Par de Ángeles.

Susimamie / Elatiger

Primer capitulo "Primeros pasos"

Me prometí no hacer otro fanfic, pero cuando me vino la idea este me emocione tanto que no pude evitarlo, advierto que la evolución será algo lenta, así que pido paciencia al igual que el otro fanfic que con el pasar de los capítulos hay una buena recompensa, se los juro.

Les dejo leer y advierto que actualizare este cada semana o cada dos semanas, ya que como había mencionado mi prioridad es el otro fanfic, pero siempre con un largo desarrollo.


Los Ángeles era una ciudad nada comparada a Japón, grandes calles, grandes edificios, automóviles del año, no era fácil para un Japonés que nunca había salido de casa llegar a esos lugares, el clima era también diferente, mayormente las personas, no solo por su físico eran diferentes, sino también su forma de hablar, no por el idioma si no al momento de expresarse, no es que tuviera problema con las mujeres americanas, eran mujeres con grandes pechos y ojos con colores aperlados, era una de esas ciudades como el olimpo donde está asegurado que te perderás en una lujuria, una lujuria que tenía que mantener al margen, ya estaba comenzando un sueño que el había formado, enfrentar rivales más fuertes y para eso dejo su habitual hogar, sus costumbres, el clima cálido de Japón, dejo una ciudad gris por una grande de luces.

La NBA lo esperaba, nunca le había interesado nada de América, el básquet era algo que disfrutaba, un deporte que lo cambio como persona, que le hizo darse cuenta que era el mejor, pero al paso del tiempo, mientras el más crecía, más personas le daban la espalda. Así que cuando le ofrecieron viajar a estados unidos para entrar en un equipo Americano, al principio la idea le pareció estúpida.

Pero ese día había visto en la televisión a alguien que hace varios años se había ido de Japón. Aomine Daiki no era nadie que guardase sentimientos a la gente, estaba seguro que al terminar sus años de gloria compitiendo, el seguiría su camino hacia lo que era más bueno, el básquet, en cambio sus compañeros no pensaban lo mismo, no todos pensaban en tomar algo como el básquet como una profesión, un ejemplo era Kuroko que había entrado a estudiar, hasta convertirse en un profesor de preescolar, Midorima que aunque ya tenía un consultorio en el hospital familiar asegurado aún seguía estudiando para avanzar más en su carrera. No siempre te puedes quedar viendo lo que pasa con los demás, tienes que avanzar y dejar a las personas que están alrededor tuyo, en una parte del cuerpo al moreno le dolía perder todo aquello, mayormente su pasado y el presente.

El momento en que se dio cuenta que no podía verse atascado para siempre, fue cuando su rival se fue, Kagami Taiga se había ido de Japón a la edad de 20 años por una propuesta de trabajo que consiguió por parte de su antigua entrenadora Alexandra García, un puesto en la NBA y es que haber conseguido un lugar en el equipo de JAPAN no le fue suficiente, el pelirrojo quería seguir avanzando más y más lejos.

En cambio para Aomine eso le tomó mucho tiempo notar, ¿Toda su vida jugando básquet? Es cierto que desde su infancia lo había tomado muy en serio, pero convertir eso en algo como profesión fue algo que le tomo más tiempo mientras se proponía a emprender un futuro lejos de su familia.

Pero ahora mismo en esos instantes después de viajar un avión, después de 8 horas de vuelo se encontraba decidido, ya tenía un departamento asegurado, su maleta estaba en su mano, al igual que en la puerta lo esperaba un traductor contratado por la empresa, era japonés igual que él, lo podía notar en sus facciones de cara, caminaron hacia la salida mientras que el otro le explicaba algunas cosas, pero a Aomine le pasaba la información de un oído al otro sin entender o comprender la mitad, se subieron al taxi, no sin antes el moreno observar las afueras, para tomar el primer bocado de aire Americano.

Y de ahí en adelante iba a ser un largo tiempo.

No le costó mucho acostumbrarse, tenía un representante que era el mismo chico que lo había recogido en el aeropuerto, le habían dado un teléfono especial para que se comunicara con él.

