Capitulo 1

El caso había concluido con relativo éxito. Relativo porque se suponía que el Sudes no debería haber muerto. No era algo que quedara bien en los informes oficiales. Sin embargo, lo importante era que habían llegado a tiempo de salvar a la víctima. Al día siguiente a primera hora, tendrían que volver a Virginia. Pero por el momento, el equipo se encontraba celebrando en el restaurante del Hotel donde se alojaban, que todo había terminado. Estaban en Atlantic City, la ciudad favorita de Emily Prentiss. Morgan no había dejado de burlarse de ella y lanzarle indirectas, recordándole constantemente su "pecado de ganar en Atlantic City". Intentaba averiguar qué había detrás de aquella frase, pero ella parecía disfrutar manteniendo el misterio.

El equipo fue retirándose uno a uno, hasta que quedaron sólo ellos dos en la mesa.

- Mañana regresamos. ¿Definitivamente no me vas a contar qué es eso del pecado de ganar en Atlantic City?.- Le preguntó Morgan por enésima vez.

Emily se echó a reír. Estaban uno frente al otro, y entre ambos habían consumido mas alcohol que el resto del equipo junto.

- ¿Crees que porque esté seriamente perjudicada vas a conseguir sonsacármelo, Agente Morgan?- Le interrogó arqueando una ceja.

Él no pudo evitar soltar una carcajada.

- Lo dudo, Prentiss. Me doy cuenta de que el alcohol te hace menos efecto del que esperaba- Añadió dibujando en su cara la característica sonrisa Derek Morgan.

- No sé exactamente cómo tomarme eso- Lo miró confundida.

- En cualquier caso. Creo que ya va siendo hora de retirarnos.

Emily frunció el ceño, con evidente expresión de disgusto. Derek la miró un poco desconcertado.

- ¿Qué?.

- Nada- Dijo ella- Sólo que pensé que tenías mas aguante- Señaló con una sonrisa traviesa- Me decepcionas un poco, Morgan.

- ¿Crees que no tengo aguante?- Derek sabía que intentaba pincharle. Se hizo el ofendido.- Te lo puedo demostrar cuándo y como quieras… tal vez en tu jacuzzi- Se burló de ella.

- Amigo… Eso no va a pasar- Le replicó siguiéndole el juego.- Pero quizás, si te quedas el tiempo suficiente, te puedo mostrar algo sobre esa cuestión que parece interesarte tanto- Añadió en tono más sugerente del que había pretendido. A pesar de lo que Morgan dijera, el alcohol empezaba surtir efecto.

No había forma de que Derek Morgan rechazara aquella invitación.

Se dejó guiar por ella hasta una de las mesas de póker y tomar asiento. Se echó a reír cuando se dio cuenta de lo que significaba su pecado de ganar.

- ¿Póker?- Se burló- ¿Vas a dejarte el sueldo en el póker?

Ella lo miró un poco ofendida.

- Observa y aprende, Derek Morgan.

Y efectivamente, observó detenidamente y aprendió que debía abstenerse de jugar nunca con ella. Seis jugadores en la mesa, incluida ella, y después de una hora, tenía amontonadas junto a ella, más fichas de las que sumaban las del resto de jugadores. Morgan, disfrutó especialmente con las expresiones, primero de sorpresa y luego de incredulidad, que se iban apoderando de las caras de sus rivales. En un momento dado, Emily anunció que jugaría una última mano antes de marcharse. Las cartas se repartieron, y a medida que avanzaba la partida, fueron retirándose uno a uno de la mesa. Finalmente quedaron únicamente Emily y un hombre de cincuenta y tantos años, que había comenzado nervioso y ahora estaba sudando a chorros.

Emily vio con un poco de preocupación que no se daba por vencido, a pesar de que ya le temblaban las manos y su cara de estaba volviendo de un color rojo encendido. Por un momento, pensó que le iba a dar un infarto allí mismo.

Derek sonrió negando con la cabeza, viendo la escalera de color que ella intentaba ocultar. Emily miró hacia su oponente y, contra todo pronóstico, la oyó decir.

- Parece que mi suerte ha terminado, y dejó sus cartas sobre la mesa, retirándose de la partida.

