Era el último día para escapar. Era en ese momento o nunca. Saltar no saltar.
Tal vez ese salto me acercara mas a Edward, pero sabía que también cabía la posibilidad de que me alejara mas de Jake. ¿Estaba dispuesta a eso?
Tal vez el tiempo con Jake me había demostrado que podía sobrevivir con ese enorme vacío en mi pecho, tal vez con el tiempo él podría arreglarlo del mismo modo que había arreglado las motos.
¿En que estaba pensando? ¿En olvidar a Edward? No podía ser.
Mis días alejada de él me habían obligado a lanzarme en los brazos de Jake, el único capaz de hacer salir el sol en esa noche eterna y profunda en la que me había sumido. El único capaz de sacarme una sonrisa en días en lo que solo me apetecía llorar. El único capaz de deshacer ese dolor. Él.
Pero ¿y Edward? Él había sido el gran amor de mi vida. Un amor tan fuerte que llegaba a doler. Había sentido que cada latido de mi corazón pronunciaba su nombre, que cada gota de mi sangre le pertenecía, que cada palabra de mi boca se dirigía a él. A cambio de todo eso había recibido la nada, el abandono.
A pesar de eso estaba a punto de saltar de un acantilado para sentir que aun se preocupaba por mi. Estaba dispuesta a arriesgarlo todo para ser feliz durante un segundo, ese segundo en el que oía su vos, sentía su frío aliento, ese que me enloquecía y me aturdía de amor continuamente.
Había estado dispuesta a todo y a mas pero ¿y ahora? ¿Sentía la necesidad de saltar o simplemente lo hacía por que quería engañarme a mi misma, repetirme que alguna vez nos amamos? ¿Era de verdad el amor hacia Edward lo suficientemente fuerte aun para hacerme saltar?
Ya sabía la respuesta. No lo era
Volví a calzarme mis zapatos y me abrí camino entre el espeso bosque que segundos atrás había estado dispuesta a dejar a mis espaldas, y me marché dejando al borde del acantilado mis recuerdos y los pedazos de mi amor.
Mientras caminaba distraída pensando en las verdaderas razones de mi abandono, de haber abandonado a Edward para siempre, un ruido me sacó de mis pensamientos siendo consciente por primera vez que estaba en peligro. Estaba sola en el bosque, donde nadie podía oírme y ella estaba cerca, Victoria.
Me giré y su melena del color del fuego brillaba al igual que su piel bajo esos perezosos rallos de luz que se colaban a través de la espesa capa de árboles. Sus ojos rojos como la sangre eran despiadados, me miraban contentos y furiosos. Por fin iba a llevar a cabo su venganza, iba a matarme sin saber que no le haría ningún daño a Edward.
Se acercó a mi lentamente y con esa agilidad que poseía su especie, esa a la que tanto me aferré y a la que había querido pertenecer. Mas vampira que nunca quedó frente a mi a escasos centímetros de mi posición.
- Bella, veo que por fin puedo encontrarte a solas. Tus amigos, los chuchos, no dejaban que me acercara a ti y yo solo quiero hablar. – su voz era tan tranquila y serena que ponía los pelos de punta.
- Victoria, ambas sabemos que no quieres hablar. Acaba conmigo si de verdad lo deseas pero solo quiero recordarte que mi muerte no devolverá a la vida a James. – el valor apareció de golpe en mi mente empujándome a decir lo que pensaba. Al fin y al cabo no tenía nada que perder, iba a morir de todas formas.
Su expresión cambio. Esa serenidad que había mostrados segundos atrás se desvaneció completamente mostrando una furia enorme. Era mas terrorífica de lo que había sido antes aun que pareciera imposible.
Era mi final. Estaba totalmente segura. Lo mas extraño era que a pesar de haber decidido no buscar mas la ilusión de Edward creía que sería él el qua aparecería en mis pensamientos, en mis últimos pensamientos. Pero el rostro que apareció tras mis pupilas cerradas fue el de mi sol personal. Jake aparecía en mi mente de una manera tan vivida que creía que era real. Las lágrimas empezaron a descender por mi rostro desesperadas. Iba a morir sin que Jake supiera que lo era todo para mi. Todo.
Victoria estiró el brazo cogiendo impulso. Sabía que iba a ser muy doloroso. Cerré los ojos con fuerza esperando un golpe que nunca llegó. Los abrí y no había nadie a mi alrededor. ¿Lo había imaginado todo? No podía ser. Yo la había visto.
Entonces un ruido a mis espaldas me asustó. Mi corazón empezó a latir atropelladamente. Sentía la sangre huir de mi rostro.
- Jake, Jake… - decía entre susurros. No podía evitar hacerlo Quizás si lo repetía mucho al abrir los ojos él estaría allí.
Me gire lentamente con los ojos aún cerrados. Me encaré a ella, a ese ruido, a ese final.
Y de pronto sentí unos calidos brazos alrededor de mi cintura. Abrí los ojos algo asustada, aturdida y confusa.
- ¡Jake! – grité y le abracé con todas mis fuerzas. – Ella, … Victoria… Yo sola y ella – los sollozos no me dejaban hablar. Estaba llorando a mares. Por fin estaba en puerto seguro, entre sus brazos.
- Lo se, lo se. Se la han llevado, delante de ti, pero estabas tan asustada que no te has dado ni cuenta. Victoria no volverá a ser un problema amor.
Me hundí de nuevo en su pecho desnudo perdiéndome en su abrazo. Le necesitaba tanto. Ahora si estaba segura, Jake era todo y cuanto necesitaba y quería.
