Hoy les traje algo nuevo :B

Espero y les guste.

Los personajes se los tome prestados a la genial J.K. Rowling, la loca historia la saque de una anime, pero la adaptación es mía :3


HARRY EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS.

La luz del sol bañaba todo jardín, y a mi junto con él. Los rayos eran tan intensos que me dañaban los ojos, así que los entrecerré para protegerlos. El lugar era muy hermoso y a la vez algo tenebroso, y el castillo, que se había convertido en su hogar una vez estuvo allí, lo era aun más debido a las grandes torres y oscuros colores. Llevaba el uniforme puesto, incluyendo la túnica, y mi varita se encontraba en el bolsillo de esta misma. Fue raro, pues el uniforme no lo guardó después de acabar el colegio. Pero lo dejé pasar por un momento.

Tan concentrado estaba, que no me di cuenta de quien era el hombre que se encontraba a mi lado; era mi padrino, Sirius. Portaba una túnica de mago muy elegante, como si fuera a una boda; eso lo extraño mucho, sin considerar el hecho de que su padrino... ¡estaba muerto!

— ¿Que esperas? Andando.— Dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Lo miré atentamente, mientras él avanzaba por el camino y luego atravesaba la entrada que a cada lado tenia estatuas de Cerdo.— Iremos caminando porque los carruajes están descompuestos.— comentó sin volver la mirada y sin dejar de caminar. Señalo a algo que tenia a sus espaldas, me voltee y vi cinco carruajes destronados, como si un rinoceronte furioso les hubiera pasado por encima por lo menos tres veces.— Andando, andando. No te quedes ahí, Harry. Tenemos que ir con Dumbly.

¿Dumbly?, ¿Quien rayos era Dumbly? Bueno, si Sirius lo conocía, entonces estaba bien. Camine hacia mi padrino, pero poco después tuve que correr para corrí para poder seguir el ritmo y estatura; no pude apartar ni un momento la mirada de él. ¿Aquello era posible? No podía creerlo.

El reloj sonó para marcar la hora... ¿Qué hora era? Parecía que el sol estaba en su punto máximo. Mire nuevamente hacia el castillo y vi que nos encontrábamos mucho mas cerca. Atravesamos las enormes puertas de roble. El castillo seguía igual, sin contar que parecía más limpio y que me percaté de que los pasillos era un tanto más amplios. Caminaron hasta llegar a la estatua en forma de gárgola y Sirius empezó a gritarle como maniático.

—¡Grageas de todos los sabores!, ¡chocolate con chicle!, ¡varita de regaliz! ¡chupetas de sangre!— Gritó; la estatua se apartó para dejar ver unas escaleras que dirigían a el despacho del director. Subimos por la escalinata en forma de caracol y llegamos a la puerta y sin pensarlo la abrí, sin tocar. No entendía que era lo que pasaba. ¿Que hacia en Hogwarts?, ¿Porque Sirius esta aquí de repente? Éste tenía que ser un sueño.

Seguro que estaba soñando, ésto solo demuestra que le sigo extrañando tremendamente; nunca lo he dejado de extrañar, y es que sí había soñado con él antes... pero nunca de esta manera. Los otros son sueños donde él sabía que había murió y simplemente hablaba conmigo no eran igual, pero aun así sabia que eran sueños y sabía como solucionarlo. Un pequeño pellizco y estaría nuevamente despierto. Traté, pero recibí como resultado un dolor punzante. Mire al rededor y me percate de que la oficina era algo diferente, el cuadro de el antiguo director de Hogwarts no estaba... Pero él sí estaba sentado tras el escritorio. ¿Que pasaba?, ¡Todos se habían vuelto locos!, ¡yo igual! Dios santo...

—Que bueno que están aquí; por favor, Sirius. Toma asiento. Tenemos muchas cosas de que hablar sobre Harry. Harry, ¿porque no vas a dar la vuelta por el castillo? es verano, así que creo que esta vacío. Anda, anda.— Insistió. No me agradaba del todo estar en esa situación. Estaba asustado, y no sabía porqué razón. Si de verdad no estoy equivocado y sí estoy soñando, debía de esperar a que alguien me despertara.

—De acuerdo.—Asentí mirando a el director, luego a Sirius; luego me dirigí a la salida y caminé por el castillo. Sin rumbo, acabe en el séptimo piso, frente a la sala de menesteres. Lo raro no fue lo rápido que llego allí, si no que la puerta estaba entre abierta. Me aproximé y vi a un elfo domestico bailando ballet dentro de la habitación. Debo admitir que no lo hacía nada mal, pero eso no le quitaba lo ridículo que se veía.

