Titulo: Prohibido

Autor: Ame-no-Uzume

Resumen: Después de la muerte de su madre, Sakura se resigna a vivir sola. No se esperaba que su padre, el hombre que creía muerto apareciera y que este la llevara consigo, a una situación que a ella... no le gustará nada...

Disclaimer: Este fic es mío, salió de mi mente enferma y pervertida, así que no aceptaré plagios ni otras "sinvergüenzadas", eso sí, los personajes por supuesto no son de mi propiedad, pertenecen a Masashi Kishimoto como todos sabemos.

Si están leyendo esto, es porque mi pequeño sumary les llamó la atención… cosa de la que me alegro…ahora…está el hecho de que les guste al contenido de este fic… mi primer fic… no les quito más tiempo y dejo que lo comprueben

No leemos abajo.


Caminaba a paso firme por la acera, sosteniendo decididamente el sobre color crema que la había hecho formularse más de una pregunta. Sacudió ligeramente la cabeza y se detuvo, girando hacia su derecha, quedando frente a un enorme edificio, que se levantaba imponente ante sus ojos.

Este debía ser, se dijo a si misma, mientras un ligero estremecimiento la recorría por completo. Suspiró intentando relajarse y caminó hacia la puerta, siendo esta abierta por el encargado que la saludó cordialmente con una sonrisa. Ella se limitó a asentir, sus nervios no la dejaban hacer otra cosa.

Miró hacia todos lados y al encontrar un puesto de información se dirigió a este. Rápidamente encontró el nombre que buscaba, en el último piso. Sin perder tiempo, más por temor a arrepentirse que por quererlo, se dirigió al ascensor, cuyas puertas doradas se tardaron una eternidad en abrir, a su parecer.

Entró en el ascensor una vez las puertas se abrieron y los ocupantes salieron, encontrándose con un espejo que ocupaba toda las pared de este. Observó su reflejo y vislumbró el nerviosismo en sus ojos. Respiró profundamente un par de veces intentando recuperar la calma. Metió el sobre en el bolsillo de su abrigo y volteó hacia la puerta justo cuando esta se cerraba.

El pánico volvió a ella.


Fugaku Uchiha, se sentía en la cima del mundo en estos momentos, su empresa, la cual llevaba por nombre su apellido, era una de las más importantes de toda Konoha, habiéndose ganado su lugar como una de las "dinastías" de Japón.

Dejó la pluma con la que firmaba unos importantes papeles a un lado y recostó su espalda en su sillón de cuero que produjo ese agradable sonido ante el peso de su cuerpo. Hizo girar el mueble encontrándose con la vista que la pared, hecha completamente de cristal, le permitía observar.

Los rascacielos frente a sus ojos no hacían mas que recordarle el lugar en el que se encontraba, permitiéndole esbozar una sonrisa orgullosa, característica de su familia. Aquella sonrisa que en el momento apropiado, puede hacer que un trato sea cerrado o hasta llegar a espantar a los posibles rivales no deseados, junto con sus engaños.

Se levantó de su cómodo asiento y caminó con elegancia innata hacia el enorme ventanal. Llevó sus brazos hacia atrás abrazando una muñeca con la otra mano, en pose altiva y observó todo a su alrededor. Discutió consigo mismo, sobre si su edificio debía ser más alto, le gustaba mirar las cosas desde arriba. Conseguiría a los mejores contratistas para arreglar ese asunto. Para él solo lo mejor. Y eso debía aplicarse a todos los aspectos de su vida.

Sus pensamientos fueron interrumpidos ante el toque de la puerta, que, si bien fue casi inaudible, a él le molestó haciéndolo fruncir el seño.

-Que quieren?-interrogó con poca delicadeza, mirando por sobre su hombro. Intentó relajarse al ver la cabeza de su secretaria aparecer por en medio de la puerta doble. Caoba, tallada a mano, se recordó para relajarse un poco.

