LA BATALLA DE LOS CUENTOS

CAPERUCITA–HYOGA

Por Mary Martín

Aclaraciones:

Yeiden es un personaje creado por mí. Es el hijo de Shun y June, un adorable pequeñín de un año y medio, casi un clon de Shun cuando era bebé pero de cabellos color miel y ojitos verdes.

Otouto significa hermanito

Otou-san significa papá.

Panditas: Golosinas en forma de ositos

NOTA IMPORTANTE: con la finalidad de hacer más ágil la lectura y no dar lugar a confusiones, los textos en negrillas son los hechos desarrollados en el cuarto del pequeño Yeiden, los textos normales denotan los sucesos de la historia narrada por Shun.

CAPÍTULO 1

PUROS CUENTOS

Shun estaba sumamente cansado, había batallado durante horas sin resultado alguno, había usado todos sus recursos pero nada había funcionado, una gota de sudor surcaba por su frente, sus ojos se sentían pesados y amenazaban con cerrarse, estaba a punto de darse por vencido, ni aún en la pelea en el Hades pensó siquiera en hacerlo, pero ahora se encontraba haciendo frente a algo que no habría imaginado, a la más difícil de las batallas que jamás tuvo que enfrentar... hacer dormir a su pequeño hijo Yeiden.

O.k chaparro ¿Ya te vas a dormir? – preguntó por enésima vez con voz cansada

No quelo, otooto

No Yeiden, tú tienes que llamarme Otou-san, o… tou…san…

Otoo…to

Otou-san

Otooto – repitió el niño poniendo carita seria

Está bien, llámame como quieras pero ya duérmete ¿Sí?

No quelo, no sueño, quelo a mamá

Mamá se fue a Grecia pero mañana regresa, ahora tienes que dormir para que así puedas soñar con los angelitos, ¿vale?

No... eche

¿Quieres leche? ¿Más? Pero si ya te bebiste como tres biberones

Eche, eche – empezó a patalear para que le hiciera caso

Está bien, está bien, vamos entonces

Bajaron a la cocina. Después regresaron al cuarto y lo arropó nuevamente. Y otros tres biberones de leche después...

Ahora sí, ¿Ya te vas a dormir? – el pequeño negó enérgicamente con la cabeza mientras esbozaba una sonrisa de oreja a oreja. Shun suspiró – Por favor chaparrito, estoy muy cansado y tengo que levantarme temprano mañana. Anda, cierra los ojitos e intenta dormir.

El niño extendió sus bracitos indicando que quería que lo abrazara. Shun sonrió y lo abrazó, luego lo meció en sus brazos mientras acariciaba su cabecita suavemente. A pesar de que el niño se veía muy contento acurrucado en los brazos de su papá, no tenía ni las más mínimas intenciones de dormirse. El único que se estaba empezando a dormir ahí era Shun que como último recurso se le ocurrió encender un poco su cosmo pues sabia que a su bebe le encantaba que hiciera eso…el cosmo de Shun transmitía tanta calma y paz que el niño empezó a cerrar sus ojitos…vio que el pequeñito no se movía y pensó que ya se había solucionado el problema...

¿Yeiden, ya te dormiste? Yeiden... – preguntó con voz casi inaudible

Todo estaba bien… pero de repente alguien entró por la ventana y empezó a gritar como loco

¡Shun! ¿Dónde está el enemigo? No te preocupes que aquí estoy yo para salvarte… ¡Apártense de mi amigo, miserables engendros del mal!

Acto seguido, el bebé se despierta

¿Otooto?

Shun voltea a ver al culpable con demasiadas ganas de matarlo, sí ¡Matarlo!

Hyoga, podrías decirme… ¿Qué demonios estás haciendo?

¿Cómo que qué? Pues sentí tu cosmo encendido y supuse que había algún peligro ¿Dónde están? No me digas que los asusté con mi presencia

¿De que estás hablando? Aquí no hay nada de nada

¿Entonces?

