Autor: Es un historia nueva, que pensé desde hace mucho tiempo y espero disfruten, como lo hago yo escribiendo.

Todos los personajes de canon de las sagas pertenecen a J.K. Rowling y Rick Riordan, excepto los originales que son de mi autoría.

CAPÍTULO I – Tras las celdas

Damian se encontraba en su celda, sentado en una de las esquinas de un obscuro, frío y húmedo recinto cuando escucho como las bisagras de la puerta con rumbo al interior del castillo se movían y rechinaban por la falta de aceite al otro lado del pasillo. Se levantó con lentitud y un poco de dificultad, ya que seguía adolorido de los castigos proporcionados en el transcurso del día por la manera en que incitaba a los demás prisioneros a pelearse el uno con los otros y así poder tener alguna oportunidad de escape aunque sabía que era imposible, sin embargo se divertía haciéndolo. Su prisión estaba diseñada para personas con habilidades más allá de las normales y estaba equipada para bloquear cualquier tipo de poderes.

Llevo su cabeza entre los barrotes de su celda para poder observar mejor de que se trataba, era muy extraño lo que sucedía ya que en el lugar se manejaban horarios más o menos específicos pero que eran muy respetados, además que los guardias preferían descansar y dejar los abusos por la mañana.

El era un chico alto que media más del uno ochenta, con el cabello castaño tan obscuro que parecía negro y más con la penumbra que acompañaba el lugar. Tenía su cabello un poco más largo que la altura de sus hombros y su bello facial algo crecido por todos los días sin rasurar, en aquel lugar no se tenía un buen cuidado de la higiene; por lo mismo muchos de sus prisioneros después de sus castigos morían por las infecciones en sus heridas. Poseía la tez blanca con algunas pocas pecas en las mejillas y sobre su nariz, sus ojos eran de un azul tan claro que podían pasar por un color gris bastante tenue, era de una contextura delgada por la falta de comida aunque todavía se podían apreciar algunos músculos por su entrenamiento en el pasado. Vestía unos pantalones negros con algunos agujeros así como una camisa de color gris, que originalmente debía ser blanca, y unos zapatos gastados.

Escucho varios gritos de jóvenes conforme se iban acercando a la puerta, y como estos luchaban contra sus captores para no ser encerrados. En sus labios apareció una leve sonrisa de diversión y resignación, sea quienes fuesen esos chicos el sabía que estaban condenados a una vida dura, sin privilegios y de cualquier clase de torturas, en la cual solo los fuertes sobrevivían. Vio las sombras en la entrada y como estas seguían mostrando signos de luchas en conjunción con más gritos, reconoció varios gritos de mujeres jóvenes y un par de chicos que solo tendrían un par de años menos que él.

Miró como los guardias empujaban a los primeros en cruzar, haciendo que cayeran al duro suelo de piedra provocando más quejidos y heridas de los que antes contaban. Se quedo mirando y en silencio, no quería un nuevo castigo por algunos días, sentía como involuntariamente sus manos se aferraban más fuerte a los barrotes ocasionando que sus nudillos se tornaran blancos y mordía sus labios para no soltar algún improperio. Pudo observar una cabellera roja de una joven de no más de 17 años, así como, el de un chico de cabello negro azabache, este último estando inconsciente y la joven tratando de reanimarlo moviendo su hombro un poco. Antes de que pudiera decir alguna palabra fue arrastrada a una de las celdas junto con otra joven de cabellos castaños y un niño de no más 15 años con apariencia asiática a una de las celdas, que parecían muy asustados para hablar o moverse, tal vez solo fuera la resignación.

- ¡No le hagan daño! – grito la joven pelirroja al ver que agarraban al joven inconsciente y era arrastrado hasta la celda de Damián, el cual se aparto y dejo que lo introdujeran sin mucho cuidado; seguido de el ingresaron a una niña de cabellos negros con ojos grises, que no podía tener más de siete años, llenos de lagrimas abrazada de un muñeco de peluche la cuál pedía la ayuda de su madre. Damian se aguanto las ganas de agarrar uno de esos guardias y mandarlo a dormir eternamente al ver como trataban aquella niña y al chico que no parecía ser un gran peligro, pero se contuvo, sabía que le pasaría si hacía eso y una voz dentro de su cabeza le decía que fuera paciente y ayudara aquellos chicos.

Damian arrastro al chico a lo que podía considerarse una cama, era una cobija de lo más raída en el suelo, donde lo acomodo lo mejor que pudo y le colocó un paño mojado con lo que le correspondía para beber en su frente ya que tenía un corte donde comenzaba el cuero cabelludo pero no era algo grave. Después fue hasta donde estaba la niña, la observo por un momento para verificar que no la hubieran dañado, ella volteo a verlo pero sin saber muy bien que decir se dio la media vuelta y volvió acercarse hasta los barrotes para observar como metían a un joven de cabello rubio platinado a la celda contigua a la de él junto a otro joven con el pelo negro. Los últimos en ser puestos en su celda fueron una chica con cabello rubio más obscuro que el del chico anterior y un chico de cabello castaño en la celda frente a la que le correspondía a Damián.

