¡Tadá! Traigo nueva historia.
Lo de siempre; Ninguno de estos personajes me pertenece, son de Masashi Kishimoto. Yo los uso con el fin de entretener a un reducido número de lectores con los mismos afanes que yo: Ninguno en especial.
(Calificado M por futuras escenas "explícitas" de violencia)
Playlist de este capítulo:
-Wake me up when September ends - Green Day. (El fic se basa en esta canción en gran parte, y le da su nombre).
-You belong to me - BSO Shrek.
-Lovebug - Jonas Brothers (Le da un... no sé xD Gracias a Vale por mostrarme esta preciosa canción).
A Giuliana, por darme su consejo,
tiempo, apoyo y creatividad
en este fic y los que vendrán en un futuro.
Este "fic" está dedicado a ella.
Gracias por darme tu cariño, amistad y confianza durante todos estos años.
Te adoro.
El sol se dejaba caer sobre el ocaso, y con ella la última esperanza de volver a casa esa noche. Era tarde para transitar caminos vírgenes en las máquinas, por lo que tendrían que hacer la guardia nocturna antes que la noche se dejara caer sobre ellos.
Los cadetes, junto con los escalafones, conscriptos y reclutas tendrían que quedarse en el pequeño y maloliente galpón que usaba la milicia de Konoha para sus reuniones, esa noche, para dormir; y con un poco más de suerte podrían partir al alba. No era un lugar grande, tampoco era lujoso; estaba… bien, si se consideraba que era sólo un gran conjunto de latones verde musgo, para 35 militares de bajo rango. Había suficientes catres para todos, y una pequeña nevera abastecida con un poco de carne congelada, conservas y cerveza, conectada torpemente a un enchufe escondido entre montones de chatarra inútil, seguramente de la tropa que había estado ahí por la mañana. En las paredes habían pequeñas ventanas cuadradas, sin cortinas, por las cuales se colaba un viento helado proveniente del exterior.
-¿Le avisarás a tu novia que te quedarás? –Preguntó con abatimiento el conscripto Uzumaki. Éste era rubio, de unos ojos azules vivos como el cielo, y profundos como el mar; era inquieto y un poco desatento a sus recién cumplidos 25 años, pero muy leal y de buenas intenciones. Su sola presencia irradiaba vitalidad y energía, a pesar de no ser un individuo extremadamente inteligente. Tampoco era muy musculoso, sin embargo no era flojucho; y su tez ligeramente bronceada le daba un toque atractivo, si lo miras desde la perspectiva de una dama. ¿Su nombre? Naruto, Uzumaki Naruto.
-Sí… -Respondió, de igual manera el cadete Uchiha. Éste último era todo lo contrario al antes mencionado. Sasuke era un joven de no más de 25 años de edad, de cabello y ojos negros como el carbón. Su piel era ligeramente más pálida que la de Naruto; y en su corazón se albergaba la amargura de una gran pérdida: A los 7 años había tenido que presenciar la gran masacre de toda su familia. Aquello le había dejado grandes surcos en su herido corazón, haciendo que por años se negara a recibir cualquier forma de afecto. A pesar de ello, de alguna manera, el rubio había logrado colarse en el huraño corazón de Sasuke, muy al pesar de éste
¿Y su novia? Les contaré. Ambos se conocieron en un tren camino a Suna. Ella iba a visitar a un viejo amigo, y él iba a entregar un papeleo a la oficina del Capitán General(*) de la milicia en la misma. Por esas extrañas cosas de la vida, coincidieron en el mismo carro, y se sentaron uno frente al otro. Nuestro querido Uchiha se sintió cautivado por la singular belleza de la joven Hinata, en ese entonces con sus escasos 20 años de edad, la cual era (y sigue siendo hasta el día de hoy) de una naturaleza exquisita, refinada y sumamente delicada; sin dejar de ser sencilla y recatada. Pero por sobre todas las cosas, se sintió atraído por el contraste de su piel nívea y cremosa, con su cabello azulado, levemente ondulado y largo; con el espectacular color blanco perla de sus grandes y expresivos ojos.
Ella por su parte, se vio envuelta en sus profundos ojos negros, añadido a las formas suavemente cuadriculadas de su varonil rostro, pero aún con rasgos levemente redondeados pertenecientes a la niñez. Todo eso formaba algo maravilloso, ciertamente. Toda una obra de Giovanni Boltraffio(*) hecha realidad, materializada ante sus pueriles, pero críticos ojos. Además, su cabello negro, desordenado y visiblemente sedoso, le entregaba un aura salvaje e indomable… Todo un macho.
