Este es mi segundo fanfic de Kuroshitsuji, aun así está conectado con la historia Diabólicas Inspiraciones, así que les recomiendo que primero pasen por el fanfic y luego lean este; es la primera vez escribiendo como Sebastián, no sean tan duros. Ahora sí, espero que disfruten del fanfic, como sabrán, Kuroshitsuji es de Yana Toboso.
La Vida De Un Demonio En El Siglo XXI por Sebastián Michaelis.
Tema 1: ¿Soy un Ailuromaniaco?
Primero que nada, quiero darles la bienvenida a mi Blog, espero que nos llevemos muy bien y que sea de su agrado las vivencias que un demonio de mi tan longeva edad les puede proporcionar. Sí, soy un demonio, pero tranquilos, no les haré daño, tengo correa, aunque lamentablemente no me guste la correa no creo que los humanos necesiten de un demonio para desatar el caos, ustedes lo logran hacer muy bien solos. Con todas esas armas nucleares no creo que me necesiten en lo más mínimo.
Me llamo Sebastián Michaelis, ese es el nombre que me otorgó mi Joven Amo; soy un demonio como ya se los comenté anteriormente, trabajo como mayordomo para el Conde Ciel Pantomhive quien también es un demonio, aunque uno muy joven. Mi edad no se las voy a hacer saber, pero les daré pistas para que se den una idea.
Ahora bien, se preguntaran algo como ¿Qué hace un demonio escribiendo un Blog?, buena pregunta, ni yo lo sé con certeza. En realidad, la Señorita fue quien me animó, no de manera directa sino indirectamente. Ella es una escritora frustrada que nos ha invocado a nosotros, ya se ha cumplido más de un mes desde aquel suceso. Ella es agradable; todo lo contrario al Joven Amo, además, la Señorita tiene un gato, animal que les contaré después en esta historia.
Bueno, volviendo al tema anterior, ella me ha animado a escribir, si ella puede ir escribiendo un libro muy al estilo diario personal, con una narrativa un tanto ligera, entonces yo, un demonio con tantas aventuras a lo largo de la historia, puede escribir un Blog y dado que en pleno siglo actual, donde los humanos son esclavos de la tecnología, ¿Qué mejor manera de llegar a ustedes que expresándome por esté medio?
Y ahora hablando del título por el cual inicio este Blog, les comento que soy un ailuromaniaco, eso lo acabo de descubrir hace un par de días yendo al consultorio de la Señorita, porque si, ella es psicóloga y una muy buena, es increíble pensarlo puesto que carece de la confianza suficiente en lo que se propone y de seguir sintiendo atracción por un hombre que solo la ha hecho sufrir, pero bueno, los humanos les gusta sufrir por los que son dulces y crueles con ellos. En lo personal no me molesta, si ustedes no sufrieran nosotros no tuviéramos trabajo.
Para irles explicando todo lo que conlleva el ser un ailuromaniaco, tengo que remontarme al momento preciso cuando me interesé por esas criaturas elegantes, magnificas, suaves, esponjosas y perfectas que son los felinos. Ustedes lo llamaran Primer encuentro, yo lo llamo Amor a primera vista.
Todo tuvo inicio en una de las primeras visitas que hice a este mundo, yo deambulaba buscando que desorden incitar, me gustaba hacerlo, era algo frívolo y carente de sentido; pero yo también lo era, era inmaduro y solo pensaba hacer el papel de demonio a la perfección.
Entonces un día, al pasearme por aquí causando terror en esas jóvenes civilizaciones, los conocí a ellos. Caminando de noche con mi verdadera forma, rondando por esos rincones antiguos buscando almas que devorar, percibí el maullido de un gato detrás de mí, me giré y lo vi; era negro con sus ojos color ámbar. No se asustaba por mi verdadera forma, solo me miraba curioso mientras movía la cola, era la primera criatura que no me temía.
