, Inglaterra

La mujer se alejó del caldaso antes de escuchar el enfermizo sonido del hacha cortando la cabeza y golpeando el bloque de madera. Supo que ya había terminado cuando la gente que fue a ver la ejecución comenzó a gritar. Mientras caminaba, alejándose de Tower Hill y de la Torre de Londres rumbo al oeste, introduciéndose en la ciudad, iba apretando sus puños y mordiéndose el labio para no llorar. ¡Había perdido a toda su familia! Solamente quedaba con vida su padre, pero éste estaba escondido en algún lugar de Snowdonia, y sería realmente difícil encontrarlo.

-¿Qué vas a hacer ahora, Arienwen?- le dijo una mujer encapuchada, que iba caminando a su lado- te has quedado completamente sola-

-Voy a regresar a Snowdonia- dijo la mujer llamada Arienwen- mi padre tiene que saber que toda su familia fue ejecutada por el rey inglés- bajó la mirada- la última rebelión contra nuestros invasores ingleses…-

-Te ayudé a escapar de la Torre- dijo la mujer encapuchada, señalando la horrible Torre de Londres, y haciendo que la chica tuviera un horrendo escalofrío- te salvé la vida, y lo sabes-

-Y lo agradezco- dijo Arienwen- pero la respuesta sigue siendo no-

Arienwen comenzó a caminar por el camino hacia Westminster, cuando la mujer volvió a detenerla.

-Vamos, Arienwen- le dijo la mujer- vivirás lo suficiente para poder vengarte. Tendrás juventud eterna mientras me sirvas. Y no tendrás que volver a depender de un hombre-

Arienwen parpadeó. No era una persona que dependiera de ningún hombre. ¡Si ella era la hija de Owain Glyndwr, el último galés quien tuvo el título de "príncipe de Gales", y líder de la rebelión para conseguir la independencia de Gales! Enrique IV había sido el rey enemigo, y quien finalmente había ganado. Arienwen Glyndwr era una mujer guerrera, quien había impresionado a cierta persona divina.

-¿A cambio de qué?- preguntó Arienwen.

-Si vas a pertenecer a mis cazadoras- dijo la otra mujer- tienes que prometer que jamás tendrás ninguna relación con varones-

Arienwen alzó las cejas.

-Osea, virginidad- dijo la chica, cruzándose de brazos- ¿es en serio?-

-Es la única condición- dijo la otra mujer- virginidad eterna, o muerte por mi mano-

La chica se cruzó de brazos, evaluando a su interlocutora con la mirada. Sus términos no sonaban nada mal. Podía vivir con eso, le gustaba cazar y pelear, y no tenía ningún interés en el sexo masculino, al menos en ese momento.

-De acuerdo- dijo Arienwen, tras suspirar- ¿cuál es su nombre?-

-Mi nombre es Artemisa, diosa de la luna- sonrió la otra mujer, quitándose la capucha- bienvenida-

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Año 2 antes del nacimiento de Athena

Siberia, Rusia

El verano en Siberia fue más cálido que otros años, tanto que la nieve se derritió. El niño se cruzó de brazos. Estaba listo para ejecutar su ataque.

-Vamos, Camus- le dijo su maestro- uno, dos, tres. ¡Ahora!-

El niño encendió su cosmo y lanzó su ataque. El árbol frente a él quedó completamente atrapado en un ataúd de hielo. Camus sonrió levemente.

-Serás un excelente santo dorado, Camus- dijo el viejo santo de Acuario- y realmente creo que estarás listo cuando llegue en momento de pelear por mi armadura-

Camus siguió sonriendo, pero pronto su sonrisa se borró.

-Maestro- dijo el chico- ¿eso significa que nunca podré volver a Francia, con mi familia?-

-Oh, Camus- dijo su maestro con una expresión severa- debes olvidarte de tu familia. Los santos de Athena son tu familia ahora. Tienes que aprender a desprenderte del pasado y de tus deseos personales. Olvidarte de él. Nada bueno viene de mirar hacia atrás. Es hacia el futuro a donde tenemos que mirar. Por eso los santos de Athena representamos la esperanza-

Camus se dejó caer en el suelo con una expresión entristecida.

