N.A.: me han pedido que escriba algo semishira y bueno, no es mucho muy otp pero, i tried. Love ya, babes.
Introducción
El efecto mariposa es uno de los diferentes conceptos de la teoría del caos. En este se explica en dos mundos paralelos prácticamente iguales, el simple aleteo de una mariposa hoy puede generar cambios sustanciales que destruyan los parecidos de esos mundos.
Visto así, en alguno de esos mundos paralelos yo no me llamo Eita. En alguno de esos mundos, en vez de hablar de esto mientras sostengo la pelota de vóley entre las manos y mirando a Shirabu, estoy mirando a través de un espejo que me permita saltar de mundo en mundo. Aunque eso no tiene mucho sentido, pero es evidente que de tener la oportunidad quizá si iría a otro de esos mundos paralelos.
La ficción ha gastado mucho eso de los mundos similares y los tornados ocasionados por las alas de una mariposa, y supongo que no tiene mucho sentido pensar en eso de si yo soy yo, ¿cómo será el yo de ese otro lado? Y es que tal vez a mi me gustaría más investigar sobre otros dobles paralelos, otros como el doble de Shirabu.
¿Sería el doble de Shirabu alguien fácil de conocer? ¿Sería más simpático? ¿Le gustaría yo a alguno de esos Shirabu múltiples de otros mundos? Me gusta imaginar que ese otro Shirabu no es como este, no tiene ese cerco de espacio personal que dice "Ni te acerques". Sobretodo porque resultaría infinitamente más fácil agarrare del brazo, arrastrar le detrás de gimnasio y simplemente hablar durante horas. Eso o besarle, reseguir con mi boca su boca, de forma delicada al principio, para después empujarle contra el suelo y ser menos delicado.
Supongo que me gustaría mucho pensar también en un Shirabu paralelo que encierra en el baño de los chicos, bajándose los pantalones y masturbándose, con la cara roja y la boca entre abierta, quizá pensando en mí. O tal vez uno que se siente a mi lado a la hora del almuerzo y comparta sus pensamientos o expectativas de forma fácil. Porque no es que no conozca a Shirabu, pero claro, es un poco complicado atravesar esa coraza extraña que tiene puesta siempre…
Y mientras pienso en todo eso noto como la pelota de vóley me golpea la cabeza con fuerza. La que tengo en las manos no, claro.
—¡A ver! ¡Piensas moverte de ahí! — me grita el verdadero Shirabu, el de mi mundo real.
Me ha tirado la pelota totalmente a propósito, y ciertamente eso me enfada pero…
—Tú lo que eres es anormal —farfullo por lo bajo, esperando y sabiendo que me oye.
Le miro ponerme una de esas caras raras y contengo el impulso de agarrarle por la camiseta y empotrarlo contra la pared, pegarle y besarle a partes iguales, morderle y acariciarle. Y me pregunto qué es lo que de verdad espero o quiero de él…
No es que los Shirabu de los mundos paralelos me gusten más, pero claro el dilema es siempre el mismo. Esos Shirabu no son este Shirabu. Y claro está, eso lo hace completamente diferente.