El hombrecillo nervioso, sonrió satisfecho como si de pronto hubiera llegado la mañana de Navidad. Mostró sus cartas. Un trío de Jotas.

- A veces se gana, a veces se pierde- Le dijo mientras se apresuraba a recoger las fichas.

Derek, atónito, miró a su compañera sin terminar de creerse lo que acababa de pasar. Ésta, con un gesto, le indicó que guardara silencio, mientras que le tomaba del brazo y lo guiaba hacia la barra del bar. Allí pidió un whiski y un bourbon.

- ¿Me quieres explicar que acabas de hacer?- Le preguntó sorprendido- Tenías una escalera de color.

Ella tomó un sorbo de su copa, y se quedó mirándolo fijamente.

- ¿Viste la marca del anillo en su dedo?- Esperó a que Derek asintiera con la cabeza- Estoy bastante segura de que su esposa no tiene idea de que estaba aquí, y sinceramente, no quiero ser responsable de que mañana sus hijos no tengan un plato de comida en la mesa.

Derek seguía un poco perplejo

- Sabes que seguramente irá directo a la máquina tragaperras e igualmente, volverá a su casa con la cartera vacía.

- Puede ser- Admitió- Pero no será por mi culpa.

Morgan entornó los ojos, un poco descolocado con el razonamiento.

- Vamos Derek- Le dijo con una sonrisa divertido- He ganado bastante más dinero del que he perdido.

Y era cierto.

Abrió la boca para hablar, pero en realidad, no se le ocurrió nada. La miró detenidamente durante unos segundos. No sabía cómo lo hacía, pero cada vez que creía que ya la conocía, aparecía algo nuevo que volvía a sorprenderlo. Se perdió en sus pensamientos hasta que se dio cuenta de que ella lo observaba con curiosidad.

- ¿Dónde estabas?- Le preguntó con una sonrisa.

- Pues pensando en ti- Dijo espontáneamente. Vio como Emily abría los ojos como platos ante su comentario- Quiero decir- Se explicó- Eres un auténtico enigma para mi Emily Prentiss.

Ella le sonrió traviesamente.

- ¿Te gusta descifrar enigmas, agente Morgan?.

La miró con gesto serio.

- ¿Quieres que lo haga?- Pretendía seguir su broma, pero aquella gravedad en su voz provocó un estremecimiento en Emily. Derek notó como dejaba de respirar durante unos segundos y bajó la vista- Lo siento- Se disculpó- No debí decir eso.

Ella volvió a mirarle a los ojos y esbozó una pequeña sonrisa.

- No te preocupes- Intentó restarle importancia- Será mejor que nos vayamos a la habitación...es decir ...- Se rectificó a sí misma dándose cuenta de que su inconsciente la acababa de traicionar- A nuestras habitaciones… Cada uno a la suya, por supuesto- Añadió titubeando.

De pronto sintió mucho calor. ¿Habían apagado el aire acondicionado? ¡Qué demonios!.

A Derek le enterneció aquella repentina muestra de vulnerabilidad. Sabía que estaba bajo el efecto del alcohol, pero aún así, resultaba encantadora cuando se ponía nerviosa.

- Venga vamos- Le dijo, levantándose de su taburete y ofreciéndole su brazo para que lo acompañara- Te dejaré en tu castillo, Princesa.

- Parece que tú también eres todo un enigma- Le sonrió ella, recuperando la compostura- Hay un caballero escondido detrás de ese cuerpo musculado.

De nuevo se tuvo que morder la lengua ante su desbordante capacidad de soltar cosas inapropiadas. Derek vio su gesto mortificado, y se echó a reír, pero no le dijo nada. Esta vez no lo usaría en su contra. En silencio, caminaron juntos hasta el ascensor y subieron al séptimo piso. La puerta de la habitación de Emily era la tercera a lo largo del pasillo. Dos más allá, estaba la habitación de Morgan.

- Yo me quedo por aquí- Dijo ella volviéndose hacia él- Gracias por acompañarme.

- Siempre.

