No sé por qué me pasa esto, verán es muy sencillo y así funciona mi cerebro. Cada vez que estoy por acabar una historia otra comienza en mi cabeza, es como un sistema automático que ruego por Dios nunca me falte. Este historia, tal como lo dice al principio habla de algo serio y profundo junto con las aventuras de siempre. Sé que aún no acabo Un Rey para Arabasta, pero no pude evitarlo. Espero de todo corazón que la disfruten. Gracias por leer.
PD: El universo en donde nos ubicamos es una muy parecido al de One Piece, pero con ciertas diferencias que al final hace que no sean el mismo mundo. Espero no les desagrade. ¿Recordarán un especial de TV de One Piece en donde Luffy es un jefe de justicia o algo así, en donde todos están ambientados en el viejo Japón, bueno algo así pensé, sólo que este es un mundo diferente. Realmente espero que lo disfruten.
Three Paths.
S. No puedo recordarlo todo… simplemente… todo ese fuego que consumía mi vida lentamente y después de eso… mucho dolor. Ojala hubiese podido vivir más tiempo, ojala hubiera podido ser más fuerte, ¿Por qué tuve que morir para ser otro?
A. Cuando me quedé solo lo primero que quise hacer fue correr donde él y reunirnos. Tenía miedo de que el tiempo nos fuese a separar más que la triste distancia, tenía miedo de que pudiera olvidar la persona que algún día fui. Ahora me doy cuenta que jamás tuve nada… ahora me doy cuenta que, por más oro, por más atención que ellos puedan brindarme he muerto. ¿Por qué tuve que vivir para convertirme en otro?
L. No sé por qué tuvo que pasar esto, en realidad nunca sé el motivo de muchas cosas que me pasan, lo que sí sé es que fue muy doloroso estar solo. Decidí que quería vivir con personas que me apoyasen siempre, supe que no soportaba estar sin alguien que me quisiera, por eso hui de mi soledad y me transforme en lo que soy ahora. ¿Por qué tuve que tomar ese camino…? Simple, porque quería vivir mis aventuras y dejar atrás la soledad.
-1-
Y así comenzó.
Ellos se conocieron de la manera menos habitual y vivieron de la misma forma. De entre todos los posibles universos y escenarios fueron ellos y solamente ellos quienes vivieron en medio de una guerra por sobrevivir, en medio del caos, en medio de la soledad y la alegría.
Pero… de la misma manera que se conocieron, tan fugaz y efímero, ellos se separaron y se olvidaron. Porque nadie sabe lo que acontecerá en el futuro y porque ellos nunca lo supieron. Ojala hubiesen podido recordarse los rostros.
Pero… así es el destino, ¿No es así?
…
El fuego, la sangre y los gritos se unieron junto a otras pestilencias mientras corrían desesperadamente entre cientos de cadáveres y explosiones. Entre la desesperación y la noche corrían desesperadamente un cuarteto. Un hombre grande, cuyo rostro se ha olvidado, tres niños, dos mayores, uno menor. Uno de ellos está gravemente herido y no para de sangrar de la cabeza, otro viene sujeto de la mano del hombre, el que queda corre desesperadamente detrás de ellos, jadea, le tiemblan las piernas pero por nada del mundo se detiene.
De pronto… una explosión. El polvo se levanta, los cañones retruenan entre las espesas nieblas de humo y pólvora, el cuarteto está en el suelo. No se puede oír nada, se les han reventado los tímpanos, los más pequeños yacen en el suelo, inmóviles, el hombre se levanta y se apresura a tomarlos entre sus brazos.
Pero… no podrán escapar, diez hombres a caballos los rodean y comienzan a acosarlos. El mayor deja a los niños en el suelo y lucha, lucha de una manera bestial, golpea la tierra, levanta las ropas, hiere de gravedad y quebranta huesos… pero no es suficiente, porque dos arpones le han atravesado la espalda y ahora lo están atando con cadenas. Entonces uno de los mayores, el que está menos herida recobra el conocimiento y ve la pelea, intenta ayudarle pero el anciano le hace retroceder, le obliga a tomar a los otros y escapar, que él los entretendrá, que debe huir para preservar la vida, que no mire atrás y que por lo que más quiera… no deje que lastimen a los demás.
Y por primera vez en su vida le obedece, llora desesperado y arrastra a los otros niños con él, el más pequeño está inconsciente, el otro sigue sangrando, el que está en pie está desesperado y no puede parar de llorar de la impotencia. No obstante parece ser que lo logra, ha llegado a un bosque, estarán seguros, ahora debe de concentrarse en curar al que es de su misma edad y buscar alimento para el menor, quien todavía no despierta. Y rompe sus ropas, cura al otro y sale al bosque en medio de la oscuridad, porque sabe que sin alimento no podrán sobrevivir, porque necesita que ellos vivan, porque simplemente no quiere quedarse solo.