-Pronto lo entenderás- agregó su maestro- el amor es debilidad. Si no amas a nadie, no tienes lazos con nadie, es imposible que seas lastimado. Ahora- añadió el viejo santo de Acuario- arregla este feo verano-

Camus asintió con seriedad y encendió su cosmo. El suelo se cubrió de hielo, y comenzó a nevar profusamente. El viejo santo de Acuario estuvo satisfecho. Camus estaba listo para convertirse en un santo dorado.

De pronto, Camus notó que había una persona mirando su entrenamiento. El chico alzó las cejas, confundido. ¡Había visto antes a ese hombre que lo miraba! Solo no recordaba quien era. Era un hombre alto, de cabellos negros y profundos ojos fríos. Su maestro pareció darse cuenta de que el chico estaba mirando al hombre que observaba el entrenamiento, y puso una mano en el hombro de Camus.

-Ese hombre es tu padre, Camus- le dijo el viejo santo de Acuario en voz baja- tu padre biológico, quiero decir-

El chico frunció el entrecejo.

-Usted es mi padre, maestro- dijo Camus en un tono seco- ese hombre no es mi padre-

El viejo santo de Acuario alzó las cejas.

-No digas eso, hijo- le dijo el santo- no sabes en qué circunstancias tu padre tuvo que renunciar a ti. No sabes si lo hizo pensando en que quería darte tu mejor oportunidad-

Camus se cruzó de brazos, sin comprender lo que había dicho su maestro. El santo de Acuario sonrió levemente. Algún día lo comprendería.

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Año 3 del nacimiento de Athena

Castillo Caernarfon, Snowdonia, Gales

Hypnos no podía creer lo que estaba haciendo. Apenas él y Thanatos habían sido liberados del cofre sagrado por la niña Pandora hacía unos días, cuando fue contactado por Apolo para pedirle un favor. Una vez que el dios del sol y de las artes le explicó lo sucedido, y porqué lo necesitaba, Hypnos no pudo sino simpatizar con él. Thanatos, en cambio, solo hizo un gesto de desdén y se fue a su palacio en Elysion mientras que su gemelo acompañaba a Apolo a un sitio retirado en la parte más norte de Gales

-El clima es insoportablemente frío aquí- comento Hypnos, frotándose los brazos, mientras seguía al dios al interior de un castillo medieval modernizado en su interior.

-Por aquí- dijo Apolo con una expresión seria, señalando una escalinata que daba a una de las torres- aquí dentro no es tan frío como parece-

Hypnos asintió, y comenzó a subir a la torre, comprobando de inmediato lo que había dicho Apolo. El clima dentro del castillo era cálido, casi sofocante, como si estuviera un fuego encendido todo el tiempo, lo cual no era posible, se encontraban en un lugar desierto.

-Debemos darnos prisa- comentó solamente Apolo. Hypnos alzó las cejas- mi hermana ya asesinó a la madre. No quiero que pase lo mismo con la hija-

"Mi hija", pensó Apolo, e Hypnos inconscientemente también esperaba escuchar eso. El dios del Sueño sonrió tristemente. Se imaginaba como se estaría sintiendo el dios sol en ese momento.

-¿Qué tenía Artemisa contra ella?- preguntó Hypnos de pronto, alzando las cejas con curiosidad.

-Ella era una de las chicas de su séquito de cazadoras. Y su mejor amiga- dijo Apolo en voz baja, mirando hacia el suelo un poco avergonzado. Hypnos alzó las cejas, sorprendido. Claro, eso tenía perfecto sentido. Todos sabían lo celosa que era Artemisa con sus compañeras.

-Oh- fue el único comentario de Hypnos por un rato, y después añadió- ¿y porqué quieres que la haga dormir?-

-Quiero hacerla olvidar los horrores que acaba de presenciar- dijo Apolo- pero no quiero que sufra cuando lo haga-

Pronto llegaron a la parte más alta de la torre, en una pequeña habitación. Había una niña de seis años tumbada en el suelo, ovillada y cubierta por una manta mugrienta. La niña sollozaba en silencio, mientras a su lado estaba tendido el cuerpo sin vida de su madre. A los lados de la pequeña había dos mujeres vistiendo túnicas blancas y con ojos vacíos, sirvientes de Apolo, pues tan pronto como los dos dioses llegaron, las mujeres se inclinaron en su presencia.