-Lo-lo lamento señor Uchiha, pero le e-estuve llamando a la oficina y no me contestó…-se excusó rápidamente la joven de cabellos negros ligeramente despeinados y enormes anteojos que impedían apreciar la forma y el color de sus ojos.

Una mujer poco atractiva, mejor así, pensó él en su momento, así se evitaría cualquier problema al no reprimir sus impulsos, en otro caso. Aún así, el casi inexistente encanto de la joven se veía compensado con su gran eficiencia en lo que respecta a sus obligaciones. Solo por esa razón seguía en ese lugar.

-Estaba admirando la vista…-respondió recuperando el buen humor, mientras se volvía hacia el cristal-… mañana llama al contratista, este edificio necesita unos pisos más…-ordenó con voz firme.

-Si señor…-respondió con eficiencia-…pero… em… ahora hay alguien afuera que desea verlo…-anunció con nerviosismo mientras se aferraba a la puerta teniendo cuidado de no dañarla.

-Quién?-preguntó sin girarse, cosa que agradeció al momento de escuchar el nombre de su visitante. Su expresión inmutable cambió radicalmente a una de sorpresa e incredulidad, emoción que no debía ser vista en él.

-Es la señorita Tsunade Senju…-respondió la joven leyendo la tarjeta en donde anotó el nombre-… la hago pasar?

-Señorita?-repitió con sorna después de un momento de silencio, recuperando su expresión fría y su seguridad-….hazla pasar…-ordenó luego de pensarlo unos instantes.

-Si señor!-asintió a pesar de que Fugaku no la vio, ya que no había cambiado de posición.

El hombre de tez morena se permitió distraerse mirando hacia abajo, a la calle, deleitándose con la sensación de superioridad al ver a pequeños puntos caminando de un lado a otro por las aceras. Salió de su trance al escuchar la puerta abrirse y cerrarse de un ligero portazo.

Permaneció en silencio dando lugar a la expectación de la persona a su espalda. Profirió un sonido igual a una risa ahogada y habló

-Que te trae por aquí… mi querida Tsunade?-interrogó pedante. Obtuvo como respuesta un ruido, como de papel arrugandose.

El silencio volvió a reinar el lugar, haciendolo fruncir el seño exasperado.

-Sabes que nunca he sido muy paciente Tsunade…-dijo con molestia mientras se giraba para ver de frente a la mujer-… así que dime a que…-se calló de golpe al ver a la persona frente a él-…tu….tu no eres Tsunade-dijo con sorpresa al observar a la joven de cabello rosa y ojos verdes, cubierta por un grueso abrigo café, mirarlo con miedo.

-N-no… no lo soy…-respondió con dulce voz, propia de una adolescente-… mi nombre es Sakura Haruno…


En el momento que la puerta se cerró a su espalda todo el ánimo que la conversación de la mujer de cabellos negros y bonitos ojos marrones cubiertos por unos enormes anteojos le había dado, se había esfumado con un puf. El aire frió proveniente del aire acondicionado, le congeló, las ya de por sí frías manos. Llevó una de ellas hacia su abrigo y sacó el sobre del bolsillo, con cuidado de no arrugarlo. Sin perder de vista a la imponente figura que le daba la espalda.

Paseó la vista por toda la habitación, maravillada con todo el lujo que podía estar encerrado en solo un lugar. Recuperando un poco de calma, comparó la oficina con las que aparecían en las películas y llegó a la conclusión de que, a no ser por algunos detalles orientales, no diferían mucho. Todas dejaban en claro que sus ocupantes eran personas importantes y con mucho, mucho dinero.

Tragó grueso.

Pero cuando escuchó la voz fría y carente de emociones, excepto la presunción, de ese hombre su pequeña dosis de calma despareció por completo haciéndola temblar completamente, soltando el sobre a su paso. Con la poca conciencia que le quedaba se agachó a recogerlo, quedándose hincada abrazando la pieza de papel como si eso la fuera a salvar de algún peligro.

