El maestro Fu se había ido, Plagg dormía en el bote de basura y él se había quedado observando la caja circular con piezas de queso de colores, junto con una hoja de papel impresa sobre el poder de cada color.

Aprende el poder de cada uno y elimina esta hoja. Le había pedido el mayor antes de dejarlo solo.

Una hoja de papel que Ladybug había impreso, con la asociación de colores. Porque claro, la chica nonpodia darle una nota de su puño y letra, una nota que pudiese comparar con aquella carta que atesoraba del pasado San Valentín.

Detalles en los cuales no debería de pensar en ese momento cuando tanto poder se encontraba frente a él en un pequeño empaque. Empaque que ahora lo hacía pensar en la cosa menos madura del mundo después de todas las respuestas que había conseguido del maestro Fu.

Los kwamis eran unos pokémon.

Tenía todo el sentido del mundo. ¡Evolucionaban! Obtenían nuevas características y eso era un asunto muy especial.

O eso decía Pokémon XY, donde los entrenadores obtenían unas gemas especiales que daban una nueva evolución momentánea a los monstruos de bolsillo. Y ahora que había pensado en eso no podía evitar imaginar a Plagg repitiendo su nombre como su única palabra capaz de pronunciar al tiempo que salía de una pokeball.

Luchando contra el kwami de Hawk Moth, buscando ganar la liga.

Sonrió de lado tras escuchar a Plagg removerse dentro del bote de basura, que había caído de lado por los movimientos bruscos del gato.

Recordando entonces las palabras de su amigo cuando estaba dispuesto a dejar a un lado su destino como Chat Noir, al ya no estar dispuesto a seguir peticiones sin razón alguna.

Seguramente puede existir otro Chat Noir y él me daría queso. Pero no serías tu.

Provocando que se sintiera mal al momento, ya que él estuvo ahí, molestándolo con todo el queso que podía encontrar por Internet.

A sabiendas de lo importante que era el queso para Plagg.

Suspiro al tiempo que tomaba su celular, entrando a la página donde vendían todos esos quesos raros que tanto había intentado ignorar el gato negro.

Se merecía un premio después de sus acciones tan infantiles. Además de que Plagg había dejado muy en claro que no le gustaba transformarse a favor de nuevas habilidades.

-Camembert, el queso de mi amor. Camembert, tu tienes todo mi querer -Tarareó por lo bajo, aceptando que su pedido llegaría en los próximos tres días.

Por ahora, se encargaría de desempolvar su 3ds. Ese era un gran momento para volver a jugar Pokémon y llamar a su inicial Plagg.

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