Mire hacia todos los rincones del pasillo, y cuando no vi a nadie ahí, me acerqué a la puerta.

Mientras más me adentraba, el elfo se iba alejando más hacia el fondo de la sala, así que corrí por instinto para saber de qué se trataba. ¿Era una broma? Creí que si sí lo era, ya se estaban pasando pues no le encontraba ni una pizca de risa.

Entré al salón y noté que todo era muy elegante. Había brillo por todas partes y parecía una sala de estar de un castillo de princesas de los cuentos muggles. El elfo seguía bailando y cada vez más se acercaba a el centro de la habitación. Cuando planeaba acercarme donde se encontraba la criatura, se formo un circulo de humo alrededor del él y luego, para mi sorpresa, el circulo se empezó a hundir, como si el elfo fuera lo suficiente pesado como para bajarlo con eso.

—Por dios. ¿Qué es esto? ¡Pero si es no puede pesar más de veinte kilos!— exclamé cuando vi que se despedía con su bracillo conforme se unida rápidamente. Decidí acercarme, por que... ¿Qué mas da? Eso era un sueño. Si el elfo me asesinaba, no lo haría realmente.

Corrí para seguirlo, pero el suelo era tan lustroso y pulido que resbalé y me tambalee. Caí al suelo, pero algo me arrastro hacia el agujero, y caí dentro de el. El golpe en la cabeza que me di contra la pared del hueco fue tan real que lagrimas brotaron de mis ojos. Ya había tenia sueños que sentí tan reales, pero también descubrí que no eran sueños, eran la conexión que tenia con Voldemort. Pero Lord Voldemort ya había sido destruido... yo mismo lo destruí. Y esto que estaba 'viviendo', era obvio que no era una visión. No podía cuando Sirius y Dumbledores no estaban vivos, y tampoco solo por el simple hecho de que... ¡los elfos no bailaban!

En ese momento, sentí como el circulo desaparecía.

—¡AAAAAHHHHHHHHHHHHHH!— grite con todas mis fuerzas debido a la caída.

Caía, caía, caía...caí.

Hubo una luz que destelló justo antes de que tocara fondo... o superficie. Ya no estaba seguro, porque cuando caí, no caí realmente. En realidad, fue como si saliera de un hueco impulsándome hacia riba. Cuando estuve fuera, cerré los ojos y me acosté en el piso. Me faltaba el aire, y el golpe en la cabeza causo que me saliera un chichón. Abrí los ojos y vi, impresionado, que me encontraba en el mismo lugar. Como si la caída no hubiera sido real... en el sueño, claro. Me puse de pie, y miré al rededor. La única deferencia era que había un piano de cola junto a al sauce boxeador lleno de plátanos. La tapa del piano de cola se levanto, y de ella salio un pequeño niño disfrazado de mono. Su cabello era negro, pero no alcancé a mirar bien su rostro hasta que estubo lo suficientemente cerca. Cuando se acercó, vi que se trataba de un Tom Riddle de once años. No podía creerlo. Esto de verdad que era una alucinación, no un sueño.

Es más: no me sorprendería de que estuviera agonizando.

—Ey, tu que haces aquí?—pregunté con el ceño fruncido. ¿Que hacia Voldemort ahí? ¿Por qué rayos tenia orejas y cola de mono?— Oye, ¿sabes que es este lugar?— el niño me miró y puso cara de espanto; salió completamente del piano, tomó uno de los plátanos y corrió al otro lado de la habitación. Cuando estuvo a una distancia muy grande de mi, me miro mientras pelaba la banana y le daba un mordisco. Con humo rosado rodeándolo, el niño se hacia cada vez más pequeño.

Del tamaño de un ratón, ya aun con el disfraz de mono, corrió desesperadamente hacia la pared... que no era pared. Ahí había una miniatura de puerta de la que había en grande en la sala de menesteres. Era del tamaño exacto para que el pequeño ratón la abriera y huyera por allí.

Me acerqué a la pequeña puertita y pegue el oído a esta. Se oían unos gemidos. Abrió la puertilla y dentro de ella encontró al niño susurrándole cosas que sonaban como chillidos de ratón en en la oreja al elfo domestico de antes. Cuando el niño se dio cuenta de que lo estaban observando, corrió, dejando al elfo sólo y con el plátano en la mano, mirándome. Luego de unos segundos, el pequeño elfo también corrió por en pasillo que había detrás de la mini-puerta que conducía a una oscuridad absoluta. Cerré la puertecilla y me dirigí al piano de cola para abrirlo nuevamente, dejando ver la cuerdas.

