©"Shingeki no Kyojin/進撃の巨人" y sus personajes pertenecen a Hajime Isayama
Hola, criaturitas! ~ La idea de escribir un Jearmin me vino hace bastante tiempo –quien leyó "Lullaby" lo entiente–, pero no fue hasta hace apenas unos días que se me ocurrió esta historia. Debéis saber que la trama es bastante simple y no tengo pensado alargarla más de la cuenta... durará lo que tenga que durar.
Pareja principal: Jearmin (Jean x Armin)
Posibles parejas secundarias: Riren (Levi x Eren), Springles (Connie x Sasha), Yumikuri (Ymir x Historia), Beruani (Bertholdt x Annie)...
Advertencia: A pesar de lo que pueda parecer en el Prólogo, la pareja principal es Yaoi. Espero hacer algún Lemmon, pero por lo general será bastante suave.
La historia se desarrolla en un Universo Alternativo como el nuestro.
Reto: Actualización cada semana, entre el jueves y el viernes. Se trata de un reto personal que espero cumplir al menos durante lo que queda de verano y comienzos de septiembre.
No quiero decir más… ¡a leer!
「PRÓLOGO」
Kiss Game
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Era su oportunidad.
La oportunidad que Jean estaba esperando.
Sentía cosquillas en el estómago con sólo pensarlo. Aquello que tantas veces había imaginado iba a hacerse realidad.
Una sonrisa algo estúpida se dibujó en sus labios.
A sus recién cumplidos once años, suspiraba por Mikasa, la chica más guapa del pueblo –según él. Pasaba los meses que duraba el curso escolar pensando en ella, en sus increíbles ojos rasgados, tan oscuros y profundos como un precipicio; se arrojaría a ellos sin importarle el dolor de la caída.
Contaba los días que faltaban para que esos meses terminaran e ir de vacaciones al pueblo de sus abuelos por fin. Y cada verano se enamoraba un poco más.
Le había confesado sus sentimientos en tres ocasiones. La primera fue un desastre porque eran unos mocosos y sólo le gritó que le gustaba, haciéndola llorar; en la segunda fue menos brusco, aunque le costó mucho a causa de los nervios; y la tercera sucedió el verano anterior, durante las fiestas.
Todas ellas con el mismo final: un rechazo directo, claro y contundente. Mikasa destrozaba sus esperanzas en apenas un segundo, y Jean se había rendido.
Entonces vio una luz al final del túnel, cuando Reiner, el mayor del grupo, propuso el juego.
El sol estaba a punto de rozar el horizonte, pero el calor era insoportable esa tarde. El grupo de amigos estaba tirado en el césped del parque municipal. Nadie tenía ganas ni fuerzas para levantarse de ahí.
—¡Me aburro! —se quejó Sasha.
—No eres la única —le dio la razón Marco.
—Venga, chicos, animaos —intentó Connie alegrar el ambiente—. ¡El verano acaba de empezar!
Annie no era muy habladora y gruñó a modo de contestación.
—¿Y eso es bueno? —replicó Eren, el que siempre estaba lleno de energía. Hasta él había sido vencido—. Nos quedan tres largos meses con este calor…
—Pues yo estoy feliz de estar aquí —sonrió Jean, dirigiéndole una mirada disimilada a su amor platónico.
—Eso es porque no vives aquí los trescientos sesenta y cinco días del año, cara de caballo.
Jean iba a seguirle el juego de insultos a Eren cuando Mikasa le interrumpió:
—Todo sería más divertido si se nos ocurriera algo que hacer. Algo que no implique correr, ni pegarse, ni moverse mucho…
—Podemos probar con el juego de los besos —propuso Reiner, quien no había abierto antes la boca.
—¿Y eso qué es? —preguntó Ymir, incorporándose para poder mirarlo a la cara.
—Es un juego muy sencillo. Las chicas se esconden y los chicos tienen que buscarlas. Cuando uno de nosotros encuentre a una chica, tiene que darla un beso.
—¿Qué? —dijo Sasha disgustada—. Pero yo no quiero que me besen.
—El beso debe ser donde la chica prefiera.
Sasha respiró más tranquila ante la aclaración del mayor, y todos intercambiaron miradas. Jean conocía las intenciones de Reiner con ese juego, pues sabía de antemano que Historia le gustaba y, para una vez que salía con ellos, seguramente quería aprovechar la ocasión. Daba igual, él también haría lo mismo.
Era la mejor escusa para besar a Mikasa. Aunque sólo fuera un juego, tenía la esperanza de conseguir que se enamorara de él. Hasta había estado practicando con algunas chicas de su clase. ¡No podía fallar! ¡Descubriría el escondite de Mikasa antes que nadie!
Como eran el mismo número de chicas que de chicos, había una chica para cada uno. El parque era muy grande, repleto de árboles, arbustos florales y un enorme lago con patos en el centro.