Él supo desde el momento en que la vio, que ella sería la única mujer en su vida. La quería exclusivamente a ella, a nadie más. El solo hecho de tenerla frente a sus ojos le incitó a mover la primera pieza del juego. Tomó el lugar vacío junto a la chica, sintiendo de pronto la necesidad de callar las vocecillas internas que le causaba aquella dama. El resto es historia antigua.
- Supongo que tú vas a llamar a Sakura –Dijo mientras limpiaba el fusil que tenía guardado en una funda de cuero, amarrada a su pierna izquierda.
-Obvio –El rubio esbozó una amplia sonrisa y asintió reiteradas veces- No quiero preocuparla, y menos ahora que tenemos un hijo.
-Te asesinaría si te atreves a hacerle pasar un mal momento, imbécil –Dicho esto, el Uchiha lo apuntó con el fusil que tenía en la mano. Naruto dio un respingo y abrió los ojos como platos, mientras su contrapar sonreía de medio lado- Esta descargado, no te espantes dobe.
-¡Bakka! ¡No me asustes así! –El amenazado se puso colorado e hizo un puchero- ¿Y por qué tanto interés de pronto por mi esposa y mi hijo, teme?
-Porque mal que mal, Sakura es como mi hermana –Se pasó una mano por sus negros cabellos y volvió a limpiar el fusible, ante la mirada atónita de su amigo de ojos azules- Y porque mi prometida adora a tu hijo –El rubio asintió tontamente y comenzó a reírse de forma descontrolada.
-¿Y tú cuándo piensas tener hijos, teme? ¿O es que Hina-chan no te da la pasada? –El pelinegro lo miró de manera asesina y lo tomó con una mano por la placa de metal que tenía colgada al cuello, sin soltar el fusil con la otra.
-¿Quieres que mi puño te responda eso, idiota? –Los ojos de Sasuke se tiñeron de rojo y su mirada se convirtió en algo completamente amenazante. De pronto, una mano pálida se posó sobre su hombro.
-Oye Uchiha, cálmate, no me hagas delatarte con mi prima –El sujeto sonrió de forma maliciosa.
-Cállate Neji –Suspiró derrotado, quitándose la mano de su "cuñado" de encima, y dejó el arma sobre la mesa de caoba oscura. Se volvió hacia las cabinas telefónicas, e introdujo un par de moneras en la ranura; marcó el número de su casa con dificultad, debido a las luces tenues y lúgubres que colgaban del techo de lata, que presumiblemente se hallaban a un poco más de 5 metros del suelo. Aguardó, hasta que al otro lado de la línea contestaron. -¿Hola, Hinata?
-¿Sasuke-kun? ¿Q-qué sucede?... –El tono de voz angustiado de su novia lo alertaron de inmediato.
-Nada linda, tranquila… Es sólo que al idiota del coronel se le hizo tarde y no vino por nosotros. Tendremos que quedarnos aquí, y si tenemos suerte mañana por la mañana estaré en casa contigo.
-U-uh… ya veo. ¿T-tienes t-todo l-lo que te d-di antes de s-salir de casa?
-Sí, todo; estaré bien.
-¿S-seguro…? -Sintió la tensión de Hinata, y buscó las palabras exactas para hacerla sentir mejor.
-Estaré bien, te lo prometo. Ahora quiero que vayas a dormir tranquila, y nos veremos mañana temprano. Desayunaremos juntos ¿Te parece?
-O-okay… T-te amo, ha-hasta mañana.
-Yo igual, adiós –Aguardó unos segundos y escuchó nuevamente el tono del teléfono. Colgó de igual forma, y se volteó con dirección a su catre. Ni siquiera aguardó para recoger su cambio; estaba cansado, y a pesar de la temprana hora, no se sentía con deseos de estar despierto por más tiempo.
-¿Ya te vas a dormir Teme? –Dijo el rubio- ¡Aún es temprano! –Lo tomó del brazo con rudeza y lo arrastró hacia el centro del galpón, donde todos los presentes reían y bebían algo de cerveza que había dejado la compañía de la mañana.
Estuvieron más o menos dos horas en eso, hasta que el pelinegro, hastiado y cansado, decidió salir a mirar la Luna; el resplandor de ésta le recordaba al singular color de ojos de la mujer que le arrebataba más de un suspiro. De pronto, la pregunta de su amigo vino de golpe a su mente "¿No piensas tener hijos?".
La verdad, sí, anhelaba más que nada un hijo con su prometida, y prontamente su esposa; pero no era el momento. Ante todo el país se alzaba con velocidad la sombra de una posible guerra, que estallaría en poco tiempo de ser cierta; y en cualquier momento tendría que ir hacia el campo de batalla a dar la cara por su nación.