—¿De dónde salió?— Miré nuevamente la sala y me percaté de que la puerta grande, ya no estaba.—Entonces eso significa que la única salida es... ¿esa puerta?—dije mientras me quedaba viendo la puerta. Dirigí mi mirada hacia el árbol, y tome un de sus frutos.

Era extraño que él no se moviera de manera agresiva. Solo se giraba como si estuviera moviendo... ¿la cadera?... ¿el árbol estaba bailando?

Me concentré en la banana y la pele, y luego la mordí. De inmediato sentí como mi cuerpo se encogía, con mis ropas incluidas. El humo rosado hizo que la respiración se me dificultara, pero al final se diluyo, y tome carrera hacia la puerta. La abrí y entré.

Las paredes y el techo estaba cubierto por focos muggles, y mientras entraba, los focos se encendían lastimando en exceso mis ojos. Corrí directo hacia donde el niño ratón y el elfo fueron, y que fue una distancia extremadamente larga. Cuando llegue a una pared, la cual no tenia focos, me tire al piso y recupere mi respiración.

Una circulo de humo apareció al rededor de mi, justo como había pasado con el elfo bailarina de ballet. Lo realmente malo, era que ya sabia que pasaría.

Caía, caía, caía...caí.

En cuanto no sentí que ya no caía más, note que estaba completamente mojado. Intenté respirar, pero lo único que conseguí fue que los pulmones se me llenaran de agua y que sintiera la sensación de ahogamiento. Abrí los ojos y me di cuenta de que me encontraba en el lago. ¿Como había llegado hasta ahí? Nuevamente salí de un hueco, no caí desde arriba. Esto ya no tenia sentido alguno... desde el principio no lo tuve. Nade hacia la superficie y tome el aire que tanto necesitaba. Miré al rededor, pero me lleve una gran sorpresa cuando me di cuenta de que no estaba en el lago.

—¿Y ahora una piscina? — me preguntaba mientras me dirigía a unas escaleras que ayudaban a salir de el agua. El lugar en donde estaba era un tipo de cuadro de mármol, en medio estaba la piscina enorme, y parecía que las comunas de alrededor eran al estilo griego mágico. En una de las hileras de columnas, estaba colocado un trono de piedra con cojines rojos oscuro. No había techo; en el agua se reflejaban todas las nubes y el sol no estaba a la vista.

—Has llorado un montón— Dijo una voz masculina, que me pareció muy familiar.

—¿Qué?

—El agua de esta piscina son todas las lagrimas que tu corazón ha derramado hasta el día de hoy.— contesto la misma voz.— Tristeza...soledad... Has tenido que sobrellevar todo eso por mucho tiempo, ¿verdad?

—...—Me quede sin palabras al ver que quien hablaba era Remus Lupin, el mejor amigo de su padre; se encontraba en la sima de un gran hongo, justo aun lado del trono de piedra. El estaba dándome la espalda y, muy extraño era, que tenia un traje que hacia que pareciera una oruga con cara de humano.

Ya no sabía si reír o salir corriendo de allí.

—En cualquier caso, deberías salir de esa piscina cuanto antes... o seras devorado.

—¿Qué?— volví a preguntar mirándole la espalda. Miré hacia el agua y de allí brotaron sirenas con sus tridentes... serían idénticas a la que vio en su cuarto año en la copetencia de los tres magos, de no ser por... eso. Lo mas extraño que en su vida había visto, no era nada comparado con lo que ahora esta visualizando: Draco Malfoy, Crabbe y Goyle estaban dentro de unas capsulas tipo peceras, sobre las cabezas de cada sirena. Se acercaban a mi peligrosamente.

Salí disparado para quedar a lado de la oruga. De alguna manera, me sentía protegido a lado de el.

—¿Pero que era.. eso?...¿Que leches...? Tengo que regresar a mi tamaño original... ¿Eh? parece que ya he vuelto a mi tamaño normal— susurré entre jadeos. El susto me privó de el aire en los pulmones y mientras miraba como las sirenas que se parecían a Malfoy y sus gorilas se sumergían de nueva cuenta en el agua, la oruga habló.

—Uno te hará más grande.— Lo voltee a ver, y la oruga Remus estaba con una pipa en la boca, mientras soltaba burbujas.— Uno te hará pequeño

— ¿De qué estas hablando?— pregunté con curiosidad, clavando la mirada en el rostro de la oruga... en el rostro de Remus. La oruga volvió a soltar burbujas antes de contestar.

