Capítulo 1
Jasper POV
8 de marzo
Era el día de la mujer y este año me había tocado ir, con muchos de mis compañeros, a controlar la seguridad de la multitudinaria marcha que se había convocado en el centro de la ciudad: miles de personas (en su mayoría mujeres) marchaban exigiendo derechos que creían no poseer: algunas exigían libertad sexual, aborto libre, mayores penas para los violadores o una educación sexual efectiva en los colegios e institutos.
Había miles de personas en la marcha e incluso algunas madres iban con sus hijos. Yo no entendía realmente qué buscaba el feminismo esta vez y la verdad es que no me interesaba: yo solo estaba en esa manifestación para cumplir con mi trabajo y los trasfondos que tuviera no era algo que quisiera averiguar.
De pronto, las cientos de personas que estaban en la marcha se abrieron y dejaron pasar a un grupo de mujeres que bailaban al ritmo de unos tambores, llevaban el torso desnudo y sus rostros cubiertos por máscaras de lana de color rojo.
Sus pechos estaban pintados con motivos de flores, lunas, paisajes y constelaciones. Era un espectáculo artístico que buscaba de alguna forma llamar la atención y lo estaba consiguiendo, ya que cientos de fotógrafos buscaban captar las imágenes de las jóvenes semi desnudas.
-Hay que bloquearles el paso- me informó mi superior por radio-, la manifestación no puede avanzar porque hay algunos disturbios.
Con mis compañeros abandonamos nuestro lugar de espectádores y nos posicionamos frente a las jóvenes que seguían la danza sin prestar atención a nuestro intento por hacerlas retroceder.
No está bien golpear mujeres, pero con mis compañeros sabemos que si estas chicas deciden cambiar la paz por la violencia no tendremos más opcion que reducirlas y llevarlas al furgón policial.
Sin embargo, antes de que alguno de los policías que ahí estábamos pudiéramos reaccionar, las chicas con pasamontañas de color rojo corrieron hacia nosotros. Estuve a punto de repeler el ataque de una de ellas con el garrote, cuando la chica enredó sus piernas en mis caderas, sujetó mi cuello con sus manos y me besó en los labios como si nos conociéramos de toda la vida.
Lo único que alcancé a notar fueron sus ojos grises grandes y brillantes.
Al sentir sus labios sobre los míos fue extraño, quiero decir, nunca me había besado con una desconocida que estuviese semi desnuda en la calle, pero pese a eso fue un buen beso: suave, lento y a pesar de las circunstancias podría jurar que ambos lo estábamos disfrutando. Sus manos acariciaban mi cuello y las mías se aferraban poco a poco a su espalda... hasta que de pronto recordé que yo estaba trabajando.
El sonido de unos gritos nos hicieron volver a la realidad y en menos de un segundo noté las bombas lacrimógenas anti disturbios y que la chica se había ido corriendo antes de que yo alcanzara a arrestarla.
Sin embargo, ella no era tan rápida y logré atrapar su muñeca antes de que pudiera esconderse en un pasaje lleno de casas pequeñas. Le puse las esposas antes de que intentara hacer algo y comencé a guiarla hacia donde estaba el furgón policial.
-¿Siempre acostumbras a esposar a las chicas que te besan?- preguntó mientras caminábamos por el humo y los gases- Pensé que ya teníamos algo íntimo y que me dejarías escapar, me haz traicionado...
-Todo lo que dices puede ser usado en tu contra...
-¿En mi contra?- se río un momento de forma alegre- No es primera vez que me detienen, aunque sí es la primera vez que voy en topless... Supongo que esta será una experiencia que le contaré a mis nietos.
La llevé hasta el furgón donde había otros detenidos por destrozos y desorden público, pero antes de hacerla entrar le puse la chaqueta de uno de mis compañeros para que se tapara: una cosa es protestar sin ropa y otra muy distinta ir a una comisaría llena de hombres e iniciar un procedimiento de detención sin ella.
