Hola de nuevo¡
Pues me metí en camisa de once varas y eme aquí, entregando mas o menos un relato que la verdad no se de donde salio *se hace bolita*
Es el primer relato sensual/sexual tan largo que eh echo. Espero lo disfruten.
Este fanfic participa en el reto "¡La primera vez!" del foro I am sherlocked.
Advertencias/Aclaraciones/Notas: Nada de esto me pertenece, salvo la trama torcida que te presento.
— ¿Sherlock?—dos pasos— ¿Qué es esto Sherlock?—entre a la cocina señalando hacia la sala.
El movimiento que realizo fue un tanto brusco y con toda la intención de esconder su presencia, la mesa solo me podía permitir ver su cabellera, regularmente alborotada, perfectamente acomodada hacia atrás con lo que parecía ser gomina.
—Es un experimento John, no puedo…
—No me salgas con tu perorata de siempre—dije a punto de perder la paciencia—Sé que todo mundo es idiota pero por el amor de dios ¿Qué hace un tubo en medio de la sala?
Un suspiro cansado se escuchó al otro lado de la mesa antes de que el delgado cuerpo de mi compañero saltara con elegancia poniéndose de pie aun dándome la espalda.
— Se supone que llegarías más tarde, no sé qué fallo en mis cálculos. —decía más para sí mismo que para mí.
—Te fallo el que Sara me diera el permiso de salir temprano de la consulta—dije repentinamente cansado. —Sherlock, no sé qué estarás planeando pero te recuerdo que la última reparación que le hicimos al piso aun no hemos terminado de pagarla, porque señor reina del drama no quiso pedirle a su hermano el dinero que se necesitaba.
—No le pediré a Fatcroft nada—contesto molesto e insultado, arrugando su rostro adulto en un puchero de niño al que no le gusta lo que come en casa de sus padres.
—Ese no es el tema. —mi risa escapo involuntaria de entre mis labios, quitando por completo el hecho de que estaba enojado—Oh Sherly ¿Pero qué has hecho?
El tratar de distraerme con otro argumento su cerebro no registro el momento en que se suponía tenía que seguir escondido, mostrándome al detective con lo que parecía una bata de seda en color negro que dejaba la mitad de su pecho descubierto revelando unas tiras de cuero altamente contrastantes con su piel de mármol.
Al darse cuenta de su pequeño error jalo los bordes de la bata tratando en vano ocultar lo que en mi cabeza todo encajaba, sus bellas y suaves mejillas se sonrojaron violentamente, sus dedos se retorcieron en la bata arruinando la textura fina de esta y sus ojos encontraron digno de estudio la vela apagada en medio de la mesa, limpia y dispuesta a cualquier cosa.
1, 2, 3.
—Sherlock.
4, 5, 6.
—Quería hacer algo diferente—su rostro muestra una infrecuente mescla de inocencia, ternura y arrepentimiento—Pero te estas burlando.
—Soy un idiota Sherlock.
—Ese punto había quedado claro desde hace tiempo atrás, John, ¿Por qué te empeñas a recalcar lo obvio?
—Muéstrame.
—No sé a qué te refieres.
—Sherlock, reconozco que lo que planee para pasar el día, juntos, no fue exactamente un tubo en medio de la sala de estar o un traje especial, solo digo que me siento idiota por pensar en algo que nos tendría separados por horas en vez de lo contrario.
— ¿Qué es?—pregunto curioso, observando la hielera extra grande que compre especialmente para este día.
—Nha nha, primero tú—no quería pasar lo que fuera que tuviese planeado.
— Olvídalo, puedo vivir sin saber exactamente qué es lo que cargas—su rostro arrugo el entrecejo, bufando enfadado por la deducción—órganos, demasiado obvio John.
Estaba por abandonar la cocina hacia nuestra habitación cuando mis reflejos de soldado se lo impidieron, tomándolo por el codo sin dañarlo.
— ¿De verdad crees que es así de sencillo? —Me acerque a su oído lo suficiente para que mis labios rozaran levemente su lóbulo—Recuerda que soy médico y que mis camaradas no solo se limitan a los tratantes de raza humana. Soy militar y estuve en tres continentes, calcule detective a cuantos rincones de esta tierra puedo llegar para conseguir lo que mi necesitado amante desea.
Mi lengua no se resistió a recorrer la hélix desde la fosa escafoidea hasta el lóbulo, dejándome deseoso de más de aquella deliciosa esencia y a él con un ligero escalofrió.
—John…
Mi nombre estaba impregnado de deseo, devoción y algo más que mi mente no logro distinguir, pues estaba sumergida en el profundo océano estrellado de sus ojos.
— Olvídalo Sherlock, primero las damas.
Su reacción fue instantánea, separo su cuerpo del mío con una rapidez que casi me duele, casi, puesto que lo vi determinado a continuar con su plan.
— John, el que sea pasivo en la relación no significa que me conviertas en una dama. Aunque no será por mucho tiempo. —su sonrisa me erizo los vellos de la nuca.
—Eso está por verse. —dios como amaba a este chiflado.