-¿Es esa niña?- preguntó Hypnos en voz baja, y Apolo asintió. El dios del Sueño suspiró. No le gustaba mucho lo que se le había pedido que hiciera, pero la alternativa era mucho peor: la niña acababa de ver a su madre asesinada frente a ella, y sabía que no era más que una pobre presa para la diosa, quien la había dejado vivir para divertirse dándole caza. Hypnos encendió su cosmo, formando una pequeña esfera brillante en su mano, y poniéndola sobre la niña- ETERNAL DROWSINESS-

La niña en el acto dejó de llorar y cayó al suelo, profundamente dormida. Ya estando junto a ella, Hypnos tuvo la oportunidad de verla más de cerca. Era una niña muy bonita. Tenía la piel extremadamente blanca, excepto por una gran cantidad de pecas en sus mejillas. Sus cabellos, los cuales apenas le rozaban los hombros, eran de un impresionante color rojo, y completamente alborotados. Entre el color de sus cabellos y la luz del fuego de la chimenea frente a ella, parecía que sus cabellos estaban hechos de fuego. Los contrastes entre su piel y sus cabellos se acentuaban aún más con el vestido negro que la pequeña usaba.

El dios del sueño la miró con compasión. Suspiró y volvió a encender su cosmo, creando otra bola de energía entre sus manos. Estaba moldeando un lindo sueño para ella. La pobre chiquilla se merecía al menos eso. Una vez que terminó, se volvió a Apolo.

-¿Estás seguro que quieres que olvide todo?- dijo Hypnos- ¿que olvide incluso que tú eres su padre?-

-Será lo mejor, y la manera de mantenerla a salvo de mi hermana- le dijo Apolo, con la mirada triste- hasta que despierte su cosmo y pueda cuidarse ella sola. Si… si la mantengo a mi lado, eventualmente Artemisa la va a atrapar, y…- se interrumpió.

Hypnos suspiró y puso la esfera en sus manos en la frente de la pequeña. Una vez que la esfera tocó la blanca piel de la niña, ésta se introdujo a su cabeza. La pequeña sonrió ampliamente en sus sueños, e Hypnos no pudo evitar sonreír también. Pobre niña. Hizo la nota mental de enviarle lindos sueños de cuando en cuando, y nunca enviarle pesadillas. Su vida ya era una pesadilla, no se merecía sufrir también al dormir.

El dios del sueño vio a Apolo caminar hacia la niña y arrodillarse en el suelo junto a ella. El dios del sol encendió su cosmo también, para borrar por completo su memoria. Una vez que estuvo terminado, el dios sol la besó en la frente. Le puso una cadena de oro alrededor del cuello, con un colgante con un pequeño rubí.

-Hasta pronto, mi pequeña Lilu- dijo Apolo en voz baja- cuando despiertes, no me recordarás, pero es por tu propio bien-

Hypnos sintió un nudo en la garganta. Vio a Apolo hacer una señal a las dos mujeres que estaban con la niña. Una de ellas la alzó en brazos, y la otra la cubrió con la manta mugrienta.

-Ya saben que hacer- les dijo Apolo- escóndanla en algún pueblo de las montañas de Snowdonia. No la despierten hasta que lleguen allá. Mi hermana no sospechará. Quemen el incienso que desprenden ese olor que los canes de mi hermana odian. Y si Artemisa llega a acercarse demasiado, háganmelo saber de inmediato-

Las dos mujeres asintieron y, tras inclinarse, salieron del castillo, llevándose consigo a la pequeña. Hypnos miró al dios sol, que miraba tristemente como se llevaban a su hija. Le puso la mano en el hombro, y Apolo pareció volver a estar consciente de lo que sucedía.

-Muchas gracias por tu ayuda, Hypnos- dijo Apolo en un tono que provocó que el dios del sueño sintiera compasión por él- ¿puedo contar con tu palabra de que no le dirás a Artemisa donde está mi pequeña?-

-Mis labios están sellados, Apolo- dijo el dios del sueño.

