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Estoy sentada junto al fuego y lo miro atenta, vigilante, con la intensidad con la que solo se puede mirar un objetivo a través de un arma. Solo puedo fijarme en como consume lenta e inexorablemente todo lo que toca; "Katniss, la chica en llamas"; Seré como el fuego.
No logro imaginar, cómo podría haber cambiado los acontecimientos, que hubiera evitado llegar al punto en el que me encuentro, y peor a aun, al punto en el que he puesto a los demás. Aunque hace frio el fuego comienza a calentar. No sé cuánto tiempo he estado contemplando el fuego, pero debe ser poco ya que la lumbre no ha terminado de prender en todas las ramas. Soy consciente que durante ese periodo me he aislado. No he estado alerta y podría estar rodeada de agentes de la paz y no ser consciente, o acercarse un aerodeslizador, o mil cosas que no podría prever. Estos momentos comienzan a ser frecuentes. Pierdo la consciencia de cuanto me rodea por un par de minutos, ahora, cuando más alerta he de estar, cuando más peligro nos rodea.
El tiempo juega en mi contra. ¿Tendrá mejores patrocinadores? Me río. No es el momento.
Llegará en cualquier momento. Me sudan las manos y no es por el fuego. Realmente comienzo a tener calor, y no, no es por el fuego. Estoy nerviosa. No sé cómo afrontarlo, nunca he tenido que hacer nada parecido. Siempre que me he enfrentado a alguien de esta manera no temía por sus sentimientos y menos por los míos.
Enfrentarme. Realmente he pensado en esa palabra. Es tan dura.
Los nervios se están apoderando de mí y así no conseguiré nada. Sé que no me escuchará, que comenzará a hablar, despotricando del capitolio, diciendo que tengo que hacer; no me entenderá, pensará que estoy loca y … no sé cómo, pero lo haré.
Me giro asustada, ¿otro momento aislada?. Pero esta vez lo que me acecha no viene a por mi vida ni a por la de mis seres amados. Es el, ha llegado, está ahí quieto mirándome. No ha tardado tanto como creía. Pensaba que tendría más tiempo para pensar, para prepararme.
En la mano lleva la comida y los guantes. Por lo menos no los ha tirado. Aunque por su mirada creo que me los quiere tirar a la cara. Veo su ira, su tristeza y la traición reflejada en sus ojos. Esta vez no es por el capitolio. Esta vez es por mí. Yo soy la traidora. He roto la alianza de estar siempre uno al lado del otro al comprometerme con Peeta.
- El presidente snow en persona amenazó con matarte.- digo de repente, sin darle tiempo.
- a alguien más..
Se acerca al fuego y seguimos con comentarios que no nos conducen a nada. Pero por lo menos la dureza de su mirada ha desaparecido, cambiándola por resignación.
Termino mi relato de los hechos acontecidos en los últimos meses, pero no parece importarle especialmente, solo escucha.
- catnip- me dice con el tono más seco que le he escuchado jamás. – qué? – respondo, con una voz casi ahogada.
- le quieres?
-¿Qué?- todo lo que le he dicho y me pregunta esto.
- que si estás enamorada- me repite en tono seco y marcando cada silaba con precisión, mientras se acerca a mí.
- Gale, tu sabes que yo nunca he querido tener nov… que yo en los juegos solo intentaba... – me levanto, camino por la habitación, respiro hondo, pienso, respiro, intento unir las palabras correctas, pero al final - ¡¿Que quieres Gale, ehhh?!, - chillo. Me acerco a él, se lo chillo en toda la cara,- Que, Gale?
He descargado toda la ira acumulada durante meses. Ira que ha surgido con cada paso que he dado en dirección opuesta a él. Ira que ha surgido al crear una relación con Peeta, y no por Peeta, sino porque cuanto más me esforzaba por hacer creer a todos lo mío con Peeta, y así salvar a todos, más se alejaba mi vida, y mi futuro de estar con Gale.
Gale.
Y ahora esto. No puedo soportar este interrogatorio. Esta tensión me oprime el corazón, respiro. Gale no puede estar haciéndome esto. El me protege, somos un equipo.
- katniss- se acerca y susurra – katniss - malo, solo me llama así cuando es serio de verdad.
- Si?- pregunto en un tono de voz ya normal, intentando mantenerme fuerte. Esto no me lo esperaba.
-Te quiero a ti !- el no grita, lo susurra con la voz quebrada y los ojos más brillantes que le he visto. – y tu, te prometes a otro. A Peeta.