-¿Tú crees que haya una guerra? –La voz del Uzumaki lo sacó de su debate mental. Se sentó a su lado, a contemplar las estrellas con él. La noche era sombría, tenebrosa, y se podría decir algo fúnebre; lo cual era acompañado con el acompasar violento de las hojas mohosas en los árboles, y los chillidos tímidos de los animales que salían a esas horas a buscar alimento. Era una noche funesta sin duda. Aún así, el cielo negro brillaba con singular particularidad gracias a los millones de brillantes cuerpos celestes que se habían incrustado en ella; claramente, acompañando a lucero protagonista de toda aquella hermosa escena que les brindaba la madre naturaleza: La bien ponderada Luna.
Todo ello formaba un contraste bastante singular, porque, a pesar de la radiante Luna que se alzaba en lo alto del firmamento, la luz era escasa y ligera; tanto que a penas podían ver unos metros más allá de sus narices. Era tenebroso, y los acompañaba muy bien con sus corazones asustados y hundidos por la incertidumbre.
-No lo creo –Afirmó luego de un rato, con voz temblorosa, y claramente dubitativa; lo cual no pasó desapercibido por su compañero. Su labio inferior temblaba con sutileza, no dejando que se viera ese pequeño detalle.
-Tengo miedo –Declaró el rubio con la cabeza ensombrecida- No por mí… por mi país, y por mi gente. Tú sabes lo que significan para mí –Posó su mirada en las negras orbes del Uchiha, el cual solo asintió en silencio- Pero sobre todo miedo por mi esposa y mi hijo… Digo, Sakura es una mujer fuerte y sé que podría criar a nuestro hijo si a mí me pasara algo en batalla, pero frente a las balas, ambos son muy… frágiles –Desvió la mirada hacia el frente, intentando encontrar el rumbo de sus pensamientos- ; y si las tropas enemigas llegaran a colarse a Konoha, no sé como voy a poder defenderlos yo solo –Alzó la vista al sentir la mano de su mejor amigo sobre su hombro.
-No estás solo, dobe. –El rubio sonrió con timidez- Yo… también tengo miedo –Sinceró en un susurro apenas audible- por Hinata. Ella es muy delicada… es tan frágil, que a veces de solo mirarla creo que podría quebrarse. Daría mi vida por ella, pero no sería capaz de soportar la culpa si algo llegase a pasarle por mi culpa. La sola idea de tenerla lejos de mí se me hace insoportable… No quiero perderla, Naruto; no quiero volver a perder algo preciado…
Ambos hombres se miraron durante unos instantes, y luego se unieron en un abrazo fraternal, sintiendo el dolor y el pánico del otro; por primera vez sin juzgarse.
-Vamos adentro –Dijo finalmente el Uzumaki- Está helando, y quiero despertar temprano para estar con mi esposa. –Sasuke asintió y ambos entraron en el galpón. La mayoría había optado por la misma decisión, por lo que veinte minutos más tarde, toda la compañía estaba en silencio y durmiendo.
-¡Apresúrense holgazanes, quiero irme a casa! –Dijo el coronel Asuma con su vozarrón característico. Todos apresuraron su paso, y se instalaron de forma precipitada sobre el camión que los llevaría de vuelta a Konoha.
Tras tres largas horas de viaje, lograron cruzar la frontera. Las colinas se alzaron majestuosas sobre sus cabezas, anunciando el tan anhelado regreso a sus tierras. Todos sonrieron con alegría; finalmente podrían encontrarse con sus familias y compartir tantas experiencias luego de 3 días de ausencia.
Al dar las 9:30 de la mañana, Sasuke logró estar en casa. Se sorprendió gratamente al ver su residencia impecable (Su prometida era una aficionada a la limpieza), y más aún al comprobar que ella no había perdido el tiempo en cosas banales como el común de las mujeres. Caminó lentamente hacia su dormitorio, con la esperanza de encontrarla aún dormida, pero la pobre chiquilla ya se encontraba de pie. O quizás no de pie en el sentido explícito de la palabra; mejor dicho… sentada. Sí, sentada en una vieja y astillada silla mecedora, la cual estaba frente al gran ventanal cubierto por un blanco visillo, que cubría una parte de las paredes traseras de la casa. En sus manos, sostenía un libro de gruesa tapa roja con letras doradas en ella; la cual pudo reconocer como "Los miserables".
Sasuke se detuvo a pensar en que ella se veía adorable: Cabello recogido en una cola improvisada, con un vaporoso vestido lila, que hacía resaltar más sus finas curvas; y sobre el mismo, un delgado chaleco blanco. Estaba descalza, lo que le daba un aire más campesino y despreocupado.
