Disclaimer: Nada de esto me pertenece. Escribo sin fines de lucro.



.Mi Razón de Ser.

-Parte Uno-

Era otoño. Nymphadora Tonks, una auror de 22 años de edad, caminaba sola por una calle de Londres. Había salido de su apartamento provista de un paraguas, ya que aquel día el cielo, teñido de color gris, amenazaba tormenta.
Tonks, como le gustaba que la llamasen, era una chica alegre, inteligente y curiosa; aunque un poco torpe, cualidad que la hacía bastante peculiar. Tenía unos preciosos ojos negros (características de la familia Black, heredadas de su madre) y el pálido rostro en forma de corazón. Era metamorfomaga: desde que nació tenía la capacidad de cambiar su aspecto a su antojo; por ejemplo, cambiar la forma de su nariz o el color de sus cabellos, que, normalmente, la muchacha llevaba de un llamativo color rosa chicle.
Sin embargo, ahora un desvaído pelo castaño, se movía ligeramente, ondulado por el viento, en lugar de su característico tono rosa.

Una ráfaga de viento la hizo estremecerse y se echó la capa por los hombros. Siguió caminando hasta que llegó a un pequeño parque. Las hojas de los árboles crujían a su paso mientras ella las pisaba. Decidió sentarse en un banco cerca de una fuente de piedra, al lado de la cual había unos columpios.

Una niña, de no más de cinco años de edad, se columpiaba en uno de ellos con la ayuda de su madre.

- Mamá ¡déjame! ¡Sé columpiarme sola! -protestó la niña.

- Pero cariño, te puedes hacer daño ¿no ves que puedes caerte? -replicó la madre- Venga deja que mami te columpie Y suelta el osito verás como as te podrás agarrar mejor.

- Vale -dijo la niña, y puso un osito marrón con un pequeño lazo alrededor del cuello en el banco donde estaba sentada Tonks- Cuidamelo eh -le dijo a Tonks sonriendo- pero, si quieres, te dejo que juegues con él... pareces triste...

- Gracias -dijo Tonks con una pequeña sonrisa- no le pasará nada -y sin más la niña fue a columpiarse.

Tonks cogió el osito y la miró. Parecía tan feliz mientras se columpiaba y su madre la empujaba... Hacía bastante tiempo que ella no se sentía así. Y ojalá pudiese pero no, no podía... Parecía que nunca más iba a ser feliz de nuevo. Y cierta persona era la culpable de ello.

Remus Lupin.

La primera vez que ella le vio, fue por medio de su primo Sirius Black, justo después de una reunión de la Orden del Fénix. Desde que Tonks sintió los ojos de Remus, sus preciosos ojos miel, clavados en ella, su corazón empezó a latir violentamente. Él le había dado un beso, consiguiendo que su mejilla se sonrojara, bajo las francas sonrisas de Sirius, que se había dado cuenta de todo.

Sirius... Lo echaba tanto de menos... Así como echaba de menos sus chistes, sus continuas risas y sus consejos. Él la había animado en su relación con Remus. Él siempre la defendía y ayudaba en su propósito de conquistar a su hombre lobo. Desgraciadamente, Sirius había muerto en la batalla del Departamento de Misterios, asesinado por Bellatrix Lestrange. Una lágrima resbaló por los ojos de Tonks al recordar todo eso, y acarició el oso de manera inconsciente. No pudo evitar pensar que ella tenía parte de culpa de que Sirius ya no estuviese a su lado. Si hubiese terminado con Bellatrix cuando se enfrentó en duelo contra ella, ésta no habría peleado con Sirius y éste no hubiera...

Después de ese fastidioso y triste acontecimiento, se podía decir que ella estaba muy cerca de Remus. Éste la había ayudado mucho desde la muerte de Sirius; había estado siempre a su lado, ayudándose el uno al otro. En el fondo de su corazón, Tonks sabía que ella lo estaba pasando muy mal pero que Remus lo estaba pasando muchísimo peor.

Las lágrimas surcaban la cara de Tonks. "No debería haber recordado eso" -pensaba la chica- "me hace sentir peor". Ella seguía culpándose de la muerte de Sirius, pero Remus no paraba de repetirle que ella no tenía la culpa de nada.

