-Capítulo 1-

Antes de la Guerra

-Lord El-Melloi III-dijo un hombre anciano que se encontraba sentado en un gran sillón de aspecto antiguo.-La última Guerra del Santo Grial fue hace ya casi cien años.-Usted sabe tan bien como yo que Shirou Emiya y Rin Tohsaka, los Masters de los Saber y Archer de aquella época, lo destruyeron definitivamente. Ese chico le habrá mentido. Seguramente las marcas sean falsas.

-Le repito, señor Goldsmith, que los Command Spells en la mano de mi alumno son genuinos. De hecho, son más poderosos que los que aparecen en nuestro registro de guerras anteriores.

-Tan sólo existe un tipo de Command Spell, no los hay ni más ni menos poderosos. Seguramente el propio chico lo hizo.

-Ningún humano ha creado jamás una fórmula siquiera parecida a uno de esos hechizos. El joven Phoenix no es un taumaturgo tan extraordinario.

-Razón de más para pensar que ese encantamiento es falso. ¿Por qué iba el Grial a elegir a un mago mediocre para participar en la Guerra?

-Le recuerdo, señor,-increpó Lord El-Melloi.-que mi maestro, Waver Velvet, también conocido como Lord El-Melloi II, pertenecía tan sólo a la tercera generación de magos en su estirpe. El mismísimo Shirou Emiya era capaz de utilizar tan sólo magia de mantenimiento. El Grial no elige a magos excepcionales, sino a personas excepcionales. Y, sin duda, Edgar Phoenix es una de ellas.

El anciano de nombre John Goldsmith reflexionó por un rato las palabras de su interlocutor. Después de varios minutos de silencio, por fin habló:

-De acuerdo, Kyle, tú ganas. Trae al chico, quiero hablar con él.


Mike se despertó temprano aquel día, por culpa de un dolor punzante que de repente le surgió en su mano derecha. Cuando se miró la mano las vio: dos marcas de color verdoso con forma de barras dobladas cruzadas en forma de "W", con una más que atravesaba la letra, dividiéndola por la mitad. Por fin tenía grabada en su mano la marca que tanto ansiaba. Por fin tenía los Command Spells, su signo de reconocimiento como Master. Tan sólo quedaba una cosa de la que encargarse: ahora que era un Master, necesitaba un Servant. Por suerte, él sabía dónde encontrarlo.

Cogió rápidamente el teléfono, y llamó a Gonzalve, un buen amigo suyo que ya había sido reconocido como Maestro anteriormente. Como él no tenía ninguna relación con las familias de magos más influyentes, se había sorprendido mucho cuando los Hechizos de Comando aparecieron en su mano, pensando que se había equivocado con algún conjuro y esos extraños tatuajes eran un estigma, o algo parecido. Por suerte Mike, que era el hijo menor de la familia Quartz, la familia mágica más antigua de la pequeña ciudad donde residían, le explicó la situación. Era el turno del otro de devolverle el favor y, para ello, debía ayudarle a encontrar a un Servant apropiado para él.

Por suerte, los padres de Gonzalve eran, además de magos, unos importantes arqueólogos, así que tendrían una buena cantidad de reliquias de Espíritus Heroicos en su casa.

Cuando llegó a casa de su amigo, éste le recibió con los brazos abiertos. Ahora ya estaban reunidos los Siete Maestros de Jade, siendo seguramente la primera facción en completarse. Y es que esta Guerra del Santo Grial no iba a ser como las otras. Mike lo sabía, sus padres se lo habían dicho. El Grial que se había despertado esta vez no era una copia de segunda, como lo había sido anteriormente. Era el auténtico cáliz dentro del cual había sido servida la sangre de Jesucristo. Y una cosa estaba clara: en cuanto lo averigüe, la Iglesia querrá hacerse con él. La Torre del Reloj también buscará que se cumplan sus deseos, y los magos independientes no serían una excepción. Sin embargo, el Grial había aparecido allí, en su ciudad. Les pertenecía a sus habitantes, y ellos eran los únicos con derecho a pedirle un deseo a la Santa Copa. Si ésta era lo suficientemente poderosa como para, como le había dicho su hermano, formar cuatro bandos con sus siete Sirvientes cada uno, eso significaba que podría concederle cualquier deseo, por imposible que fuera. Por fortuna, el cáliz ya estaba en su poder; sin embargo, tan sólo le concedería su deseo al bando vencedor de ésta guerra. Y él iba a estar en ese bando.