Hyoga – gritó el peque, entusiasmado

Hola bebé – dijo cariñosamente mientras le revolvía el pelo – ¿Todavía no lo has dormido? Qué desconsiderado eres – reclamó negando con la cabeza y mirándolo como si fuera el peor padre del universo

Pues eso estaba tratando de hacer al encender mi cosmo pero un tarado llegó a despertarlo – dijo mandándole una mirada tipo Hades

¡Ay, que genio!

Además... ¿Porque siempre entras por la ventana?, ¿No puedes entrar por la puerta como la gente normal?

¿Así tratas a tus visitas?

Son las dos de la mañana, estas no son horas de visita, llevó más de tres horas tratando de hacer que Yeiden se duerma y cuando al fin lo logro vienes tú y lo despiertas

¿Qué tan difícil puede ser hacer dormir a un bebé?

Pues yo diría que no hay poder humano que lo haga dormir

A ver Yeiden, ¿Ya te vas a dormir? – Hyoga pone cara tierna marca Shun

No shueño, no quelo

Por favor chaparrito – dijo Shun ya desesperado – por lo que más quieras ya duérmete, hazlo por mi ¿Sí?, cierra tus ojitos – el nene volvió a negar con la cabecita

Eso tampoco funcionó – mencionó Hyoga como que no queriendo

Tal vez quieras hacerlo tú – respondió Shun ya empezando a odiar a su acompañante por fastidioso

Me canso ganso, veamos ¿Qué quieres que haga para que te duermas?

¡Quento!

¿Quieres un cuento? ¿Ahorita? – preguntó Shun, espantado – ¿Ya ves lo que hiciste, Hyoga? Ahora voy a tener que contarle un cuento

Quento, otooto, bebé se duellme – puso una carita tierna que sólo a él y a su papi le salían tan bien

Ay, bueno... está bien, cualquier cosa con tal de que te duermas... veamos, un cuento, un cuento... no tengo ni idea... ¿De qué o qué?

Capellushita Loja

¿Caperucita Roja?... errr... sí, claro, CREO que me acuerdo como era...

Se sienta en el suelo con el niño en brazos, este se acomoda listo para escuchar la tan ansiada historia, sus ojitos brillantes no muestran ni la más mínima señal de querer dormir.

Esto va a estar interesante

¿Tú qué? ¿No me digas que te piensas quedar?

Claro, esto no me lo pierdo por nada del mundo

Mmm, pero si empiezas a molestar te saco ¿Oíste?

Qué genio

Bueno, aquí voy... había una vez... em... en un lugar muy lejano...

¿Por qué siempre es en un lugar muy lejano? ¿No podría ser aquí a la vuelta?

¿Me permites continuar? – inquirió molesto pensando que fue un grave error no sacarlo a patadas – ... en un lugar muy lejano, vivía una niña rubia de ojos azules y...

¿Cómo tío? – interrumpió el pequeño provocando una risa incontrolable por parte de Shun

¡Eso! Como tu tío Hyoga

Eso no es gracioso – reclamó indignado

Exacto. Imagina que es Hyoga vestido con una caperuza roja y que se llamaba Caperucita-Hyoga

¡¡Oye!!

¿Qué? Tú querías quedarte ¿No? Pues te aguantas

¿Y qué mash? – preguntó Yeiden muy ansioso

Pues... este... tenía unas malvadas hermanastras que lo hacían trabajar mucho...

Shun, Caperucita Roja no tenía hermanastras – lo voltea a ver con cara de: "o sea, hello"

¿Quién está contando la historia? ¿Tú o yo?

Pues tú pero...

Entonces cierra la boca y déjame seguir… como iba diciendo... sus malvadas hermanastras lo maltrataban, pero la más mala era su madrastra que era cruel y estaba loca... y... este...

