Disclaimer: Ichigo y compañía son propiedad de Tite Kubo.
Isshin Kurosaki aporta a este Fic: "Espero que este fic sea una inyección de glucosa directa al corazón. Aunque tratándose de mi estúpido hijo y Rukia-chan… no es muy probable. ¡Oh my, mi corazoncito sufre por estos dos! ¿Por qué Ichigo no es más caliente? Debería aprender de su adorado padre y usar las poses que le enseñe: la de la luna, la del bambú, la del…"
Capítulo uno
"Noticias"
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Una verdadera princesa no espera que el príncipe mate al dragón;
ella misma doma a la bestia y la convierte en su adorable corcel.
Extraído del libro imaginario: «La princesa subversiva»
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No podía creer lo que leían sus ojos; sentada al frente de su mejor amiga, Rangiku, no daba crédito a la noticia que contenía la carta. El papel junto a la invitación se le cayó luego de leer en una misma oración "boda" y "Kurosaki".
Esa mañana, al salir de su departamento y bajar por el ascensor al garaje de su edificio, se sorprendió gratamente al encontrar en su buzón, entre las diferentes misivas, una carta proveniente de Karakura. Ya llevaba más de medio año sin poder ir por allá.
Ser una de las más brillantes editoras en la editorial "Sakura", la tenía cien por ciento absorbida. Era un trabajo arduo que no respetaba horarios y donde no existían vacaciones, eso sí, era bien remunerada; gracias a eso había podido comprarse el departamento y le faltaba poco para el auto que quería. Con este trabajo tenía el placer de poder leer, antes que nadie, las ediciones quincenales de las revistas que salían. Dado que su empresa publicaba tanto revistas como mangas, era la primera en leer sus ediciones favoritas.
Pero, volviendo a tierra y su problemita, no se podía creer que el pendejo de su ex futuro esposo se fuera a casar con otra.
¿Quién sería la novia? Estaba segura de que no había visto a nadie cerca de Ichigo en la última reunión de hace medio año. ¿Cómo podía el idiota olvidarse así de ella? ¿No recordaba la promesa que se hicieron cuando niños? Está bien que la hicieran cuando eran pequeños, pero ¡una chica no olvidaba nunca! Además, entre ellos siempre había habido ese algo.
En esos diálogos internos andaba Rukia; logrando que la furia se encendiera cada vez más en ella, apretando los puños y soltando un "Ichigo, maldito infeliz" en voz alta sin ser consciente de ello.
Rangiku que se encontraba leyendo la carta caída de su amiga, después de terminarla, la guardó en su bolso y observó detenidamente a la morena. Luego de escucharla maldecir decidió preguntar haciéndose la desentendida.
—¿Qué pasa, Rukia?
—Ese infeliz… Ese marrano… —la Kuchiki no podía ni terminar una frase. Si tuviera al desgraciado frente a ella le retorcería el cuello.
—¿Ese… ?
—Ese mentiroso… Ese careculo… ¡Se va a casar con otra! —exclamó llena de furia.
—¡Pero qué mal nacido! —se unió a la causa Matsumoto.
—¡Exacto! —exclamó— No puedo creer que se olvidara la promesa que hicimos.
—¿Qué promesa? —esto no se lo había contado su amiga, tenía que enterarse.
—Que cuando creciéramos lo suficiente, nos casaríamos.
—Pero Rukia… tú no has crecido tanto, mujer —dijo la rubia intentando suavizar el ambiente.
—No estoy para bromas ahora —respondió la Kuchiki—. Algo tengo que hacer —lo pensó unos minutos, hasta que su cara adopto una expresión angustiada —. Aunque si lo pienso bien… él ya eligió —terminó Rukia, sentándose en el sillón de su oficina totalmente desanimada.
—Claro, él ya eligió; así que… ¿para qué molestarse en hacer algo, no? —preguntó Rangiku mirando atentamente a la morena.
—Sí.
—No es como si pudieras hacer algo —siguió hablando—, sólo te toca dejarlo ser feliz con quien sea.
—Sí.
—Se casará y se irá de luna de miel dónde procreará un montón de Kurosaki, mientras tú deberás estar aquí resignada.
—Sí —respondió bajito.
—Después nacerán sus hijos y crecerán —continuó martirizando la rubia—, claro que tú estarás aquí trabajando y viviendo con un gato, que adoptarás para no sentirte sola.
—S sí.
—Pasarán treinta años y él tendrá nietos —tenía que hacer reaccionar a su amiga de alguna forma, y por el brillo de sus ojos ya faltaba poco—. Tu gato ya estará muerto y criarás a su progenie, porque Kyru-chan —tu gato—, sí pudo encontrar pareja.
