Como tierra mojada


*Capítulo 1: "Y escupí la verdad"


DISCLAIMER: "Hey Arnold!" no me pertenece. Es propiedad de Craig Bartlett y Nickelodeon.


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Cuando sea mayor, no le deberé explicaciones a nadie. Incluso no las debo ahora, pero qué va.

A los dieciséis, podré obtener la licencia de conducir. Podré beber legalmente, pero ante todo, no le deberé explicaciones a nadie.

A nadie. Ni siquiera a Arnold. Ni siquiera si hubiera cometido el acto más odioso, seguido de la idiotez más grande del mundo, y lo tuviera frente a mí, exigiéndolas. Hasta hoy.

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Nada podía interesarme menos en el universo, que lo que aconteciera alrededor de Rhonda Wellington Lloyd; pero si pretender preocupación al respecto me salvaba de responder a mis problemas, bienvenido sea. La chica más petulante de toda la escuela debatía con un grupito de inútiles, parte de su séquito habitual, el color y el tipo de aperitivos que habría en su siguiente pero millonésima fiesta. La que sería, obviamente, acontecimiento obligado de asistencia, para el resto de la humanidad. Aún entre el círculo de cabezas huecas, podía distinguir a Arnold en la distancia, observándome extrañado y ansioso. ¡Pobre tonto, cómo lo detesto! Y sin embargo... Sin embargo. Ahí me detuve, en cuanto recordé por qué ponía tanto esmero en encontrarme desprevenida.

Arnold quería una explicación, un motivo o una idea, para elaborar una tesis doctoral, acerca de mi conducta tan ambivalente últimamente. Y es que el pobre sujeto estaría como loco. Primero, la grandiosa Helga G. Pataki no pudo con su genio al verlo interactuar con cierta/s señorita/s y estalló en lo que se llamaría "El tercer colapso de celos en media hora", arruinándole —o intentando arruinar— su proyecto de Química con la susodicha.

Bastaba con mirar su rostro de espanto y furia, al hallarme a mí, la rubia de sus pesadillas in fraganti, para saber de su nunca tan lejana simpatía. Todo continuó con un baboso pedido de disculpas para con su compañera de proyecto de turno y una mirada iracunda hacia mí, que ignoré superficialmente. Algo me decía que esta vez estaba enojado de verdad.

Luego, vinieron las exigencias de explicaciones, que, con una mano en el corazón, no tendría ahora, ni nunca. Luego, una especie de amenaza-advertencia-preaviso sobre un Arnold enfadado y desilusionado de mí. ¿Acaso alguien podía guardar ilusiones en mí? ¡Pobre iluso!

Para mi suerte, tuve que soportar la mirada fisgona y escrutadora de su denso mejor amigo, durante varios días. ¿Quién demonios le daba derecho a mirarme siquiera?, respondí tácitamente, cada vez que pude, con mi mejor cara de desagrado y desdén milimetrado. La cosa se tornó extraña, muy.

Gerald proseguía con su análisis silencioso hacia mí, en toda oportunidad en la que me dirigiera a Arnold para hastiarlo. Finalmente, otro exabrupto provino de la chica rubia que disfrutaba torturarlo, montando a mi objeto de deseo en una especie de cólera imposible de remediar. Él me tomó del brazo sumamente molesto y casi me arrastró hasta el gimnasio, que se encontraba a unos metros.

—¡¿Qué diablos crees que haces?! —le grité, inmunda de ira por su determinación.

Supe que se sobresaltó. Después de todo, él era un caballero y yo una dama. Una dama más poderosa que cualquier caballero que se precie, ¿no?

—¡Suéltame! —exigí.

—¡¿Qué pasa contigo, Helga?! ¡Por Dios! —exclamó, todavía sujetando mi brazo.

Se notaba que estábamos agitados por el griterío, los nervios y la molestia mutua. Creo que me pasé de la raya esta vez. Ups.

Me crucé de brazos instintivamente, ni bien me soltó. El enfado le hervía la sangre y la adrenalina de enfrentarme, lo excitaba. Sus ojos lucían más brillantes que de costumbre.