No sé qué hacer, qué decir. Me alejo de él, camino, me muevo. Mi cuerpo tiene demasiado nerviosismo para no moverse. Doy vueltas por la habitación, al principio tartamudeo, las palabras quieren salir todas a la vez, Gale me mira, me sigue con la mirada.
Lo miro, he parado de caminar, solo nos miramos. No pienso en nada, simplemente lo miro a los ojos, sintiendo la profundidad de sus ojos grises, su expresión de tristeza, de traición pero también de esperanza y ternura. El tiempo parece detenerse, por un momento siento que estamos solo en el mundo mirándonos. Mi corazón recupera su ritmo. Observo su cuerpo y recuerdo su calor, su olor a plantas silvestres, tierra mojada, al sudor de la caza mezclado con el cuero de su chaqueta. Me siento segura, tranquila. Solo parece un domingo más de caza, aunque esos días no volverán. Gale y yo ya no somos los mismos. A mí los juegos me cambiaron claramente, pero a él también. Pienso en como habrá sido para él ver los juegos por la televisión, el ver como vienen a por mí, como planean matarme. Ver como beso a Peeta, y creo un romance a nuestro alrededor. Y luego los medios de comunicación. Y después, cuando consigo volver, sigo con la farsa. Gale sabrá que es mentira, que es solo teatro? No sé cuál es el problema entre nosotros. El capitolio o los celos de Gale por Peeta.?
- Catnip – me saca de mis pensamientos. - ¿tú me quieres?
- Si – no lo pienso, es verdad. Todo el mundo lo sabe. Y ahora yo también.
Gale se acerca sin decir nada más y sujeta mi cara entre sus manos. Me mira fijamente con sus profundos ojos grises. Se acerca y noto como sus labios se acercan suavemente a los míos. Mi corazón se acelera, subo mis manos para abrazarle, necesito sujetarme. El contacto con sus labios se hace necesario, es como una droga, no quiero que deje de hacerlo. Después de unos segundos trata de apartarse de mí, ¿solo ha sido un beso?, no, yo necesito más, necesito saciar la sed que siento. Algo se apodera de mi ser, yo no soy así, la pasión que me domina no la he sentido antes. Cuando Gale separa sus labios de los míos vuelve a mirarme y esta vez soy yo la que se abalanza sobre él.
Esta vez los besos son desesperados, le abrazo por el cuello y lo traigo hasta mí. El me sujeta muy fuerte por la cintura. Noto su calor, el calor de la habitación, noto la cantidad de ropa que llevo y también ya que lleva él. Es mucha, nos separa. Bajo las manos y le desabrocho la chaqueta, quiero tocarlo a él no a las cuatro capa de ropa. Mis manos están torpes, me enredo con la cremallera, pero no dejamos de besarnos. Es frenético. Por fin desabrocho su chaqueta, se la quito con su ayuda y la lanzo al lado de la chimenea. El es más rápido, también se deshace de su jersey y de su la camiseta, con sus hábiles manos desabrocha mi chaqueta en un momento. Me sobra toda la ropa. El calor se apodera de mí. Ahora soy yo la que se quita la chaqueta de lana.
Me sujeta por la cintura, ahora estamos más cerca el uno del otro. Toco su piel. Su dura piel curtida por el fío y el trabajo en la mina. Recorro su pecho con mis manos, no puedo creer que después de tantos años no sepa como es, parece que es la primera vez que lo veo, todo es nuevo. Lo miro con ojos nuevos descubriendo la pasión que nos envuelve. El recorre mi espalda con sus manos. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Noto su respiración agitada, la urgencia de sus besos, su desesperación igual que la mía.