—Hm…
—Él vivirá feliz su vejez con su esposa y nietos, en una casa blanca enorme y llena de flores junto al lago —porque todo cuento de hadas feliz tiene un lago—. Tú vivirás tus últimos años con treinta gatos, nietos de tu gato muerto Kyru-chan —que sí pudo tener familia—, hasta que caigas muerta por un resbalón con una cascara de plátano, pasarán semanas y tus gatos se comerán tu hígado —no es que les caigas mal, sólo tenían hambre— y nadie se enterará hasta semanas después porque te has vuelto solitaria y amargada por culpa de…
—¡El imbécil de Kurosaki! —gritó Rukia levantándose de su asiento.
—¡Exacto! —chilló también Matsumoto, feliz de que su amiga al fin reaccionara— Así que… ¿qué harás?
—Veni, vidi, vici.
—¿Qué? —preguntó descolocada.
—Fui, vi y vencí —al ver la expresión interrogante de la rubia, Rukia aclaró—. Es una frase de Julio César, historia romana —y Rangiku siguió en blanco—. Ir a patearle el culo a Kurosaki hasta que caiga rendido y entienda con quien debe casarse.
—Ahora sí, a por él, Rukia.
—¡A por el infeliz!
Las dos amigas se miraron sonrientes, el espíritu de Rukia estaba encendido, las llamas fulgurantes se sentían en el ambiente.
—Además, tienes ventaja —había que seguir dándole ánimos a su amiga—, a ti te hizo primero la promesa… ¿cuándo fue?
—Hace diecinueve años, cuando teníamos cuatro —respondió la morena.
Silencio por parte de la rubia.
—¿Acaso es mucho tiempo? —preguntó resentida Rukia.
—¡A por él, Rukia! —prefirió chillar Matsumoto.
—¡A por él!
El grito de guerra ya estaba dado, ahora sólo quedaba empezar la batalla. Aunque antes había que pedir vacaciones, preparar sus maletas, encargar el departamento, separar boleto en un avión, etc... Pero en general: "Que se preparara Ichigo, porque no sabía lo que se le venía".
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Karakura era una pequeña ciudad dónde la mayoría se conocían desde pequeños, por ende, el chismorreo de la boda en la casa Kurosaki había corrido como reguero de pólvora; y ni que decir de la noticia de que el futuro casado sería uno de los retoños por el que la mayor parte del vecindario juraba que no se casaría nunca.
La frase más usada era: "¡no se casará aunque el infierno se llene de cubitos helados de colores!" Pero ahí estaba la noticia, dando como pensamiento generalizado que el mundo daba vueltas, la rueda giraba y giraba, el perro perseguía su cola… en un ciclo interminable sin fin, o podría ser que el retoño contrajera una epidemia por sustancias radiactivas vertidas en la ciudad de la que no se habían enterado. En fin…
En la casa de Ichigo Kurosaki todo era ruido y actividad interminable. Desde la mañana hasta muy entrada la noche se vivía todo el ajetreo por la boda, los preparativos se habían acelerado porque sólo faltaban cuatro días para las nupcias, y como en toda boda, faltaban mil cosas por hacerse.
Suerte tenía él de haberse enfermado hace unos días de la gripe o si no tendría que haber estado ayudando en el PUPU, abreviatura creada por su adorado padre (sarcasmo puro) para "prácticas útiles pre unión"… Era un asco su casita. Pero toda buena suerte tenía que acabarse y el fin le llegó esa mañana, específicamente, durante la hora de levantarse.
—¡Arriba hijo perezoso! —exclamó Isshin Kurosaki, azotando la puerta de la habitación de su hijo y salvándose por un pelo de que le rebotara en la cara.
—¿Qué diablos… ? —Ichigo abrió un ojo y decidió que no haría caso al viejo lunático, así que dio la espalda al espectáculo y se arrebujó más en su mantita—. Sigo enfermo… ¡Largo de aquí!
—He dicho arriba, pequeño gamberro —papá Kurosaki se acercó al enfermo y le quitó a la fuerza la mantita—. Tienes que estar presentable porque debes ir a encargar las flores para la boda —como Ichigo iba a negarse, lo atajó—. Antes que digas algo, todos los demás están ocupados. Y por tener los mocos colgando no morirás.
—Está bien —no había caso en negarse.
—Cambia esa cara de amargado, debes disfrutar de los preparativos. ¡Ah! No te he dicho la buena nueva, Rukia-chan acaba de llamar hace cinco minutos para confirmar que vendrá, esta entusiasmadísima.
—Porque la enana no sabe aún lo que le espera una vez llegue. Caerá en una trampa como yo, pidiendo permiso en su trabajo por la boda y viniendo aquí para aprovechar el supuesto descanso; terminará trabajando en los preparativos apresurados.
—Di lo que quieras, pero no me engañarás, hijo estúpido —dijo Isshin señalando con el dedo a su retoño—. Ese sonrojo en tus mejillas es por Rukia-chan.
—Tengo fiebre.
