Entre dulces
Disclamer: Hetalia no me pertenece.
Un nuevo amigo
(Caramelo)
Sealand estaba afuera del pasillo adjunto a la sala de juntas rumiando maldiciones contra Inglaterra y su ofuscación a largo plazo ¿Acaso le había cogido manía? ¿Qué no veía que ya era lo bastante grande para estar presente en las juntas de los adultos? ¡Ya tenia la apariencia de un adolescente de diecisiete años por Dios! ¿Por qué Arthur lo seguía tratando como si fuese un pequeñajo de doce años, caprichoso e infantil? Eso no era justo, pensó el todavía principado, él había crecido, madurado, había dejado de quejarse con Raivis por teléfono hacia años e incluso había dejado de jugar con la PlayStation y los power rangers ¡había dejado de lado a los power rangers por ese idiota adicto al té! ¿Y todo para que? ¿Para que Arthur lo menospreciara? ¿Para que lo sacara a rastras de las juntas avergonzándolo frente a sus futuros colegas?
Estaba claro que a los ojos de Inglaterra todo su esfuerzo y sacrificio no había valido absolutamente nada, todas las travesuras que se había perdido al lado de Seborga y de Wy, todos los videojuegos que no había jugado en la consola, todos los parques de diversiones a los que no había ido con Tino y Berwald con motivo de su cumpleaños, las caricaturas que no había visto por el televisor los domingos, las cartas a Santa Claus que no había escrito en vísperas de navidad –a Finlandia le dolió mucho enterarse de que había perdido su fe en Santa Claus–, ¡hasta había perdido su oportunidad de darle su primer beso a Seylleches cuando Wy les propuso a Islandia, Seborga, Liechtenstein, Letonia y a él jugar a la botella! Y Seylleches había terminado besando a Cassiano ¡A Cassiano! Eso lo tuvo de mala leche por más de un mes con respecto a su amistad con el itálico pero ¿a quien le importo eso? A Arthur no de seguro, a él le importaba muy poco lo que le pasara, podía morirse mañana y el estirado cejón con complejo de rebelde reprimido de seguro no iría a su funeral
–Estúpido Inglaterra –mascullo por lo bajo Peter– estúpido, estúpido, estúpido Arthur, como quisiera ser una nación de una vez para irle a patear el orgullo –agrego en voz alta
–Estoy completamente de acuerdo con esa idea –dijo una voz a sus espaldas
Peter dio un pequeño bote asustado ¿alguien lo había escuchado? El muchacho rezo porque no hubiera sido Francia porque el gabacho además de irle con el cuento a Arthur trataría de propasarse con él y ya estaba cansado de apostárselas con Soledad* persiguiéndolo por todo el edificio además de que Tino había amenazado con quitarle el ordenador si lo pillaba torturando al galo que apestaba a perfume caro dentro del armario de limpieza con un atizador que estuviera demasiado cerca de la torre Eiffel o del arco del triunfo otra vez pero ¿Quién mandaba al Casanova de cuarta ese a meterle mano debajo de la ropa? Eso no era nada decente por Dios, cuando el principado se dio la vuelta para mirar a su inesperado acompañante dejo escapar un suspiro de alivio. Se trataba de España.
–Ah buenas tardes señor España –dijo el muchacho cortésmente– ¿Qué hace aquí? La junta no debía de haber terminado hasta hace una hora –agrego mirando el reloj que colgaba de la pared
–Me aburría y me escapado por un refresco –dijo el ibérico sonriendo– es increíble cuanto tiempo de una reunión pueden desperdiciar Francis y Arthur peleando –agrego haciendo sonreír al chico
–Creo que deberían meterlos en el libro de los Records mundiales por la pelea mas larga del mundo –comento el muchacho
–Puede ser –coincidió el ibérico ampliando su sonrisa– y tú ¿Qué haces aquí chaval? Deberías estar ahí adentro, ya casi eres una nación ¿no?
–Dígaselo a Arthur –replico sombrío el principado– por mas que me esfuerzo sigue viéndome como un niño pequeño –agrego con tristeza en la voz
–Ese cabrón está mas ciego que un topo –dijo el español– el muy presumido piensa que es intocable después de que venció a mi Armada* y me tuvo encerrado en un jodido calabozo, alguien debería de bajarle los humos y tú eres perfecto para el trabajo chaval –agrego poniéndole una mano en hombro al chico en señal de apoyo
– ¿En verdad lo cree? –dijo Peter aún melancólico
– ¡Claro! –exclamo el castaño– y estaré encantado de ayudarte a poner al estirado ese en su lugar –añadió alegremente
–Gracias señor España –murmuro Peter feliz de que alguien confiara en él
–De nada chaval –musito el latino– y toma –agrego dándole un pequeño envoltorio– no querrás que ese presumido te vea deprimido por ahí ¿o si?
–Gracias –dijo Peter aceptado el fardo– por todo –añadió por lo bajo
–Debo irme chaval antes de que Alemania se ponga como energúmeno– murmuro Antonio– no sé como Ita-chan lo soporta –comento riendo antes de perderse por el pasillo
Cuando se quedo solo, Peter abrió la pequeña cajita que el latino le había dado y miro en su interior: Caramelos y una nota que decía:
Peter:
Note que estabas bastante triste la última vez que ese gilipollas de Arthur te saco a rastras de la reunión, espero que esto te alegre, ojalá no me consideres demasiado tradicional y atrevido por darte caramelos cuando es obvio que ya estás muy grande para comerlos y por que apenas nos conocemos –yo te he notado mucho últimamente, no sé tú– no dejes que lo que diga ese pelma te afecte y si necesitas ayuda para patearle el culo aquí estoy yo peque para echarte un cable.
España
Peter sonrió, ¡vaya coincidencia! una de las cosas que había dejado de hacer por impresionar a Arthur era comer dulces y vaya que si le había costado fuerza de voluntad hacerlo pues le encantaban y al parecer si había servido de algo, no con la persona que deseaba pero al menos había ganado un amigo.
¡Hola gente! Sé que debería comenzar a escribir el próximo capitulo de ´Dándote largas´ pero no me pude resistir a hacer este pequeño experimento para ponerle otro compañero a España y de paso realizar mi tercera tabla para musa hetaliana, disculpen las molestias que esto pueda causar y si les gusta este proyecto –o les desagrada, lo que sea que opinen– hágamelo saber a través de un comentario
Atte.
Naru
