Estar enojada era poco.

Ella estaba realmente furiosa. Aunque no era la primera vez que se encontraba en ese estado, ya que su acostumbrada bipolaridad la hacían cambiar de humor en cuestión de segundos, ese día era diferente, y es que, ni siquiera sabía por qué estaba enojada, habían tantas cosas que pasaban por su mente y que la confundían tanto que no sabía cómo reaccionar.

Pero quedarse sin hacer nada, no era una opción.

Haru se encontraba de pie junto a sus nakamas detrás de una gran multitud a la que se le podría llamar muy fácilmente: ignorantes.

Después de tanto tiempo de viajar con ellos, se había encontrado con distintos tipos de personas. Algunos de ellos más "malvados" que otros, pero ese día… la habían sacado de quicio.

Hacía poco que habían llegado al archipiélago Sabaody, pero desde el inicio se dio cuenta fácilmente de lo podridas que estaban la mayoría de las personas.

¡Hasta le daban ganas de vomitar todo el almuerzo!

Y en este mismo instante, estaba siendo testigo de algo que la había asombrado aún más. Se puede decir que esa casa de subastas era muy extensa y estaba casi lleno todo el recinto. Había muchas jóvenes y hombres que se estaban vendiendo como esclavos, de tal forma que los mugiwaras presentes en ese momento ponían cara de asco ante tal injusticia. El gobierno hacía la vista gorda respecto a esto y, aunque hay que admitir que eso la enfadaba, había algo aún peor que no podía aceptar.

Desde que entró lo había notado…

Y no podía permitir que eso continuara, o sino, se arrepentiría toda su vida.

—Señoras y señores, el producto que les revelaré a todos ustedes debería ser necesario, como para olvidar aquellos pequeños pensamientos que acechan a nuestra mente —Un hombre excéntrico con el cabello plateado sombrero amarillo y unas ridículas gafas en forma de estrellas interrumpió los pensamientos de la chica.

A continuación se escucharon unos instrumentos de fondo y luces que anunciaban un gran acontecimiento, esto hizo que los mugiwaras se pusieran atentos ante lo que iba a ocurrir.

—Señoras y señores, abran bien los ojos. Este es aquel que todos intentan capturar pero no lo consiguen. ¡Sólo vean su sombra!

Cuando todos estaban completamente seguros de que esa sirena no podía ser otra más que Keimi, Nami apretó muy fuerte lo que llevaba entre sus manos como reflejo. A Hachi y Pappug les salían lágrimas con tan sólo imaginarse por lo que Keimi estaba pasando.

—Hace ya mucho tiempo que no vendemos una sirena, comprendo que todos estén exaltados —Dijo de nuevo el presentador con las gafas ridículas— Así que… ¿Por qué precio debemos empezar?

—Tenemos que ser los primeros —Afirmó Nami—. Ella tiene que regresar con nosotros.

Si el plan salía a la perfección, entonces Keimi sería libre aunque tuvieran que gastar todo su dinero. Ese no era problema. Aunque Nami amaba el dinero más que a ningún hombre, no se podía negar el salvar a una amiga.

Y todos estaban de acuerdo.

—Entonces, ¡dejo que comience la subasta! A partir de…

—¡500 millones! —Gritó nada más y nada menos que un Noble mundial.

Eso hizo que todas las expectativas de los mugiwaras por rescatar a la sirena se esfumaran quien sabe a dónde.

—¿Qué le pasa a ese tipo? ¡No tenemos suficiente! —Replicó Nami.

Eso era algo que no se les pasó por la mente, y, en términos legales, no podían hacer nada.

Es cierto que anteriormente se les ocurrió hacer un escándalo. Algo que ya era normal para los mugiwaras, así como en el pasado salvaron a Nami y a Robin. Pero si esta vez hacían lo mismo, pondrían en peligro la vida de Keimi, ya que esta tenía ese collar que explotaría si intentaba escapar.

No había nada que pudieran hacer.

Haru, por el contrario, no quiso rendirse todavía.

Aunque en ese momento no tenía mucho que pudiera hacer, tenía un punto a su favor y lo utilizaría aunque le costara todo el tiempo que se había ocultado con buenos resultados.

Y sí que estaría en problemas, pero no tenía otra alternativa, al menos, hasta que Luffy hiciera acto de presencia.

Puede que ella ignorara muchas cosas o simplemente no le interesaban, al contrario de su capitán y el resto de sus nakamas, pero había aprendido muchas cosas en su largo viaje y este era una de ellas.

Además, no era algo que pudiera ignorar.

Jamás.

—Por lo que veo, todos se han quedado sin palabras. Así que preguntaré de nuevo. ¿Hay alguien que ofrezca más?

Sin pensarlo, la chica de ojos dorados levantó el rótulo que Nami había dejado caer al suelo segundos antes, haciendo que sus nakamas la miraran con un signo de duda sobre sus cabezas pensando qué rayos iba a hacer Haru.

—¡Ofrezco 550 millones!

La multitud no tardó en voltear hacia sus espaldas para ver a la persona que no apreciaba su vida.

No era necesario mencionar que meterse con un Noble, era un suicidio.

Y Haru lo sabía perfectamente, pero la situación no daba para pensar en cada una de sus acciones. Y Luffy no se enojaría por su decisión, ya que… ¡Era Luffy!

A Hacchi casi le da un infarto cuando escuchó esa gran cantidad de dinero y Pappug solo acató a recordarle que cuando un noble decía algo, eso se tenía que realizar sin falta.

