Disclaimer: Courage the Cowardly Dog no me pertenece, si no a John R. Dilwort y hago esto sin fines de lucro. Sólo me pertenece la historia que leeran a continuación.

Advertencias: Malas palabras, próximamente situaciones subidas de tono y trataremos con homosexualidad, amiguitos ewe.


Mata el alma y la Envenena

La Venganza nunca es buena.

Aquella tarde Katz averiguó que los treinta y cinco dólares y los castrosos procedimientos para el manejo de la ira se habían ido a la mierda. Se encontraba como era usual exactamente a las cuatro de la tarde parado a las afueras del sitio donde se encontraba su hotel preguntándose por qué pasaban esas cosas, más precisamente a él aunque claro la respuesta era evidente para cualquiera. Eran tal vez los precios de ser malvado. El cielo se caía al paso de una exagerada lluvia y su impecable traje blanco parecía adoptar un tono amarillento al igual su rostro de un tono rojizo por exponerse así al clima, aunque lo segundo era por contener la ira. Apenas reaccionando de manera educada ante la furia que clamaba por el control de su cuerpo se resguardo en el pequeño techo que ofrecía su hotel, en la gran puerta de madera había un anuncio de clausurado y especificaba que era por malos tratos a la clientela, higiene poca dudosa y una plaga de arañas de tamaño descomunal. ¡Pura basura! Katz llevaba años operando ese sitio con el mismo procedimiento de siempre: cobrar el alojamiento, alimentar a sus arañitas y eliminar evidencia quedándose de paso las identificaciones y una que otra billetera gorda.

Fúrico arrancó la madera que llevaba pegado el letrero y en un arrebato más la impacto con las múltiples maderas de una de las ventanas, rompiéndolas así en el acto para que con horror el pelirrojo descubriera que habían tenido el arrebato de embargarle los muebles y la máquina registradora además de hacer un tiradero tremendo de papeles por el piso. Katz entro por el agujero que había creado entre los tablones, la lluvia se intensificaba cada vez más y él no venía con ánimos de tratar de hacer arrancar su auto e ir a Ningún Lugar o a la ciudad en medio de ese diluvio. Citando los pasos del manejo de la ira se sentó en el suelo de madera e inútilmente llamo a una de sus compañeras arañas, probablemente con todo el dolor de su alma las habían exterminado. Era el tercer negocio que le clausuraban y ya no veía de que podía vivir al menos ya no tenía que alimentar a sus bichos pero él, no quería volver a la penosa situación de dormir en su carcacha y andar haciendo estafas para poder hacerse de algún negocio. ¿En qué momento había caído de su pedestal de éxito y dinero? Probablemente no era su racha, había estado teniendo con frecuencia ataques de neurosis y sus negocios iban en picada, ya solo le quedaba una tienda poco surtida en una calle un tanto olvidada en la ciudad pero sus frutos le rendía, pero no los suficientes para la renta del local.

Cabizbajo Katz hizo un puchero debatiéndose en que decirle a su hermana antes de sacar su celular y llamarla para que le diera alojamiento en vista de que ya no tenía los servicios de su hotel, sin embargo en el piso entre el mar de hojas que habían dejado al embargarlo descubrió un nombre que llamo su atención. En una hoja de papel, arrugada y sucia estaba el informe de la queja que recibió el lugar y por la cual su negocio se vino abajo. Prendiéndose de nuevo en furia se dio cuenta de que su mala racha tenía nombre y apellido…

¿Quién carajos en todos sus años de experiencia había sido capaz, de escapar de sus torturas y sus múltiples negocios ilícitos? Katz no necesitó mucho pensarlo, el matrimonio de vejestorios y su niño inútil y entrometido rápidamente pasó como un cometa por su mente. Aquella anciana metiche y su niño idiota habían ido a quejarse de todo aquello, y en algún momento entre la lentitud de los polizontes habían tocado el turno de revisar aquella queja. ¡Habían pasado meses y aquel niño imbécil venía a cagarlo! Él, él era la causa de su mala suerte. El único que había sido capaz de burlarlo, siendo un marica y un inútil ¡Pero las cosas no se quedarían así, él era Katz y a Katz nadie le podía hacer aquello!

Rápidamente el hombre de ojos ambarinos sacó de su bolsillo un celular morado y apretando con enojo algunos botones se llevó el móvil a la oreja con elegancia...

−Cajun, tengo un favor que cobrarte. Llámale a Le Quack, y mañana ambos vayan al medio día a casa de Kitty para hablar− Sentenció rápidamente el hombre, escuchando por el auricular la réplica del pelinaranja−. Mañana les explicó, por ahora haz lo que te pedí. Nos conviene.

Esperando un poco más, colgó el celular y con una sonrisa maniática lo guardo nuevamente. Definitivamente las cosas no se quedarían así con Courage Bagge.

Habría venganza, y una que le haría pagar por todo.


N/A: Sí, hola, ¿Qué tal?

Bueno, siempre tuve ganas de escribir sobre Katz y Courage, una de esas parejas que no son tan usuales. Llevó tiempo sin escribir y me siento medio oxidada pero espero poder llenar sus ánimos de lectura, les agradecería si comentaran y con respecto a la historia, llevó ya varios capítulos hechos aunque no la tengo terminada por completo resulta que tengo tres finales alternativos y no estoy segura de por cual irme XD