Justice Girl: Memories
A veces hay que mirar atrás para no olvidar…
P r ó l o g o: Musical tears
(*Flashback: doce años atrás*)
Una dulce melodía recorre hasta el último rincón de la esplendorosa mansión. El sonido hipnotizante del piano llega a los oídos de una niña de unos cinco años, cuyos ojos son tan azules como el cielo, y una cabellera negra como el carbón. La chiquilla se emocionó tanto que corría por la casa en busca de la procedencia del sonido mientras sonreía inocentemente.
Llegó a una puerta y la abrió lentamente para poder asomar su cabecita. Una mujer morena y de profundos y expresivos ojos verdes tocaba con delicadeza las notas del instrumento de cuerda.
Se acercó al piano, su subió a una silla y se apoyó sobre sus manos, cerró los ojos y se dejó llevar por la música.
-Videl…- le llamó la mujer.
-¿Hm?- la niña se quedó adormilada, como si la hubieran drogado. La mujer le indicó que se sentase en la banqueta del piano junto a ella. Obedeció al instante.
-Toca el Do y mi alto continuamente, pero con suavidad.- le indicó las teclas.
Videl comenzó a tocarlas y su madre completó la serie añadiendo las demás notas de la pieza musical. La pequeña se divertía.
-Esta pieza se llama Fantaisia, Mozart fue quien la compuso.
La mujer tocó mal una tecla, paró y se llevó la mano al pecho, inclinándose como si tuviera un dolor.
-¿Mamá…?- Videl se preocupó.
-Estoy bien…- le respondió jadeante.
Esa misma noche, el piano volvió a sonar. Videl se percató al instante y echó a correr hasta la sala. Pero se paró en su recorrido porque esa pieza era nueva. Nunca la había escuchado antes en manos de su madre, ni siquiera en un concierto. Se quedó maravillada ante la belleza de la nueva melodía.
Un momento después la melodía paró en seco y oyó como algo grande caía al suelo. Las asistentas de la casa también lo oyeron y corrieron en seguida. Hercule Satán llegó justo después de ellas.
Videl se asustó y corrió hasta la sala. Vio entre la rendija de la puerta cómo su madre estaba tirada en el suelo y era atendida por los presentes. El pánico recorrió su cuerpo por completo, se echó a temblar.
-¡¡Llame a una ambulancia!!- gritó Satán.- ¡Mirelle! ¡¿Me oyes, Mirelle?! ¡¡Reacciona!!-
Dos mujeres salieron corriendo, pero una vio a Videl.
-¡Señorita Videl!- exclamó.- Usted no debe estar aquí.- la cogió en brazos y se la llevó de la escena.
-¡No, espera! ¡¡Mamá!! ¡¡¡Mamá!!!- gritaba mientras se resistía.
Videl caminaba con una rosa violeta y otra blanca por aquel largo y frío pasillo del hospital. Se detuvo frente a una habitación y entró con miedo.
Mirelle estaba en la cama con respiración asistida y demás instrumentos para mantenerla. La niña cogió un vaso, lo llenó con agua y puso las flores dentro.
-Mi niña… son preciosas.- dijo la mujer con dificultad.
-La rosa violeta es la que estaba cultivando en el jardín, ¿lo recuerdas?- Videl se calmó cuando oyó a su madre hablar.
Sólo esbozó una sonrisa.
-Hija mía… crece fuerte y feliz. Tu padre estará contigo. Y yo también…- Mirelle perdía cada vez más fuerza en la voz.
-¡Mamá, no! No te duermas…- la chica le cogió la mano.- ¡Volveremos a casa, y plantaremos todo el jardín de rosas violetas! Mamá…- no pudo contenerse y se echó a llorar amargamente.
Su madre le apretó la mano.
-Te quiero, Videl.- dicho esto, sus ojos se cerraron irremediablemente y sus labios quedaron regalando una última sonrisa. El encefalograma comenzó a emitir un continuo pitido.
Los médicos invadieron la habitación. Satán sacó a Videl de la habitación y la abrazó mientras las lágrimas de padre e hija se entremezclaban...
Al final de aquel día, Videl entró a su habitación. Se tiró a su cama y allí quedó tendida. La suave colcha comenzaba a mojarse por las lágrimas que silenciosamente caían por el rostro de la niña. Cuando quiso fijar su mirada en algo, lo hizo sobre su mesilla de noche. Allí vio unos papeles con un color que era una mezcla entre viejo y nuevo. Se incorporó y los cogió. Se cercioró de que eran partituras de piano, el título: "My Blue Heart".
Corrió hacia el piano de su madre, colocó las partituras y comenzó a tocar lentamente y con inseguridad. Poco a poco, la melodía iba tomando forma. Sus dedos se movían con destreza. Videl comprendió que My blue heart era aquella última pieza que su madre comenzó a tocar pero no pudo acabar. Por eso, la niña tocaba con fuerza y coraje. Las lágrimas volvían a resbalarse por aquella dulce carita. Cuando por fin acabó la pieza por completo, Videl lloró con fuerza y rabia apoyando su cabeza en sus brazos, y éstos, sobre el piano…
(*Fin del Flashback*)
En el presente, un fuerte viento azotó aquella noche. Abrió la ventana del balcón por la fuerza y revolvió unos papeles que cayeron todos al suelo. Ella se levantó sobresaltada y vio que sólo había sido el viento. Se levantó y comenzó a recoger todos aquellos papeles. Primero una foto en la que salía con un chico de pelo y ojos negros. A continuación, cogió los papeles y vio que eran partituras. Las partituras de My blue heart.
La joven sonrió dulcemente y miró al estrellado cielo nocturno, cerró los ojos y simplemente dejó que la suave brisa que soplaba ahora le acariciar durante unos agradables instantes…