Los demás sólo le preguntaron cómo iba a conseguir tanto dinero. Ya que era demasiado.

A todo esto, Haru lo único que les dijo fue "Confíen en mí", con una sonrisa que era lo único que podía expresar con su rostro oculto.

No les quedó más remedio que confiar en ella una vez más, al menos hasta que Luffy llegara.

El Noble buscó con la mirada a la chica, quien llevaba una capucha de color negro con un gorro que no dejaba a la vista sus ojos y que casi le tapaba sus botas anticuadas. Si no fuera por su voz femenina, nadie sabría que era una chica.

—¿Quién te crees que eres? ¿Acaso no sabes quién soy? —Con gran enojo, el Noble no pudo encontrar otra cosa qué decir. No podía permitir que una chica con aspecto pobre se quedara con la sirena que él tanto quería comprar.

—Esta es una subasta. Simplemente estoy ofreciendo una cantidad. ¿Qué hay de malo? ¿Será que… ya no tienes más para ofrecer?

Chopper se aseguró de recordarle entre susurros que esa no era una buena idea. Sobre todo porque el noble podría ofrecer más, y se aumentaría la dificultad de recoger el dinero.

—¡Mocosa! Si crees que puedes ganarme estás equivocada. ¡Ofrezco 600 millones!

Los presentes simplemente se quedaban estupefactos ante la escena. ¿Quién podría ganar una contienda contra un Noble?

—¡650!— Fue lo único que dijo la chica, casi no permitió que los demás asimilaran el precio anterior, dejando en claro que podía ofrecer más.

Los demás nobles presentes le aconsejaron al disgustado que no gastara tanto por una simple sirena y tampoco perdiera el tiempo con alguien que parecía no tener dinero ni para cambiar sus botas desgastadas.

Pero era de esperarse que alguien de tan alto rango en la realeza no dejaría pasar tal "vergüenza".

—No creas que te permitiré quedarte con la sirena. Ni siquiera confío en que un pordiosero como tú tenga esa cantidad de dinero. Compraré esa sirena aunque tenga que ofrecer el doble. ¡Un billón! —Gritó el noble hacia el presentador, y volteó la mirada hacia la susodicha para ver su reacción. Pero no encontró nada.

Tal vez fueron solo segundos, quien sabe. Pero Haru pudo pensar en su pasado y en su futuro, observando cómo la sociedad podía ser tan ignorante y egoísta. Pensando en alguna razón lógica por la cual, el mundo estaba divido, ricos y pobres, inocentes y culpables, piratas y marinos. ¿Quién era el encargado de elegir lo que estaba bien o lo que estaba mal? ¿Qué era la justicia?

A Haru todavía le quedaba mucho por recorrer para poder encontrar las respuestas a las preguntas que a diario se hacía. Y estaba convencida, de que mientras siguiera con vida, haría lo que estuviera en sus manos para eliminar las barreras y fronteras que dividían a la humanidad.

Sí lo haría. Ella podía hacerlo.

—Hasta cuando lo entenderás, ¡maldito obeso! Las personas como tú están acostumbradas a obtener todo lo que desean, cuando sea y como sea, pero hoy no lo permitiré —No lo gritó, pero su voz denotaba odio. Se podía sentir ese aura a su alrededor— Ofrezco 2 billones.

Para la audiencia esto era fuera de lo normal. Incluso, hasta los nobles estaban sorprendidos. Y ni hablar del presentador, él no había dicho ni una sola palabra, mientras más discutieran más dinero ganaría y eso solo era beneficio para él. ¡2 billones! Era algo nunca visto.

Y los mugiwaras simplemente se quedaron expectantes, de igual manera que los piratas presentes también en la subasta, quienes estaban entretenidos con la situación. ¡De verdad la tripulación de los mugiwaras estaba completamente desquiciados!

—Maldito mendigo, dime quién eres y con qué autoridad me estás desafiando —El tipo ya estaba fuera de sus casillas, después de toda esa humillación, hasta podría ser capaz de dispararle a la chica y a todo el que se le pusiera frente a su camino. ¿Quién era ella para meterse con él, alguien tan venerado?

—¿Mi nombre? Ohhh lo siento, pero no puedo decírtelo… —dijo divertida, aunque lo que estaba haciendo no le iba a dejar más que problemas futuros, su enojo cada vez más notorio no le permitía perder. Sí, esto lo haría enojar a ÉL— Porque, o sino, tendría que matarte.


Bueno chicas o chicos, este es el primer capítulo, espero que les guste. Sé que en este cap no apareció Law (Sí estaba presente pero no lo mencioné) No cabía y se me iba a hacer muy largo el cap. Así que lo dejé afuera.

Para el próx, prometo que estará presente :D

Otra cosa que quería mencionar, es que palabras como Shabondi, Hacchi... entre otros, los he escrito así, pero he visto en otros fics que se escribe diferente, y en el mismo anime, lo escriben de diferente manera, por lo que visité wiki (mi diccionario xD)

Y "mugiwara" lo dejé así porque me identifico más que con "sombrero de paja" ya que suena muy ESPAÑOL xD

Espero que les guste, en los próximos capítulos agregaré pequeñas cosas del pasado de Haru, talvez se pierdan con el tiempo, pero esa es la idea.

Espero que les guste. Y sus review son bienvenidos.

Gracias!