undone.
Parte I
Un mensaje fue el inicio de todo ¿o más bien el final? Tal vez sólo se trataba de un mal epitafio para una historia que nunca tuvo una resolución clara. Llevaban meses sin vivir juntos, mas eso no imposibilitaba que cada tanto y cuando uno de los dos se sintiera lo suficientemente desesperado como para recurrir a su ex, siguieran teniendo encuentros fugaces. De esos encuentros que resultan tan efímeros como una canción punk rock en los años setenta. Una noche, una tarde, no importaba. Siempre había uno de los dos que cedía a lo tentador que resultaba volver a tener una probada del pasado.
Las frases despectivas para todo aquel que vuelve con su ex pareja, sobraban. Por ejemplo, que hacerlo era como comerse el propio vómito. Pero Kurō nunca sintió que hubiese digerido a Oikawa por completo. Es más, aún lo sentía atascado en su garganta sin permitirle respirar correctamente. La misma sensación que tenía cada vez que volvía a verlo frente a él. Se le iba el aire, el corazón se le aceleraba y podía sentir como su rostro afiebraba.
Por parte del castaño no era distinto. Conocía a Tetsurō tanto como la palma de su mano. La misma que extrañaba sentir la espalda del más alto, paseándose y repasando cada detalle de aquel extenso valle sólo interrumpido por la forme en que los omóplatos se erigían del cuerpo ajeno. Después de haber dejado de verse con tanta frecuencia, en cada reunión que tenían, era casi incapaz de articular palabra en primera instancia. Necesitaba sus besos, sus caricias. Sólo de esa forma parecía que podía sacar la voz. Tenía que suspirar, quejarse, gimotear y nombrarlo por su diminutivo antes de que pudiese hilar una conversación con mayor contenido. Aun cuando esta no durara más de unos cuantos minutos antes de que ambos decidieran emprender caminos separados, una vez más, con la inocente esperanza de que sería la última vez.
Era difícil evitarse cuando ambos estudiaban en el mismo campus de la universidad. Ahí donde mismo se conocieron hace más de un año atrás. Kurō reconoció de inmediato a Oikawa. Y cómo no si el chico aparecía en todas y cada una de las revistas de deporte nacionales que se topaba en las librerías tratando de buscar algún nuevo cómic para entretenerse en sus tardes de ocio. Y ahí estaba Tōru, con sus ondas perfectas que parecían recién salidas de un salón de belleza. Sus labios que se movían sensualmente a cada palabra que viajaba a la velocidad de la luz. Porque el chico no se callaba nunca, jamás, como queriendo que todo el mundo se enterara de su presencia cuando llegaba a algún lugar. Y tal como la turba de gente que siempre le rodeaba, Tetsurō también cayó por sus encantos. Pero no imaginó entonces que sería el afortunado de ganarse el corazón de Tōru... Sólo para en el transcurso de un año ver como todo aquello que antes los unía, ahora los separaba, deshaciendo la unión en las manos de ambos como quien rompe un trozo de tela.
"Tetsu ¿vas?"
El mensaje era lo bastante explícito, pero para Kurō era como una invitación a tomarle el pelo al mayor como antes solía hacerlo.
"¿Dónde?"
"A casa de Terushima, no te hagas..."
El moreno sonrió. Sabía que Oikawa de seguro estaba rodando los ojos en ese momento. Decidió seguir un poco más con su fingida ignorancia sobre un evento al que había sido invitado tanto él como varios otros capitanes que se encontraban estudiando en la capital.
"¿Por qué iría a casa de ese?"
"Porque hay fiesta allá el viernes y estás invitado, al igual que los demás capis"
Pensó en volver a hacerse el tonto cuando leyó la respuesta de su ex, pero se detuvo cuando vio que el otro se puso a escribir de nuevo.
"Y porque voy yo, claro :P"
"Vuelvo a preguntar ¿Por qué iría a casa de Terushima?"
"TETSU"
"Sí iré"
"¡YAY!"
Todo el asunto le confundía un poco. Por supuesto que quería ir. Volvería a ver a Bokuto, quien confirmó su asistencia comentando en el evento que le había venido como anillo al dedo luego de su quiebre con Akaashi. Ya habían hablado sobre el tema, pero Bokuto aún lucía destruido. No lo veía todos los días, pero le había quedado suficientemente claro con la serie de canciones corta venas que su amigo colocaba periódicamente en su Facebook.
También estaba Daichi, a quién siempre era un gusto volver a ver para molestarlo junto a Bokuto. La vida universitaria había ablandado un poco el carácter antes serio del ex Karasuno, por lo que ya no se tomaba todo tan a pecho e incluso, les animaba cuando el dúo del gato y el búho planeaban hacer alguna travesura en un supermercado o casa ajena.
Y claro que irían otros amigos de Terushima. No le importaba. No tenía problemas en hablar y entablar amistad con gente nueva.
Pero todo se desacomodó un poco con la asistencia de Tōru. Tenía más que claro que el ex capitán de Seijoh iría. Cómo no, si se llevaban excelente con Yūji. Incluso este último había sido el que incitó a Oikawa a hacerse una pequeña expansión en la oreja derecha, por la cual el armador se encontró lloriqueando a lo menos durante tres días seguidos.