Cerró los ojos, apretando los parpados con fuerza y cogiendo un poco de aire se irguió dispuesta a hablar. Abrió su boca, pero esta no profirió ningún sonido. Hizo una mueca de desesperación para sí misma. Se exaltó al escuchar de nuevo al hombre y tembló ante el tono de molestia en su voz. Y su cuerpo se convirtió en gelatina cuando él se giró para quedar frente a ella, callando abruptamente.

-Tu… tu no eres Tsunade…-tragó grueso y abrió la boca, agradeciendo internamente que esta vez si hayan salido palabras.

-N-no… no lo soy…-respondió sintiendo el corazón en la garganta-… mi nombre es Sakura Haruno…

-Que haces aquí?-Interrogó duramente escudriñándola de pies a cabeza, con el seño fruncido-… llamaré a seguridad…-avisó después de no recibir respuesta

-No!-exclamó la joven estirando un brazo hacia el frente y dando unos pasos hacia el frente- espere yo…!

-Dime a que has venido…-ordenó Fugaku cruzándose de brazos, formando algunas arrugas en su saco color azul marino-… y porque ha tomado un nombre falso.

-Verá yo…-empezó a explicar con timidez-… vengo en nombre de mi madre…-miró de frente al hombre que se movió ligeramente ante eso-…Tsunade Senju es mi madre…-dijo para aclarar dudas.

-Debo suponerlo…-respondió con voz fría, mientras dejaba caer los brazos a sus costados-… y dime… porque razón no vino Tsunade a verme?

Sakura bajó la mirada y su expresión cambió a una triste. Reaccionó rápidamente y se volvió hacia el hombre que la miraba expectante.

-Ella… esta muerta…-respondió con voz neutral, agradeciendo interiormente la seguridad que mostro su voz, y seguramente muestra su mirada.

El silencio hizo su aparición triunfal en la habitación, mientras los presentes no perdieron contacto visual ni por un segundo.

Sakura lo miró con firmeza, esperando las palabras de pésame que tanto había aprendido a odiar en esas dos semanas. Palabras que nunca llegaron.

-Y bien?-el mayor rompió el silencio-… aun no me has dicho la razón por la cual te encuentras aquí, tomando el lugar de una persona muerta…

La joven lo miró con incredulidad, inconscientemente apretó los puños sin notar lo que llevaba entre ellos. Respiró profundo recuperando la compostura y levantó la mirada enfrentándola con la fría del Uchiha.

-Mi madre… antes de morir… me pidió que le entregara esto…-dijo estirando loas brazos, mostrándole el sobre, sonrojándose al verlo cubierto de arrugas.

El moreno se limitó a observar el objeto entre, las pequeñas y temblorosas, manos de la chica.

-Solo has venido a darme un sobre?-casi afirmó con una ceja levantada-… por eso te has tomado tantas molestias?

-Fue un deseo de mi madre…-respondió con firmeza, sin perder la posición

-Hm… ya veo…-dijo acercándose lentamente hacia la joven, que se estremeció ante esto-…debe ser algo importante…-cogió el sobre, tomándose su tiempo en observar la expresión asustadiza de la pelirrosa. Dio media vuelta regresando a su posición inicial.

Sakura lo siguió con la mirada hasta que este se detuvo detrás de su escritorio, dándole la espalda.

-Se te ofrece algo más?-la voz de Fugaku la hizo reaccionar de golpe, llenándola de vergüenza.

-N-no…. Lo siento….esto… muchas gracias…-hizo una reverencia y se apresuró a salir. Teniendo cuidado de no azotar la puerta al salir.

El Uchiha giró por sobre su hombro una vez escuchó a la puerta cerrarse, giró para quedar de frente a su escritorio y lanzó la pieza de papel sobre este, sin dignarse a mirarla siquiera.

Caminó hacia el ventanal y miró hacia abajo. Hizo una mueca al distinguir un punto rosa que de seguro pertenecía a la joven que esperaba no volver en su vida. Y como el siempre conseguía lo que quería, se quedó tranquilo.