— No te saldrá barato. Mira, hay un cliente.— comentó la oruga mientras yo dirigía la vista a el hombre que venia a los lejos. Lo identifico como Ron. Traía una capucha y su túnica cubría por completo su cuerpo.

— Disculpe...— Dijo Ron.—¿Podría llevarme unas setas?

— Claro.— contestó la oruga, escribiendo algo en una tabla de apuntes que apareció de la nada haciendo un 'Puff'. — Puede pagarlas a fin de mes... necesito dinero para algo nuevo...

— Parece que solo eres muy concienzudo cuando se trata de obtener dinero y ayudar a los demás... y por ciento. ¿Que escribes en esos papeles? ¿Planeas comprar ingredientes para pociones matalobos?— esta ultima pregunta la susurré.

— Bueno, si... Espera. Es la primera vez que nos vemos las caras y sabes que soy un hombre lobo?, ¿a que ha venido eso?— pregunto acercando su rostro al mio.

— ¿Por qué?— Pregunté. — ... eh... ¿Por qué...?— pero nunca termine porque me quedé absorto por lo que mis ojos veían. Ron mordió una de las setas que estaban debajo de la más grande donde se encontraba la oruga, y de la nada, se empezó a convertir en un bebé, destilando una luz rozada que lo cegó por unos segundos.

— El tema no debería ser así. ¿No tendría que encojarse, simplemente?— el bebé pelirrojo lo distrajo, ya que se estaba metiendo en una puerta, que antes no estaba, y la puerta dirigía al vacío.—¡POR DIOS!— exclamé tratando de alcanzar al niño.— El bebé se va gateando por ahí. ¿No harás nada?

— No es asunto mio.—puntualizó Remus, volviendo a soplar burbujas.

Me adentre por la puerta, ignorando a la oruga. Cuando estuve dentro, encontré diez puertas idénticas a la de hacía un momento; me metí por la única que se encontraba abierta y cuando entré, resbalé con una cascara de plátano. A su alrededor debían de haber cientos cascaras de plateado. Pero eso no le importo porque ahí encontré algo no muy peculiar. Era una de las aulas de Hogwarts, y había, en vez de butacas, dos sillones rojos, como los de la sala común, y un trono de madera encima de el escritorio de del profesor donde se encontraba sentada Hermione. En uno de los sillones se encontraba Fred muy cómodamente recostado, con traje de gato de rayas rosas y moradas y con unas botas y guantes rosas. Éste empezó a reír

— ¡Cayó, cayó!— Gritó Fred, entre carcajadas.

— Soy la duquesa. La que está ahí haciendo sopa de plátano es nuestra sirvienta.— dijo señalando a una mujer que no identifiqué porque estaba de espaldas a mi.— Y el que esta acostado ahí es nuestro gato real mágico... aunque no hace mucha cosa.— comentó señalando a Fred, que sonreía de oreja a oreja mientras meneaba la cola.

— No sabia que los gatos pudieran sonreír así—comenté simplemente para contestarle algo a su amiga.

Algo paso volando por mi oreja, como si me la hubiera aventado directamente a mi.

—¡¿PORQUÉ SOY YO LA COCINERA?!—gritó la voz de Ginny Weasley.— ¡Se acabó!. ¿POR QUE SIEMPRE SOY LA VILLANA?, ¡ustedes siempre las pasan en grande!— Gritaba mientras aventaba platos por doquier.— ¡HERMIONE, ERES UNA IDIOTA!.— declaró mientras salia corriendo del lugar. Solo me quedé con cara de sorpresa al escucharla decir eso y que la aludida no reaccionara de ninguna manera.

—Entonces... ¿Tu eres la madre de Ron?

—¿Como sabes su nombre?, ¿tienes algún interés en este bebé?

—Es fantástico que hayas encontrado a tu madre. De verdad que si... Estar con tu mamá es lo mejor, he?—dijo el gato, que no dejaba de sonreír.

—Bueno, pues, en breve tendré que marcharme... ¿ Podrías cuidar de este niño?—Preguntó mientras me entregaba en brazos al pequeño se estaba haciendo cada vez más transparente.

—¿A donde vas?

—Me han citado en el juzgado— respondió como no queriendo la cosa.

—¿juzgado?— pregunte con sorpresa cuando Hermione desapareció por completo.

—De verdad te creías que esa cosa era el hijo de la duquesa? — pregunto Fred, que ahora se encontraba sentado.

