El Planeta del Tesoro y todos sus personajes son propiedad de Disney.

Prefacio:

¿Por qué empecé esta historia? una razón que probablemente ya conocen es que me encantó la película, particularmente la actuación de la Capitana Amelia. Pero además en ese tiempo estaba leyendo Harry Potter y El Señor de los Anillos, lo cual hizo que me interesara escribir, entonces un día me topé con unos fanfics llamados "I'm a Spacer, Not a Mother" (soy una espacial, no una madre) escrita por Christy, "Pointing North" (apuntando al norte) escrita por Helgmelia y "Amelia's Legacy: A Captain's Promise" (el legado de Amelia: la promesa de una capitana) escrita por Lauren Rae, cuando leí sus historias la inspiración que me produjeron fue tan grande que sentí que no podía contenerla y que debía expresarla de alguna forma, así fue como empezó El Último Viaje del Legacy.

¿Improviso cuando escribo o tengo ya una idea? Sí y no. Sé más o menos adónde quiero llevar la historia, pero al desarrollar un capítulo expongo la idea principal y el resto es improvisación. Es una estrategia que uso para tener cierta libertad al escribir (pero no demasiada para no incurrir en el caos) y me ha sido útil porque a veces me surgen ideas para mejorar la trama que no había pensado antes de comenzar un capítulo.

¿Qué tan seguido publico capítulos? Lamentablemente eso depende de la disponibilidad de tiempo para escribir, de la complejidad del capítulo y del infame bloqueo de escritor. Siendo así pueden varios meses.

¿Terminaré la historia? Sí, voy continuar escribiéndola sin importar cuánto tiempo deba invertir para completarla, eso es una promesa.

Progreso de la historia:

Octubre 11, 2016: comenzando a escribir el capítulo treinta y seis.

Capítulo uno: una nave desaparece

Se escuchó una tremenda explosión que resonó en el espacio. Un gigantesco navío caía ardiendo con ferocidad. De las ventanas a los costados de la nave escapaba gran cantidad de humo. Sobre la cubierta, espaciales y oficiales gritaban y corrían tratando de extinguir el fuego.

"¡Cuidado, un mástil se nos viene encima!" advirtió un espacial apuntando hacia arriba.

Uno de los mástiles se partió y cayó sobre cubierta. Varios espaciales tuvieron que saltar para evitar ser aplastados. Entonces oyeron una campana preveniente del puente.

"¡Abandonen la nave!" gritó el oficial que la estaba tocando.

Los que pudieron se dirigieron a la zona de escape. Una compuerta a babor se abrió y los botes partieron cargados con la tripulación. Huían a gran velocidad intentando no chocar unos con otros, pues el pánico ya se había apoderado completamente de ellos. Inesperadamente, una ráfaga de rayos de energía apareció de la nada. Los botes que eran impactados por ellos, eran encerrados en una burbuja de luz y desaparecían. El oficial en el puente junto a la campana, miraba asombrado y confundido lo que sucedía. Luego los mismos rayos cayeron como lluvia sobre la cubierta.

El oficial rodó por el piso y se ocultó tras un barril. "¿Qué rayos está pasando?" gritó.

El timonel, quien estaba agachado tratando de asir el timón como podía, lo miró desconcertado. "no lo sé, señor, no logro ver quien está disparando." entonces uno de los rayos lo alcanzó. El timón quedó girando sin control y la nave se inclinó a estribor. La súbita sacudida provocó que los que quedaban de la tripulación aun en cubierta cayeran al espacio.

El oficial se sostuvo rápidamente de una baranda al perder el equilibrio. Estiró su brazo para agarrar la cuerda de un aparejo roto e hizo un lazo con ella. La arrojó hacia el timón, la cual se enredó alrededor deteniéndolo, y la nave dejó de inclinarse. Luego el oficial se levantó, fue hacia la puerta más cercana y la abrió. Era la entrada del camarote del capitán. "¡Capitán Micdakoo!" exclamó al entrar.

El capitán yacía sentado en la silla de su escritorio, sosteniendo un pañuelo en la herida de su hombro. "¿Ordenó la evacuación, señor Miller?"