Fugaku Uchiha se sentía en la cima del mundo


Llevó una mano a su pecho una vez cerró la puerta de esa fría oficina detrás de ella y tragó aire como si no lo hubiera hecho en años.

La joven pelinegra de grandes anteojos le sonrió tranquilizadoramente al verla acercarse a su escritorio

-Todo bien?-se levantó llevando consigo unos papeles.

-S-si…-balbuceó la pelirrosa, suspirando relajadamente-… gracias…-le sonrió dulcemente recibiendo lo mismo como respuesta

-Es mi trabajo Señorita Tsunade…espero tenga un buen día…-dijo sinceramente, antes de darle la espalda y dirigirse a la oficina principal.

Un buen día. Eso también esperaba ella.


Cerró la puerta de su habitación con fastidio, se sacó el saco y la corbata dejándolos sobre el respaldo de la silla frente a su mesa de trabajo y se tiró boca abajo sobre la cama.

Suspiró al notar la suavidad del colchón y giró sobre si, quedando boca arriba. Se quedó mirando el techo, que empezaba a cubrirse de telarañas. Tendría que limpiarlo, se dijo, tendría que llamar a alguien que lo limpie, se corrigió.

Suspiró pesadamente y se giró sobre su costado, quedando a su vista el retrato que lo enviaba de nuevo al pasado. Frunció el seño mientras estiraba el brazo para bajar el marco, impidiendo ver la fotografía.

Aún no sabía la razón de seguir conservando ese retrato. Tal vez era porque…

-Sasuke…-una voz masculina lo sacó justo a tiempo de su ensoñación, el aludido se levantó ligeramente apoyándose en sus codos, mirando con ojos entrecerrados a la persona que osó entrar sin tocar

-Ya no tocas, Itachi?-habló con fastidio el azabache a su hermano mayor, que miraba con curiosidad hacia arriba

-Deberías limpiar el techo, hermanito…-murmuró pensativo-… y si quieres que toque… tu deberías hacer lo mismo…-lo miró sin expresión

-Hmp…-se dignó a responder, tirándose nuevamente sobre el suave colchón

-No te pongas tan cómodo…-le aconsejó su hermano, mientras tomaba el saco y la corbata del respaldo de la silla y después de sacudirlo un poco se lo lanzó al rostro-…debemos irnos.

-¿Qué?-Sasuke tomó la prenda antes de que esta lo golpeara y se sentó rápidamente para encarar a su hermano que estaba a punto de salir por la puerta.

-Papá quiere que tomemos su lugar en la reunión con los Aizawa…-explicó con voz neutra, antes de salir, cerrando la puerta.

-¿Pero por qué no va él?-rugió echándose de nuevo-…siempre es lo mismo…maldita sea…-masculló quedando sobre su costado, clavó sus cortas uñas en las sábanas blancas, y cerró los ojos con frustración.

Se levantó y caminó hacia la puerta de su baño en donde se encontraba un espejo de cuerpo entero y observó su reflejo.

Sus ojos se veían cansados y debajo de estos unas oscuras ojeras empezaban a dejarse ver. Suspiró mientras se anudaba la corbata para colocarse el saco, de nuevo, se recordó con fastidio.

-Lo que hago por un poco de reconocimiento…-murmuró mientras salía de su habitación, no sin antes darle una mirada al retrato boca abajo sobre su buró.


La pila de papeles iba haciéndose cada vez más pequeña. Aflojó su corbata y abrió el primer botón de su camisa de fino algodón, algo estresado. Era ridícula la cantidad de firmas que se requerían para pequeñeces. Pero de nada servía quejarse, era un esfuerzo minimo. Y lo agradecía.

Exhaló fuertemente al terminar con la pila de papeles y se recostó pesadamente sobre su sillón, frotando su sien con dos dedos.