Aguardaron un tiempo, el suficiente para que las chicas pudieran esconderse bien, y se dispusieron a lanzarse a "la carga", como gritó Reiner. En la mente de Jean se formulaba una y otra vez la misma pregunta: ¿Dónde estaría Mikasa?
Sus pasos le llevaron a una zona apartada de cualquier camino, un rincón oculto a la orilla del lago. La luz y los colores del atardecer reflejados en el agua lo convertían en un lugar místico, ideal para su primer beso con la chica de sus sueños. Sería una escena de película.
Pero allí no estaba Mikasa. En su lugar había una chica de piel clara y cortos cabellos dorados. No pudo ver más de ella porque tenía la cabeza escondida entre sus brazos. Su cuerpo temblaba, y Jean quiso preguntarle por qué estaba llorando.
Recordó la voz de su madre diciéndole que no se metiera en asuntos ajenos, así que apartó esa idea y dio media vuelta. Pero los sollozos de la chica le detuvieron.
Sin pensárselo dos veces, arrancó unas margaritas del suelo y se agachó a su lado. La chica no se percató de su presencia hasta que le acarició el pelo con la otra mano en señal de consuelo.
Dio un respingo, asustada, y alzó el rostro. Entonces sus miradas se cruzaron.
El corazón de Jean pegó un salto, como si lo hubieran pinchado con un alfiler, antes de acelerarse como nunca lo había hecho. Ni siquiera cuando estaba cerca de Mikasa latía tan fuerte. Aquella chica de melena rubia tenía los ojos más grandes, azules y brillantes que había visto en su vida. Lo último era causa de las lágrimas que rodaban por sus mejillas sonrojadas.
—No llores —dijo con voz dulce y calmada, al mismo tiempo que le entregaba las flores.
Y su corazón volvió a saltar al ver cómo ella se humedecía los labios. Si los de Mikasa ya le parecían lo más apetecible del mundo, aquellos eran el dulce más suculento del universo.
Ella aceptó las flores y le miró confusa, sin decir nada. Tampoco dijo nada cuando Jean se acercó un poco más. Despacio. Lentamente. Hasta acortar la distancia que los separaba.
El delicado instante en que sus labios permanecieron unidos marcó un antes y un después en sus corazones. Ambos latían al unísono como uno solo.
Puede que fuera por los últimos rayos del sol reflejados en el lago, por el calor o porque sus hormonas estaban descontroladas –algo normal con esa edad–, pero todo era tan mágico que Jean creyó estar flotando entre nubes. Al menos sus pies no parecían tocar el suelo.
La respiración agitada de la chica le hacía cosquillas en la nariz. Conteniendo el aliento y sin despegar sus labios, acarició su mano. Le sorprendió lo suave y fría que era. Con cuidado juntó sus palmas, entrelazando los dedos. De acuerdo, esa sensación tan maravillosa que recorría su cuerpo distaba mucho de parecerse a sus besos con otras chicas.
A pesar de la brevedad del beso, a ellos les pareció una eternidad. Cuando se separaron, Jean abrió los ojos, encontrándose con el rostro asustado de la chica. La que, después de eso, se había convertido en la chica de sus sueños.
Ella abrió los ojos y se tapó la boca con las manos. Tenía la cara totalmente colorada y los ojos más brillantes que antes. Ahogó un grito, se levantó de inmediato y echó a correr, alejándose de Jean.
Él se quedó quieto y la observó hasta que su figura se perdió entre los árboles. Tampoco le importó demasiado que se fuera porque pensaba que volvería a verla otro día.
Pero estaba equivocado.
「•٠●٠.•」
Mientras, en otro lugar del parque, Mikasa señaló sus labios con una sonrisa y Eren no tuvo más remedio que hacer lo que ella le indicaba.
Tras una columna, Sasha se negaba a recibir un beso en la boca de parte de Connie.
Y no muy lejos de allí, Ymir e Historia se habían encontrado mientras buscaban un sitio en el que esconderse. Las dos chicas se miraron y sonrieron a la vez. Luego aparecieron Marco y Reiner, y ambas señalaron sus mejillas, indicándoles que preferían guardar sus labios para otra ocasión.
Reiner resopló algo frustrado. En cambio, Marco resopló de alivio.
Por su parte, Annie permaneció un rato en uno de esos escondites que sólo ella conocía, hasta que se aburrió y decidió marcharse. Tenía otras cosas más divertidas que hacer.
N/A: ¡Ya está! ¿Fue demasiado corto? Bueno, el reto es publicar cada semana y que la historia vaya avanzando poco a poco, así que los capítulos serán más o menos de la misma extensión. Sorry, pero si los hago más largos existe el riesgo de no cumpli el reto y no, ¡no me da gana!
Si has llegado hasta aquí, te gusta el Jearmin, lo odias, mueres por ellos, quieres matarme, quieres invitarme a tomar chocolate y galletas en tu casa... ¡lo que sea! Se aceptan estúpidos y sensuales reviews :3
Gracias por leer ~