Pobre diablo. Porque a pesar de que hizo todo lo posible no está destinado a regresar donde ellos. Porque mientras intentaba cazar un conejo para darle de comer al menor es apaleado por la espalda por un hombre a caballo y ahora hay mucha sangre en su rostro y no se levanta. Sólo están él y su atacante… entonces, en medio de lo que parece ser el último suspiró de aquel niño el hombre saca su espalda y la alza con la intención de matarle.
…
Luffy se despertó de repente completamente lleno de sudor. Estaba respirando agitadamente y tenía toda la frente empapada. Intentó abrir y cerrar los ojos varias veces para poder calmar sus ansias. Tragó un espeso nudo de saliva y después suspiró para dejarse caer sobre su cama de nuevo.
—¿Sucede algo, capitán? – la voz de su segundo al mando lo hizo reaccionar. Luffy miró a su lado y Zoro, quien estaba de pie, con su katana sobre su hombro, posiblemente decidido a entrenar por la madrugada, como acostumbraba hacerlo de vez en cuando, le miraba preocupado.
—No, no es… nada. – Luffy miró sus manos las cuales temblaban ligeramente.
—¿Tuviste una pesadilla? – insistió Zoro.
—No lo sé. – respiró una vez más y se cubrió el rostro con el dorso de su mano izquierda.
—De acuerdo. – el espadachín se acercó a la puerta. —Suplantaré a Usopp, debe estar dormido, como de costumbre. – y partió con ese comentario.
—Claro. – Luffy tragó saliva mientras se relajaba. —Qué extraño… - se dijo para sí mismo. —Me siento preocupado y no sé por qué.
—¿Luffy? – otra voz le llamó de nuevo. —Oye, ¿Estás hablando en sueños o qué? – Sanji, su cocinero de primera le hablaba somnoliento y algo molesto. Si había algo que no debías hacer era despertar al cocinero cuando estaba descansando.
—Perdona, Sanji. – juntó sus manos en forma de plegaría y se dispuso a descansar. Después de eso ya no volvió a levantarse.
A la mañana siguiente todo parecía estar más animado. Sanji fue el primero en levantarse y para cuando los demás estuvieron despiertos el desayuno estaba listo.
—¡Comida! – Luffy llegó saltando como de costumbre y se sentó contento a la mesa.
—Oye, oye, deja algo para los demás. – pidió Usopp, su artillero y francotirador.
—¡Buenos días, Nami-swan, Robin-chan! – el cocinero bailoteó alrededor de las mujeres de la tripulación.
—Buenos días. – contestaron al unísono.
—¡Sus ricos desayunos mis queridas damas! – les dejó un vasto plato de comida y ricos manjares, las chicas, como era de esperarse agradecieron encantadas para después comer.
—Gracias, Sanji-kun. – agradeció Nami.
—Se ve delicioso. – ahora era Robin.
—Lo mejor para ustedes. – terminó de servir los platos. —¿Y… donde están Brook y Franky? – pidió saber, puesto que los más longevos de la banda no se encontraban a la vista.
—Estaban en el almacén, buscando unas cosas. – informó Usopp.
—Ya veo… bueno, será mejor que vengan pronto o nuestro capitán los dejará en ayunas. – señaló a Luffy, quien comía desesperadamente como si la vida se le fuera en ello.
—¡Yohohoho! – un esqueleto con afro, bastante alto y con un violín en sus manos entró a la cocina con una alegre risa. —¡Luffy-san, chicos, buenos días! Como no pude despertarlos con una melodía la tocaré ahora… - comenzó a tocar su violín con una melodía bastante fuerte y desafinada.
—¡Aww, para este escándalo! – Franky, un hombre bastante curioso entró cargando dos barriles de acero con él. —Oye Luffy, tendremos que parar en una isla cercana, se nos acabó el combustible para el barco. – informó tranquilamente.
—Claro. – Luffy se recargó en la silla con la barriga llena. —Nami, ¿Cuál es el siguiente punto de anclaje?
—Déjame ver. – sacó de entre sus cosas un pequeño libro que había comprado en la última isla donde estuvieron. —Aquí dice que el puerto de Shabondy… Mmm, pero por lo que veo, los piratas no son bienvenidos ahí.
—¿Ah no? – el capitán se enderezó. —¿Por qué?
—Dicen que en esa isla viven varios generales del país Tenryu. Es algo así como un lugar de descanso para ellos. Sin negar que a unos cuantos kilómetros se encuentra el Cuartel General de la Marina. – explicó Robin mientras bebía una taza de café.