Emily le sonrió tímidamente, aquella expresión suya siempre le provocaba un pequeño cosquilleo. Con el paso de los años, habían ido profundizando su relación. Después de lo de Doyle, una chispa diferente se habían encendido entre ambos. Sentía que Derek estaba más pendiente de ella, más protector. Para una persona independiente como Emily, lo normal habría sido que se hubiera molestado, pero en realidad, la hacía sentir segura. Y le gustaba compartir tiempo con él.

- Derek… Creo que nunca te he dado las gracias por todo lo que has hecho por mí- Dijo casi en un susurro, y casi sin pensar.

Éste la miró un poco confuso.

- Las cosas no me han resultado fáciles desde que he vuelto- Explicó con suavidad- Y tú siempre has estado ahí, apoyándome pasara lo que pasara. Me doy cuenta de que siempre intentas protegerme, y eso significa mucho para mí.

A Derek le enterneció aquella inesperada confesión. Instintivamente acarició su mejilla con delicadeza, sintiendo bajo sus dedos, su piel de porcelana.

- No tienes que agradecerme nada Emily. Cada día doy gracias a Dios, porque te haya traído de vuelta a mí.

Emily estrechó un poco la mirada, intentando ver a través de él. "¿De vuelta a mí?", ¿qué significaba?. Buscó una respuesta en sus ojos, pero solo encontró su mirada limpia y serena.

- Pero quiero hacerlo, Derek- Insistió ella.- No sé qué habría hecho sin ti, en este tiempo.

Permanecieron mirándose en silencio durante unos instantes.

- Será mejor que entre- Dijo ella por fin- Buenas noches.

E instintivamente se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla. En lugar de separarse, se quedó durante unos segundos con la cabeza apoyada en él, en silencio. Derek le tomó el rostro entre las manos y vio que una lágrima se deslizaba por su mejilla. Sin siquiera pensarlo, se inclinó y la besó en los labios, dulcemente, como si quisiera acallar su dolor. Aquel beso, se fue intensificando cada vez más. El alcohol, la ciudad, el estrés del caso, hicieron efecto en los dos agentes, y a medida que sus lenguas se entrelazaban un deseo descontrolado comenzó a recorrer sus cuerpos. En un último gesto de autocontrol, Derek la apartó un poco, sosteniéndola suavemente por los hombros. Quizás había separado sus labios, pero la seguía mirando con aquella expresión llena de ternura.

Emily emitió un pequeño suspiro de frustración.

- No creo que sea buena idea, Em- Le dijo en un susurro.

Ella asintió con la cabeza en un gesto de comprensión. Aunque sus ojos no pudieron ocultar del todo la decepción que sentía.

Se volvió para abrir la puerta, y entró en su habitación. Antes de cerrarla, se dirigió a él, que todavía permanecía en el mismo sitio, con expresión un poco culpable.

- Hasta mañana, Derek.

Y cerró la puerta tras ella.

Derek se dirigió hacia su habitación, sintiéndose como un auténtico idiota. ¿Cómo explicarle que quería para ella algo mejor que una simple noche en Atlántic City?.

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La luz de la mañana la despertó a través del ventanal de su habitación. Frunció los ojos en un vano intento de protegerse de ella, cuando un súbito destello de dolor atravesó su cabeza. Definitivamente, había bebido más de lo que había previsto, y aquel incesante martilleo, se lo recordaba una y otra vez.

Miró la hora y se dio cuenta de que eran casi las nueve. El jet tenía previsto despegar en una hora, y ella todavía tenía que ducharse, vestirse y recoger sus cosas, todo ello, acompañado de aquel latido sordo que la taladraba.

Arrastrándose se dirigió al baño, y desvistiéndose, se metió bajo la ducha. Mientras notaba como el agua golpeaba su cuerpo, una amalgama de recuerdos se agolparon en su mente y todos, desembocaban en uno solo: los labios de Derek Morgan en los suyos.

- ¡Mierda!- Exclamó llevando su mano a su cabeza, como si así pudiera hacerlo desaparecer.

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Decir que el viaje de vuelta fue incómodo, era un eufemismo. Cuando Emily subió al avión, comprobó que Derek aún no había llegado. "Posiblemente estaría aún más perjudicado que ella", pensó. Los dos habían bebido mucho la noche anterior y sospechaba que los recuerdos de él estarían tan borrosos como los de ella. Sabía que tendrían que hablar, pero encerrados dentro de un avión con todo el equipo observando… de ninguna manera… aquello no iba a pasar.