Su rutina era sencilla, asegurarse de ir a los entrenamientos cada vez que se le llamara, y asistir a los partidos cuando lo incluyeran en la alineación, hasta el momento todo iba bien, incluso con la comida, tenía una tarjeta de débito en donde le depositaba dinero quincenalmente, en donde el solo iba al restaurante que sea, nunca a los más caros porque el ambiente no era de su agrado, comía un poco y se iba directo a su departamento.

Las mujeres, bueno él no hablaba el idioma, pero eso no era problema cuando encontró un burdel en donde con solo menearle el dinero a la chica en la cara, era suficiente para que se la llevara a la cama, y bueno con el cuerpo del moreno, no había chica que no le importara pasar una noche con alguien extranjero y de buen comer, además de famoso.

Los partidos, es cierto que cuando había partidos una parte de él se emocionaba, eran oponentes duros, pero nada que le preocupara al cierto punto de enfurecer por una victoria fácil o complicada, pero ninguna era difícil cuando él estaba en la cancha, mayormente el equipo perdía cuando Aomine no jugaba. La vida en América era bastante normal en el primer mes, a veces llamaba a su madre para preguntarle si necesitaba algo, pero siempre le decía que no, y luego el teléfono era robado por la molesta pelirosada que lo regañaba por llamar pocas veces y más de un teléfono público. En el segundo celular de Aomine, el cual era personal, su agenda estaba vacía, no tenía a nadie quien realmente necesitar hablar cada día. Y es que estaba solo, no es que se sintiera triste por ello, la soledad depende de cómo lo tomes, para él la soledad significaba libertad, no estaba ligado a nada ni a nadie, su trabajo en efecto era importante, era la luz de la penumbra sin dudar.

Por fin era otoño, desde su llegada en verano, el clima cambiaba, el aire era más fresco, y los partidos aumentaban.

Ese día tenía partido, caminaba junto con su representante que siempre le hacia la vida difícil, era como un Satsuki versión hombre, seguía insistiendo en que tomara clases de inglés para que al menos contestara algunas entrevistas, pero eso era algo de mucho labor para Aomine.

-¡Kagami too late! – Detuvo el paso, de repente miro hacia atrás dejando a su representante hablando solo, su visión periférica se expandió, lo buscaba, buscaba un cabello rojizo, entre todos los hombres de grandes alturas que se encontraban en el pasillo, ahí estaba pidiendo disculpas al estilo japonés.

Camino sintió la caminata pesada, ¿Era él? Se aseguró de quedar casi al frente de él, mirándolo, estaba un poco más alto, más formado, había evolucionado más físicamente tal como el igual lo había hecho, sin duda era…

-Bakagami – Casi lo dijo en susurro, mientras que el cuerpo se irguió, sonriéndole a la persona que se encontraba enfrente de Aomine, pero después, escucho esa voz, noto la tez morena que estaba a un lado, solo basto una simple mirada en los ojos azules, en esa cara con una sonrisa de lado.

No dijo nada, su boca se abrió quedándose un poco seca, era como si acaba de ver a un fantasma, examino de nuevo el cuerpo que se encontraba frente a él, para asegurarse que no era su imaginación, pero no lo era, ahí estaba y lo había nombrado.

-Ahomine… - Casi un respiro interior se dio en el pecho de Aomine, al escuchar después de varios años esas palabras, mientras veía esa sonrisa de nuevo, los ojos rojos que lo distinguían de los demás.

Fueron interrumpidos tanto por el representante de Aomine, como el entrenador de Kagami, los cuales robaron el choque de miradas que se estaban dando en ese momento.

-Debo irme – Le dijo Kagami, pero su voz sonó mas como si quisiera quedarse más tiempo platicando, para darse cuenta si no estaba teniendo un estúpido sueño más.

-¡Hey Bakagami! ¿Tu partido a qué hora comienza? – Preguntó, dejando confundido al entrenador y haciendo que el representante pusiera una cara irritada por la pérdida de tiempo que se estaba formando.