—¿Cosa?— miré hacia el bebé, pero ya no había un bebe, ahora había una araña gigante en su lugar. Lo dejé caer al suelo por puro instinto de supervivencia.—¿Qué esta pasan...?—Pero Fred ya no estaba.

Salí por la misma puerta por la que entré, pero ya no había más puestas de donde elegir. Solo había un profundo pasillo con columnas a cada dos metros de distancia, haciéndolo ver tan largo como si no tuviera final. Cuando ya había caminado unos diez minutos, en una de las columnas estaba recargado Fred, con los brazos cruzados sobre el pecho y una pie apoyado en la pared

—Señor gato— saludé sarcástico mientras el gato se escondía detrás de la columna.

—Por aquí—dijo una voz detrás de mi. Ahora era George con el mismo traje de gato y en la misma posición que Fred.—¿Sorprendido?

—Pues...

—Puedo desaparecer y...— dijo mientras volvía a hacer el mismo procedimiento que Fred, aunque ahora era él quien aparecía en una columnas que estaba a lado de mi.

—Y aparecer, como si tal cosa.

— Increíble.—Le felicite. Aunque ya supiera su truco. Fred modio la cola. —Pero, yo quería preguntar...¿Por donde debería ir?

—Bueno, eso depende...—dijo,de nuevo ocultándose tras la columna

—de a donde quieras ir.—termino George, reapareciendo en la columna del otro lado.

—Quiero volver al sitio de donde vengo.— le dije a la pared, pues George la había desaparecido para darle paso a Fred, que se encontraba detrás e mi.

—No se permite volver...— comenzó para volverse a ocultar.

—... sin ver antes a la reina— termino George, desapareciendo en cuanto termino de hablar.

—¿La reina?—Pregunté, pero ya ninguno de los gemelos respondió ni apareció. Así que comencé a caminar.

—Se podría decir que...— apareció para ocultarse dándole paso a su hermano.

—...La reina.

—...Manda sobre...

—... este mundo.

Malditos.

Me detuve. Ésto ya me había fastidiado. ¿Por qué no simplemente se mostraban los dos?

—A ver. Así no se puede conversar, así que, ¡¿por qué no salen los dos de una buena vez?!— Exploté. Estos dos idiotas estaban colmando mi paciencia. Tenia que reprenderlo de alguna manera, por mucho que los apreciara.

—¿A que viene eso...

—... de los dos?

—Ya olvidenlo— dije secamente mientras retomaba mi andar.

Seguí caminando por el largo pasillo hasta llegar a un puerta muy grande y muy bonita. La abrí, y encontré un lugar igual al que donde estaba la oruga, si contar que ya no había ningún trono. En su lugar estaba un mesita de café, e la silla se encontraba Snape, con una botarga de pajarito amarillo. Muy parecido a un pollito. Me acerque directamente a el, tratando de no reírme. Le di la vuelta a toda la piscina para poder quedar a su lado. Tenia una taza con té y pétalos blancos esparcidos por toda la mesa y la silla desocupada.

—Espero que vulva pronto.—dijo el hombre, justo cuando llegue a su lado.

Traté de llamar su atención moviendo la mano delante de su vista, pero no conseguí que volteara a verme. No insistí más y me aleje.

Me adentre en la puerta, justo como ocurrió con la oruga, y me encontré con el gran comedor de la escuela. Las cuatro mesas donde los estudiantes siempre comían se encontraban vacías de gente, pero estaban llenas de comida. En la mesa donde se sentaban los profesores, estaban tres personas. Un hombre y dos mujeres que aparentaban estar dormidas con la cabeza sobre sus brazos recargados en la misma mesa. Uno de ellos soltaba burbujas de saliva por la boca, y estaba vestido con algo que parecía un mameluco o pijama de bebé, y lo identifique como Teddy. Una de las chicas tenia una unas orejas muy grandes de conejo sobre su brillante cabello rosado, y con las manos forradas de guantes blancos, la identifique como Tonks. La ultima chica era Luna. Tenia un sombrero muy extravagante, de color morado obscuro, con un vestido del mismo color muy lindo, que la hacia verse más hermosa que nunca. Me acerqué más, pero me detuve cuando Luna, hablo.

—No quedan asientos libres.—Dijo la rubia, sin levantar la cabeza y sin abrir los ojos.

—Si, no quedan asientos libres.— recalcó Tonks, alzando la cabeza, y mirándome con ojos de cariño.

