Mulder se encontraba contra las cuerdas, totalmente derrotado, sintiendo el peso del mundo en sus hombros, quebrado.

¿Qué soy ahora si no soy padre? - fueron las palabras que salieron de él luego de un largo y doloroso silencio y ante la mirada triste pero expectante de Scully.

Eres padre- contesto Scully sin saber el caos que estaría generado en su compañero.

¿De que estas hablando? - se sorprendió el, acto seguido la pelirroja tomo la mano de Mulder entre las suyas y la acerco a su vientre.

Es imposible- dijo en un susurro el agente y con los ojos cristalizados.

Es más que imposible- respondió ella y él la envolvió en un abrazo profundo, compartiendo el peso de ese momento que había vivido minutos antes. – Quiero irme de aquí, hace frio y no quiero quedarme en este sitio.

Tranquila, nos iremos y saldremos de esto los dos juntos como siempre, bueno, los tres- dijo sonriendo con lágrimas en sus ojos.

Sé que lo haremos, sé que nos cuidaras. Muchas cosas deben cambiar Mulder- Dijo Scully con miedo.

No hablaremos aquí, vamos a casa- sentencio Mulder.

El viaje de retorno a casa transcurrió en silencio, cada uno ensimismado en sus pensamientos, superando perdidas, atando cabos y asimilando noticias. ¡Un bebe! Que va Mulder no esperaba eso. Fue como enviado del cielo, había perdido uno que no era suyo pero que por mucho tiempo había creído así y ahora sabía que no. Le pesaba en su alma tanto como a Scully, solo que ella había comprendido que solo había sido su incubadora. Pero ese día la pelirroja había puesto a Mulder por, sobre todo, por sobre el mundo e incluso por sobre William, aunque sonara cruel.

Llegaron a su pequeña pero muy acogedora casa, llovía a cantaros y el frio se colaba en los huesos de los agentes. Bajaron rápido y entraron a la vivienda. Al encender la luz el inminente desorden característico de Fox Mulder se hacía notar, se miraron y se sonrieron como si no importara y fueron directo a sentarse en el sillón.

Esto lo cambia todo, Scully- comenzó Fox con su mirada clavada en la pelirroja.

Lo hace. Mulder…- hizo una pausa y continuo- no te pediría que dejaras de buscar la verdad si no supiera el peligro que representa. Ya no eres tú y yo, somos nosotros. –

No puedes pedirme esto, Scully, tú me conociste así y fuiste parte de esta batalla- se alteró Mulder- ¡SOY FOX MULDER! He resuelto cantidades de casos y los he hecho contigo. Es lo que soy, he salvado al mundo tantas veces, vivimos de primera mano lo que el 99,9 % de la población ni se anima a pensar- agrego.

¡Esto siempre se trata de ti, ¿verdad? Pero es que acaso no ves lo que nos ha hecho, todo lo que nos ha quitado. Toda la maldita oscuridad que nos rodea- le respondió Scully indignada y con lágrimas en sus ojos. - Estos años en los que vivimos en carne propia la clandestinidad, la pérdida de amigos, la ausencia de una familia, la pérdida de un HIJO. - se enfadó la pelirroja y puso énfasis en la palabra "hijo".

¿Hablas de nuestro falso hijo? ¿El que creímos nuestro por años? – respondió con ironía Fox, lo que hizo enfadar a Scully.

AHORA NO HAY UN FALSO HIJO AQUÍ, ¡HAY UNO REAL! NUESTRO, TUYO Y MIO, MULDER. – Le grito con ira y lágrimas en sus mejillas, respiro hondo y continuo- El cual no pienso exponer a las locuras que hemos vivido, no pienso perderlo... No pienso perderte a ti. Yo te necesito- agrego la agente más calmada, y volteando su rostro al otro lado para evitar el contacto visual con Mulder, estaba enfadada y las lágrimas no dejaban de brotar.

De hecho, él también lo estaba, pero en cierto punto sabía que ella tenía la razón. Antes de que el pudiera decir algo, Scully se levantó de su sitio y se dirigió a su habitación. Aquella disputa había sido fuerte, ambos necesitaban tiempo, asimilar aquellas palabras.

Afuera se caía el cielo, diluviaba a mas no poder y el frio lejos de cesar, empeoraba con cada hora que pasaba. Mulder hacia un repaso mental de los últimos 20 años, cuantas perdidas (para ambos), cuantas veces sintieron la preocupación de no saber del otro cuando les ocurría algo, cuantas veces sintió perder a la que era el amor de su vida, cuantas veces se vio envuelto en problemas sin saber si regresaría o incluso más, sin saber si viviría. Todos aquellos recuerdos de situaciones limites lo hicieron erizarse, un frio seco recorrió toda su espalda hasta subir a su cuello, no quería volver a eso.

No quería sentir nuevamente esa sensación, ahora era su turno de ceder. Rendirse no sería jamás una opción para el gran Fox Mulder, pero por ella, por ella dejaría la vida. Y entonces, cedió.

Arriba, Scully se encontraba acostada en la cama, de espalda a la puerta y llorando, no dejaba de llorar. No sabía si eran las hormonas o la discusión, o ambas. Escucho como la puerta se abría detrás de ella seguida de un par de pasos. Era Mulder.

Este se sentó en la cama, acaricio su espalda tratando de consolarla. No hacía falta que lo mirase para saber el estado en el que se encontraba su pelirroja.

-Estoy listo- solo dijo el buscando su mirada, ella se dio vuelta y clavo sus inmensos ojos azules en el. - Estoy listo para soltar la verdad, para continuar contigo y con él bebe, los cuidares lo prometo. No habrá oscuridad para nosotros, no más. Daré mi vida por ustedes- finalizo Mulder con algunas lágrimas en sus ojos y apoyando su frente en la de Scully. La agente tomo el rostro de Mulder entre sus manos y lo beso, fue un beso cargado de amor, adrenalina, tristeza y un sinfín de emociones. Ese beso hablaba por sí solo.

- ¡Te quiero Mulder, ya no estoy dispuesta a perderte! - dijo Scully- ¡No lo estamos, te necesitamos!

- ¡Yo te quiero a ti mucho más de lo que puedo decir! ¡Y yo las necesito a ustedes! - le respondió con dulzura.

- ¿Cómo que LAS? Si aún no sabemos el sexo- pregunto la pelirroja levantando la ceja.

-Porque será nena, mi instinto lo dice- Decía muy seguro el entre risas y contagiando a Scully.

- ¡Ay lo que me espera con dos Mulder! - comento ella, llevándose la cara a la mano y riéndose. Mulder solo se acercó a ella y el abrazo tan fuerte como se era posible.

Su historia de amor, era el reflejo de la mejor historia de amor en el mundo. Contada desde la química, el respeto, la confianza y ni hablar de aquellas incontables miradas que ya daban crédito de ese amor que crecería. Sin duda que las mejores historias llevan lo suyo, les llevo más de 20 años, con un precio alto, pero al final, al final siempre juntos como desde el día 1.