"5:00 de la mañana, otro día más donde la soledad me mata cada día más. Al parecer la vida se ha puesto de acuerdo con el destino para brindarme la más oscura de la muertes en vida. Me siento un autómata en mi rutina diaria, lo mismo una y otra vez.

Ninguno de los que antes estaban que eran mi luz, están. Señorita Pony cuanto lamento su muerte; usted era mi madre, mi familia y ahora ya no está junto a mí. Junto a sus hijos que tanto amor nos dio. Y mi pobre hermana María recluida en un frio convento sin permitir que nadie la vea y peor aún ya ni mis cartas le permiten recibir.

Nuestro hogar quedó en cenizas, destruido por la avaricia de unos cuantos sin importarle ninguno de nuestros niños. No tuvieron corazón para quitarnos nuestras tierras y destruir aquella que fue mi casa, mi hogar, mi familia... A pesar de todo doy gracias a Dios que la Señorita Pony hubo fallecido antes de la destrucción del Hogar.

Aun está oscuro y las calles están tan solitarias, debería levantarme de esta silla y comenzar otro día más; pero la verdad que me siento tan cansada, a mis 24 años me siento de 40. Mi corazón ha sufrido tanto en estos años que no tengo ya vida en él. Ay Bert, nunca debiste dejarme, nunca debiste salir ese día… Me has dejado tan sola; tu eras mi hermano, mi padre y mejor amigo. Te has ido y contigo todo lo que me quedaba.

No debiste salir ese día, no debiste oponerte a entregarles el dinero a esos asaltantes; Albert, que sola estoy, sabes me miro al espejo y ya no me veo más, la Candy que conociste ya no está. Tus palabras siempre quedaran en mi: "Eres más linda cuando ríes que cuando lloras"… Ya no rio Albert y lo peor es que tampoco lloro. Este vacío que hay en mi me mata cada día un poco más. Sabes hace mas de dos años que no sé nada de Annie y Archie, desde aquella reunión donde me informaron que se irían a Francia a cuidar los negocios de los Britters y que como única condición para poderse casar ya que nuestra familia estaba en ruinas es que no debían volver a comunicarse conmigo.

Nunca fui aceptada por ellos, siempre pensaron que yo era de mala influencia para Annie; quizás tenían razón. Siempre fui diferente… ¡Quizás ese fue mi mal!

Me dolieron tanto las palabras de Annie ese día, me repudió como su hermana, no quiso volver a saber de mi y Archie a quien siempre consideré mi primo, simplemente se dejo llevar por el gran puesto que le ofrecían en el bufete de abogados. Sé que era lo mejor para él luego de la pérdida de toda la fortuna de los Ardley. El no se iba a acostumbrar a ser pobre, a trabajar humildemente o vivir de esa forma. A pesar de todo lo entendí y desde ese día no volví a saber de ellos.

A los que nunca pude perdonar fueron a la Tía Abuela y los hermanos Leagan. Ay Bert; luego de tu muerte me tiraron a la calle como un perro sin dueño. Amenazaron con quitarme el apellido y peor aún me cerraron todas las posibilidades de trabajo en Chicago. El muy descarado de Neal intentó abusar de mí varias veces por ende tuve que mudarme de ciudad; siempre supe de su deseo de estar conmigo, pero no así obligándome.

Me gustaría tanto visitar tu tumba junto a Anthony y Stair; pero me lo prohibieron, hasta eso lo han hecho; me han alejado de todo lo mío, mi tierra, mi ciudad… Estoy muerta en vida…

5:30 de la mañana, ya es hora de prepararme para ir a trabajar, de ser la hija adoptiva de uno de los millonarios más grandes de Chicago ahora soy una simple mucama de un hotel en Georgia y un trabajo de medio tiempo en la factoría hasta las 10:00 de la noche."

El pequeño y modesto estudio de Candy localizado en el tercer piso de un viejo edificio ubicado en la ciudad de Atlanta contaba con un pequeño juego de comedor de dos silla, una pequeña cocina y una cama. Con pocos pasos ella podía recorrer todo su nuevo hogar el cual estaba tan limpio y blanco como lo era ella misma. En una esquina estaban partes de sus tesoros, las fotos de aquellos que ya han partido de su vida y que jamás volverán. Ver diariamente esas fotos de Anthony, Stair, Albert, la Señorita Pony y su quería madre que aunque aún estaba viva sabía que no la volvería a ver; la hermana María. El estudio contaba con una sola ventana que daba a la calle principal, donde ella se deleitaba mirando la gente pasar y se preguntaba si ellos alguna vez pensaran que alguien los veía con dolor, y envidia pues quizás ellos tendrían familias o alguien quien los esperaba.

Levantándose de su silla comenzó a vestirse con el tradicional atuendo que ha estado usando por los pasados 4 años, negro. Había decidido llevarle luto a su madre por dos años; pero nunca se imaginó que por igual le llevaría a Albert. La única vez que usaba ropa de color diferente era cuando utilizaba el uniforme característico de las domesticas de aquel lujoso hotel que limpiaba todos los día; para ser exactos de lunes a sábados. Terminando su café y sus tostadas; tomó su bolso y salió de su hogar con destino a su trabajo; eran las 6:30 de la mañana y sus labores comenzaban a las 7:00. Como cada día el camino que hacia en sus pequeños pies era una rutina ya memorizada por ella en los dos últimos años.