Buscó un asiento solitario, sorteando las bromas y miradas curiosas por el aspecto lamentable que debía tener, y utilizando su dolor de cabeza como excusa, se refugió a solas, en el último asiento de atrás. Cerró los ojos e intentó dormirse.

- ¿Aspirina?.

La voz de Derek resonó a su lado. Se giró a su izquierdo para cerciorarse de lo que ya sabía. Se había sentado a su lado y sostenía en su mano un vaso de agua con dos aspirinas. Le dirigió una mirada ente avergonzada y agradecida.

- Gracias- Le dijo tímidamente, metiéndose las aspirinas en la boca, y bebiéndose el contenido del vaso casi sin respirar.

- Supuse que ibas a necesitarlas. Yo ya me he tomado mi ración- Sonrió con complicidad.

Ella le devolvió la sonrisa, sin saber muy bien qué esperar a partir de ahora.

- Emily…

- Derek- Le cortó secamente- No vamos a tener esta conversación aquí.

Una sonrisa traviesa se dibujó en su cara.

- Osea, que te acuerdas.

Aquel comentario, unido a su expresión de ¿felicidad?, ¿satisfacción?, no sabía muy bien definirlo, provocó un inmediato rubor en sus mejillas.

- Vagamente- Dijo intentando no entrar demasiado en detalle- Más de lo que quisiera reconocer, en realidad- Admitió un poco azorada. Un repentino sentimiento de vergüenza la recorrió al recordar que había sido Derek y no ella, quien había interrumpido el beso.

- Oye- Le dijo en tono de disculpa- Siento mucho lo que pasó, yo… creo que bebí demasiado.

Él la miró desconcertado.

- Yo no lo siento- Aún siendo un susurro, su voz sonó firme.

Ahora, la confusa era ella.

- Me apartaste- Intentó que no sonara a reproche, pero no tuvo demasiado éxito. Derek notó un pequeño resquemor en su voz.

- Sí, te aparté- Admitió- Pero no fue porque hicieras nada mal..

- ¡Vaya!- Exclamó ella con cierta ironía- Esto es nuevo, ¿me vas a decir que fue por ti y no por mi?- Le inquirió un poco ofendida.

Derek se echó a reír. No había una sola versión de aquella mujer que no le volviera loco.

- No… lo que quiero decir es que cuando pase algo más entre nosotros, quisiera que estuvieras lo suficientemente sobria como para recordarlo- Se burló de ella, dándole un suave toque en la punta de la nariz con su dedo.

Emily pasó de ofendida a ofendida y atónita.

- ¿Perdona?- Su voz sonó demasiado fuerte. Se dio cuenta de que Reid, y J.J. que se encontraban tres asientos más adelante, dirigieron la vista hacia ella. Tuvo que contenerse para continuar hablando- "¿cuándo eso pase?"- Le recriminó enfadada- Dime Derek Morgan, ¿tuviste que entrar de lado en el avión para que tu ego cupiera por la puerta?- Añadió con sarcasmo.

Él la miró con una sonrisa descarada.

- Puedes hacerte todo lo digna que quieras. Pero tú y yo sabemos, que si anoche no hubiera detenido aquello, habríamos acabado en tu cama- Le susurró.

Un jadeo de incredulidad, salió de la boca de Emily. Y no supo cómo ni por qué, a su memoria vino una conversación que tuvieron una vez durante un caso.

- Parece que olvidas algo- Le dijo con fiereza- Quizás tú seas un león, pero yo no soy una gacela a la que puedas dar caza- Sonrió complacida al comprobar el efecto que sus palabras hacían en Derek- Fue un beso, nada más, estábamos borrachos y no significó nada...Si me disculpas, me gustaría dormir un poco antes de llegar a casa.

Y se giró de nuevo hacia la ventanilla, reposando su cabeza. Cerró los ojos y simuló ignorarlo por completo, hasta que poco después notó que, con un suspiro resignado, Derek se levantaba de su asiento dejándola sola.

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