—¡No te debo ninguna explicación, zopenco!

—¡¿Qué te sucede?! —casi chilló—. ¡¿Por qué me tratas así; por qué arruinas mi tarea, mi trabajo y el de los demás?!

Juraría que se le había secado la garganta, dado el estado de alteración que poseía.

—¡Nada! ¡Jamás me pasaría algo contigo, ni con los idiotas que te rodean! Pero ahora que lo pienso, ¿sabes qué me pasa?

—¡¿Qué?! ¡¿Qué?! —gritó, desafiando mi pregunta.

—¡Simplemente, te odio! —le grité también, con todo el aire de mis pulmones y la fuera que mis ojos le imprimían a mi voz—. ¡Te odio y eso no tiene solución!

—¡Estás loca! ¡Y mientes! —dijo redoblando la apuesta—. ¡Estás obsesionada con torturarme! —espetó harto, acercándose.

—Estás en lo cierto. —dije fuerte—. ¿Recién lo notas, bobo?

—¡¿Por qué?! ¿Por qué no puedes sencillamente ser normal?, ¡o dejarme en paz! —lanzó, histérico.

Noté en su mirada la desilusión. No sé qué esperaba de mí, pero percibí cansancio y desgaste en él. Yo no podía dejarlo en paz; no podía soportar la idea de que riera alegre y sanamente con Lila, Shelly o Candace, o quien fuera la bien educada muchacha, en actividades curriculares, y a mí me siguiera viendo como la molesta niña de cuarto grado, que diez años más tarde, seguía molestándolo sin razón aparente.

Un rayo de estupidez se posó en mi cabeza. Arnold suplicaba una explicación, una tregua y yo... Se la di.

Arnold estaba de pie, a dos metros mío, esperando una respuesta coherente para tanta atención puesta en él, durante tanto tiempo, y simplemente se me ocurrió hacerlo.

Sé que en cuanto terminé de cerrar la distancia entre ambos, sus ojos se agrandaron con sorpresa exorbitante. Sé que lo tomé de las mejillas, dejando establecido que yo mandaba, como siempre. Sé que profundicé el beso, tras unos segundos de rozar con timidez audaz sus labios; como sé que él no pareció resistirse. Por el contrario, juraría que deslizó su mano por mi cuello mientras nos besábamos. Solo sé que dejamos de gritarnos, ocupados en otro asunto que inicié yo.

Solo sé, que entre su desconcierto y el mío, lo único que se me ocurrió en ese momento, fue alejarme unos pasos y salir corriendo.

Y seguí corriendo.

Hasta hoy.

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CONTINUARÁ…


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PUBLICACIÓN ORIGINAL: 24/03/2016

Hola a todos, queridos lectores de siempre y bienvenidos a los nuevos.

Esta es otra locura que salió de mi cabeza. Tenía la fijación de hacer algún fic por el cumpleaños de Helga hacía años y nada se me ocurría. Hasta que salió lo que acaban de leer: es más dinámico y cuenta con la voz más importante, la de la protagonista. Quería hacerlo One-shot, pero serán pocos y cortos episodios, como este.

Será mi fic sencillo y exprés, sin complicaciones ni 15 capítulos como los otros. Porque la emoción de subir una nueva historia es demasiado irresistible para mí, aww.

¡Saludos! Y si les gustó o les di un pequeño ratito de entretenimiento/quieren saber cómo sigue/incentivarme a que actualice más rápido, no duden en dejármelo saber en un review. :3

EDICIÓN y ACLARACIÓN: 02/01/2018

Esta historia fue publicada por primera vez en Marzo de 2016 y la actualicé hasta Febrero de 2017. He estado muy ocupada durante 2017, fue imposible escribir algo, por lo que, en consideración a todos los seguidores, a mí misma y al desarrollo del fic, decidí publicarla de nuevo, desde el principio,mientras, simultáneamente estaré escribiendo nuevos episodios.

Pido disculpas por el ausentismo, sinceramente. Creo que se este modo, podré continuarla de mejor manera.

¡Hasta la próxima, Marhelga!