—¿Eh?— contesté, mirando todos los asientos vacíos.—No.. quedan asientos libres, ¿verdad?— me burlé mientras retrocedía y me dirigía hacia la salida.

—¡¿QUÉÉ?! ¡No, no, no, no, no!. ¡Espera, espera!—gritó Luna, levantándose de su asiento.—¡No te pongas a adelantarte en la conversación!

—¡Era broma!—gritó Tonks, con una sonrisa en los labios.— Hay muchísimos asientos libres, ¿vale?—dijo mientras me giraba para regresar junto a la mesa. Me senté delante de los tres. Neville seguía babeando.

—Me gustaría preguntaros algo.

— Tu cabello es muy salvaje.— comentó Luna, como si yo nunca hubiera abierto la boca.

— ¿Eh?

— Me gusta ese pelo. Por desgracia... vas a tener que peinarlo algún día.

—¿Podemos no hablar de mi cabello?—pregunté algo incomodo. Mi cabello era indomable, y Luna bien lo sabia... pero este era un sueño. Todo podía pasar.

— Y hoy llevas túnica.—comentó Tonks.

— Soy una mago, ¿sabes?— conteste, mirándola extrañado.— Pero bueno, qué más da... Oye, ¿por qué tienes una diadema de orejas de conejo?, ¿porqué no te transformaste solo las orejas?— Tonks puso cara de infarto.

— Recuerda tomar tu poción para poder transformarte correctamente...— dijo Teddy levantando la cabeza.

— Vale.. —contestó Tonks, mientras él volvía a dormirse.

— No sabia que de verdad podía alguien tirar tanta baba...— pensé en voz alta mientras miraba al niño de la pijama.

— ¡Adivina adivinanza!—gritó Luna.

—¿Adivina adivinanza?— pregunté juntando las cejas.

—¿Porque una tostada y una tortilla de huevo se parecen?

—En nada...

—¡NO!—Exclamó mientras se paraba y acercaba su rostro al mio.— ¡Eso es una burda mentira! Supongo que los chicos siguen siendo tontos en sueños.

Me llamaron tonto, y eso dolió. Miré a Luna fijamente, mientras ella me devolvía la mirada. Un maniquí con una ropa muy provocadora de mujer se acercaba a la mesa, y traía en las manos de plástico una botella de whisky. Esto era un sueño muy extraño, y tenia que despertar ya. No solo porque algunas cosas me dieran miedo, si no porque llevaba horas caminando sin rumbo, y sin sentido. Por mientras, Tonks hablaba:

—¿Qué tan un poco de whisky de fuego?

—No tomo alcohol, gracias... Tu no deberías beber, tampoco.

—Ya sabía yo que su carácter es un pelín demasiado complicado para estar en un mundo como este.— susurró Luna, dirigiéndose a un Teddy completamente dormido.

—Si, la verdad que no le pega.—Concordó Tonk, acercándose a la oreja de Luna.—Pero... ¡Esta tan mono!

—Sin duda.—contestó mientras las campanadas marcaban la hora. Luna prosiguió:— Aquí, son siempre las tres de la tarde

—¡Por eso siempre es la hora del tentempié!

Esto, ¿qué lugar es, exactamente?— Pregunté algo incomodo.—Vine a Hogwarts a hablar con el director... O al menos eso dijo Sirius.

—Adivina adivinanza— repitió Tonks, como si yo no hubiera dicho nada.—¿Por qué me parezco a Sirius?

—¿Te pareces?—pregunté mirándola, mientras ella sonreía.—Esto es Hogwarts, ¿verdad?

—¿Qué piensas hacer una vez destruyas a el que no debe ser nombrado?— preguntó Luna, dejándome con la boca abierta.— Contesta—ordenó como si yo fuera culpable de algo y ella me interrogara.

—¿Qué?— musité. Si esto era un sueño, entonces lo mejor era seguir la corriente— Bueno... terminar de estudiar, y...

—¿Y?

—¿Que quieres que te diga?—quizá no fue la mejor idea...

—¿Solo terminaras la escuela?

— Básicamente... si.

—¿Y por qué?

—¿Como que por qué?

—Si, ¿Por qué?

—Tengo un sueño que quiero cumplir.— Contesté con simpleza. No tenia que decir nada más.— Cuando destruí a Voldemort, el mundo cambio, y ahora solo quiero hacer algo más para ayudar y vengar, de alguna manera, a todos ellos que murieron en la guerra.— proseguí, simplemente contando lo que era verdad.