Le había quitado las esposas una vez dentro, por lo que ella se había quitado su pasamontaña rojo. Era una chica joven de aproximádamente 20 años, tenía el cabello negro atado en una trenza, su rostro tenía razgos suaves, casi tiernos y su sonrisa era coqueta sin llegar a ser del todo sensual. Era muy guapa, aunque sin lugar a dudas, no está bien pensar eso de una detenida.
En la comisaría me tocó llenar los datos de cada detenido y regular sus llamadas telefónicas. Cuando llegó su turno la chica me miró sonriente.
-¿Nombre?- pregunté sin ningún tipo de emoción en la voz.
-Alice Cullen.
-¿Edad?
-20 años- respondió mirándome con diversión-... La siguiente pregunta es ocupasión: soy estudiante de teatro y mis documentos personales están en mi casillero de la universidad... ¿Puedo llamar para que me vengan a buscar?
-Claro... es lo que sigue en el procedimiento ¿no?
Alice asintió antes de tomar el teléfono y marcar un número. Yo fingía estar anotando algunas cosas en su registro mientras escuchaba atentamente.
-¡Hola papi!- exclamó ella como si estuviese en un centro comercial en lugar de estar en un procedimiento de detención- ¿Cómo estás?... Yo bien... sí... sí, fue muy divertido... No, el jefe de policía Swan parece que no está, de otra forma creo que ya me habría dejado salir... sí, eso pensé... ¿entonces puedes venir a buscarme?... ¡Gracias, papi! ¡Ay! traeme una blusa, por favor que he dejado la mía en la universidad... te quiero.
-¿Te han regañado?- pregunté mirándola con una pequeña sonrisa.
-No... ¿por qué?- me miró extrañada como si hubiese dicho algo muy extraño.
-No lo sé... tal vez porque a la mayoría de los padres no les gustaría ver a su hija haciendo topless por la mitad de la ciudad.
-¡Madre mía! - exclamó mirándome de reojo- ¿Te escuchas? ¡Suena como si hubieses nacido en el siglo pasado! Además es mi cuerpo y mi decisión mostrarlo o esconderlo... no voy a discutir mis ideales feministas con un policía de todas formas.
Nos quedamos en silencio unos minutos hasta que un hombre rubio entró a la comisaría. Estaba sonriendo tranquilamente buscando a alguien con la mirada. Alice le hizo una seña y el sujeto se acercó hacia donde nosotros estábamos.
-Buenas tardes- murmuré antes de estrechar su mano.
-Buenas tardes, vengo a buscar a mi hija- dijo sonriendo-... Oh Alice, aquí está tu blusa.
-¡Gracias!- respondió la joven sonriendo antes de darme la espalda y comenzar a vestirse.
-¿Donde firmo?- preguntó el señor Cullen captando mi atención.
-Aquí, por favor- le indiqué antes de que la chica se diese la vuelta-... su hija ya puede irse.
-¡Por fin!- exclamó la joven tomando del brazo a su padre, quien ni siquiera parecía molesto con la situación- Estar en una comisaría es tan aburrido...
-Bueno, oficial Jasper Hale- murmuró el señor Cullen leyendo mi placa-, muchas gracias por su amabilidad... dele mis saludos a Charlie.
-¡Los míos también!- exclamó Alice riendo antes de guiñarme un ojo.
Padre e hija se alejaron de mi lugar de trabajo y no pude evitar pensar que ellos eran realmente extraños.
-¡Feministas!- exclamó un hombre detenido por conducir en estado de ebriedad- Al final todas las mujeres están locas...
Sonreí un momento pensando que eso no podía estar menos alejado de la realidad.
nota de autora: Vale se que dije que no iba a empezar nada antes de terminar los examenes pero no lo pude evitar y lo escribí y como segunda cosa sí, soy feminista.
Ahora bien, pueden llamarme feminazi más que ofenderme me da risa el término y sé que tal vez pierda algunos seguidores por esto, pero igual en mis historias he tratado que mis protagonistas (Alice en este caso) tengan un toque de feminismo, tal vez pasa desapercibido, pero ahí está y bueno espero que esta historia les guste y les sirva para aprender de cosas y visiones nuevas de lo que ocurre actualmente en nuestra sociedad.
