¡Hola! Lo primero de todo, muchas gracias por haberte tomado la modestia de leer, aunque sea el primer cap :D
Yo siempre leía (salvo en un excepción) historias de los guardianes en las que una chica mortal vivía aventuras con Jack y se enamoraba de él. Pues no. Mi protagonista yo la he intentado hacerla de manera que no sea una Mary Sue, le he puesto personalidad propia, sus propios gustos y demás. Conforme valla pasando la historia, ella irá cambiando a traves de las experiencias que le vallan sucediendo y tal...
¿Que como puede ver a Jack? Porque aunque lo doy a entender en la historia, yo pongo que los hechos de la pelicula sucedieron a finales de los 80, por lo tanto, cuando ella nace todos los niños creen en Jack y tal.
Esta historia va a tener de todo, acción, aventura, misterio, amor... y a mi por lo menos me ha gustado bastante jajajaj ^.^
Este solo es el primer capitulo, espero que os guste :D
Isolda estaba aburrida. Tener 8 años y estar en nochebuena se supone que es divertido, pero todos sus primos se habían ido y se había quedado con los mayores, que no dejaban de cantar y de beber.
La niña, pelirroja como ninguna, salió de la casa. Se había puesto sus guantes de My Little Pony y su gorro de la sirenita. En el jardín nevado, había un muñeco de nieve que habían hecho los primos antes con una zanahoria y todo. Empezó a intentar cazar copos de nieve con la lengua, pero se aburrió en seguida. De pronto, empezó a oírse un grito. La niñita alzó la vista al oscuro cielo y vio que algo grande y blanco se acercaba y gritaba.
—¿Santa Claus?—dijo en voz alta. Era Noche Buena, debería ser él ¿no?—¿¡Santa Claus!?
Pero la cosa no era roja ni iba tirada por renos, era blanca, era humana y se dirigía directamente hacia… ¡Ella!
Isolda se metió corriendo en la casa, asustada, y se puso a mirar por la ventana: fuese lo que fuese, estaba estrellándose contra la nieve. Fue corriendo a su madre.
—¡Mama, mami! ¡Ha caído un meteorito en el jardín!—dijo mientras tiraba de ella.—¡Mamaaaaa! ¡Hazme caso!
La niña se hartó, cuando su madre bebía mucho, se ponía roja y se volvía estúpida. Asique, con una cacerola a modo de casco y una espátula a modo de espada, abrió la puerta trasera y fue a ver el meteorito.
Sus pasos crujían en la nieve y se acercaba con cuidado por si algún alíen intentaba quedarse con su cuerpo. Entonces, vio el gran cráter de nieve que había formado un meteorito. Abrió mucho la boca.
—Es un niño… —dijo susurrando.
Bajó hasta el fondo (de un metro) del cráter y se acercó a él: estaba como o incluso más blanco que la nieve, llevaba el pelo blanco como los abuelos, una sudadera y unos pantalones, y sin zapatos. Isolda frunció el ceño. Si era un extraterrestre, era como un humano. A lo mejor era solo un chiquillo que se había caído de un avión.
Entonces, abrió los ojos.
Isolda pegó un gritó:
—¡AAAAAAAH!— y antes de que el niño se moviese, le pegó con la espátula en la frente y lo volvió a echar.
Se lo tenía que enseñar a su madre. Cogió las cuerdas de los columpios y le ató de los pies con ellas a un trineo; lo llevó dentro de la casa.
—¡Mamaaaaa! ¡Papaaaaa! ¡Hay un niño en la entrada!—pero ninguno de ellos la oyó, de lo mucho que gritaban mientras bebían. —¡Mamaaaaaaaaaaa!
Su madre volvió la cabeza, frunciendo el ceño.
—¿Qué quieres Issy?—preguntó enfadada.
Como respuesta, la niña le señaló al paliducho.
—¿Qué? —preguntó la madre, mirando donde señalaba su hija, pero sin ver nada.—¿Has derramado algo en la alfombra?
