El último recuerdo

A Sansa le gusta recordar ese día en concreto, porque fue el último antes de que todo se desmoronara. Realmente es extraño que le guste tanto ese recuerdo porque a primera vista no es un recuerdo feliz: no fue un día particularmente alegre y Sansa, la Sansa del recuerdo, estaba ligeramente enfadada. No obstante, la Sansa de ahora, la adulta en que la vida la ha convertido, lo recuerda con cariño porque sabe que todo el enfado que sintió en ese momento no es nada en comparación con todo lo que sentiría después.

Así que Sansa se acurruca entre las gruesas mantas de su cama antes de dormirse y evoca la escena en su mente mientras una sensación de calidez se extiende por su pecho:

Es una mañana clara y fría de finales de verano. Sansa se ha levantado temprano y se encuentra desayunando junto a Robb, que es el único de sus hermanos que acostumbra a madrugar. Su hermano está especialmente callado esa mañana y Sansa sabe que es porque el día anterior entre Jon y Theon lo habían derrotado todas las veces en el entrenamiento y Robb se siente decepcionado consigo mismo. Sansa, la del recuerdo, le ofrece una sonrisa a su hermano mayor y comenta que ella y Jeyne irán a ver el entrenamiento para animarle. Robb le dedica una sonrisa forzada aunque no parece muy animado. A la Sansa del recuerdo le gustaría saber qué decirle para que se sienta mejor. La Sansa actual querría contarle a su hermano que no importa cuántas veces pierda en un estúpido entrenamiento, que lo que de verdad importa es que en pocas lunas estará luchando en una guerra y ganará todas las batallas. También perderá esa guerra, pero en eso Sansa prefiere no pensar.

El ambiente se alijera un poco cuando entra su madre seguida de Bran y Rickon que van hablando en voz muy alta y parecen emocionados por algo. La Sansa del recuerdo arruga la nariz ante el escándalo que están formando mientras corren hacia la mesa. La Sansa adulta, sin embargo, daría todo lo que posee porque Bran pudiera volver a correr así y porque la mirada de Rickon volviera a tener esa claridad, esa inocencia. Dioses, daría todo porque ella misma volviera a tener esa inocencia.

El recuerdo continúa con la entrada de Arya que les dirije a sus hermanos una mirada fulminante. La sansa del recuerdo se pregunta que han hecho pero la respuesta llega en seguida cuando entra su padre y Arya comienza a reprocharle por haber dado permiso a los niños y no a ella para acompañarlo en la siguiente ejecución.

Su padre se sienta a la mesa y responde con esa serenidad que la sansa del recuerdo tanto admira y la Sansa actual tanto extraña que una ejecución no es lugar para una dama. Arya contesta enfurruñada que ella no es una dama y tanto la Sansa del recuerdo como la adulta están completamente de acuerdo con su afirmación. Su padre decide pasar por alto el comentario y se vuelve hacia Rickon para aclararle que él tampoco tiene permiso para acudir a la ejecución por ser demasiado pequeño y el menor de sus hermanos se une a las protestas de su hermana acompañando sus quejas con un puchero.

Sansa pasa una mano por los cabellos del pequeño para consolarlo y comienza a hablarle prometiéndole que mientras los chicos van a la ejecución ellos podrán quedarse con la Vieja Tata y escuchar uno de sus cuentos "Una historia de caballeros, Rickon ¿No te gustaría eso?" y el niño asiente y se calma porque de verdad que le gustan las historias de caballeros. Arya también se calma ante las palabras de Sansa pero las historias no tienen nada que ver. Sansa sospecha que su hermana está tramando algo aprovechando que, tal y como ella ha dicho, ni los chicos ni su padre estarán. La Sansa del recuerdo hace una mueca y se pregunta por qué su hermana no puede ser de otra manera. La Sansa actual, la que recuerda acurrucada entre las sábanas, podría preguntarse por qué las cosas no son ya así de fáciles con Rickon o si Arya si quiera sigue viva, sea de la manera que sea. Mas no se lo pregunta porque se ha quedado dormida. Eso es lo que más le gusta de recordar antes de dormir, que puede quedarse dormida justo en ese momento, justo en el momento antes de que todo cambiara. No tiene que recordar a sus hermanos marchándose para volver con los wargos ni a su madre leyendo la carta del rey que tantos pesares les traería. Puede quedarse ahí, dormirse con la imagen de la familia feliz que una vez fueron y soñar con que algún día Bran, Rickon y ella, quizá Arya si vuelve alguna vez (si es que puede volver) sean una familia unida de nuevo.