Apolo se lo agradeció. Con una última mirada triste al cuerpo de Arienwen, ambos dioses desaparecieron. El fuego en el castillo de Caernarfon se apagó.

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Olimpo

Poco después

Artemisa estaba furiosa al ver regresar a Apolo a la residencia de los dioses. El dios sol parecía mucho más tranquilo, y la diosa de la luna lo entendió muy bien: su gemelo había escondido efectivamente a la niña, a la prueba del desliz de su cazadora. La diosa hervía de furia. Apolo, sin embargo, no se inmutó al ver a su gemela.

-¿Dónde habías estado, Apolo?- dijo Artemisa en un tono venenoso- espero que no hayas estado seduciendo a otra de mis acompañantes-

-Después de lo que hiciste con Arianwen, enviando a tus perros de caza contra ella, no tienes cara para reclamarme nada, hermana- le dijo Apolo- ¿cómo pudiste?-

-Arianwen hizo una promesa cuando entró a mi servicio- dijo Artemisa- virginidad eterna, o la muerte por mi mano…-

-¡Yo la amaba, Artemisa!- le dijo Apolo, alzando la voz, pero después recobró la compostura, y se cruzó de brazos- en cuando a la pequeña, tomé precauciones para que estuviera a salvo de ti-

-Ese engendro tuyo nunca estará a salvo de mi- dijo la diosa de la luna- ¡mataré a esa niña y pintaré el suelo con el rojo de su sangre!-

Apolo frunció el entrecejo, pero no dijo nada más. Su hija estaba a salvo, escondida, sin ningún recuerdo que la relacionara con él. Y Artemisa no sabía ni siquiera su nombre. No le podría hacer daño de ninguna manera. No podría encontrarla por más que lo intentara.

Artemisa, por su parte, salió furiosa del Olimpo y bajó a su bosque favorito. Ahí, reunió a todas sus cazadoras, mortales o ninfas, y a dos ángeles, Odiseo y Teseo.

-Apolo se ha burlado de mí- dijo Artemisa- no solo sedujo a Arianwen, sino que también me impidió cumplir con mi promesa de blanquear su desliz: me ha escondido a la criatura-

Las cazadoras se miraron entre si, murmurando en voz baja. Los ángeles se cruzaron de brazos y fruncieron el entrecejo.

-Ninfas, busquen en todos los bosques y montañas a la hija de Arianwen- dijo Artemisa, y después se volvió a los ángeles- y ustedes dos. Búsquenme a una niña de seis años, una huérfana. Si Apolo protegió a su engendro, yo crearé uno que pueda encontrarlo y vencerlo-

Los ángeles obedecieron y se retiraron. Las ninfas tomaron sus carcaj, sus flechas y arcos, y se apresuraron a recorrer los bosques, buscando a la pequeña para entregarla a su señora. Una vez que se quedó sola, Artemisa se cruzó de brazos y sonrió. Las circunstancias eran favorables: Athena era una infante en la tierra, Poseidón y Hades se encontraban durmiendo. Era su oportunidad para encontrar a la niña antes de que comenzaran las guerras santas de la época.

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Elysion, Inframundo

Al mismo tiempo

Hypnos regresó a Elysion a descansar. Faltaban aún varios años para la guerra santa contra Athena. Además, lo que acababa de ver lo había perturbado enormemente. Sabía que Artemisa podía ser despiadada, pero jamás se imaginó que su crueldad llegaría a ser tanta como para intencionalmente dar caza a una niña indefensa, la hija de su propio hermano.

-Estás terriblemente pensativo el día de hoy, Hypnos- dijo Thanatos, sacando a su gemelo de sus pensamientos- ¿te sientes bien?-

-Sí, es solo que… tuve un día muy extraño, eso es todo- dijo el dios del sueño.

Thanatos no hizo ningún comentario. Sabía que su hermano no iba a decir nada si no lo deseaba, así que esperó pacientemente a que Hypnos revelara la información que creía pertinente.

