Escrito del punto de vista de Fox McCloud


Tomé el autobús para llegar al taller.

El taller mecánico era un espacio rodeado por paredes de ladrillo pintadas de blanco, en cual el nombre del taller (Taller Melchor y Talamantes) estaba escrito en pintura roja. Los dos dueños del taller, Melchor y Talamantes, son hermanos que (según ellos) vienen de fuera de sistema, de un planeta llamado Seleno.

Fui al pequeño edificio adentro del espacio, que olía a aceite y gasolina, y esperé un rato mientras me explicaban lo que había estado mal con el coche. No puse mucha atención, y unos minutos después, enseñe mi recibo, pagué y salí, yendo hacia mi coche.

Entré, y me fui, el coche funcionando bien. Aparte, el coche había sido limpiado de adentro y de fuera, y el interior olía a perfume de auto, como de fresas.

Se sentía bien tener otra vez mi coche, y, como no tenía nada que hacer, tome la ruta más larga para llegar hacia my casa.

Pero a pesar de eso, el cielo estaba nublado, y en algunas calles, se habían formado charcos debido a la lluvia del día anterior, algunos bastante profundos. A causa de ellos había bastante tráfico, y en solo un rato, me arrepentí de no haber vuelto a casa de inmediato.


Cuando por fin llegue al departamento, fui hacia al teléfono, y le llamé a Falco.

"¿Bueno?" contestó. A través del teléfono también se podían oír otros sonidos aparte de su voz; podía oír a genta hablando, y el sonido de una maquina en el fondo.

"Hola, Falco."

"Ah, eres tu, Fox."

"Si. Solo quería llamarte para decirte que ya recogí el auto."

"Que bueno. ¿Qué es lo que estaba mal con el?"

"No se."

Se rió, con esa risa suya, reverberante.

"Bueno, Fox, tengo que colgar. Adiós. Te veo mas tarde."

"Espera."

"¿Si?"

"¿Falco?" dije rápidamente, antes de que me colgara.

"Aquí estoy."

"¿Vas a venir mas tarde, verdad?"

"Si, Fox. Tu sabes que si; ya nos habíamos puesto de acuerdo."

"Bueno. Solo quería estar seguro."

"Lo se, Fox. Hasta mas tarde," dijo, y colgó antes de que pudiera decir algo mas. Me sentí un poco mal, pero luego me pensé a mi mismo; lo estoy distrayendo. No quiero que lo despidan o algo así solo porque yo me estaba sintiendo solo y decidí llamarle.

Tomé el teléfono, y lo colgué en su puesto que estaba fijado al lado de la pared de la cocina.