Nos tumbamos junto a la chimenea, sobre nuestra ropa despojada con urgencia. Noto el peso de su cuerpo sobre el mío. Estoy nerviosa, necesito más que sus besos. Sus manos recorren mi cuerpo, saca la camisa de mis pantalones y desliza su mano por debajo, llaga hasta mis senos y suavemente los aprieta. Mi corazón parece salirse del pecho. Nuestras manos se aceleran. Quiero tocarlo entero, tocar toda su piel y quiero que el haga lo mismo. Desabrocha mis botones de la camisa pero ahora la torpeza se apodera de sus manos, la urgencia hace que de un tirón los arranque todos. Yo termino de quitarme la camisa. Sus besos recorren mi cuello, mi garganta bajando por mi pecho y deteniéndose en mis senos. Me quito el sujetador para dejarle total libertad sobre mi cuerpo. Mi respiración es profunda, parece salir del interior de mi cuerpo, de una parte desconocida hasta ahora. Nuestras caderas se unen en un movimiento rítmico. Mis manos se mueven por su espalda hasta colarse por debajo de sus pantalones. Es la primera vez que hago esto pero sé perfectamente lo que quiero. Desabrocho sus pantalones. El me mira fijamente, quiere asegurase de que los dos queremos lo mismo, noto que está nervioso. Noto su mirada suplicante y de deseo, sé que el también quiere, así que le beso suavemente, humedezco sus labios con mi lengua, le pongo a mil. El me besa fuerte, sabe que le he dicho que sí, que quiero que me haga suya, que mi cuerpo le pertenece y que quiero que me entregue el suyo. Para un momento se sienta y se quita las botas, los pantalones y los calzoncillos. Yo lo miro mientras lo hace, quiero verlo. Me gusta observarlo bajo la luz de la chimenea, su enorme espalda, sus brazos. Se gira y me quita las botas lentamente, todo ha sido muy rápido, pero ahora quiere saborear cada momento. Yo desabrocho mis pantalones y con su ayuda me despojo de la poca ropa que me queda. Se tumba suavemente sobre mí. Yo lo rodeo con mis piernas. Nuestros cuerpos desnudos se tocan. Nos besamos y acariciamos por todo el cuerpo. Todo comienza despacio. Muy despacio. Los escalofríos recorren mi cuerpo, me muerdo el labio, gemidos se escapan de mi garganta. El ritmo es lento y poco a poco se acelera. Gale se apoya con sus manos en el suelo y estira los brazos, ahora puedo observarlo. El sudor moja su cuerpo. Brilla bajo la luz de las llamas. Flexiona sus brazos y me besa. Su agitada respiración delata la excitación que le envuelve. Me mira, la excitación también se ha apoderado de mí, tengo la piel de gallina y mis pezones se han puesto muy duros. Es la primera vez, pero la complicidad que tenemos hace que todo sea muy fácil. El ritmo ahora es rápido. Los escalofríos encorvan mi espalda, mis gemidos se repiten y cada vez son más fuertes. Gale se mueve rápido, se tumba sobre mí, su peso me envuelve y sus gemidos susurran en mis oídos. Estamos llegando muy lejos, el clímax está cerca. Se incorpora, estira los brazos, cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás encorvando su espalda mientras no deja de moverse cada vez más rápido. Mi cuerpo palpita por completo, tiemblo, mis mejillas están rojas, sudo, toco su piel, lo aprieto, quiero más, más. Mis pies se estiran, se elevan. Y de repente llega, el escalofrío final, el más fuerte, nubla mi vista, me palpitan hasta los oídos, no puedo moverme, estiro los brazos, arqueo mi espalda y suelto el gemido final, profundo, en el va todo, la tensión y excitación. Gale ha llegado también, sus movimientos frenéticos se detienen, se tumba sobre mí apoyando su cuerpo exhausto sobre el mío y soltando su gemido final mientras se mueve un par de veces más, muy lentas.
Gale tiene la frente apoyada contra el suelo, puedo oír como respira, recuperando el aliento perdido en el esfuerzo. Se incorpora un poco. Me besa, un largo beso. Nuestros cuerpos sudorosos aún están unidos. Su peso me impide respirar con profundidad pero me da igual. Me encanta tenerlo tan cerca, es mío. Nuestros labios se separan y se deja caer a un lado.
Estamos tumbados, desnudos, sudorosos y exhaustos. Estamos solos. Tumbados boca arriba recuperándonos. Nos abrazamos, el acaricia mi pelo alborotado. Recorre mi cara con sus dedos. No decimos nada solo nos miramos. Disfrutamos de nosotros. Sus ojos me miran profundamente, la ternura se refleja en el, vuelvo a ver en él al chico que conocí hace unos años. Me tumbo sobre él para poder escuchar su corazón latir, aspiro profundamente, estoy relajada y quiero mantener todos los detalles en mi memoria. La luz exterior ha disminuido por culpa de la tormenta, el reflejo de las llamas nos ilumina dejando el resto de la casa a oscuras.
Gale cierra los ojos, su cara cambia. Ha dejado de acariciarme y su mano está apoyada en el suelo. Aunque no se mueve siento que se aleja. Gale se incorpora y abraza sus rodillas. No se gira hacia mí. Solo respira profundamente y habla.
- Katniss – yo no respondo, sabe que le oigo. - ¿te casarás con él?