-Thanatos- dijo por fin Hypnos- ¿puedo pedirte que no digas nada sobre donde o con quien estuve esta noche?-

El dios de la muerte miró a su gemelo, interrogante, pero finalmente asintió seriamente. Usualmente Thanatos era despreocupado, pero la gravedad con la que su hermano le había pedido aquello lo hizo pensar que era algo importante.

-Olvidémonos del día de hoy- dijo el dios del sueño- debemos concentrarnos en la guerra santa contra Athena. Tenemos diez años-

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Casa cerca del río, montañas de Snowdonia, Gales

Cuando la niña pelirroja despertó, se encontraba en un lugar extraño, en un hermoso bosque. Se encontraba tendida sobre el pasto, rodeada de margaritas. No recordaba quien era, como se llamaba, o donde estaba. Se frotó la cabeza, y se llevó las manos al cuello, y sintió el colgante de rubí entre sus dedos. Las dos mujeres, sacerdotisas del templo de Apolo, la miraron con ternura. Pobre niña. Pero Apolo había sido compasivo al haber borrado sus horrendas memorias.

-¿Que… quienes son ustedes?- dijo la niña, mirando alternadamente a las mujeres.

-¿No nos recuerdas, pequeña? Te diste un buen golpe en la cabeza- dijo una de las dos mujeres, desempeñando bien su papel- yo soy tu tía Deryn, y ella es tu tía Myfanwy-

La niña se sentó y miró a las dos mujeres alternadamente.

-Ah…- dijo la pelirroja. Estrujó su cerebro lo más que pudo, intentando recordar su propio nombre, pero fue en vano- ¿y yo…?-

-¿Qué, olvidaste tu propio nombre, Liliwen?- dijo la mujer llamada Deryn.

-Sí que te diste un buen golpe entonces- dijo Myfanwy- menos mal que estás bien. Eso te pasa por pasártela trepando los árboles del valle. Ven, vamos dentro de la casa. Tenemos mucho que estudiar-

Liliwen sonrió levemente, y se encogió de hombros, como disculpa, y entró a la choza siguiendo a Myfanwy. Se sentó a la mesa, frente a los libros, y tomó una pluma en sus manos. La mujer la miró sonriente. Ahora que la veía con la luz adecuada, la pequeña era muy hermosa, una digna hija de Apolo.

-Bien, vamos a comenzar, Liliwen- dijo Myfanwy.

A partir de ese día, Liliwen Glyndwr comenzó a vivir en una pequeña casa en las montañas de Snowdonia.

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Paris, Francia

Año 4 del Nacimiento de Athena

Odiseo y Teseo recorrieron los orfanatos de la capital francesa, esperando encontrar a una niña huérfana que cumpliera las características que su señora les había pedido. Los dos ángeles buscaron con sus cosmos, hasta que encontraron a dos niñas, hermanas, originarias de Suecia y llevadas a Francia para ser adoptadas. Ambas tenían un cosmo potencial.

Los dos ángeles evaluaron a las niñas. Ambas eran muy bonitas, y tenían el potencial para tener cosmos muy poderosos. Y había algo en ellas dos. Algo muy oscuro.

-¿Estás seguro de que estamos haciendo lo correcto, Teseo?- dijo Odiseo, pensativo, mientras evaluaban a cual de las dos niñas elegirían- quiero decir, apoyar a la señora Artemisa en esa horrible venganza-

-No nos corresponde cuestionar a la señora Artemisa- dijo Teseo a su vez, y se volvió a las niñas- la mayor tiene siete años, la menor tiene cuatro. Creo que la mayor es a quien llevaremos con la señora Artemisa. ¿Qué piensas tú?-

Odiseo asintió, un poco desganado. No le hacía mucha gracia lo que estaba sucediendo, pero Teseo tenía razón, no le correspondía cuestionar a su señora, o sus motivos. Además, en parte, Artemisa tenía razón. Apolo se había propasado, seduciendo a una de sus acompañantes. Y Arianwen había roto su juramento de permanecer virgen, se lo había merecido.

-De acuerdo- dijo Teseo, volviéndose a la directora del orfanato- nos llevaremos a la mayor. Será entrenada para ser escolta de la señora Artemisa-

La mujer asintió.

