House me parece una serie genial. Durante 7 años la he seguido fiel esperando con ansias cada uno de sus capítulos, pero lo sucedido a final de temporada me ha quitado la ilusión. La marcha de Lisa Edelstein (a la que le deseo lo mejor) y por tanto de Cuddy, es un duro golpe para la serie del que me temo jamas podra levantarse. Con su personaje se ha ido la chispa, el picante, la sal de la serie... y ya nada volverá a ser lo mismo. Como aficionada seguire viendo la serie puesto que el resto del cast me parece genial y creo que una gran serie como House no se merece acabar con numeros rojos, pero la ilusión y el fanatismo se han ido tras los tacones de Cuddy...
Albergo la esperanza de que Lisa regrese para dar un final digno a su personaje, pero por si acaso y mientras tanto, este es el final que he imaginado... espero que les guste.
La temperatura era cálida al final de la tarde. Sin embargo, la brisa que provenía del mar, y que juguetona revolvía su pelo, hacía que el ambiente fuera menos sofocante y pegajoso. Después de su paso por la cárcel y un breve periodo de tiempo en Nueva Jersey, había huido hasta allí, el último sitio donde había sido feliz. Ante sus ojos se abría la bahía de un pequeño pueblo del pacífico, con sus casitas pintadas de colores vistosos y la tranquilidad de su ambiente. Habían pasado dos años desde el fin de semana que había pasado con ella, antes de que enfermara, antes de que todo se fuera al traste, y aún así, recordaba cada uno de sus besos, el calor de sus caricias, el susurro de sus palabras…lleno suavemente sus pulmones de aire y lanzó un suspiro al aire: de aquello ya no quedaba nada. Había tocado fondo y no podía culpar a nadie más que a sí mismo.
Decidió caminar hasta el final del muelle. A esas horas de la tarde, los turistas se concentraban en los bares y terrazas de los alrededores y el lugar estaba desierto. Apoyo las manos sobre la pasarela y observo el infinito. Las olas golpeaban las rocas y la marea arrastraba con fuerza hacia dentro los papeles y demás porquería. Desde allí sería muy fácil quitarse de en medio. Un salto al vacío y caería contra las rocas. El golpe le dejaría inconsciente y luego, el mar haría el resto. Sus pulmones comenzarían a llenarse de agua y su cuerpo se hundiría lentamente. Poco a poco todo quedaría atrás. A los dos días su cuerpo aparecería flotando, hinchado. Las autoridades se encargarían de él, le examinarían y comprobarían que su tasa de alcohol era elevada. Otro turista borracho y descuidado que perdió el equilibrio. Después lo identificarían por su ficha dental y enviarían su cuerpo a su madre. Habría un pequeño funeral al que asistirían unas cuantas vecinas morbosas, un par de tipos que querrían comprobar que estaba muerto, Foreman, Chase, su antiguo equipo, Wilson,… y nadie más. Ni rastro de ella, de eso estaba seguro.
Se subió a la barandilla que delimitaba el final del paseo. Erguido sobre la madera pudo comprobar que la altura era considerable. Inspiro fuerte y lleno del todo sus pulmones. Un poco más hacia delante y ya estaba. Lo único que quedaría sería una breve reseña en un periódico y media página en una revista médica "Gregory House M D: Tan excéntrico como brillante" aunque a él se le ocurrían más adjetivos para describirse: mezquino, cruel, insensible, un cabrón capaz de destrozar la vida a todo aquel que pasara a su lado…
Sonrío. Sí, aquello era una buena idea. La mejor que había tenido desde hacía tiempo. Cerró los ojos, relajo la espalda y…
- NO LO HAGA!
Una voz profunda le saco de su delirio. Abrió los ojos y se giro para ver quién estaba detrás. No lo conocía, pero por las pintas, se trataba de un turista.
- VAYASE!
- NO! No lo haré!
- Jodido pueblerino! Déjenme en paz!
- Ya se lo he dicho. No lo haré.
- A LA MIERDA! – Se giro de nuevo y se dispuso a saltar.
Luego todo pasó muy deprisa. Sintió los brazos del desconocido agarrándole desde atrás. Esto le hizo trastabillar y acabo golpeándose las costillas contra la barandilla. El instinto le hizo agarrarse al borde, momento en el que el turista aprovecho para agarrarlo por los brazos con más fuerza. El golpe le había dejado sin aire y a la voluntad del desconocido que consiguió dejarlo a salvo sobre el muelle.
Dolorido y sudoroso, su respiración era agitada y miles de puntos brillantes pasaban por delante de sus ojos debido a la falta de aire. Aún así, logro ponerse en pie. Estaba furioso con aquel hombre que se había interpuesto en sus planes. Se dirigió hacia él y levanto su puño con la intención de golpearle la cara. Pero su oponente parecía ser de otro planeta. A pesar de que también estaba agotado por el esfuerzo, logro esquivar el golpe y apartarse. Ambos forcejearon durante unos minutos, hasta que el turista logró zafarse por completo de él, lanzándole con fuerza contra la barandilla, que de nuevo le golpeo en el costado, para esta vez, dejarle definitivamente fuera de combate.
- MALDITA SEA!- grito desde el suelo – QUIEN ES USTED?
El desconocido se acerco a él, se agacho y le tendió la mano
- Mi nombre es David
- Es un hijo de puta!