-Hermanos, estamos hoy aquí reunidos para celebrar el advenimiento del Santo Grial a nuestro mundo.-dijo el que parecía ser el líder de un grupo de siete hombres reunidos alrededor de un altar.-La Sangre de Nuestro Señor Jesucristo nos ha elegido a nosotros para representar a todos los cristianos y cristianas del mundo. Nuestro Dios ha decidido que su Santa Iglesia vuelva a hacerse una de nuevo, por el bien del futuro de la humanidad. Somos los elegidos por el Grial, destinados a usar su poder para traer el Reino de los Cielos a la tierra de nuevo, con la natividad de un nuevo mesías. Hermanos, presentaos pues ante nuestro Dios.

-En representación de la Iglesia Anglicana, Xenón Kraterys.

-En representación de la Iglesia Ortodoxa, Saul Brosniev.

-En representación de la Iglesia Evangélica, Adelle Lyombirck.

-En representación de la Iglesia Luterana, Thomas Croix.

-En representación de la Iglesia Protestante, Adam Wyne.

-En representación de la Iglesia Católica, Steven Betnacurt.

-He aquí tus enviados, Señor, Dios Nuestro. Yo, el cardenal Silvano Zreck, seré el que dirija a estos santos en su camino para la eliminación de los herejes y la nueva venida de cristo.-luego se dirigió a los presentes.-Hermanos, acercaos al altar, el Círculo de Invocación está preparado. Aquí, las Líneas Ley forman una poderosa fuente de magia. Ahora, sujetad los catalizadores y cantemos el hechizo todos al mismo tiempo.


El joven corría sin detenerse ni un sólo segundo. Los escasos soldados que había conseguido invocar no detendrían por mucho tiempo a sus perseguidores. Sin embargo, una sensación de euforia se mezclaba con la adrenalina producida por la huida. Lo había logrado, había conseguido la reliquia que quería, el catalizador perfecto para alguien como él.

Se detuvo por un momento para tomar un respiro. Observó su mano derecha. En ella había tres líneas curvas de color rojo que parecían representar un sol y una luna. Una chispa de orgullo cruzó sus ojos. Habían pasado apenas quince días desde que aquellos tatuajes aparecieron en el dorso de su mano. Ocho días desde que descubrió el origen de tan extrañas marcas. Cinco días desde que había conocido a sus "compañeros de equipo".

La verdad es que el día en que se reunieron, él estaba bastante nervioso. A su corta edad, él ya era reconocido como una de las mayores escorias del mundo mágico por la Torre del Reloj. Él temía tener que hacer equipo con magos "reales", pero se sorprendió gratamente al ver que todos eran como él. Cada uno tenía su propio sueño, su propio deseo, pero todos estaban más que dispuestos a colaborar para lograrlo. No habría traiciones, ni puñaladas por la espalda. Eran más que aliados, se habían vuelto camaradas. En algunos casos, hasta podría decirse que amigos. La mayoría eran mucho más nobles que los magos "auténticos".

Sin embargo, ahora cada uno se encontraba en una misión individual para conseguir un Espíritu Heroico al que invocar como Servant. Él lo había logrado, y estaba seguro de que sus compañeros también lo harían. Escuchó los pasos de sus perseguidores acercándose: habían conseguido abatir a sus soldados. El chico apretó el disco dorado que portaba contra su pecho, en señal de protección, y retomó su carrera.

Tenía que salir de allí antes de que le alcanzaran. Si no, la Gran Guerra del Santo Grial estaría perdida tanto para él como para sus compañeros de Crimson Soul.


Nota de Autor: ¡Buenas, chicos! Si os ha gustado la historia, si no, si hay cosas que creáis que pueda mejorar, etc., me gustaría que me pusierais un review. No me importa la crítica, siempre y cuando sea constructiva. También acepto peticiones y sugerencias. Como ya he puesto en mi otro fic, los personajes de mis historias están basados en las personas que me rodean, así que muchos van a ser los mismos y/o muy parecidos. Dicho todo, ¡espero que os guste! ^^