Summary: Isabella Swan (26) una prometedora artista gráfica. Se mudó recientemente de Jacksonville, Florida, a Chicago, Illinois. Su abuela le dejó una considerable herencia en una casa en el vecindario de Costa Dorada. Bella toma la oportunidad para comenzar de nuevo luego de una ruptura brutal y dolorosa con su ex, James, y una discusión con su madre, Renée.
Edward Cullen (28) es teniente en el Departamento de Bomberos y el líder de la brigada de rescate en el Departamento 18. Ha vivido en Chicago toda su vida y tiene una hermana menor, Alice. Ambos viven en un complejo de departamentos a la vuelta de la esquina de la casa de Bella. Se encuentra a la nueva residente, Bella, en el supermercado, mientras está comprando comida para la estación. Comienzan una conversación, pero el recibe un llamado de emergencia. Hay una atracción instantánea, pero Bella está reacia a causa de su pasado. Paga por toda la comida, dejándola en la estación con una nota.
Pronto, sus vidas se verán entrelazadas cuando algunos incendios menores aparezcan alrededor de la casa de Bella. Edward y su estación responden a las emergencias. Es Edward quien descubre que estos no son casuales, sino causados. Ella es una inocente, atrapada en el punto de mira de un pirómano maniático. Él es un héroe, un hombre desesperado por salvar a esta hermosa, pero triste mujer en peligro.
En las cenizas de la destrucción, un nuevo amor emerge entre Edward y Bella. ¿Será suficiente para ambos o su está su amor atrapado en las llamas?
Disclaimer: None of this belongs to me. Thanks to the beautiful Josie, for letting me translate it. Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a tufano79, solo me adjudico la traducción.
Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction
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Capítulo Uno
POV Bella.
—Solo firme aquí, señorita Swan, y todo estará completo —dijo el abogado de mi abuela, Jenks—. Siento su pérdida y desearía que pudiésemos encontrarnos bajo mejores circunstancias.
—Gracias, señor Jenks —dije, firmando mi nombre sobre la línea punteada—. Aprecio todo lo que ha hecho por mi abuela. Habló muy bien de usted cuando charlé con ella antes de su muerte. —Empujé el papeleo de vuelta a él.
—Bueno, era una mujer increíble. La extrañaré. Era una sabelotodo y me mantenía con los pies en la tierra. —Jenks soltó unas risitas.
—Así es como era. Por eso me llevaba tan bien con ella. Heredé mi actitud sarcástica de ella. —Reí—. Ambas teníamos muy poca tolerancia para las tonterías.
—Déjeme buscar las llaves de su nuevo hogar, señorita Swan, y el papeleo del fideicomiso —habló Jenks, levantándose de su escritorio. Abrió una caja fuerte, tomando un gran sobre y una carpeta. Volvió, colocando ambos en mis manos. Revisó todo lo que mi abuela me había dejado en su testamento, lo cual era toda su vida y ahorros. Me sorprendí cuando me enteré que murió y fue cremada, según sus instrucciones. Estaba aún más sorprendida de que me había hecho su única benefactora de todo en su vida.
Mi madre se enojaría.
Nunca supimos que la abuela estaba enferma. Cuando recibí la llamada de que había muerto de una larga batalla contra el cáncer, me conmocioné. Lo escondió bien, sin informarnos a mí o a mi mamá sobre su diagnóstico. Me entristecí mucho pues nunca pude despedirme de ella, pero nunca fue de las personas que se mortificasen por las cosas negativas. En su testamento, me dejó una carta, explicando la razón tras las instrucciones en cuanto a su muerte. No quería personas llorando sobre su cuerpo o dando vueltas como buitres, actuando con hipocresía. Quería celebrar su vida y que nosotras siguiéramos viviendo, sin afligirnos por el pasado. Vivir para el ahora y enfocarnos en el futuro.
Mi madre, Renée, no entendía eso, pero yo sí. Esa fue mi pista de porqué yo obtuve todo lo de mi abuela. A caballo regalado no se le miran los dientes. Amaba a mi abuela y quería cumplir sus deseos. Así que empaqué las escasas pertenencias de mi vida en Jacksonville en mi Ford Explorer y conduje hacia Chicago, lista para enfrentar un nuevo reto.
Hojeé la carpeta, sorprendida por cuán detallista era mi abuela con sus finanzas. Tenía varias acciones y mis ojos se salieron cuando vi el monto invertido.
—Esos son muchos ceros, señor Jenks —chillé.
—Y ese es solo el portafolio de acciones. También tiene un fideicomiso específicamente para usted; al que solo usted puede acceder. Mencionó que su madre y usted no estaban en los mejores términos en el momento, y que intentaría llegar al dinero.
—Seh. Tuvimos una pelea —dije fríamente—. Diferentes opiniones sobre una relación mía que terminó.
—Lo siento. —Jenks frunció el ceño.
—No lo haga. Mi madre nunca fue realmente una madre. Yo la crié. —Me encogí de hombros—. Mi abuela fue la figura materna en mi vida. —Quité una terca lágrima de mi mejilla—. La extraño muchísimo. —Continué pasando las páginas.
—La información del fideicomiso para usted está en la sección final —dijo Jenks, yendo a la página indicada—. Esta fue la inversión inicial, cuando usted nació, y esto es lo que vale ahora. Nada está en acciones. Todo es dinero en efectivo disponible para usted. Su abuela dijo que probablemente querría redecorar su casa.
—Esto es más de siete millones de dólares, señor Jenks —chillé—. ¿Mi abuela estaba involucrada en la mafia?
—No, señorita Swan. Era una erudita en el mercado de las acciones o algo. —Rio—. Toda la información para acceder a esta cuenta está aquí. Pregunte por Aro cuando llame a este número. Él completará las transferencias y demás por usted. Ahora, ¿necesita la dirección o que me siga a la casa de su abuela? O mejor dicho, ¿su casa?
—Recuerdo dónde está —dije, abriendo el sobre y sacando las llaves de mi abuela en su llavero de los Chicago Cubs—. Gracias, señor Jenks, por cuidar de mi abuela durante el último año de su vida.
—Lo disfruté. Era una mujer divertida e hilarante, y realmente la extrañaré —contestó Jenks, tendiéndome su mano. Cerré la carpeta, dándole un apretón a su mano—. Le deseo la mejor de las suertes, señorita Swan.
—Gracias —respondí, llevando el montón de cosas a mi auto. Me senté en el asiento del conductor, retorciendo las llaves de mi nueva casa en mis dedos. Odiaba que mi abuela hubiese muerto y que se haya ido, pero su muerte me dio una oportunidad.
Una oportunidad de sanar.
De comenzar de nuevo.
De vivir el ahora.
De concentrarme en el futuro.
—Sin mirar atrás, Swan —dije, encendiendo mi auto y conduciendo al nuevo comienzo de mi nueva vida.
¡Holi! Bienvenidas a esta nueva traducción. Espero que logren disfrutar de ella tanto como yo. Hay fotografías en la mayoría de los capítulos, por lo que si quieren verlas, pueden ir al blog de la autora y buscar en el montón, o dejar un review diciendo si les gustaría que las subiera al grupo de Facebook en un álbum.
¡Nos vemos la próxima semana, corazones de melón!
PD: ¿Soy la única que ama a la abue?