- A las 9 – Le contesto, mientras que miraba preocupado a su entrenador – Entonces te estaré esperando para cenar – Fueron sus últimas palabras, mientras empujaba a su representante para que comenzara a caminar, despidiéndose con la mano, mientras que el otro lo miraba con una mirada seria y a la vez un poco alegre.

"Aomine está sonriendo" se dijo así mismo al entrenador, al ver una sonrisa que nunca hubiera esperado de ver en alguien como Aomine Daiki.

Y acabando su partido con un desastroso resultado de 90-50 a favor el equipo de Aomine, el resultando fue impactante tomando en cuenta que hasta ahora habían visto jugar tranquilamente al moreno, pero esa noche algo estaba diferente, una llama en su interior se había encendido para dar un rendimiento que para Aomine era normal, comparado a los otros partidos en los cuales había jugado, pero este había actuado más como el verdadero as que se había contratado, impactando a la prensa y dirigiendo los flash hacia este.

No se quedó para rendir ninguna entrevista, ya que él no entendía el idioma. Después de recibir la información de su representante para saber en cual cancha se iba a dar el partido de Kagami, tomo sus cosas, se limpió un poco el sudor y salió corriendo, estaba excitado para ver a su antiguo rival jugar después de tantos años, la sangre caliente aun por el partido fluía con más rapidez.

Cuando tomó lugar en una de las gradas antes que nada poniéndose una sudadera y una gorra para que nadie lo reconociera, el partido ya había comenzado. Kagami ya estaba en la cancha, el balón era suyo, se encontraba quieto con un bote de protección, manteniendo la mirada en sus contrincantes, jugaba un poco con su mirada para engañar a estos, avanzando con un rápido y muy mejorado dribling* haciendo que el estilo salvaje que caracterizaba a ese equipo quedara por debajo de lo deseado, con lo que pelirrojo poseía.

-Tsk… va hacer un hacer un mate – Y en efecto, el pelirrojo dio un salto potente, dejando un brillo en los ojos azules al ver como Kagami flotaba en el aire como si el tiempo se detuviera, dejándole una duración para jugar con la pelota y esta entrara con un delicado rose, pareciendo que la pelota cayera antes que el cuerpo del pelirrojo.

- Parece un ángel – decía un niño que observaba la escena, no era americano, pudo ver como sus padres eran japoneses, traía consigo una playera del equipo de Kagami gritando después de sus palabras, formando una sonrisa en la cara del moreno.

2.-

Se encontraban en un bar que era el favorito de Aomine que frecuentaba después de los partidos, un bar donde no habría gente famosa ni amante del básquet, sentado en una de las mesas que tenían un vidrio enorme que dejaba ver la calle, una calle vacía y obscura, jugaba con su vaso de vidrio que tenía un poco de vodka, nada que lo hiciera pasar mala noche, mientras que Kagami hablaba por teléfono afuera del local.

Había estado tecleando su celular todo el camino, con un entrecejo arrugado hasta que el moreno se hartó y le pidió que por favor hablara para solucionar cualquier imprevisto. Pudo escuchar el sonido de la campana cuando la puerta se abrió y Kagami entro pidiendo en la barra un vaso de vodka, sentándose enfrente de Aomine.

-Todo arreglado – Dijo Kagami con una sonrisa en su cara para ocultar la frustración que había tenido que pasar.

-Eso espero maldito – Contesto el moreno, mientras le dedicaba una mirada de irritación. - ¿Problemas con el entrenador? – pregunto antes de tomar un sorbo a su bebida.

-Algo… así – Dijo algo entrecortado, mientras tomaba el vaso de la bandeja del mesero agradeciéndole en inglés.

-Así que vienes aquí, porque no sabes hablar inglés, como siempre tan idiota, Ahomine – dijo burlándose en su cara mientras daba su sorbo, en el bar los trabajadores eran exclusivamente japoneses al igual que el dueño.

-Maldito… - Contesto Aomine apretando el vaso después de haberlo estrellado en la mesa, saco su celular de su maleta, mientras lo deslizo en la mesa para llegar a la manos de pelirrojo quien miro el objeto confundido – Anota tu número.