La curiosidad me invadió, ¿Quién era aquel animal qué no me temía?, al principio no lo sabía, así que me dispuse a estudiar las cosas que hacía y con el tiempo; me permitieron acercarme a ellos y tocarlos, nunca había sentido algo tan suave, me sentí como un joven perdiendo la virginidad por primera vez y por favor; no mal interpreten. Era algo desconocido para mí, se volvieron en mis curiosos compañeros de mis largas noches vacías, hacían las cosas porque lo deseaban, no dependían de nadie, no se quejaban de cosas sin importancia, eran elegantes y a pesar de ser unos asesinos a sangre fría, siempre lo hacían con una sonrisa y con aquellos ojos llenos de tanta pureza.
Sentí algo cálido cuando me encontraba con su compañía, quería cuidarlos y saber que estaban bien; me hicieron considerar otras emociones, emociones que siendo un demonio, no puedo sentir. Yo entiendo que ustedes sientan amor pero yo no, no siento más que sentimientos maliciosos en mi oscuro corazón, pero al estar con un felino es diferente.
A pesar de aquello, el Joven Amo no lo comprende, es tan cruel por nunca dejarme tener uno propio, a parte que me critica por ver tantos videos de esos hermosos seres en Youtube, no es mi culpa, son encantadores. Otra persona que también me mira extraño pero con indagación es la Señorita, intenta estudiarme pero con una mirada sensual y una sonrisa pícara; se va ruborizada o coloca los ojos en blanco.
Y es que la Señorita sabe lo mucho que amo los gatos, una vez la hice vestir de gato para una de esas Convenciones de Anime (Los gustos de ustedes para divertirse han cambiado con el tiempo), tal vez nunca me lo perdone pero es que ella me parece también un pequeño gatito, a veces es muy adorable para ser un humano.
Recuerdo estar tan cansado de los comentarios del Joven Amo y de la mirada de reproche de la Señorita, que me dispuse un día analizar toda mi vida; y cuando me refiero a toda mi vida, me refiero a toda, desde mi creación, hasta la etapa de rebeldía de todo adolescente, pasando por mis primeros contratos, llegando al punto de los gatos.
Entonces caí en cuenta que tal vez, el ver todos los días videos de gatos por horas no es normal, tal vez pedirle a la Señorita comprar cosas con motivos de gatos no es normal, tal vez pasármela todas las noches viendo dormir al gato de la Señorita no es normal, tal vez necesitaba ayuda, una ayuda urgente.
Así que esperé a que fuera de tarde y decidido; tomé mis copias de las llaves del apartamento y salí hacia la atosigada ciudad; claro que el Joven Amo me detuvo esperando a que yo le dijera a donde iba a lo que le dije un Al consultorio de la Señorita, claro que el Joven Amo no pudo evitar hacer una mueca de molestia, puesto que le disgustaba mucho el juego que hacía con su contratista, pero vamos Joven Amo, yo le pertenezco solo a usted, no es para que me apreté la atadura, además que no puedo dejarlo ni aunque quiera.
No mal interpreten la última parte del párrafo anterior, en realidad me refiero a que este contrato no es tan fácil de anular, dejémoslo así. Como les seguía narrando; tomé un autobús que me dejaría a una cuadra del trabajo de la Señorita Katherine y estaba nervioso; nunca en mi vida había ido a un psicólogo, las personas que he atormentado sí o a un sanatorio mental, aunque no es para que me juzguen o tengan miedo de mí, es mi trabajo como demonio.
Caminé hasta llegar a una serie de oficinas y consultorios; ese era el lugar, entré y saludé a la recepcionista, ella ya me conocía. Subí por las escaleras que daban al segundo piso, luego de unas cuantas oficinas más; conseguí el consultorio, no era nada del otro mundo, una puerta de madera que decía Katherine J. Psicóloga, la abrí y ahí estaban sus pacientes sentados.
Solo eran dos, uno de ellos era un joven caballero completamente ansioso con ropas oscuras y con una cresta roja; me miraba atento queriendo saber lo que yo hacia, lo intentaba ignorar con mi teléfono celular, pero el chico me miraba fijamente.