—¿No ves al niño?—preguntó Isolda.
—Hija, déjame, no estoy jugando.— y se volvió otra vez a la fiesta.
Isolda abrió mucho los ojos ¡solo ella podía verlo! Sonrió maquiavélicamente y arrastró al niño del cielo a través de las escaleras hasta su cuarto.
Jack entreabrió los ojos, muy confuso. Notaba calor… mucho calor… demasiado calor. Abrió los ojos de golpe y se encontró atado a una silla en una habitación humana ¿Qué hacía allí? Intentó zafarse o congelar las cuerdas, pero el calor lo había debilitado, aun no se acordaba porque…
—¿Hablas mi idioma? —preguntó la voz de una niña desde la oscuridad.
—¿Qué? —preguntó Jack alucinado.
—No voy a dejar que me abduzcas, mi familia no lo permitirá. —dijo Isolda, saliendo a la luz con una linterna. Apuntó a Jack a los ojos.
—¿¡Que está pasando!?—preguntó más desconcertado que cabreado.
—¿Eres un alienígena?—preguntó Isolda.
—¿Yo? ¡No! —dijo enfadado.—¡Desátame!
Entonces Isolda tachó algo en una libreta, después miró de nuevo al guardián.
—Una vez vi en una peli que una estrella caía del cielo y era una chica como tú ¿eres una estrella?—preguntó, un poco más flipada por la idea mágica de estar hablando con una estrella.
—¿Una estrella?
—¿Eres una estrella?—preguntó ilusionada.—¡Guauuuu! ¡Soy una cazadora de estrellas! ¡Toma ya, sabía que no eras un alíen! —dijo dando saltitos.
—¡No soy una estrella! ¡Soy….! ¡Espera! ¿Y mi bastón? —preguntó mirando hacia todos lados.
—Tu ¿Qué?
Entonces, un calor intensó empezó otra vez a quemarle las venas recordando de donde venía.
—¡Mi bastón, lo necesito! ¡No quiero asarme!
—¿NO puedes estar en la tierra? —preguntó Isolda preocupada.
—¡Niña, necesito mi bastón, me estoy quemando!
Isolda empezó a dar vueltas buscándolo, pero estaba segura de no haber visto ninguno.
—¡Voy a buscarlo!
Bajó corriendo las escaleras y volvió al jardín, la ventisca de nieve estaba descontrolada. Empezó a buscar por el cráter hasta que encontró el tan ansiado bastón. Lo puso en una caja junto a un montón de nieve.
Cuando llegó a su cuarto, tiró la nieve por encima del niño estrella hasta que lo cubrió casi todo.
—Si, mucho mejor.-dijo con satisfacción. —Ahora, pásame el bastón, niña.
Isolda cruzó los brazos.
—¿Qué has dicho?—preguntó levantando una ceja, como en las pelis.
—Que me pases….¿el bastón?—preguntó Jack, en la cuerda floja.
—No me llames niña, me llamo Isolda Oswald y segundo, pide las cosas por favor.
Jack suspiró.
—Pasame el bastón, Isolda Oswald, por favor.—dijo sonriendo.
Isolda le dio el bastón. Entonces, hubo una explosión de luz y durante unos segundos Isolda se tuvo que cerrar los ojos. Cuando los abrió, el niño estrella desprendía humo, y estaba encaramado al techo.
—¡Eres muy guay!
Jack sonrió y calló de cara al suelo. Flaqueando, se echó bocarriba en la cama.
—Lo se. —miró a Isolda.—Gracias por ayudarme, sin ti no sé que hubiera hecho.
La niña sonrió.
—¿Por qué te quemabas?—preguntó curiosa.
—Digamos que a Torv le gusta saltarse las leyes de la naturaleza y me ha besado, y ya sabes lo que provoca eso. A mí y al resto del planeta.—dijo cansado.
—¿Quién es Torv? —preguntó acercándose al niño.
—Es el apodo que le hemos puesto a Torverano. —aclaró como si fuera lo más natural del mundo
—¿Quién es Torverano?