-¿Para que alguien como tu querría mi numero? – Le contesto Kagami, mientras veía el fondo de pantalla, como si nunca lo hubieran cambiado desde que lo habían comprado.

-¿No es obvio? – Contesto incrédulo el moreno, mientras que se acercaba el vaso a su boca – Para llamarte cuando sienta ganas de un one vs one.

-¿Ah? – Se quejó Kagami, pero miro la mirada fija que hizo que empezara anotar su número, asegurándose en "Contactos" para ver si se había guardado correctamente, encontrado una lista imaginaria, donde solo veía su nombre. -¿Solo yo? – pensó en voz alta no siendo escuchado, mientras bloqueaba el celular y lo deslizaba en la mesa entregándoselo a Aomine.

- Perfecto… - tomó el celular y lo guardo en su bolsillo del pantalón – ¿Llevas tiempo en ese equipo verdad? – Tomó una papa del plato que aún estaba siendo dejado en la mesa.

- Solo 3 años, después de haber dejado a mí antiguo equipo – Contesto Kagami, mientras daba un sorbo a su vaso.

-¿Dónde debutaste? – Se inclinó el moreno, mientras observaba la mirada baja de Kagami, sobre el vaso.

-Sí, pero dime como es que un estúpido como tu vino a parar aquí – Dijo en tono de burla, tomando una de las papas.

-Si fuera tan idiota, los recluta talentos no hubieran estado insistiendo 3 años para que yo entrara a un equipo en la NBA – dijo con algo de orgullo, pero un poco fastidiado, ya que esa había sido su cruda realidad.

-Lo siento tanto por tu equipo – Se bufó Kagami, con una sonrisa en su rostro mientras que el moreno lo pateaba para que detuviera sus burlas.

-¡Ahomine! – grito un Kagami adolorido a nivel de la diáfisis de su tibia, mientras sostenía la mesa como respuesta a la acción.

- ¡Mi error! – Sonrió aumentando la cantidad de papas en su boca.

La noche paso rápidamente para las dos luces, poniéndose un poco al día, más bien Kagami quien hacia preguntas de sus compañeros, siempre interrumpiendo con un poco de burlas que al final el recibía con mayor potencia.

Kagami se dio cuenta que el moreno no había cambiado casi nada, seguía tan relajado y sereno por la vida, como si no tuviera ninguna complicación, cosa que era algo que envidiaba de Aomine, sus facciones claro que ahora eran más diferentes, mas como las de un adulto, incluso le molestaba que se viera más maduro que él.

-Debo irme – Se levantó de la mesa, dejando unos dólares sobre esta, el pelirrojo.

-Pensé que un one vs one a la mitad de la noche estaría bien – sonrió Aomine, pero el otro hizo cara de fastidio y tomó su maleta.

- Idiota, es tarde, mejor ve a descansar, nos vemos – Y esas fueron las últimas palabras que escucho de Kagami.

Y es que aunque se moría de ganas de jugar con Kagami, después de ese día el entrenador había decidido poner como titular a Aomine, aumentado su cantidad de partidos y elevando su cuenta de dinero, porque promocionaba –sin que él se diera cuenta- productos famosos de talla mundial, que para él era simplemente ropa y bebida energética.

Cuando por fin pudo tener un día libre en su departamento después de medio mes de extensos partidos y prácticas molestas, su celular personal sonó, mientras que se levantaba de su cama para poder tomar el celular tirado en el sillón de la entrada, mirando el número que era desconocido, dudo en contestar unos segundos, ya que se sentía tan cansado que no quería lidiar con platicas irritantes.

-¿Diga? – Prefirió no decir su nombre por si acaso era una llamada equivocada.

-¿Aominecchi? – Los ojos se le abrieron como platos al moreno al escuchar esa voz que bien conocía.

- Kise… maldito como es que… - Se frotó la mano sobre su cara en señal de frustración.

-¡Ja! ¡Si eres tu Aominecchi! ¡Cuánto tiempo! ¡Estás en tu departamento! ¡Ya casi estoy llegando! ¡Llevo comida no te atrevas a huir! ¡Me siento tan feliz! – Después de escuchar esto, Aomine colgó el celular botándolo de nuevo en el sillón mientras que se dirigía a su cuarto, hasta que un timbre molesto comenzó a sonar, cambiando rápidamente su dirección abriendo la puerta de golpe.