En todo el mundo existía un organismo internacional que se encargaba de centralizar y controlar el transporte marítimo y a los vándalos que se hacían llamar piratas. La Marina era entonces, el ejército internacional más grande de todos que protegía a todos los países de los piratas y normalizaba como mediador en situaciones de guerra entre las naciones. Por lo que, acercarse a ese lugar implicaría un encuentro directo con la Marina y… más temible aún, con los generales del país Tenryu; ellos eran terribles personajes con poderes sin iguales, los cuales hacían de esta nación una de las más poderosas del mundo.
—Así que eso era. – Luffy se quitó su sombrero un momento y lo observó detenidamente, siempre lo hacía cuando necesitaba pensar algo, volvió a ponérselo y se cruzó de brazos. —No importa, desembarcaremos ahí por lo que necesitamos. – se volvió a Franky. —Asegúrense de esconder el Sunny para que no nos encuentre, daremos un paseo, compraremos lo que necesitamos y listo, ¿A que es sencillo? – se rio después.
—Si tú lo dices. – dijeron sus compañeros.
—¡Está decidido! – el capitán se alzó entre todos sobre la mesa y gritó entusiasmado mientras Sanji le reclamaba abiertamente que se bajara de ahí. —¡Iremos a Shabondy!
En este mundo existía una banda de piratas poco común. En una tierra en donde habitaban personas con poderes extraños y extravagantes había una tripulación pirata de menos de diez personas que viajaban por el mundo persiguiendo aventuras y sueños. Cada uno con objetivos diferentes pero que al mismo tiempo se compenetraban a la perfección.
Y su capitán era Monkey D. Luffy, un joven de escasos 17 años que había zarpado hacía mucho tiempo para convertirse en el pirata más poderoso de todos, o según su definición en el hombre más libre del mundo. Deseaba ver y conocer todo lo que el ancho mar pudiera ofrecerle y para ello le acompañaba una tripulación poco común pero muy fiel.
Les hacían llamar los Piratas del Sombrero de Paja, porque su capitán, siempre usaba un viejo sombrero de paja que según él se lo había dado el hombre más importante de su infancia y por quien se volvió pirata.
La tripulación se había ganado una fama impresionante en los últimos días, habían derrotado a piratas temibles, arrasado con jefes militares y marinos que se opusieron en su camino, aquella valentía y poder les dio el apodo de ser una de las tripulaciones piratas más temidas y famosas del mundo que si bien no había muchas con dicha gloria, ellos tenían el privilegio de formar parte de la lista. Pues, en este mundo lleno de guerras y luchas por el liderazgo y poderío entre naciones, que hubiese personas que osaran vivir sin ataduras ni reglas, era realmente escabroso y odiado por aquellos que deseaban el control de todo.
La libertad, era un tema de tabúes, porque aunque muchos dijesen que dicha libertad existía no era más que una mentira en la que todos se sometían. En este mundo había reglas, ya fuesen impuestas por la Marina o el reino en donde habitaban, cualquiera que se atreviese a romperlas tendría que pagar con la muerte.
Había entre todos estas naciones una demasiado grande y poderosa que se llamaba Tenryu. El país se dirigía en diferentes familias, todas descendientes de un gran emperador que repartió su nación en diferentes provincias para cada uno de sus hijos y que al final éstas no fueron lo suficientemente grandes para sus pensamientos avariciosos. Es por eso que desde hacía mucho tiempo la gran nación de Tenryu había desatado una serie de conquistas alrededor de todo el mundo, su objetivo era reunir a todos los pueblos y reinos del mapa y formar una sola organización que fuese fácil de controlar y con ellos tener un dominio completo sobre el planeta y sus habitantes.
Pero claro, conseguirlo sería difícil, pues existían países sumamente poderosos que a pesar de los años de lucha se negaban a formar parte de la utopía que Tenryu quería compartir. Porque ellos sabían que no existían ciudades fantásticas ni culturas nobles en el plan de los Tenryuubitos, como se habían llamar sus gobernantes, lo que en realidad deseaban era dominio total, la aniquilación de cualquiera que intentara oponerse a ellos y ser los líderes supremos de todos en una pirámide, en cuya punta, ellos serían la cabeza y jamás podrían ser cuestionados.
Tal vez mencionar todo esto parezca una pérdida de tiempo, pero… lo más triste e importante de decirlo es que… Tenryu, estaba logrando su objetivo y de todas las naciones que en un principio se oponían a ellos ya muy pocas sobrevivían bajo el acoso constante de los Tenryuubitos. Naciones como Baltigo, Hakuharu y Wano, eran pocas de las que todavía luchaban por mantener la paz entre sus ciudadanos y comunicantes, reinos en donde los viejos reyes deseaban el cese de luchas y un era en donde hubiese finalmente calma y tranquilidad.
¿Sería eso posible? ¿Podrían lograrlo? ¿Podrían nobles pensamientos influir en la armonía mundial?