—Ella es mi némesis. Como una tormenta de verano.—Isolda asintió.—Es el espíritu del calor. —Isolda no entendía nada. —No soy una estrella.—dijo Jack, mientras se enderezaba y veía la cara de la niña desesperanzada.—Pero debo de admitirlo, eso hubiera sido una pasada. Soy Jack Frost.—se presentó mientras le extendía la mano.
La cara de Isolda pasó de estar decepcionada a triste, de triste a curiosa, de curiosa a contenta y de contenta a flipada.
—¡Tu eres el espíritu del invierno! —Jack hizo una reverencia.—¡Eso sí que mola!
—Y mucho.— y dio una voltereta en el aire.
—¡Y sabes volar como Peter Pan!
—¿Qué?—se hizo el indignado.—¡Mejor que él! —gritó mientras daba vueltas en la habitación.
Isolda no dejaba de reír y de saltar.
—¡¿Puedes enseñarme a mí también?!
Jack se paró en el aire.
—Esto… no creo que pueda, Isolda. Pero sí que puedo hacer esto. —entonces le tendió una mano que la niña aceptó encantada. De un tirón, se la puso en la espalda abrió la ventana y salieron zumbando por ella.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!—empezó a gritar la Isolda. —¡Jack, tengo miedooooo!
Gritaba la niña mientras se agarraba al cuerpo del guardián con todas sus fuerzas. Jack empezó a reírse cada vez más alto mientras dejaba arrastrarse por las corrientes.
—¡Jaaaaaack, tengo frrrrrio! —gritó Isolda.
El guardián rio y redujo la velocidad.
—¿Así mejor?
La niñita abrió los ojos y vio la ciudad: desde la playa lejana, hasta las montañas más cercanas.
—¡Jack, esto es muy… hermoso! —exclamó sin dejar de agarrarse a él.
Jack sonrió, desde hacía tiempo tenía amigos humanos, pero ellos crecían y dejaban de verle. Isolda estaba entretenida mirando el reflejo de la luna en los ríos o los coches moverse.
Después de un buen rato, descendieron de nuevo y llegaron a la casa. Isolda estaba tiritando de frio.
—Aun no me lo creo.—dijo la niñita.—¿Existe de verdad Santa Claus? ¿Y el Hada de los Dientes?
Jack se sentó en un armario.
—De verdad que existen. Y el conejo de Pascua, y el Ratoncito Perez, y los duendes, ninfas… pero esos son más difíciles de ver. Tranquila, tu no tendrás nunca que lidiar con ellos ¡Y la dama del Arco Iris! —saltó el muchacho.
—¡¿De verdad?! ¡Me gustaría verlos a todos!
Jack se paró en seco y sonrió.
—¡Claro! ¿Cuándo empezamos?—preguntó Jack.
Le vendría bien tener una compañera.
—¡Me visto y nos vamos! —dijo la niñita mientras empezaba a meter cosas en su mochila de Disney.
Entonces, Jack se dio la vuelta y miró a la luna. Le estaban llamando. Era algo importante. Tenía que ir.
—Isolda…—dijo Jack, con la voz entrecortada. —Ahora vuelvo. En 10 minutos.
—¡Vale! —gritó Isolda mientras guardaba ropa de abrigo. Giró la cabeza y pudo ver como Jack salía volando por la ventana.
Terminó de colocar las cosas, se llevó una cámara de fotos y mucha ropa de abrigo. Luego salió a hurtadillas fuera de la casa y se sentó en el jardín a esperar a su guardián. Esperó. Esperó durante 3 horas fuera y luego, con las extremidades congeladas se arrastró dentro de la casa. Esperaría en su cuarto.
La niñita vio por la ventana salir el sol y al estar toda la noche despierta fue eso lo último que vieron sus ojos aquel día.
Pero Jack no volvió. No esa vez.
Bueno, ya sabeis, si teneis alguna duda, si os gusta la historia o la odiais, no olvideis en decidmelo ¿eh? Sed felices :D