—Y esos ojos brillantes son también por mi tercera hija.
—Fiebre y dolor de cabeza.
—Has de estar imaginándote que por los preparativos de la boda de tu hermana no los vigilaré… ¡Ja! Los observaré como un halcón —expuso seriamente Isshin, para acto seguido cambiar a una expresión depravada—. Pero si prometes tener un carácter amable durante estos días, te dejaré hacer lo que quieras con Rukia-chan… ¡Hasta les prestaré el último Kamasutra ilustrado! Te recomiendo la pose número…
—¡Largo! ¡Viejo pervertido! —explotó Ichigo, echando de una patada a su padre.
Una vez ya levantado, no le vio el caso a no ir a encargar las dichosas flores; al fin y al cabo eran para la boda de su hermana. Aún seguía algo lelo por la noticia y se imaginaba que Rukia estaría igual, vaya sorpresa se habría llevado la enana.
Ahora que lo pensaba, no se habían comunicado desde hace casi seis meses, mala cosa que sus trabajos estuvieran en dos ciudades tan alejadas entre ellas y de Karakura. La boda les daría una buena chance de ponerse al día de lo que había pasado todo este tiempo y sobre todo, de que él dejara de una vez claras las cosas en su relación. Desde hace unos años sentía que estaban estancados en el más que amigos, menos que nov… nov… ios.
¡Ay mierda! Se ponía nervioso de sólo pensar en esas cursilerías, pero no había más opción que aclararlo todo de una buena vez y empezar una relación seria. A lo máximo que habían llegado era a besos, y eso fue cuando estaban en la escuela, después hubo algunos otros cuando eran mayores pero al parecer la jodida enana no se lo había tomado en serio porque se fue como si nada hace tres años y él hizo lo mismo un tiempo después.
El punto era que había llegado la hora de poner las cartas sobre la mesa y si se daba, que empezarán una relación de gente adulta. Que se establecieran y llegarán a hacer… hacer… ¿hacer qué?
Suponía que lo que la gente adulta y seria hacía… ellos hacían cosas… como… ¡Fuera, sucia imaginación! Su pervertido padre tenía la culpa de que pensara en eso. Argh, mejor se calmaba respirando profundamente y se olvidaba de todo hasta que llegara Rukia. Y eso era hasta esa noche o la mañana siguiente… ¡Joder!
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—¿Estás llevando todo, Rukia? —consultó Matsumoto.
—Seguro, pero si no, ya me lo enviarás —respondió la Kuchiki—. De verdad, Rangiku, gracias por todo. Eres la mejor amiga que una puede tener.
—No te preocupes, ya me devolverás el favor algún día —dijo sonriente la rubia—. Ahora, vuela como un halcón, extendiendo tus alas majestuosamente hasta divisar a tu presa, una vez divisada, afila tus garras y baja en picada para arrancarle…
—Los ojos —interrumpió Rukia.
—¡No! —¿qué pasa contigo?— El corazón, eso tienes que arrancarle.
—Bien, me voy antes que empieces con más analogías —la morena le dio un abrazo fuerte a su amiga—. Lo dejo todo en tus manos, cuídate —y empezó a alejarse rumbo a la sección de embarque.
—Ya sabes, Rukia —gritó escandalosamente su última recomendación Rangiku—: batea duro, dale un home run directo al corazón.
La gente miró divertida a la rubia, mientras Rukia aceleraba para desaparecer. Esa amiga suya nunca cambiaría.
Matsumoto observó a la morena hasta que desapareció de su vista. Esperaba que Rukia no se diera cuenta del error de quién era el que se casaba hasta muy tarde. Por lo menos, hasta que hiciera algún movimiento hacia Kurosaki. Ya era hora de que esos dos llegaran a algo.
Ojala que su compinche en Karakura actuara prudentemente.
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Continuará...
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Nota mía:
Y aquí voy con una historia más larga, aunque tendrá pocos capítulos. Lo escribí hace unas semanas pero por falta de tiempo recién lo subo; saque inspiración de la película "La boda de mi mejor amigo", peli que me divierte a pesar de ser viejita, no he visto otra donde retraten a "la mala del cuento" tan bien y en especial que ella sea la protagonista. Siempre quise un final feliz para la Roberts y aquí me desquitaré ;)
Me he divertido como loca escribiendo este primer capítulo, espero que les agrade. El segundo capítulo ya está en proceso, así como las actualizaciones de los otros fics. Por cierto, la frase del libro "La princesa subversiva" es otra de mis locuras, así que esperen leer cualquier cosa por ahí :)
En fin, es obvio que Rukia e Ichigo están ya flechaditos en este Fic, pero la cosa esta en que salga de sus bocazas las palabras (cursileras chocolatosas) mágicas, ¿lo lograrán? Sólo Aizen y sus súper poderes lo saben.
Nos leemos.
