Por Siempre.
Autora: Princess Lalaith
Nota Inicial: La serie de CCS le pertenece a Clamp, la película de "Por Siempre…Cenicienta" no lo sé, pero ciertamente no es a mí. No estoy ganando nada al escribir esto excepto quizás algunos consejos de los lectores y algunos fans (ya quisiera yo), así que no tiene caso que me demanden. Espero que disfruten el fic.
Prólogo.
Había una vez una hermosa mujer de cabello corto castaño y ojos brillantes. Su prima y mejor amiga se había marchado años atrás, cuando se había casado con un rey de un país lejano. Después ella había conocido a un hombre maravilloso, y se había casado con él. Tuvo una hija por las mismas fechas que su prima, una hermosa bebé de cabello negro-grisáceo, y ojos lavanda. Tres años después ésta hermosa mujer se enteró que su prima había enfermado gravemente, y logró viajar, junto con su pequeña hija, y acompañar a su querida prima en su lecho de muerte. Pero el dolor más grande fue cuando, un mes después, ella se enteró que en su sangre se encontraba la misma enfermedad que había matado a su prima; e igualmente la iba a matar a ella en un año o dos.
Dos años después una niña de cinco años, largo cabello negro-grisáceo y brillantes ojos lavanda se encontraba con un vestido negro sencillo, el último que su madre hiciera para ella; a su lado se encontraba su padre, y frente a ellos una lápida donde estaba inscrito el nombre de una querida mujer, amada esposa y adorada madre.
Cuatro años más tarde una linda niña de nueve años se encontraba sentada en un sillón, cosiendo un vestido. La puerta se abrió y entró una mujer.
-Señorita, -dijo la mujer. –Su padre ya está aquí.
-¿En serio? –preguntó la niña emocionada dejando a un lado la tela, echó a correr fuera de la habitación y por varios pasillos. Hasta que vio a un hombre alto, de cabello negro canoso y traje. -¡Papa!
-Mi pequeña. –dijo él alzando a su hija.
-Me da mucho gusto que hayas vuelto. –dijo la niña con una sonrisa.
-Yo también estoy feliz de volver. –dijo él. –Y ahora ven, que quiero presentarte a algunas personas.
La niña lo siguió hasta la entrada de la casa, donde había un carruaje esperando. Ella observó como su papá abría la puerta y luego extendía la mano para recibir una delicada mano blanca, que precedía a una hermosa mujer de cabello castaño claro, ojos marrones, con un vestido muy elegante.
-Desde que tu madre falleció he pensado que necesitas una madre. –explicó el papá. –Una mujer que sepa guiarte. Y creo que ella es la persona indicada para ese propósito. Hija mía, te presentó a la Baronesa Adelaida Mihara.
-Un placer. –dijo la niña con una pequeña reverencia.
-Que linda niña. –dijo Adelaida. –Tal y como me la describiste Daniel. Seguro se llevará muy bien con mis hijas.
Una vez dicho esto dos niñas bajaron del carruaje, la primera tenía el cabello claro acomodado con una diadema, y los ojos grises; la segunda tenía el cabello castaño rojizo en dos caireles a los lados de la cabeza, y los ojos de un marrón muy brillante; ambas llevaban vestidos elegantes.
-Un gusto señorita. –dijeron ambas a la vez con una inclinación.
-Bueno mi princesa, querida, niñas, -dijo Daniel, lo primero hacia su hija, lo segundo hacia Adelaida y lo tercero a las otras dos niñas. –Debo irme ahora, lamentablemente me necesitan en los puertos, pero prometo volver para el décimo cumpleaños de mi hija, en dos meses.
-Está bien papi. –dijo la niña dándole un beso en la mejilla.
-Adiós princesita. –dijo él besándola en la frente. –Muéstrales a la Baronesa y sus hijas como son las cosas por aquí, y hazme sentir orgulloso.
La niña asintió con una tierna sonrisa.
-Vete ya. –dijo la Baronesa abrazándolo. –Entre más pronto te vayas más pronto volverás.
Con eso el hombre subió a su caballo y fue hacia la entrada. La Baronesa y sus hijas entraron en la casa.
-Esperen. –llamó la niña. –Siempre se despide en la cerca.
La Baronesa y sus dos hijas la ignoraron y entraron en la casa.
La niña de ojos lavanda esperó a que su padre llegara a la puerta y se volteara para despedirse.
Pero en ese momento Daniel sintió un profundo dolor en el pecho y cayó al suelo.
-¡Papá! –gritó la niña corriendo hacia donde había visto caer a su padre.
La condesa Adelaida salió al escuchar el grito de la niña y la siguió hasta el caído.
-¡Daniel! –gritó la mujer moviéndose tan rápido como su vestido se lo permitía.
Sus dos hijas y toda la servidumbre salieron de la casa ante este grito.
-¡Papá! –volvió a gritar la pequeña. –No me dejes, no te vayas.
-Mi hermosa niña, mi princesita. –dijo él acariciándole el cabello. –Me ha llegado la hora de reunirme con tu madre.
De alguna manera, la niña supo que su padre pronto se marcharía para siempre, y decidió tratar de ser valiente, por su padre.
-Dale un beso a mamá de mi parte. –dijo la pequeña con lágrimas brillando en sus ojos.
-Te prometo que lo haré. Tú prométeme que serás buena con la Baronesa y tratarás bien a tus nuevas hermanas. –dijo él.
La pequeña asintió.
Daniel volteó a ver a la Baronesa, quien permanecía de pie un poco alejada.
–Adelaida, siento irme tan pronto, cuida a mi hija. –pidió él.
La Baronesa Adelaida sollozó pero no dijo nada.
-Adiós mi niña, mi Tomoyo. –dijo el papá. –Sonomi...voy contigo.
Con eso Daniel cerró los ojos para siempre.
Tomoyo permaneció inmóvil un par de segundos, hasta que se lanzó sobre el cuerpo de su padre y se echó a llorar.
-¡¡Papá!! –gritaba ella una y otra vez.
Y esa hermosa niña lloró y lloró, día tras día, durante mucho tiempo; hasta que un día finalmente secó sus lágrimas, alzó la cabeza y decidió cumplir la última promesa que le había hecho a su padre. Y los años pasaron y muchas cosas cambiaron en esa casa, pero si algo no cambió fue la propia Tomoyo que siguió siendo siempre una niña buena, trabajadora, alegre y muy hermosa.
Ésto es sólo el prólogo, espero que a todos les guste, pero como es muy corto he decidido incluir en ésta misma primera actualización el primer capi. Disfrútenlo.