-¡Es la quinta vez que lees ese libro Hinata! ¿No te aburre? –Comentó divertido. Sonrió al ver la expresión sorprendida de ella; y mucho más cuando la vio dejar el libro sobre la silla y correr hacia sus brazos con su sonrisa más linda.
Su sonrisa era una de las cosas que más extrañaba cuando le tocaba partir, y además no gustaba de cambiar el aroma a flores y miel caliente de su casa, por el de cecina putrefacta con cerveza rancia del galpón. ¡No! Eso no era digno de ninguno de los que estaban ahí, haciendo un servicio a la patria.
-T-t-te extrañé S-s-sasuke-kun –Sollozó tontamente la Hyuga, con un gracioso, pero leve acento francés pegado en su voz. Los años que ella había pasado en el país Europeo, sólo habían ayudado a que su femineidad y delicadeza se acentuaran el doble. Eso la hacía el doble de adorable, según él.
Sasuke acarició la cabellera azulina de la chica, dejándose llevar por las caricias mutuas del momento; hasta que no pudo contenerse más, y entre los halos de luz que se colaban entre el visillo de encaje, buscó el rostro fino de su novia, y la besó. La besó con toda la pasión contenida esos 4 días lejos de ella; de su pequeña "Francesita".
-Yo también te extrañé Hinata –Besó su frente y luego colocó su barbilla sobre la coronilla de la Hyuga.
El día transcurrió como él le había prometido, desayunaron juntos y compartieron la mayor parte del día como la feliz pareja que eran. Durante la tarde salieron al amplio jardín que tenían.
Dado que el Uchiha no era una persona en extremo sociable, ambos decidieron que una casa en lo alto de una colina no era tan mala opción. No era ostentosa, para nada; era una sencilla casa de madera de dos pisos. Por fuera estaba pintada de color blanco, un poco gastado por la temperatura y la acción de la naturaleza misma; y por dentro estaba recubierta por adobe y fieltro, por lo que era fresca en el verano, y cálida en el invierno. La casa también estaba rodeada de grandes ventanales que iluminaban todo a su paso, haciendo que brillara con una débil luz amarillenta, sobre todo durante la primavera. Pero vamos a mi lugar favorito, sin duda: el jardín.
Como su terreno estaba sobre una colina (Lo cual no significa que estaba alejada de la sociedad. Es como una parcela, no son tan huraños tampoco), tenían cerca de 5 acres para hacer y deshacer a su gusto. Todo ese amplio terreno estaba cubierto de pasto tierno, verde y brillante. Junto a la casa había un gran pino, el cual les daba sombra durante las tardes cálidas. Y al fondo de todo, había una extensa plantación de girasoles amarillos y abundantes, todo obra de la chica.
Bueno, como iba diciendo. Estuvieron toda la tarde metidos entre los girasoles, correteando de un lado a otro sin saber exactamente a dónde. Era una escena enternecedora, independiente quién la viese; y era sorprendente ver al ser más frívolo de Konoha desenvolverse con tal naturalidad frente a ella.
-¡Sasuke-kun! ¡Estás haciendo trampa! –Afirmó la Hyuga, mientras le buscaba entre los altos girasoles que la rodeaban. Se desilusionó mucho cuando éste no respondió, y por un momento pensó que él ya se había ido -¿Sasuke-kun? –Lo llamó. Al no recibir ningún sonido devuelta, empezó a caminar en dirección a la casa. Estaba en eso cuando sintió que alguien se le tiraba encima como un depredador.
-Estaba detrás de ti –Respondió el pelinegro, con una sonrisa juguetona en el rostro- ¿No me viste? –Se colocó sobre la intimidada Hinata, y se acercó con lentitud a su rostro.
-N-no… -Declaró ella- ¿V-vamos a l-la casa?
-¿Ya te aburriste de jugar a las escondidas? –El Uchiha se sentó a su lado y cruzó los brazos. Ella rodó los ojos ante la reacción infantil de su novio, y lo abrazó por la espalda en un intento de calmarlo.
-N-no… E-es que… -Bajó la mirada y titubeó un par de monosílabos. Aquello preocupó en gran medida al pelinegro, que de inmediato se volvió hacia ella y le tomó el rostro entre las manos.
-¿Qué? ¿Sucede algo malo? –Ella levantó la vista y lo miró a los ojos.
-¿Qué tan malo s-sería si t-te digo q-que…? –Suspiró, sintiéndose incapaz de continuar. Para enmendar, y para adelantar un poco el asunto, tomó una de las manos del Uchiha y la colocó sobre su vientre.
