"Cuando ella tocaba, parecía que el mundo se arrodillaba ante su magnificencia, las manos volaban cual alas de gaviota atravesándome el pecho con la melodía que interpretaba, parecía que recorría con cada nota algún extremo de mi ser y lo elevaba hasta el cielo y ahí estando tan arriba en el aire, ella lo dejaba caer cuando volvía el rostro hacia nosotros y las bellas avellanas que le iluminaban el rostro me mataban cual dagas con su indiferencia, con su rencor".