-Maldito… - Kise lo miraba con una sonrisa, se acercó con intenciones de abrazarlo, pero el moreno lo aparto con su mano, jalando las bolsas y empujando la cara de este para que se alejara y perdiera el equilibrio, después camino hacia la pequeña cocina.

-¡Que malo Aominecchi! ¡¿Cómo puedes tratar semejante cara que depende de varias empresas para su riqueza?! – Se quejó mientras se frotaba su mejilla.

-Entra o cierro la maldita puerta – El rubio no tardo ni un segundo en entrar y quitarse la bufanda que le apretaba el cuello, mientras cerraba la puerta y se dirigía a la cocina.

-Te atreves a tocarme y desearas no haber nacido Kise – Menciono mientras destapaba la comida empaquetada y la metía al microondas para calentarla, mientras que el rubio se escondía en una columna.

-¡Cruel! ¿Sabes lo que costo conseguir tu número y dirección? – Se deshizo de sus guantes de cuero cafés, mientras se dirigía a la sala para observar el lugar.

-No te costó nada – el otro le respondió con un puchero, al haber descubierto su mentira, mientras se sentaba en el sillón.

-¡Tan malo! – Aomine sacó la comida del microondas sirviéndose en un plato, sentándose en una de las sillas de la mini barra que separaba la cocina de la sala.

-¿Qué rayos haces aquí Kise? déjate de juegos – Menciono mientras comía un pedazo de carne y tomaba un poco de agua al instante.

-¿No es obvio? Vine a visitar a mi amigo y dejarte algo de comida – Se acomodaba mientras le sonreía maliciosamente.

Aomine pudo notar como el rubio no había cambiado nada, quizá si en efecto estaba un poco más alto, pero sus facciones suaves de cara seguían iguales, esa cara bella que a veces le daba ganas de golpear por tremenda perfección en un japonés y más en un hombre. Siguió comiendo, no tenía ganas de hablar con nadie y mucho menos con Kise.

-¿Cómo sabes que vine a los Ángeles? – el rubio buscó en la bolsa que le colgaba a nivel de la cadera sacando una revista donde Aomine era la portada principal.

-Me gusta leer las revistas de deporte aunque ya no juegue, te has hecho muy famoso recientemente ¿no? – Hojeo la revista, para no ver la cara de irritación del moreno, odiaba que lo fotografiaran, pero de esa manera promovía la ropa sin tener que pagarla y al mismo instante resultaba gratis, lo veía como un buen negocio.

-¿Te has encontrado con Kagamicchi? Desde que supe que llegó aquí, no he contactado ninguna vez con él, trate de obtener su número pero su manager no me lo dio, fue tan triste - Hizo una expresión de dolor en su cara, para dramatizar todo como ya era costumbre, Aomine miro la carne un poco aturdido por las palabras de Kise.

-No hace mucho tiempo me lo encontré – Confesó el moreno, a lo que el rubio llego rápidamente enfrente de él.

-¡¿Qué?! ¡Y porque yo no he podido verlo! Es cierto que deje de insistir porque viaje a Francia, y luego a Inglaterra, pero también tuve esa sesión en Brasil y la vez que fui a… - Pero se quedó en silencio al darse cuenta que solo busco a Kagami una vez.

-¿Me pasarías su número? – Le brillaron los ojos al rubio, mientras juntaba sus manos en suplica.

-No – Un sereno Aomine apareció, continuando con la comida de su platillo, mientras que el rubio le seguía suplicando.

Después de suplicas sin intentos, asegurándose que el celular lo guardara en el bolsillo para que el rubio no hiciera de las suyas, se quedó toda la tarde escuchando historias de Kise, le intrigaba un poco el saber porque ese comportamiento cerrado de Kagami, pero bueno era algo lógico que cuando te hacías famoso duplicaras tu privacidad, y al parecer Aomine tendría que lidiar con ello.

