Disclaimer: Los personajes pertenecen a Meyer, solo la trama es mia.
Muchisimas gracias a mi Beta Jessica, por haber corregido y pulido el prologo, y ayudarme con esta historia.
PROLOGO
Trece años. Solo trece años, apenas ciento cincuenta y seis meses que le habían sido arrebatados en tan solo un segundo. A Él, que apenas comenzaba su vida. Un niño que tenía una madre que le amaba, mucho más que a su propia vida; un niño que tenía a un padre que, aunque él no lo supiera, hubiera dado cada uno de sus huesos a cambio de que él continuara viviendo; un niño cuya hermana, que detrás de su máscara de frialdad y sarcasmo, no hubiera dudado ni siquiera un segundo en ponerse en en su lugar, sin importarle a cuanto hubiera tenido que renunciar o cuantos sueños dejaba atrás sin hacer, ni cuantas palabras no dichas se hubieran quedado atrapadas en su garganta en un último aliento. No importaba. Lo hubiera dado y soportado todo si con ello podía asegurar que él seguiría adelante, que sería mejor que ella, que tendría más oportunidades de ser feliz; porque así era: Habría soportado cualquier sufrimiento con tal de que él siguiera con vida, porque si algo sabía con certeza, es que la idea de que él muriera le parecía sencillamente inconcebible, asfixiante.
Pero al final, la última palabra no provenía de ella, y no pudo hacer nada más que ser una simple espectadora, sin ni siquiera el tiempo suficiente como para dar un paso mientras veía como la camioneta llevaba por delante a la persona que más amaba en el mundo. La única que se merecía todo su amor y que sin embargo por años, solo había recibido cariños camuflados que acabo por entender y asimilar. Porque no importaba que nunca se lo hubiera confesado, él entendía las razones tras su forma de ser.
Luego de que todo el caos se hubiera disipado, y la camioneta se detuviera unos metros más adelante, ella había corrido de inmediato hacia el cuerpo sin vida que se hallaba al otro lado de la calle.
-¡Ayuda! ¡Por favor! ¡Alguien llame a emergencias!- había gritado con voz ahogada, ronca y quebrada.- ¡Por favor!; ¡Por favor, necesita ayuda!; ¡Hagan algo maldita sea!- había gritado con mayor firmeza esta vez a la pequeña multitud, a unos metros de ella.
No, por favor, vos no, no, no, no, aguanta, maldita sea no me podes hacer esto, había sido la corriente de pensamientos que circulaba en su mente mientras le acariciaba el rostro y su vista comenzaba a nublarse por culpa de las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
No habían pasado más de cinco minutos cuando finalmente llegó la ambulancia; Para ese entonces, ya varias personas se habían acercado a ella intentando ayudarle. El conductor de la camioneta se había mantenido en el lugar, aunque a unos respetuosos metros de distancia, con una expresión de auténtico horror en el rostro. Alguien le había jalado del brazo, alejándole de su hermano mientras los paramédicos tomaban posición para controlar sus escasos signos vitales. Ella solo había podido observar, congelada en su lugar mientras todo parecía desarrollarse en cámara lenta frente a ella.
Nunca olvidaría el rostro de frustración del médico luego de comprobar que no había signo vital alguno, ni como con gesto contenido le decía esas palabras que nada tenían que ver con un perdón, sino más bien con un sentimiento de profunda lastima y compasión Lo siento, no había nada que pudiéramos hacer.
En ese momento había sentido como la realidad le caía encima, con todo su peso y le hundía en un interminable pozo negro.