Abrió un ojo encontrándose con el solitario sobre encima de su escritorio. Se había olvidado completamente de él y la forma en la que había llegado. Torció la boca y lo tomó con poco cuidado. Se fijó por primera vez en la escritura que este tenía.

Fugaku Uchiha-escrito claramente con la prolija letra de la rubia.

Sin una pizca de emoción lo abrió y sacó la pieza de papel, mientras hacía girar su asiento quedando de frente a la majestuosa vista nocturna del centro. Bajó la vista y comenzó a leer con total indiferencia.

Indiferencia que, al leer las últimas líneas de la carta, fue cambiada poco a poco por desconcierto e incredulidad. Hacia mucho tiempo que Fugaku Uchiha no mostraba emociones… y menos esas.


Los rayos del sol la golpearon de lleno en el rostro, haciéndola fruncir el seño. Se giró mientras emitía un gemido de molestia. Rugió de mala gana cuando el despertador sonó quitándole las esperanzas de dormir por más tiempo.

Se sentó sobre su cama dejando caer el largo cabello rosa sobre sus hombros, y el despeinado flequillo le tapó los ojos. Fijó sus ojos jades en la puerta casi cerrada de su habitación esperando un llamado. Llamado que dejo de llegar hace exactamente veinte días, se recordó. Se levantó rápidamente para realizar su rutina matutina, tomó algo de ropa de su cajonera y se metió al baño dispuesta a darse una ducha caliente.

Terminó de ducharse y se vistió con un calentador de tela gris y una blusa de mangas largas lila, que habitualmente usaba de pijama. Caminó por el pasillo de su apartamento hasta llegar al espacio compartido entre la sala y la cocina, separadas por un pequeño mesón de mármol.

Giró hacia la cocina y sonrió con tristeza al encontrarla vacía. Así estará de ahora en adelante, se dijo a si misma intentando reaccionar.

Suspiró y caminó hacia la nevera dispuesta a prepararse el desayuno, cosa de la que se arrepintió ya que su apetito se había desvanecido. Se limitó a servirse un vaso de leche y se dirigió al sofá grande de la sala para mirar la televisión.

Solo mirarla, ya que no prendió el aparato. Vio su reflejo en la pantalla de este con ojos vacios, esperando a que una figura apareciera tras ella como siempre lo hacía. No lo hizo.

Los ojos empezaron a picarle y sintió como las lágrimas empezaban a agolparse a punto de salir de estos. Agradeció que el timbre sonara sacándola de su burbuja. Se frotó los ojos con el antebrazo y se apresuró a abrir.

Sus ojos se abrieron con sorpresa al encontrarse frente a frente con Fugaku Uchiha, cubierto con un abrigo negro y bufanda del mismo color. Su expresión dura se vio levemente diferente, pero ella no puedo descifrar la razón

-Señor Uchiha…-llevó ambas manos hacia su pecho-… buenos días…-saludó mirándolo confundida-…esto…

-Necesito hablar contigo-interrumpió con su voz, fría como el hielo. Sakura se estremeció ante su tono de voz y se hizo a un lado, sin quererlo, dándole acceso al apartamento.

El hombre entró con paso firme y calmo echándole una mirada rápida al interior del lugar, que si bien estaba muy bien acomodado, para él no era suficiente, para su familia no era suficiente. Se sentó en el mueble más grande y levantó una ceja al ver en la mesita frente a él un vaso de leche.

Sakura se sentó diagonal a él en un mueble individual, algo incomoda ante el exceso de confianza del moreno. Se estremeció al notar que este la miraba fijamente.

-E-esto..señor…?-balbuceó con nerviosismo, apretando los puños sobre su regazo.

-Soy tu padre.


Fue algo predecible? Me parece algo tipo Star Wars XD….

Bueno…espero les haya llamado la atención… recuerden que soy nueva en esto y me gustaría que ma dejaran su opinión…su más sincera opinión O_O

Bueno eso es todo por ahora…

Nos leemos :D