-Ya escuchaste al buen señor, Fjore- dijo la mujer, dirigiéndose a la mayor de las hermanas- ve a tu habitación por tus cosas, y despídete de Fleur de Lys-

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Siberia, Rusia

Año 9 del Nacimiento de Athena

Camus se cruzó de brazos e irguió la espalda, mirando a su discípulo con desaprobación. Hyoga se la pasaba soñando con su madre, a pesar de que le había dicho repetidamente que dejara ir el pasado. No tenía nada más que hacer, que esperar a que su aprendiz entendiera la importancia de dejar de mirar hacia atrás, y ver hacia el futuro.

-Maestro- sus pensamientos fueron interrumpidos por su otro discípulo, Isaac- ¿en qué piensa?-

-Nada importante, Isaac- dijo Camus. El santo de Acuario iba a decir algo más, cuando vio a un hombre en uniforme de guardia del Santuario acercarse, temblando de frío. Camus frunció el entrecejo y se volvió a su alumno- Isaac, ve por Hyoga. Asegúrate que se aleje del barco hundido en el hielo-

-Sí, maestro- dijo Isaac, corriendo a donde se encontraba su compañero, mientras que Camus comenzó a caminar hacia el mensajero. Éste agradeció en el alma que el santo dorado le pusiera atención tan pronto.

-Tengo un mensaje para usted de parte del Patriarca- dijo el soldado, entregándole el mensaje. Camus lo tomó y lo leyó con creciente interés. Al final, alzó las cejas y se volvió al mensajero.

-¿Es cierto esto?- dijo Camus en su usual tono frío- ¿hay una chica con poderes de hielo?-

-Así es, señor Camus- dijo el guardia- el Patriarca tiene curiosidad al respecto, y quisiera que investigara sobre esa información-

Camus meditó la información. Releyó el mensaje. Éste decía que había una chica en Turquía que tenía los mismos poderes de hielo que él. Frunció el entrecejo. El antiguo santo de Acuario no le había mencionado nada sobre otra persona con sus poderes, salvo sus alumnos. Pero de pronto lo recordó. Le había dicho que, una o dos veces cada cien años, la diosa Chione tomaba como aprendiz a una chica y la bendecía con poderes de hielo.

-De acuerdo- dijo el santo de Acuario- di al Patriarca que iré a investigar sobre esa chica y me reportaré con él-

El mensajero agradeció y se despidió de Camus. Una vez que quedó solo, el santo de Acuario llamó a sus alumnos para comunicarles lo que iba a hacer.

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Olimpo

Año 13 del Nacimiento de Athena, durante la guerra santa contra Hades

La morada de los dioses estaba medio vacía en esa época, y Zeus bufó tristemente. Athena, su hija favorita, estaba en medio de una batalla contra Hades en el Inframundo en esos momentos. Él mismo había convencido a Perséfone de reencarnar en esa época para evitar precisamente esa guerra santa, pero su plan había fallado. Se mordió el labio. Esperaba que su hija estuviera bien. La había enviado a Escocia para evitar que fuera lastimada durante la guerra santa. Mientras tanto, Poseidón había vuelto a ser sellado por Athena hacía unos meses.

Y había algo más. Apolo y Artemisa, los gemelos, parecían tener una relación más o menos cordial, después de como diez años de estar furiosos uno con el otro. Zeus recordaba ese episodio. Apolo se había metido con una de las cazadoras de su hermana. El padre de los dioses recordaba como se había palmeado la frente al escuchar lo que su hijo había hecho. Apolo tenía que haber metido las patas. Finalmente, Artemisa había asesinado a la cazadora, y Apolo apenas había podido esconder a su hija.

Zeus suspiró. Sabía que Apolo no debió haber hecho lo que hizo, pero hasta cierto punto lo comprendía. Una vez que lo hecho, hecho estaba, y no podían hacer nada más que proteger a la criatura que había resultado de su aventura. Él mismo, Zeus, había tenido que hacerlo en varias ocasiones, protegiendo a los hijos de sus amantes de la furia de su esposa.