—Que bonito. ¿Y cual es el sueño que quieres cumplir?—preguntó Tonks, metiéndose gran cantidad de pastel a la boca.

—Pues yo quiero convertirme en...

—Pero la vida de un auror no es solo terminar de estudiar, ¿no crees?— preguntó Luna. ¿No se suponía que ellos no sabían quien soy? Como sabían que estoy en proceso de convertirme en Auror? Luna me miraba intensamente, como si tratara de leer mi mente.

—Bueno, ¿y que más hay?— pregunté, correspondientemente a la mirada.

—Oh, oh. Muchísimas otras cosas, querido. Cosas divertidas.

—Cosas divertidas...— repetí.

—Cosas divertidas.—Dijo Tonks.

—Cosas divertidas.— murmuro entre sueños, Teddy.

Se escuchó un largo silencio hasta que este se rompió con el sonido de cientos de trompetas lejanas. Era como el tipo de melodía que se escuchaban en el anunciamiento de el rey en el mundo muggle. Se escuchaba lejanamente, pero con mucha fuerza.

—¿Qué ha sido eso?— pregunté mientras trataba de ver a través de la ventaba.

—El juicio está a punto de empezar.—contesto la chica rubia.

—¿Juicio?, ¿para qué un juicio?

—La duquesa va a ser sentenciada a muerte— Dijo Tonks, mientras seguía engullendo pastel.

—¡¿PERO PORQUÉ?!—grité, mirando a Luna y Tonks, que seguían tomando té y comiendo pastel, respectivamente. Se veían muy tranquilos para hablar de que Hermione iba a ser asesinada.

—Por que a la duquesa le apetece... supongo...— dijo Luna, con aire pensativo.

—¡Eso no esta bien !—grite.

Salí corriendo hacia la puerta. No iba a permitir que mi mejor amiga fuera sentenciada a muerte. Aunque todo fuera un sueño, sentía que tenia que hacer algo, porque era todo tan real que sentía el dolor y la desesperación de perder a mi mejor amiga. Aumenté la carrera hacia la puerta. La abrí, y me encontré nuevamente en la sala de menesteres, que se encontraba nuevamente distinta. El lugar era enorme, y tenia cortinas rojas rodeando todas las paredes. Donde se sentaba la corte, los tronos de los reyes, el lugar del juez, y el lugar del acusado era todo de madera. Hermione estaba sentada en evidencia, y tenia la cabeza gacha.

—La acusada, la Duquesa. Cuando alguien dice algo, tú te empeñas en encontrar el error. ¿Admites tu crimen?—dijo el rey, con una voz que no supe ubicar.

—¿Es eso un crimen?—intervine abriéndome paso por el jurado observador.

—¿Quien eres tu?—Pregunto la reina. Los reyes tenían mascaras de fiesta, por lo que no pude ver sus rostros.

—Yo... Yo soy un testigo.

—Corregir a las personas de sus errores es algo que simplemente, no puedo evitar, su alteza.—dijo una Hermione muy asustada

—¿Y dejando a tus hijos solo, solo por querer asistir a reuniones sociales, y demostrar al mundo tu innumerables aprendizajes? Tu crimen es, aunque fuera sin intención de mala fe, que dejaste a tus hijos abandonados en casa... en total soledad— prosiguió la reina.

Eso me dejo sorprendido, Hermione siempre se pavoneaba de su inteligencia, pero estaba seguro de que nunca abandonaría a sus hijos para ir a fiestas.

—No Su alteza. Eso no es correcto. Los niños saben muy bien cuando sus padres están ocupados o ausentes. Nunca guardarían rencor a sus padres por dejarlos solos.— relaté, pensando en lo mucho que amaba a mis padres aun sufriendo su ausencia, y lo mucho que eso afecto mi miserable infancia.—Ademas, si la sentencia a muerte, ¿Qué sera de los hijos?

— Aquí reina la ley.—sentencio el Rey.— Este no es un lugar donde quepan los sentimentalismos

—Si no hay emociones en un juicio, entonces que lo hagan los duendes. Ya no necesitarían más magia ni jurados, ni jueces.

—¡Insolente! ¿Acaso tienes permiso de abogacía?... Y lo que es más, ¿no seras tu un criminal? Muy bien, encarguémonos primero de los crímenes de este hombre de la túnica.

—¿Crímenes?— exclamé, anonadado.

—Este piano de Rene que rompiste.—dijo mientras señalaba el piano que apareció con su varita enfrente de mi.

—Ese es el piano que vi antes... ¡Pero si no estaba roto! No estaba roto cuando lo deje.