-Eres tan aburrido, ¿Aun puedes jugar básquet Kise? – Le preguntó el moreno al rubio, quitando la mirada del álbum de fotos que estaba observando, lo miro y bajo la mirada un poco abatido.

-Sí, pero ya no tanto como antes, el problema de mi pierna tuvo recuperación, pero debo andarme con más cuidado – Una sonrisa falsa, pero a la vez dolorosa apareció en su cara, Aomine no se sintió mal, pero eso no significaba que no se sintiera impresionado por las palabras, el futuro de Kise pudo haber continuado con el básquet, si no fuera por su problema.

-¿Al menos puedes una ronda de 5 minutos? – Aun así no se iba a rendir tan fácilmente con una historia triste, el rubio cerro el álbum, lo pensó un poco y le sonrió en forma de afirmación.

5 minutos bastaron para encender aquella llama guardada en Kise, pues algo que jugó gran parte de su vida no lo iba a olvidar tan fácilmente, el copiar los movimientos de la persona que admiraba era algo glorioso, Aomine había mejorado tanto que se le hacía difícil, no por la falta de práctica, si no que el Aomine de esos instantes era tan rápido al momento del bote, también su dribling era más salvaje de lo que había sido en secundaria, era como verlo en la zona, aunque no estaba dentro de ella, añoraba de nuevo sentir la sangre pasarle por las venas, el sudor escurrirle por la cara, el movimiento rápido que hacia al esquivarlo, el aire que sentía cuando corría a la búsqueda de la pelota.

Quizás si había visitado a Aomine, solo para poder sentir otra vez después de mucho tiempo ese sentimiento. El partido acabo, dejando a un rubio agitado sentado en el piso, mientras que el otro aún seguía tirando canastas.

-Aominecchi… - lo llamó, tomando la atención del moreno, quien agarró la pelota apoyándola a su cadera, mientras limpiaba su boca llena de sudor con su mano.

-Gracias.

-Idiota… – Y en efecto el rubio pudiera parecer un idiota con esa sonrisa y esas lagrimas que le brotaban en el rostro, guardaría ese sentimiento para poder seguir avanzando en su carrera, pero aun así no podía evitar ese dolor en el corazón por no poder seguir haciendo lo que más le apasionaba.

3.-

Ya era invierno, pensaba que no había ningún lugar más frió que Japón en esa temporada, pero se equivocaba, incluso tuvo que ir a tiendas y gastar dinero para comprar ropa más gruesa para ese invierno, siempre cargando consigo una gorra para no ser identificado, increíblemente ya no podía andar por la calle sin nada que le cubriera la cara, porque las personas reaccionaba de una manera molesta, incluso había comprado revistas para leer las estupideces que escribían de él, y mantenerse informado de que nadie lo encontrara en el acto cuando iba a los burdeles, cada que se le apetecía, también compraba las revistas para informarse, no había podido contactar con Kagami y al parecer su equipo estaba igual que ocupado que el suyo, pero leer las críticas hacia Kagami le hacía cada vez más tener un partido one vs one con él.

Incluso para esa época del año, se había comprado un automóvil - Mercedes-Benz S600 - solo para darse un pequeño lujo, total el dinero para él no era problema, he incluso pensaba como gastar todo lo que le daban de paga, ya que ropa tenia, tenis se los regalaba la empresa, casi no comía en restaurantes lujosos.

La pretemporada estaba en su curso ya casi a terminar para que se diera inicio la temporada regular donde competían las conferencias, Aomine por su lado no estaba preocupado tanto por esto, se había puesto muy al corriente con su equipo así que no tenía problemas al momento de comunicarse con ellos. Había aprendido lo básico del inglés que necesitaba para decir que le pasaran la pelota, he incluso sus compañeros gracias al representante de Aomine habían aprendido algunas palabras en japonés para que el enemigo no se diera cuenta de sus intenciones.

Para navidad se había enterado que en la misma cancha que ese día iba a jugar por la tarde, también se presentaría el equipo de Kagami, estaba decidido encararlo para jugar, así que como la sangre de Aomine estaba tan encendida para su encuentro, jugó con todo lo que pudo, dando un resultado que asustaba al equipo próximo contrincante, hasta ahora no había persona para que detuviera a Aomine cuando el balón estaba en sus manos, pero él conocía alguien quien podía hacer un partido interesante.