Aquel joven eran tan raro, con su uñas negras y esos tatuajes; sé que tengo las uñas negras pero por favor, las criaturas de mi especie las tienen así y el pentagrama de mi mano izquierda es la marca del contrato. No entiendo como los humanos pasaron de temernos a querer parecerse a nosotros.
La otra era una señorita con una cara depresiva que todos podíamos notar, los humanos y sus desequilibrios mentales. Uno por uno entró mientras yo seguía sentado en una de las sillas metálicas con las piernas cruzadas, al mismo tiempo que compartía imágenes de gatos desde mi Instagram. El hombre por fin salió, me miró y se fue. Los humanos son muy extraños.
Me encontraba por fin solo, así que era momento de entrar en acción, toqué la puerta y ella dijo Adelante, pasé y ahí estaba la joven psicóloga viendo papeles, no se molestaba en mirarme, me pidió que me sentara en el diván y lo hice; yo sonreía, aun no me miraba.
Cuando lo hizo su cara cambió, me miraba pasmada y luego cambio por una de hastío; Señorita, no haga eso, su rechazo hace que afloren en mí, sentimientos de desconsuelo… es broma, soy un demonio y tampoco siento esa clase de sensaciones; todo lo contrario, mi sonrisa se ensanchó más. Ella suspiró resignada y se levantó a cerrar la puerta con pasador; mientras que lo hacía, pude deleitarme con sus curvas que se movían rítmicamente por el uso de esos tacones negros, aquella falda tubo de color azul oscuro tampoco le quedaba mal, resaltaba su figura delgada mientras que la blusa blanca le daba un aire muy profesional, a parte que podía ver el nacimiento de sus pequeños senos, cosa que no me molestaba.
Pero antes que digan que parezco un aberrado, más bien véanlo como un tigre estudiando a su presa. Ella volvió a pasearse frente a mí y esta vez se sentó en la silla; estaba muy incómoda, así que para incomodarla más le comenté lo bien que le quedaba esas prendas, claro, con una mirada lasciva, porque ¿Para qué engañarlos?, la Señorita se veía apetecible de esa manera.
Ella se sonrojó y aclaro su garganta; lo siguiente que hizo fue preguntar la razón de mi presencia, a lo que yo le respondí que venía a pedirle ayuda, ella no entendía aquello, luego le expliqué que el Joven Amo no dejaba de molestarme por ciertos gustos que tengo por los felinos, su cara era un poema, se esperaba todo menos eso.
Al inicio se negó en ayudarme, ella al ser una psicóloga no podía atender a conocidos, pero luego la convencí para que lo hiciera, yo era un demonio, no era humano, por ende no contaba, además que así podía saber más de mi pasado, cosa que sé, ella desea conocer. Al final aceptó, me pidió que le contara el origen de mis gustos, lo hice, a lo que ella quedo sorprendida al saber lo mucho que yo había vivido, aun así mantuvo la compostura, luego quería saber cómo me sentía al estar cerca de los felinos, el acariciarlos, se lo dije.
También confesé que compraba cosas de temas de gatitos con su tarjeta de crédito en secreto, ella se enojó pero luego recobró la compostura, yo por mi parte me quitaba un peso de encima.
Seguía tomando nota mientras me analizaba, yo por otra parte me hallaba ansioso, no sabía si lo que sentía era algo enfermizo. Me escuchó con determinación, mientras yo, acostado en el diván le contaba mis miedos internos, miedos a la locura, me estudiaba, movía su cabeza de un lado al otro, se veía muy bien así, le dije que parecía un gatito curioso a lo que ella se apenó y bajo la cabeza mientras buscaba algo entre las hojas, que entretenido era molestarla.