"Sí señor, pero fue inútil, los botes fueron atacados y nadie pudo escapar. Hemos perdido a casi toda la tripulación."

"Aaargh... en ese caso ya no podemos hacer nada," repuso el capitán levantándose lentamente de su asiento. "diríjase al cuarto de holotransmisiones y envíe una señal de emergencia. Esperemos que alguna nave de la Armada la capte."

"De inmediato, señor" contestó el oficial Miller. Hizo un saludo y salió apresuradamente.

El capitán Micdakoo se dirigió al puente. Cuando llegó, se apoyó sobre el timón todavía sosteniendo el pañuelo. El silencio que quedó luego de ese ataque lo llenó de una sensación de intranquilidad esperando a que en cualquier momento los perpetradores asestaran el golpe de gracia. En todos sus años de servicio, él nunca había presenciado algo semejante. ¿Qué tipo de maquina podía hacer desaparecer una tripulación entera sin siquiera dejar algún rastro? todo lo que quedaba, eran los restos humeantes de la nave evidenciando lo que había ocurrido. Solo en las antiguas historias del Capitán Flint, el pirata más temido en todo el Etherium, se describía la manera repentina en que él atacaba y destruía una nave en un parpadeo, y lo que acababa de suceder bien podría equipararse a esas historias.

No obstante, el capitán Micdakoo no pensaba que fuese posible que Flint fuese el responsable pues había dejado de existir hacía más de cien años. Aun así buscó en el espacio esperando ver una nave con bandera pirata preparándose para el abordaje. Aun cuando su búsqueda fue en vano, estaba convencido de que pronto estaría cara a cara con el que había causado tanta destrucción. De pronto se produjo un destello. La nave, que navegaba lentamente en línea recta hacia delante, se detuvo bruscamente y comenzó a avanzar en dirección opuesta.

El capitán se volteó mirando hacia popa. "¡El cielo nos proteja!" exclamó sorprendido.

La nave retrocedía cada vez más rápido dejando una estela de humo a su paso hasta que misteriosamente se desvaneció en el espacio.

Varias semanas después, en el planeta Montressor, la noticia de este acontecimiento era de lo que todo el mundo hablaba. Desde hacía varios meses corrían rumores sobre incidentes similares, pero ése era el único confirmado. Las personas siempre tienden a exagerar los rumores para que sean, o más interesantes o más intrigantes, pero contándolo tal cual había sucedido era suficiente para impresionar a cualquiera. Una nave que desaparece de forma tan extraña ciertamente daba mucho de qué hablar, lo que hacía que los taberneros y posaderos tuvieran que esperar hasta muy avanzada la noche mientras sus huéspedes se cansaban de opinar sobre ése asunto para poder cerrar sus negocios. Todo el mundo parecía tener una teoría para explicar lo ocurrido, y aunque algunas de ellas sonaban bastante descabelladas, eran igualmente válidas porque no habían suficientes evidencias para respaldar unas por encima de otras.

Para la gente común sólo era un tema más de discusión, pero para la capitana Amelia se trataba de un asunto de mucha importancia. Eso podía entenderse, porque todos los que conocían a Amelia sabían de su abnegado sentido del deber. Su lealtad hacia la Armada Interestelar, de la cual alguna vez formó parte, era innegable. Y todo lo que la afectaba le concernía a ella, pues así eran los Felínidos, la especie a la que pertenecía Amelia. Conocida por ser una raza muy similar a los gatos, orgullosa, de gran valentía y hábil desempeño en batalla. Características altamente apreciadas en la Armada, pues su principal labor era proteger a la galaxia y defender de piratas las tripulaciones y la carga de las naves comerciales.