Quien sabe… lo único que podría decirles es que… en cada época de caos nacen diferentes héroes; y estos luchan valientemente para que al final… sean olvidados o su leyenda viva por generaciones.
…
Barano ardía en llamas. La mitad de la ciudad principal había sido destruida, sólo quedaban entre las cenizas dos cuerpos. Ambos parecían muertos, no se movían, pero uno lo hizo. Se levantó y escupió una gran cantidad de sangre, su cuerpo portaba terribles quemaduras y su conciencia estaba a punto de deteriorarse si no hacía algo pronto para sentirse mejor.
Entonces miró a su oponente, uno hombre más joven que él, claramente una década menos que él, quizás más. Ese muchacho le había dado una de las palizas más fuertes de su vida y sin embargo él río al último. Su risa pesada y rasposa decoró el infierno en donde estaba parado y se sentó en el suelo para descansar de la batalla. ¿Qué si había tenido miedo de morir? Claro, ¿Por qué no? Pero en el fondo sabía que el lograría ganar al final y que por más que su enemigo lo intentase jamás podría ganarle, no ahora al menos.
Entonces los pasos rotundos y pesados de alguien más lo distrajeron. Miró sobre su hombre y se encontró con una mole digna de terror.
—¿Qué… haces aquí? – jadeó el ganador de encuentro, mientras en sus adentros esperaba que aquel general no le traicionara.
—He venido aquí para recuperar el trofeo de esta batalla. – su voz, tan sencilla y grácil, eran el contrapunto perfecto para su enormidad y ferocidad.
—¿Trofeo? Sí, eso es lo que es. Yo le he ganado y a mí me corresponde la gloría. ¿Tú me la darás? ¿Me llevarás con tus superiores?
—Sí, para eso he venido aquí. – miró el cuerpo del joven entre las llamas. —Los llevaré a los dos. Este hombre será encarcelado y usado. – después le miró fijamente. —Y tú, te convertirás en uno de nuestros generales. ¿Te gusta la idea?
—Por supuesto que sí. – se levantó temblorosamente y llamó a sus compañeros. —¡Vengan a mí! – entre los escombros y como almas en pena los hombre que estaban bajo su mismo interés se acercaron. —Por fin nos darán lo que merecemos. – miró al joven quien era tomado por el general de hacía un momento. —Es una pena, Comandante Portgas, pero al final, me saldré con la mía.
—¿Has terminado de monologar? – El general de guerra se acercó a él y sus hombres.
—No seas aguafiestas, Bartholomew-san. – se acercó a él, junto a sus hombres. —Después de todo tú y yo seremos parte del mismo ejército. Es bueno que nos vayamos conociendo.
—Cierra la boca. – Bartholomew Kuma, uno de los hombres más temibles de todo el ejercito de Tenryu podía ser lo bastante imponente para silenciar a un traidor como Marshall D. Teach, aquel que huyó y mató a varios de sus compañeros para lograr una de sus metas: ser parte de Tenryu.
—Está bien, no hace falta que te enojes. ¿Por cierto, a donde iremos?
—A Shabondy. – le dijo mientras se sacaba un guante de su mano izquierda. —Debes verte presentable para los Tenryuubitos y además… - miró al muchacho sobre su hombro. —Quiero interrogarlo antes de llevarlo a prisión.
—Cómo quieras. – Teach se cruzó de brazos. —¿A dónde vamos hay ricos pasteles de frambuesa?
—Debe de haberlos. – Entonces se abalanzó contra ellos. —Feliz viaje. – y los mandó a volar en un instante. Después a su prisionero, antes de marcharse el General miró la isla destrozada. —Es una suerte que este lugar estuviera vacío. – suspiró para después mirar el cielo, cuya noche y reinaba. —Otro enemigo se ha sumado a las filas de Tenryu, espero que se te ocurra algo pronto… Dragón. – y Kuma desapareció dejando una nube de polvo en su camino.
…
—¡Wow! – gritaron Luffy, Chopper y Usopp, quienes cuando observaron las brillantes luces nocturnas de Shabondy no pudieron evitar exclamar con fascinación.
—¡¿Quieren callarse?! – dijo exasperada Nami, la navegante. —Estamos bajo territorio enemigo, debemos ser cautelosos.
—Relájate Nami. – Luffy agitó su mano para quitarle importancia al asunto. —Mientras estemos juntos todo estará bien. ¿Qué podría pasar?
Más valía que Luffy no hubiese dicho eso, puesto que… lo que vendría a continuación sería quizás la desventura más grande de sus vidas; y… ¿Por qué no? El comienzo de algo más.
Continuará…
¿Y bien, les ha parecido interesante? Espero que sí. Procuraré echarle ganas a ambas historias, muchas gracias por leer.
¿Merece un comentario?
Yume no Kaze.
