No poseo Full Metal Alchemist en ninguno de sus formatos. Me gusta el Roai, y el Edwin, pero bueno, esta es como mi pareja de la perdición.


Ed no sabe cuando empezó a tener ese trato con Mustang. Tal vez empezó porque necesitaba sentirse mayor. Edward renunciaría a su niñez si eso garantizaba el bienestar de Alphonce. Eso hacen los hermanos mayores.

Tal vez eso lo empujó la primera noche con Roy.

Pero las muchas que le sigueron. ¿qué las empujó?

De noche, enredado entre las sábanas del coronel, tenía una vista perfecta a la luna.

La luna simboliza a la mujer, a lo femenino. Seguramente, los estaría mirando como cotilla. Tal vez esa era la razón detras de que siempre que hacía el amor con Mustang la luna llena los iluminaba.

Roy se removió un poco, sus brazos volvieron a apretarlo fuerte contra él. Ed, súbitamente, se le ocurrió preguntarle una duda que siempre se le escapaba en el momento.

-¿Estás despierto?- murmuró bajito. El Alquimista del Fuego abrió un poco los ojos, sin saber, aparentemente, distinguir entre la realidad y el sueño.

-ahora sí.- respondió, su boca pegada al cuello del chico.

-oye, siempre se me olvida. ¿no te da frío?- ante estó, el chico mayor sí que le miró a la cara, desconcertado.

-explica.

-Siempre me abrazas. ¿no te da frío el automail?

Roy, casi por instinto, alargó un poco más la cabeza. Sin notarlo (ya no prestaba atención a cómo abrazar al rubio) su brazo cubría el derecho de su compañero. El brazo de acero que recibía la poca luz de la luna que le llegaba y se la devolvía.

Su pierna cruzaba la cintura del chico, gran parte reposando en la parte metalica de la pierna de Ed.

Roy se lo pensó. No le mentía a la luz de la luna. Ella, que se había convertido en su cómplice, a quien le contaba todo lo relacionado con sus amores. Su consejera, que los acompañó desde la primera noche, Ella que parecía velar por ellos.

-Al principio. Siempre está helado al principio.- Roy tenía una extraordinaria resistencia al calor (no era de otra con su especialidad) pero, por el contrario, cuando para una persona normal estaba fresco, el se estaba congelando. O por ahí.

-Pero.- Se incorporó sobre el codo, con la otra mano tomó el brazo automail de Full Metal y lo dobló con cuidado sobre su pecho. El Alquimsta de Acero se sorprendió un poco. Donde esperaba sentir el metal helado, descubrió que estaba tibio. Más en las partes que sostuvieron el brazo del Coronel.- Luego de todo, se vuelve cálido.

Los ojos de oro se volvieron a mirar fijamente el rostro del mayor. El chico de ojos rasgados tenía una intensa mirada, una mirada de amor. Amor más hayá de la lujuria pasajera que les brindaba el manto de la noche, regído por la luna llena.

Roy lo atrajo de nuevo, sin preocuparle mucho el pequeño quejido de dolor que hizo el chico. Después de todo, era el mismo niño que había enfrentado al homúnculo autodenomidado Padre, con su respectiva paliza. Escondió el rostro en los cabellos de oro, que a su pareja, en algún momento de la noche, liberó de su trenza.

Y la Luna tuvo una hermosa vista de una pareja, uno de ojos negros y el otro de ojos dorados, que compartían un momento de silencio, de admiración mutua, y que luego de eso se durmieron, no sin que antes la miraran.

Edward Elric le sonrió con cansancio, mientras por fín se decidía a dormir.

La luna definitivamente los miraba.