Como todo buen capitán, ella tenía una personalidad estoica y autoritaria, pero en general agradable, y en ocasiones, hasta divertida. Un poco reservada pero de charla sutil. Era respetuosa con otros oficiales pero no muy paciente con personas de actitud grosera. Tampoco le agradaban mucho las personas con tendencias a hacer tonterías, y como muchas veces era contratada para adiestrar cadetes graduados en viajes de iniciación, estaba acostumbrada a ver toda clase de... errores, por decirlo de una forma amable. Aunque con los años aprendió a ser tolerante. Después de todo, ella alguna vez también fue cadete. Su forma de hablar, era muy parecido al lenguaje británico de los humanos: educado, cortés y con acento. Lo que hacía resaltar sus buenos modales. Pero algunas veces, especialmente estando enojada, podía utilizar lenguaje soez (hasta cierto punto) mezclado con sarcasmo.

En cuanto a su apariencia, era delgada pero con piernas ágiles que le proporcionaban gran capacidad para correr y hacer saltos acrobáticos. Su cabello era liso y de color marrón, que le llegaba hasta el cuello. Sus ojos verdes, a veces grandes y redondos como una naranja y a veces pequeños como un hilo, le otorgaban una excelente visión nocturna. Y sus orejas puntiagudas podían detectar hasta el leve caminar de un insecto. En fin, todo esto la convertía en una digna representante de su raza.

Ella se encontraba desayunando tranquilamente en la mesa de la cocina de su mansión con su esposo el Doctor Delbert Doppler, un reconocido astrofísico. Cualquiera que lo viera, diría que era como estar viendo a un perro, y no estaría muy equivocado porque Delbert era un Cánido, una raza con atributos notablemente caninos. Tenía orejas grandes y ligeramente caídas. Una nariz larga y pronunciada con un excelente olfato. Su cabello era marrón y casi tan largo como el de Amelia, pero un poco más oscuro y lo llevaba atado con una cola. Si hablamos de su personalidad, quedaría muy bien decir que él era una persona tranquila y extremadamente amable. Sus compañeros de la universidad de Wine Grower (donde impartía clases de astrofísica, literatura e historia) lo describían como un buen orador, experto en cada una de sus asignaturas. Aunque básicamente lo definían como un ratón de biblioteca, porque rara vez se le veía sin un libro encima. Él adquirió ese hábito de su padre, pues también fue profesor de literatura. Y a temprana edad, le enseño el maravilloso mundo de la lectura. A Delbert le encantaban en especial los libros de poesía, y cada aniversario, le recitaba alguno de los mejores pasajes a su amada esposa.

Amelia y Delbert eran felices juntos pero muchos se preguntaban ¿cómo era que dos personas, habiendo crecido en familias tan diferentes (sin mencionar en planetas distintos) podían llegar a quererse tanto? para saberlo, habría que retroceder en el tiempo ocho años al momento en que se conocieron. Eso fue posible gracias a Jim, el hijo de Sarah Hawkins, una vieja amiga de Delbert, ya que una tarde el muchacho recibió de manos de un Torley moribundo una extraña esfera. Al principio no supo qué era y no tuvo mucho tiempo para averiguarlo porque poco después por una banda de piratas comenzó a perseguirlo. Habiendo escapado por poco, Jim descubrió que ellos buscaban la esfera porque era una especie de mapa que conducía al legendario planeta donde el capitán Flint escondió su increíble tesoro. Era una oportunidad única que el destino les había dado para realizar el mismo sueño que muchos alguna vez tuvieron pero que nadie jamás había logrado. Delbert inmediatamente hizo los preparativos para el viaje de búsqueda. Contrató a la tripulación que consideró adecuada (aunque más tarde se daría cuenta de su error de juicio). Estando consciente de que el camino estaría lleno de peligros, necesitaba a alguien altamente calificado para un trabajo de semejante envergadura y sólo había una persona que cumplía con los requisitos: la capitana Amelia Newhart.

Fue en el RLS Legacy, la nave elegida para el viaje, donde por primera vez se conocieron frente a frente y no fue amor a primera vista como algunos podrían pensar. La impresión que ella tuvo de él no fue precisamente buena al principio pero gradualmente llegó a descubrir la naturaleza amable, educada, inteligente y valiente del doctor. Luego de atravesar media galaxia, sobrevivir a una supernova, enfrentarse a un motín de piratas y escapar de una explosión planetaria, Amelia y Delbert terminaron enamorándose. Lo que sucedió después es la historia que aquí se cuenta.