—Sin importar las circunstancias, fuiste tú quien lo rompió.

—Como ya le dije, yo no fui que rompió... he...—me quedé congelado, cuando, como si fuera una película, me vi a mi mismo cayendo sobre aquel piano en un pasado, pero no era en la escuela. Era en la casa de los Dursley, cuando su primo lo perseguía, y me subí al piano para protegerme; se rompió cuando trataba de bajarme.

—LOOOOS TEEEESTIGOOOS—gritó el rey.—A esta persona que se hace llamar el testigo, si hay algo que sepáis, venid a testificar.

De repente apareció Luna, tapándose el rostro con el sombrero, inclinándose en una reverencia. Habló con una voz muy soñadora.

—Yo testificaré, Su Alteza.

—Pero si tu...—repliqué, sin poder completar la frase.

—Esta persona tiene una idea equivocada de lo que es la vida de un heroe y trabajador. Luchar, luchar y luchar sin pensar en sí mismo. No intenta aprovechar ni una pizca de su vida diaria.

—¡Como si tu te divirtieras tanto, Luna!—grite, y justo después, todas las luces del salón se encendieron, dejando ver a todos los estudiantes de Hogwarts con mascaras de fiesta, como jurado. Todas la niñas reían.—...¿pero qué es esto?

—¿Por qué conoces mi nombre?—Preguntó Luna mientras se ponía de pie y se giraba para verme a la cara.—¿Por qué conoces mi nombre?

—¿Por qué conoces su nombre?—grito la multitud—¿Por qué lo conoces?

—¿Pero qué...?

—Sabias que eramos gemelos.—declararon unas voces a mis espaldas. Eran Fred y George.

—Sabias que era un hombre lobo.—dijo Remus, quien apareció a su lado.

—Y sabias que era metamorfomaga... eso si me dejo impresionada.— confeso Tonks, quien caminaba hacia mi.—Pero.. ¿Por qué?

—¿Por qué?—preguntó un dormido Neville

—¿Por qué?—preguntaron los gemelos a la vez.

—¿Por qué?—preguntó Hermione, abrazando al muñeco que le hizo creer que era Ron.

—¿Por que?—preguntó después Remus, soltando más burbujas.

—¿Porqué?—le cuestionó Luna, por ultimo.

—Porque...—estaba confundido. ¿Porqué sabia yo todo esto? Tal vez el simple hecho de que ellos eran mi familia. Este sueño era toda una locura.

—¿Aun no lo comprendes?—preguntaron el Rey y la Reina, a la vez. El rey estaba de pie, seguía con la mascara, y me miraba fijamente. Se adelanto, y mientras se quitaba la mascara, hablaba:—Ahora tienes tantos amigos... Me alegro mucho.

—¿Papá?—casi caigo al suelo cuando vi a James Potter, parado frente a mi.—Entonces... Entonces tu ere...— me quede sin palabras, mientras veía a la reina.—No puede ser...

—Si que has crecido... Lo siento. Te lo puse muy difícil. Así que... deberías de disfrutar de tu vida de ensueño desde ya, ¿de acuerdo?—Dijo la reina, mientras de tras de la mascara, caían dos pequeñas lagrimas.

Trate de acercarme a mi madre, pero todo se puso blanco. Todo ese mundo extraño se difuminaba a su alrededor. Cerré los ojos fuertemente, y luego los abrí. Lo primero que vi fueron los ojos azules de Luna, quien permanecía parada enfrente de mi, mientas yo estaba sentado en el sillón de la amplia sala. La sala de nuestra casa.

—¿Quieres un poco más de malteada, cariño?— Dijo ella con una sonrisa en el rostro.—Solo te acabaste el primer vaso, y te dormiste... Haha, tú durmiéndote... debes estar realmente exhausto. Los nargles seguro te alborotaron el cerebro. Toma.— dijo mientras ella le tendía un vaso relleno de liquido rosa. Lo tome.

— La vida de ensueño... Tal vez debería de tomar menos dulces... Pero este lo tomare, por que es delicioso— agregué rápidamente al ver la cara de desilusión de Luna, luego, ella dibujo una sonrisa mientras me daba un beso en los labios y luego se dirigía a la cocina.

Tal vez los licuados de Luna me provocaban sueños raros, y tal vez la vida en el pasado no fue la mejor para mi; tal vez algunos ya no estuvieran conmigo, pero los amaba igualmente... así era la vida de ensueño junto a los seres que amaba.

Como un país de las maravillas.


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