Toda la pandilla de capitanes sabía que Kurō y Oikawa ya no estaban juntos oficialmente. Y en eso ambos habían sido lo suficientemente claros el uno con el otro: si iban a verse, debía ser en secreto. De esta forma, se ahorrarían preguntas que ninguno de los dos estaba dispuesto a responder. Así, mantuvieron sus encuentros lo más discretos posibles. No había lugar para salidas a comer donas o al cine como antes lo hacían. Más que mal, no eran una pareja. Si seguían viéndose, era por la mera necesidad de volver a calmar las ganas mutuas de volver a tener sexo con el otro. Porque aunque doliera admitirlo, era lo único en que podían disfrutar cuando las peleas se habían vuelto una constante. No habían diálogos profundos más allá de un par de indicaciones, peticiones y quizá, un role-play improvisado para no hacer todo tan monótono. Pero al terminar, "si te he visto, no me acuerdo".
Por la misma razón es que al capitalino le había parecido extraña la pregunta del otro. Una pregunta que se respondió cuando intentaba comprender qué era lo que Oikawa traía entre manos.
"Sé que llevamos varios meses desde haber roto como pareja, pero nunca he perdido la esperanza de que volvamos a estar juntos. De que vuelvas a mi departamento con tus vinilos de Elvis y tu guitarra acústica.
Extraño despertarme por las mañanas con tu cuerpo junto al mío. Y que si alguna vez faltabas en tu lado de la cama, era porque tenías una clase más temprano que yo o porque estabas abajo preparando tostadas francesas. No porque, ya sabes... No vivieras más acá"
Yo soy yo
Soy yo
Maldito estoy
Puedo cantar
Conóceme
Escúchame
Podía sentir su cráneo siendo penetrado por una estalactita lo suficientemente gruesa como para congelarle el cerebro por completo. Había notado en el último tiempo que Tōru había estado ligeramente más preocupado de él. En un principio lo dejó pasar, pensando o queriendo creer que no era más que cortesía e interés genuino por lo que alguna vez tuvieron. Pero esto lo cambiaba todo. Oikawa seguía interesado en volver con él, aun cuando era él mismo quien puso fin a la relación después de no poder soportar lo ocupado que había estado Tetsurō en el último tiempo por su trabajo de medio tiempo y la universidad.
Independiente de lo compuesto y maduro que siempre tratara de mostrarse, el ex capitán de Nekoma era profundamente emocional. Y cuando se trataba de Oikawa, mucho más. Su primera relación duradera –vale, que un año no es demasiado en términos generales, pero para el chico sí– y más importante aún, la primera vez que convivía con alguien.
Había sido una relación de altos y bajos ¿El problema? Los altos eran demasiado altos y los bajos, demasiado bajos. No había punto medio en una pareja como la que hacían. Era todo o nada. Y dios, cómo no extrañar ello cuando hasta la forma en que solucionaban las peleas era fabulosa: llamar al otro por apodos ridículos y cursis hasta que ambos terminaban con ataque de risa.
Quizás si necesitaba volver a reír de aquella manera, pelear de aquella manera. Porque la verdad, extrañaba a Tōru mucho más de lo que este se imaginaba. Y el mensaje del armador había sido suficiente para tambalear suficiente la débil superficie en la que había intentado mantenerse por los últimos meses. Joder, cómo le conocía.
"Si te soy sincero, también te he extrañado galaxias enteras. Ya no tengo a quien dedicar mis ridículas canciones de anciano y otras tantas de las bandas que te he mostrado pero que probablemente ya ni recuerdes los nombres.
No puedo prometerte nada, Tōru. Tengo miedo a que esto fracase y termine peor que la última vez. Pero iré, y me emociona que tú también lo hagas.
Eso... Nos vemos el viernes."
"Two Door Cinema Club, Mac DeMarco, The Neighborhood y... Vamos, que todos conocen a Arctic Monkeys.
Siempre tratando de dártelas de Señor Interesante.
No te preocupes. Con que vayas y pueda verte, será suficiente. Quién sabe, tal vez los planetas se alineen este sábado para que todo salga a la perfección"
"¿Y cómo sería eso?"
"En serio, Tetsu, deja de hacerte el idiota. No te sale"
Rio para sí mismo antes de ir a la cocina en búsqueda de algún bocadillo para comer antes de dar una última leída a sus apuntes para el examen del día siguiente.
Esa noche, Kurō Tetsurō se durmió con la sensación de que tal vez los puntos que se habían corrido el día en que dejó de ser novio de Oikawa Tōru, podrían ser poco a poco reparados. Quien volvía a enhebrar los hilos no era nada más ni nada menos que la impredecible y caprichosa mano del destino, por lo que nada era del todo claro. Aunque sólo imaginarse la idea de que había una nueva oportunidad para formar parte del mismo patrón de diseño que el chico de pestañas largas, cabello con olor a vainilla y risa más deliciosa que los acordes de "Heartbreak Hotel", le hacía feliz.