"Pero, Nymph.. Tonks, tú no tienes la culpa de nada -recordaba que una vez le había dicho Remus con su voz conciliadora- Piénsalo bien. Si no todos la tendríamos -dijo con una sonrisa y la abrazó-.

Aun recordaba ese abrazo. Tan cálido, tan confortable. Y se sentía tan bien en sus brazos, que, pensar que nunca más iba a sentirlo de nuevo era deprimente. Pero no podía ser... él le había dicho que no podía ser...

No sabía que hacer. Ella lo amaba lo amaba tanto... Y sabía que él la amaba también pero, ¿entonces, cuál es el problema? Se había preguntado una y otra vez.

Pero le había dicho que no podía ser -se repetía de nuevo- lo suyo no podía ser...

Tonks abrazó el osito inconscientemente con todas sus fuerzas. De repente, la niña se le acercó. Tonks se secó las lágrimas y dejó de abrazar el peluche.

- He estado observándote desde el columpio -le dijo la chica- gracias por cuidarlo -señalo el osito- Por cierto, te lo regalo -sonrió - puedes quedártelo.

- ¿Qué? Pero si es tuyo, pequeña -dijo Tonks e hizo ademán de entregárselo.

- No, no lo quiero. Yo tengo muchos en casa y quiero regalarte ése. Además, te contaré un secreto: mamá dice que este osito tiene poderes mágicos -dijo ante la asombrada mirada de Tonks- Sí -dijo sonriente- trae suerte al que lo tiene y esa persona es muy feliz y no vuelve a llorar nunca. Por eso quiero que te lo quedes.

Tonks la miró y una sonrisa de agradecimiento apareció en su rostro.

- Gracias, pequeña de verdad. Gracias; eres muy buena.

- De nada dijo la niña, risueña, y se fue a reunirse con su madre que la esperaba- ¡Adios! -dijo la pequeña mientras iba cogida de la mano de su madre, despidiéndose de Tonks con la mano.

Tonks se despidió de ella de igual manera, y miró al osito, pensativa. Era increíble como una niña tan pequeña (a la que no conoc a de nada) le hubiera dicho eso. Era tan buena persona... Su mamá debe estar orgullosa - pensó - tiene un tesoro de hija. Una pequeña sonrisa asomó de nuevo en su cara y abrazó al osito. Miró alrededor. A pesar de hacer algo de frío y estar nublado, las personas paseaban tranquilamente por el parque. Aunque el cielo amenazaba tormenta, parecía que aun no llovería. Dos ancianos iban cogidos del brazo, charlando alegremente. Cerca de ellos, una familia paseaba a su bebé en un cochecito. Una pareja pasó por delante de donde estaba sentada Tonks, abrazados y sonriendo alegremente. Al verlos, Tonks sintió una mezcla de envidia, tristeza... Y alegría por ellos.

Se sentía sola...

Ojala ella pudiera pasear así con Remus. Pero no eso era, en cierto modo, imposible . Le había dicho que lo suyo no podía ser -se repitió por enésima vez- que se alejara de él, que lo olvidara. Pero ella no sabía qué hacer. ¿Como iba a olvidarse de él? Era imposible. Además, en el fondo, sabía que él la amaba pero seguramente era demasiado tarde, y él, quizás, ya la había olvidado.

"La gente viene y va

Y yo no sé que hacer

Y ando perdida en un mar de dudas que inunda mi alma

Y yo no sé que hacer

Mañana, igual, quizás,

Ya no te acuerdes de mi nombre y de mi alma"


N/A: ¡Hola a todos! Aquí dejo otro fic de mi pareja favorita. Se supone que en un principio iba a ser un song-fic cortito u.u pero la verdad es que me alargu bastante y lo voy a ir publicando en partes ;) Esta primera parte se la dedico a todas las personas que se tomen la molestia de leerlo

De antemano, gracias. :)

Y pues nada, tanto si os gusta como si no, se agradecer a que comentaseis. Una simple palabra hace muy feliz a este pobre intento de escritora que soy.

Besos,

Sophie.S.