¿Cómo esh la madlastla? – interrumpió el niño

Algo así como Saga, por loco y malo – dijo burlonamente Hyoga

Oye, que conste que eso lo dijiste tú...

¿Quién tiene cara de hermanastra? ¡Ya sé! Las hermanastras pueden ser Jabú y Nachi

...en fin. Él siempre andaba vestido con harapos y unos zapatos rotos. Pero entonces un día, su vida iba a cambiar por completo

La escena se desarrolla en un imponente castillo, al centro del cual se encontraba un elegante trono. En él se hallaba el más grande emperador muy entretenido… jugando su x-box y comiendo cuanta comida chatarra pasara por sus manos. Fastidiado, decide divertirse así que idea un plan para hacerle la vida de cuadritos a su hijastra

– ¡Caperucita-Hyoga! – gritó de pronto la Saga-madrastra, en el acto un apuesto joven entró corriendo como ráfaga

– ¿Me llamaba?

– No, ¿Cómo crees? Lo que pasa es que me encanta gritar tu nombre a los cuatro vientos nada más porque sí... ¡Claro que te estoy llamando, menso!

– ¡Oh, que delicada!

– ¡Cierra el pico, pato! Te tengo malas noticias

– Que raro – dijo sarcásticamente – ¿Y ahora qué? ¿Qué Dios loco quiere atacarnos o qué?

– Nada de eso… lo que pasa es que tu abuelita está enferma y... tienes que llevarle la armadura dorada más poderosa, indestructible, invulnerable y magnifica de toda la orden del zodiaco...

¿Y para que rayos quiere una armadura dorada la abuelita?

Preguntó Hyoga con palomitas en mano, que al igual que el nene se había puesto boca abajo, sosteniéndose en sus codos y pataleando suavemente como colegiala que habla entusiasmada por teléfono con el novio

Lo que pasa es que la abuelita era... Dohko, eso... era Dohko

Que no te oiga Shiryu porque te mata

Entonces le iba a llevar la armadura a la Dohko-abuelita

– Oiga, si está enferma ¿Por qué en vez de mandarle una sucia armadura no le manda algo de medicinas o comida?

– Este... si le vas a llevar comida, le vas a llevar…este… – Buscando algo entre sus cosas – ... un panquecito

– ¿Seguro? ¿Yo le tengo que llevar la armadura?

– ... y... un panquecito

Esto le estaba dando mala espina. Algo raro y truculento debía haber detrás de todo esto, digo, conociendo las fechorías y atrocidades cometidas por este sujeto tiempo atrás, era lo más probable, pero estaba dispuesto a averiguar qué era eso que tramaba la malvada Saga-madrastra.

– A ver, momento que soy lento, esto está muy raro… mi abue siempre ha sido muy sanota ella, qué le pasó

– Muajaja, pues en venganza por desobedecerme siempre, hice que tu abuelita quedara sumida en un sueño profundo y por eso mande a Nachi encubierto con un horrible disfraz de bruja loca…

– ¿Disfraz? ¿Cuál disfraz? – interrumpió Nachi – Yo así soy de por si

– Errr…bueno, no importa… la cosa es que le dio una manzana envenenada a tu abuelita y...

– ¡Infeliz! – quiso atacarlo pero fue interceptado por las hermanastras

– Eh, disculpe – interrumpió Nachi – no, no fue una manzana, lo que pasa es que cuando llegué al mercado ya no habían

– ¿Y qué le distes entonces?

– Unos panditas envenenados

– ¿Panditas? ¡O sea! ¡Panditas! – gritó iracundo con ganas de cachetear a su incompetente aliado

Bueno, la cosa es que la única forma de despertar a la Dohko-abuelita es con el resplandor dorado, por lo que la Caperucita-Hyoga tenia que llevarle la armadura dorada más poderosa, indestructible, invulnerable y magnifica de toda la orden del zodiaco…y…un panquecito

Continuará…