- Ya no puedes quejarte de la compañía- dijo uno de los guardias acercándose a ala celda de Damian con diversión.

El chico solo sonrío con ironía –Si me hubieras colocado a la rubia no me quejaría – dijo Damian mordazmente, lo que tubo como consecuencia un golpe a su ser con el bastón que tenía el guardia, lo que hizo doblarse de dolor aunque no dejo salir ningún quejido y solo lo miro con odio hasta que se retiro junto con los otros guardias.

Tuvo que respirar un par de veces para recuperar su aliento y enderezarse. Justo a tiempo para escuchar como la chica pelirroja empezaba a llamar con la voz gangosa por llorar a alguien de la celda de enfrente a ella. –Scorpius, ¿Estas bien?- dijo y se pego a todo lo que podía a los barrotes dejando ver que poseía la tez un poco bronceada.

Al ser separadas las celdas de los lados por una pared de piedra, Damian no pudo observar quien era el que le respondía solo que este tenía la voz más calmada –Estoy bien Rose, el que se llevo la peor parte fue Albus- termino de decir cuando Rose volteo a ver a Damián y lo miro severamente como tratando de penetrar a su mente si fuera posible, pero al final sus ojos de preocupación volvieron -¿Cómo esta?- le pregunto la joven.

Damian volteo a ver al tal Albus y miró como empezaba a reaccionar –Dale unos minutos y te responderá por el mismo, aunque no envidiare su dolor de cabeza- dijo el joven tranquilo.

En el momento que terminaba de responder escucho como alguien se dirigía a la niña en la celda contigua -¿Sophie, Lian están bien?- en un tono más sereno pero preocupado.

La niña que estaba en el celda de Damian alzó la mirada y froto un par de veces sus ojos para calmar el llanto, el chico la observo con algo de curiosidad, ya que se veía indefensa pero sus ojos grises le hacían tener recuerdos de alguien, pero al no poder concretar de a quién dejo el asunto por la paz.

Quiero irme a casa con mamá y papá- contesto la niña entre sollozos, y el chico con rasgos asiáticos se mostraba un poco más entero aunque en su mirada denotaba mucha tristeza –estoy bien- dijo con más calma que la niña.

Damian pudo observar que en el antebrazo del asiático llevaba un tatuaje correspondiente al campamento romano, o al menos eso recordaba de su estudio para sus misiones además de las explicaciones de una compañera de celda que tuvo en sus primeros meses de encierro que por cierto también era pelirroja aunque a ella por una extraña razón la habían liberado.

-Patrick, ¿quienes son los que nos atraparon o porque?- dijo la chica de cabello rubio que estaba enfrente de la celda de Damián.

No lo sé, no pude ubicar nada además que no nos atacaron los enemigos habituales- contesto la misma voz, con resignación, que le había hablado a Sophie y a Lian.

Quiero irme a casa- volvió a decir Sophie entre sollozos más fuertes.

Damián volteo a verla y se agacho para estar a su altura, un sentimiento de protección hacía ella le invadió al verla tan frágil, le recordaba mucho cuando llego al castillo la que sería su "prometida", que termino siendo más su hermana que otra cosa.

Iras a ella pero por el momento no es posible- dijo lo más tranquilo que pudo y le dio una leve palmada en el hombro.

En ese momento Albus se levanto un poco desorientado al principio aunque no tardo mucho en darse cuenta cual era su situación al ver a los lados y las rejas que lo tenían en cautiverio y se acercó rápidamente a las mismas donde suspiro aliviado de ver a Rose y que esta solo le asintiera. Esa interacción de miradas le pareció rara a Damian pero no hizo algún comentario.

Damian se giro hacía los demás que lo veían con interés sobre todo la chica pelirroja y condujo a Sophie cerca de las rejas también donde la luz de las antorchas en los postes alumbraba el lugar y daban algo de calor.

Duérmanse o inténtelo, mañana podrán saber todo lo que deseen saber y tratare de explicarles como funciona esto- dijo el chico sin derecho a replica y llevo a la niña ala "cama" donde le entrego las pocas mantas que había de más y las puso sobre sus hombros, el se sentó a su lado, Sophie lo abrazó casi al instante y continuo sollozando hasta que cayó agotada. Los nuevos prisioneros siguieron su ejemplo, el cayó rendido.

Rose se quedo en vela preguntándose de donde le parecía conocido ese joven.