-¿Estás…? –Abrió los ojos como platos, y en consecuencia su boca también se abrió de forma desmesurada. La Hyuga asintió, respondiendo a su pregunta inconclusa -¿Cuánto tienes? –Preguntó luego de unos segundos, aún sin poder creerlo.
- 3 m-meses… L-lo supe a-antes de ayer, c-cuando fui a consultar a Tsunade-s-sama. L-lo siento –Sintió las manos del Uchiha, que habían estado en su rostro, descender gradualmente hacia su espalda, apretándola contra sí -¿N-no estás e-enfadado?
-¿Enfadado? ¿Por qué? –La abrazó con fuerza y sonrió- Voy a ser padre, eso no es algo para enfadarse, tonta.
-Gracias –Hinata correspondió a su abrazo y besó con ternura la mejilla del joven. De pronto, el sonido de una bocina los hizo separarse y voltear a la fuente del sonido.
Naruto y Sakura descendían de una camioneta roja, algo sucia por la tierra del camino. En los brazos de la mujer venía un pequeño bulto; mientras que el rubio saludaba con la mano a lo lejos.
Sasuke se levantó rápidamente, y le ofreció la mano a su novia. Estando ambos de pie, caminaron por los girasoles hasta la pareja; la cual los saludó con un cálido abrazo para cada uno.
-Lamento haber venido a esta hora muchachos. –Se disculpó la pelirrosa. Hinata le ofreció una taza de té, y ambas entraron con el pequeño bebé a la casa.
-Dobe –Llamó el sonriente Uchiha, captando la atención de su amigo- voy a ser padre.
-Eso es… excelente –Naruto sonrió de manera triste y bajó la mirada. Su amigo se sorprendió al ver la reacción de éste, y antes que pudiera formular una pregunta, el Uzumaki le interrumpió- Es mejor que nos sentemos, no creo que sea una grata noticia lo que te voy a decir.
Caminaron hacia el gran pino junto a la casa, y se sentaron bajo su gran sobra. El día era precioso, brillante; el cielo irradiaba tranquilidad y calidez; mientras que el viento mecía tiernamente las hojas de los árboles.
-Ocurrió –Dijo él. Sasuke lo miró extrañado, con un mal presentimiento incrustado en su garganta seca.
-¿Qué cosa? –Respondió con voz ronca.
-La guerra, Sasuke… en una semana tendremos que partir al campo de batalla.
En ese momento el tiempo se detuvo. Todo se hizo efímero; y en un abrir y cerrar de ojos la mala suerte se hizo presente ante sus cansados ojos. El día ya no parecía tan bello después de todo ¡Oh, a quién queremos engañar! ¡Era espantoso!
Ahora que su vida comenzaba a mejorar, tendría que afrontar la ridícula guerra. Y nada le aseguraba que volvería con vida.
Intentó vagamente recurrir a su memoria, apelar a su conciencia y su sentido común, pero ¿qué tan difícil podía ser asumir una situación que ya estaba más que clara? Él sabía perfectamente que tendría que irse en algún momento, aunque no esperaba que fuera cuando a penas se había enterado que iba a ser padre dentro de 6 meses.
-También –Continuó el rubio- para proteger a nuestras familias, se las llevarán a un refugio subterráneo hasta que la guerra termine. ¡Oh hermano, esto es terrible! –Naruto se sujetó la cabeza con ambas manos- ¡¿Qué se supone que vamos a hacer ahora?
-No lo sé –Declaró; y agachó el rostro.
[1*] - Aquí en Chile el mayor rango dentro del ejército es el Capitán General; no sé en otros países, pero para aclarar, yo lo tomé desde el punto de vista chileno.
[2*] Giovanni Boltraffio, fue uno de los discípulos de Da Vinci. Él se caracterizó por el uso del claroscuro y el sfumato (Esto bien puede revisarse en Wikipedia). La comparación se debe a que Hinata consideraba a Sasuke como un hombre con rasgos duros, pero también con algunas marcas suaves de la infancia.
Puntos a aclarar:
· Esta es una sola historia; empezó como un One-shot, pero quedó muy largo (XD) y terminó siendo un fic de 5 capítulos. Ya lo tengo listo, solo falta escribir el último trozo y darle una última revisión. Por el momento les dejo esto :3
· Todo el contenido de este Fic está cautelosamente investigado; no escribí mentiras XD. Pero aún así me disculpo por cualquier error que pueda hallarse presente en él.
Eso es todo mi querida gente.
Y si no nos alcanzamos a ver, ¡MUY FELIZ NAVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO!
XO.