Al terminar solo me dijo Sufres de Ailurofilia, luego me explicó mejor lo que era, era el amor y adoración hacia los gatos; yo experimentaba un fetiche por las cosas gatunas, hasta le conté algo muy personal y es que cuando estoy en la privacidad… me gusta que mi acompañante maúlle como un gatito. La Señorita es sumamente profesional, no se inmutó por esa noticia tan intima de mi persona, tomaba nota de todo, admito que me decepcione por no haber generado rubor en sus mejillas.
Me explicó que mi fetiche no necesariamente era de índole sexual por estos animales, solo me gusta todo lo que tiene que ver con ellos, eso sí debía ser cauteloso a no llegar a padecer el Síndrome del Arca de Noé, puesto que el apartamento es muy pequeño y no es saludable; aun así comprendió que tenga gustos en el sexo, todo el mundo los tienen, mientras no esté haciendo nada indebido con los gatos, carecía de preocupación.
Me tranquilizaba aquello, no llegaría a la locura, lo único importante era tener un control en lo que me atraía, así no llegaría a una enfermiza obsesión.
La sesión había concluido, mis dudas fueron disipadas y ahora me notaba más calmado; mientras tanto ella intentaba sacar algo de su cabeza, se veía pensativa y fue a ver la ciudad desde la ventana; yo la miraba, intentando saber que pasaba por su cabeza, ella no era tan demostrativa con sus dudas, se la podía pasar minutos pensando mientras veía a la nada o soñando despierta, por eso me agradaba, porque me generaba curiosidad.
También por esas cosas me provocaba molestarla, como en ese momento, ver una expresión de vergüenza en aquel rostro era algo que me generaba tanto placer como acariciar a un gato, tanto como el insinuarme, aunque ella no cayera, todo era cuestión de tiempo, claro que era la primera que continuaba sin hacerlo, las demás contratistas tanto del Joven Amo y mías; no duraban ni una semana antes de caer en mis encantos.
El Joven Amo por su parte le parecía repulsivo esa clase de situaciones, solo le importaba el comer almas, más no le importaba jugar con la comida. Bueno, en parte es mejor para mí. Volviendo al tema anterior, caminé a donde ella se situaba, ya era momento de irnos, yo la esperaría abajo pero no sin antes llegar a frente de ella y acercarla a mí, le di un beso entre su boca y mejilla; había cerrado los ojos esperando a que ocurriera lo mismo que en la Convención, aun no es el momento, My Lady.
La deje ahí, la esperaría en su vehículo pero aun así estaría alerta, desde que nos encontramos con ese olor a muerte la noche de regreso de la Convención, el Joven Amo y yo estábamos un tanto cuidadosos por la seguridad de la Señorita, el olor a muerte nunca significaba nada bueno.
Ella aún seguía arriba, le quería dar su espacio, no me gustaría que me confundiera con un acosador. Aquel día entendí lo que sentía por los felinos, estaba seguro que no llegaría a una obsesión compulsiva, desde ese día iba a moderar mis gustos.
Así pensé hasta que escuché la melodiosa voz de la criatura más hermosa del mundo, era tan hermosa con su pelaje blanco y ojos azules; se veía sucia y sin nadie para cuidarlo. Me sentí mal al verla así, tan frágil así que sin pensarlo, la tomé y entré en el auto con ella. Que hermosa y educada era. Comenzaría mi terapia otro día, en ese momento solo quería apretarle sus dulces patitas.
Espero que el relato haya sido de su completo agrado, es interesante encontrar en la escritura un método para salir de la uniformidad que la vida me ofrece, así tal vez entiendan que siendo un demonio no tengo que ser siempre el villano en las historias. Espero humildemente sus comentarios y sus visitas al Blog, perdón por si mi forma al expresarme no fue de su agrado, recuerden que a final de cuentas solo soy un simple mayordomo.
Y por fin se aclaró la historia de Sebastián en el consultorio de Katherine, no sean tímidos y escríbanle a Sebastián, él responderá.
Quiero agradecer a E and Y por el nombre del fanfic.
Cuídense y espero que estén bien; muy posiblemente Ciel participara en algún momento de la historia. Nos leemos pronto.