Al caminar hacia los vestidores, vio una silueta que hizo que sonriera, secándose el sudor de manera arrogante en la cara.

-Hola… Bakagami – El pelirrojo lo observó de pies a cabeza, y se sobó la cabeza frunciendo el ceño.

-Deja de llamarme así Ahomine – le dio una botella de agua, mientras que lo acompañaba a los vestidores.

-Mira quien lo dice, antes que desaparezcas como una pulga… – abrió la botella y bebió un poco siempre manteniendo la mirada fija en los ojos rojos.

-Unos tragos más al rato ¿Qué dices? – Los ojos del pelirrojo parpadearon ante tal invitación.

-No creo que sea posible… - pero el moreno lo interrumpió – entonces no te vayas a ir, estaré esperándote en el estacionamiento.

-¡Aomine! – gruño molesto ante tal acto de egoísmo y seguridad. Pero el moreno comenzó a caminar dedicándole antes una mirada de que hablaba en serio.

-Maldición, está bien pero solo un rato – Dijo enfadado mientras le quitaba la botella y volvía a la cancha notando la sonrisa de ganador del moreno.

-No te atrevas a perder Bakagami – Dijo a lo alto para ser escuchado, mientras que el otro le dedico una cara de molestia.

Al llegar a su restaurante favorito que abría los 365 días del año, tomaron el especial navideño, que consistía en una pieza de pavo, a la cual Daiki solo comió la mitad y Kagami repitió 3 veces.

-¿No cambias nunca, aunque ya estas más viejo? – Se quejó mientras lo veía comer, con una copa de vino en su mano.

-Entre más comas… - comió un pedazo más – más fuerte te haces. El moreno tan solo se rio ante el comentario y siguió tomando de su copa, vio el teléfono de Kagami siempre sobre la mesa, recordándole un poco sobre lo que Kise le había contado.

-¿Por qué tu manager no le dio el número a Kise? – Pregunto directo, como era Aomine al momento de hablar. Kagami casi se atragantó y se limpió un poco la boca, tomando a su paso un poco de vino para por fin hablar.

-Porque no lo dejé – Contesto sincero Kagami, mientras miraba su teléfono siempre asesorándose de la hora, cosa que cabreaba a Aomine un poco.

-¿Tantas cosas malas has hecho que no quieres que nadie se entere? – Le respondió mientras apoyo su codo a la mesa sosteniendo su mandíbula con la mano, el pelirrojo lo volteo a ver, haciendo un pequeño temblor en sus parpados y dio un sorbo a la copa para no contestar.

-Así que di en el clavo – En ese momento el teléfono de Kagami empezó a sonar, haciendo que este lo tomara y susurrara un "Maldición", levantándose de la mesa y metiendo una mano en su bolsillo.

-Lo siento debo de irme – el otro le respondió con una mirada furiosa.

-Me debes un partido contra ti bastardo – El pelirrojo le sonrió, mientras que contestaba el celular y sacaba dinero del bolsillo.

-No, esta vez yo invito, yo pagó, lárgate ya antes de que te golpeé – Kagami tomó su maleta y le sonrió, sacándole de su bolsillo un llavero de su equipo el cual dejó en la mesa.

-Un regalo de navidad, hasta luego idiota – y salió del restaurante con una mirada de orgullo, mientras que Aomine tomó el objeto mirándolo extrañamente, con una cara de irritado.

-Este idiota, que se cree.

Así paso la navidad con un invierno frió para Aomine Daiki, sentado en un restaurante con una copa de vino de 1890 en su mano.


Nota de la autora:

¿Les gusto? No olviden dejar sus reviews, para decirme que piensan, como algunas notaran es mi primera vez escribiendo del rubio y me siento algo nerviosa sobre eso.

Me despido deseándoles un buen inicio de semana.

*Jugada que consiste en esquivar al mismo tiempo que se avanza con el balón.