Y hablando del diablo. Apolo estaba en uno de los pasillos del Olimpo, con su lira en mano, tocando una triste melodía que hizo que el corazón de su padre diera un vuelco de simpatía. Del otro lado se encontraba Artemisa, eligiendo algunas flechas que usaría para ir de cacería ese día y guardándolas en su carcaj. El padre de los dioses se rascó la cabeza. ¿Qué debía hacer al respecto de sus hijos mellizos? Los dos, antes de ese horrible episodio con la cazadora de Artemisa, habían sido los mejores amigos. De hecho, Zeus había deseado varias veces que Athena, Ares y sus otros hijos se llevaran tan bien como Apolo y Artemisa.

-Préstenme un cuchillo, la tensión se puede cortar aquí- dijo Zeus, llamando la atención de sus hijos. Apolo dejó de tocar y se volvió su padre. Artemisa dejó sus flechas.

-¿Se te ofrece algo, padre?- preguntó la diosa de la luna.

-Sí, me gustaría que ustedes dos hicieran las paces y se volvieran a llevar bien, para variar- dijo Zeus- ustedes dos son mellizos, es el lazo más poderoso que existe-

-Haría las paces con mi hermano si se disculpara por meterse con mi cazadora- dijo Artemisa, dándole la espalda de nuevo.

-¿Disculparme?- dijo Apolo, volviendo a tocar la lira- primero tú tienes que disculparte por asesinar a la mujer que amaba. Arianwen-

Los mellizos se volvieron a ignorar, cada uno volviendo a sus actividades. Zeus suspiró resignado. Esos dos necesitaban tiempo, o una manera de reconciliarse. Quizá sería buena idea pedirle a la madre de ambos que le ayudara a convencer a esos dos de dejar de pelear entre ellos.

Una vez que el padre de los dioses los dejó solos, Artemisa miró con desdén a su mellizo.

-No sé donde escondiste a la hija de Arianwen- dijo Artemisa, poniéndose el carcaj en su espalda y tomando su arco- pero la voy a encontrar, y terminaré lo que inicié hace diez años-

-Sé lo que estás haciendo- dijo Apolo a su vez en un tono frío- sé que pediste a Chione que entrenara a una niña en ataques de hielo, especialmente para atacar a mi hija. No te servirá de nada. Y no aprecio tus juegos-

-Ahora entiendes las consecuencias de tus actos, Apolo- dijo la diosa de la luna- si me disculpas, bajaré a la tierra a cazar, antes de que termine la guerra santa entre Athena y Hades. Tengo la sensación de que, si Hades gana, ya no importará lo que pase a la hija de Arianwen-

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CONTINUARÁ…

Notas de Autor:

El nombre "Liliwen Glyndwr" se pronuncia "Lilúen Glendor".

Owain Glyndwr: se pronuncia "Oúen Glendor". Líder de la rebelión de independencia de Gales en 1400 y último hombre galés en ostentar el título de "príncipe de Gales". Después de su muerte, el título fue reservado para el heredero al trono de Inglaterra. Nunca fue capturado, se dice que desapareció en los bosques de Snowdonia, y toda su familia fue enviada a la torre de Londres, donde fueron ejecutados por Enrique IV.

Tower Hill: colina junto a la Torre de Londres, donde se encontraba el caldaso donde ejecutaban a los traidores encerrados en la Torre. Actualmente hay un memorial y una estación del subterráneo.

Castillo de Caernarfon: castillo construido en 1277 en la ciudad de Caernarfon, Gales, como parte del "anillo de hierro" del rey Eduardo I de Inglaterra y Eleonor de Castilla. En ese castillo nació el rey Eduardo II de Inglaterra. Y el actual príncipe de Gales (el príncipe Carlos de Inglaterra) fue investido en 1969.

Snowdonia: área montañosa en el norte de Gales, donde antiguamente se escondían los rebeldes contra la ocupación inglesa en Gales. Actualmente es un parque natural.

¡Hola a todos! Espero que hayan pasado felices fiestas. Pueden agradecer esta actualización a Misao-CG, quien se portó muy bien para que pudiera publicar el día de hoy. Muchas gracias a todos por sus reviews. Espero que les haya gustado la introducción a esta historia. Les mando un abrazo enorme. Nos leemos pronto.

Abby L.