- Oh! Vamos! Debería ser más amable con el hombre que acaba de salvarle la vida
- Quien le ha pedido que lo hiciera?
- Suicidarse – dijo mientras lo agarraba y le ayudaba a incorporarse por completo – nunca es la solución.
Aquel comentario le provoco una risa incontrolada
- De donde ha sacado esa frase? De una revista para el retrete?
- Es de mi propia cosecha – dijo con media sonrisa en los labios.
Aquel hombre transmitía una gran serenidad. A pesar de lo que acababa de pasar, se mantenía tranquilo, lo cual detonaba que estaba acostumbrado a lidiar con situaciones tensas.
- Vamos – dijo – dejo que me invite a una copa.
- Ja! Por qué debería invitarle?
- Porque me debe algo más que una cerveza.
Aquello lo convenció y no sabía muy bien porqué. Aquel indeseado héroe había llamado su atención.
Se sacudió la ropa y comenzó a caminar a su lado por el muelle. No habían avanzado un par de pasos cuando el hombre se detuvo
- Aún no me ha dicho su nombre.
Sonrío para sí. Por su testarudez, sabía que no iba a poder librarse de él en toda la noche.
- House, Greg House.
- Greg encant…
- Mejor llámeme House…
- Está bien. House encantado de conocerle – tendiéndole de nuevo la mano – Conozco un sitio donde preparan los mejores mojitos.
- Estupendo…
Caminaron por el puerto hasta llegar a un bar que se encontraba al otro lado de la playa. Era un sitio acondicionado para los turistas que se apiñaban en la terraza, pero el interior guardaba detalles genuinos de un tiempo atrás, en el que la invasión foránea no era tan acusada. Se sentaron en la barra y pidieron al camarero un par de los famosos combinados. El sabor de la menta y el ron cayo refrescante por su garganta, y contrariamente al efecto que suele causar, el alcohol despejo su mente. Ambos bebieron los primeros sorbos en silencio, tras los cuales, David comenzó a hablar.
- Y bien, que es lo que te ha llevado a querer saltar de un muelle?
Aquella pregunta tan directa le sorprendió. Tanto que le hizo escupir parte del mojito que tenía en la boca. Poso el vaso en la barra y se seco de la cara los restos del brebaje…
- Vaya! No se anda con rodeos?
- Bueno, podríamos esperar a hablar un par de copas más. Yo le revelaría un par de confidencias de mi vida, usted se sentiría más cómodo, mostraría una falsa empatía y comenzaría a hablar de lo que realmente le preocupa y piensa de la vida. Esto llevaría a la verdadera naturaleza del problema y a la causa de que estemos ahora mismo sentados juntos. La diferencia es que ser directo resulta más barato, además, se lo advierto, no soy un gran bebedor y el instinto me dice que una persona que casi se mata, en realidad lo que quiere es que le escuchen y contar su historia.
La lógica de aquel hombre resultaba aplastante…
- Por que hace esto? No me conoce…
- Se lo he dicho. El suicidio no me parece solución y tengo curiosidad por saber cómo una persona inteligente como usted ha llegado a esa conclusión.
- Como sabe que no soy un borracho palurdo?
- Por sus manos y su acento. A pesar de que su aspecto general es bastante descuidado, tiene las manos cuidadas. Es un hombre que trabaja con las manos, sí, pero no tiene las asperezas de un obrero. Por otra parte, debajo de los tacos e improperios, habla con ironía y un inconfundible acento del Este. Tal vez sea caer en los tópicos pero es usted banquero?, abogado?, empresario?…
- Médico.
- Médico! Claro…
- Acierta muchas cosas, señor...
- Zhore. David Zhore. Pero en serio, llámeme David. Cuando escucho decir señor Zhore me vuelvo buscando a mi padre.
- Está bien. Es muy intuitivo David, cualquiera diría que se dedica a ello.
- J,J,J,J… Es cierto, suelen decírmelo y no voy a negar que me ha servido en la vida.
- A que se dedica?
- Trabajo para una cadena de televisión.
- Una cadena de televisión?
- J,J,J,J,J… Síiiii… me dedico a escribir guiones, crear ficciones… pero hasta ahora ningún éxito. Suelo viajar bastante, coleccionando historias, experiencias…
- Coleccionando vidas…
- Si, supongo que sí. Eso es lo que hago…
David se tomo un descanso y de nuevo comenzó a hablar…
- Ahhh! Pero no hablemos de mí. Como puede comprobar el alcohol me afecta deprisa. Medico, eh? Y como es que un médico cuyo oficio es salvar vidas quiere quitarse la suya propia?
Se quedo pensativo. No tenía porqué confiar en aquel hombre pero había algo en él que le gustaba y le animaba a sincerarse…
- Vamos! – le animó David sacándole se sus pensamientos – cuénteme su historia!
Cogió el vaso y apuró hasta el fondo el mojito. Qué demonios! Jamás volvería a verle…
- Mi historia es la del mayor miserable del mundo. Un cabrón que ha hecho daño a todo el que se ha cruzado en su vida. Pero como en todas las narraciones, como en todos los relatos que merecen ser contados, hay una historia de amor, una mujer… y en la mía, en mi historia el nombre de esa mujer es Cuddy, Lisa Cuddy.