Al llegar al lujoso hotel y luego de entrar por la parte posterior; que era la asignada a los empleados ella se dirigió a cambiarse de ropa y colocarse su uniforme. Para luego asistir a una de las tantas reuniones de principio de semanas de las cuales todo personal de mantenimiento tenia que asistir. El señor Borton jefe del equipo espera cada día para poder deleitarse con las bellas esmeraldas que poseía la joven al cual el deseaba poder conocer fuera de sus horas de trabajo. Más sin embargo, ella se había negado a cualquier invitación por parte de cualquier caballero que lo hiciese. Sus compañeras de trabajo sabían que la joven era extremadamente bella y que muchos la miraban con malicia y deseos.

- Esta semana tendremos visitas muy importantes en el hotel; es de suma importancia que todo marche al 100%. Necesitaré dos mucamas a cargo de la suite presidencial todo el tiempo. De 7am a 5pm serán Lucy y Candy; ustedes deberán tener mucho cuidado y atender en todo a nuestros visitantes especiales. Y de 5pm a 11pm Martha y Sofia. No tengo que decirles que desde hoy ustedes son las encargadas de que nuestra imagen este por todo lo alto y que necesitaré de que su trabajo sea 100% excelente.

- Si señor…

- La identidad de nuestros huéspedes deben mantenerla en secreto y si fuese posible no le dirijan la palabra a menos que ellos le requieran algo y por favor nada de comentarios fuera de lugar y de familiaridades.

Candy y Lucy eran conocidas por su excelente trabajo y por la particularidad en que las dos trabajaban en equipo. El equipo de trabajo se despejo y todos comenzaron a prepararse para realizar sus labores de limpieza en todo aquel gigantesco hotel. Por su parte las jóvenes colocaron en un carrito todo lo que necesitarían para dejar la suite presidencial impecable y lista para la llegada de su residente a las 10:00am.

- Debe de ser alguien muy importante Candy, ¿No crees?

- Seguro algún político o empresario

- No sé; pero sea quien sea puso nervioso al Sr. Borton. ¿Ya decidiste aceptar su invitación?

- Eso nunca…

- Sabes que te tiene el ojo puesto desde que llegaste hace dos años y que en cualquier momento te puede echar. Los trabajos están muy duros y no creo que puedas conseguir uno como este tan fácil

- Lo sé, pero no está en mi salir por deber con él. No estoy interesada en una relación de ningún tipo con un hombre. Yo sólo quiero estar en paz.

- Entonces… ¿Nunca piensas casarte? ¿Tener hijos? Ya estás en edad…

- No, no creo que nunca lo haga… Existimos personas que no nacimos para eso.

- Eres muy linda y más de uno se muere por salir contigo y estás tan sola en esta ciudad…

- Estoy bien, no te preocupes… Mejor terminemos rápido…

Las jóvenes comenzaron a limpiar aquella suite que era 5 veces el tamaño del apartamento de Candy, el lujo y elegancia en la decoración era admirable. Sus dorados muebles Luis XV blancos como la nieve, acompañados de cortinas color purpura, bellos y elegantes candelabros dorados que hacían juego los detalles de los muebles. Sus altos techos hacían que aquel lugar luciera mucho más espacioso de lo era. Lucy preparaba la enorme, lujosa y cómoda cama deseando poder algún día dormir aunque fuese una noche en una como esa.

- ¿Candy te imaginas dormir en una cama como esta?; poder dormir en una habitación como esta y ser atendida como una reina

- Ay Lucy soñar no es para mi…

- Soñar es para todos… ¿A caso nunca has deseado vivir como rica?

- Eso no hace la diferencia

- Para mi sí

Candy recordaba la lujosa vida que llevó durante tanto tiempo junto a los Ardley, el acaudalado nombre que abría tantas puertas y los tan lujos viajes de sus jóvenes primos. Para ella esto que veía fue tan normal en su juventud que la verdad le brindaba la importancia mínima a ello. A pesar de que ya no sonreía como antes, una leve sonrisa deslumbro su rostro a ver a Lucy felizmente tocando cada pieza y detalle de aquel lujoso lugar.

A pesar de sus charlas, las jóvenes terminaron sus labores justamente a tiempo para la llegada del asistente personal a darle las ordenes de cómo tratar a su jefe.

- Buenos días, voy a revisar que todo este en su lugar para luego darle sus ordenes.

- Si…

- Al parecer todo está limpio y en orden. Mi jefe no le gusta que la despierten temprano mayormente su día comienza a las 10:30am, a esa hora requiero que el desayuno esté servido y en la mesa los periódicos de NY y de Londres.

Nada de autógrafos, ni preguntas, ni nada por el estilo. Mi jefe cuida demasiado su privacidad, y mucho menos nada de tocar su ropa mientras está fuera, ya hemos tenido experiencias no muy gratas y aunque ella es muy buena no es justo que la gente no espete su intimidad.

El baño debe de estar listo a las 11:30 exacto. Su almuerzo mayormente es en el restaurant del hotel, de cambiar de planes yo les informaré y su cena es a las 10:00pm. Ustedes son las únicas caras que quiero ver cuando estemos en esta habitación. ¿entendido?

- Si señor…

Apenas el reloj tocaba las 10:30 cuando las jóvenes hábilmente tenían colocado el desayuno sobre el área de comedor, ambas paradas cerca de la puerta con la cabeza baja en señal de respeto mientras estaban esperando por la llegada de este excéntrico invitado. Al abrirse la puerta entro primero una mujer de mayor edad quien fungía como dama de compañía de la segunda dama que entro al umbral. Una mujer de unos 45 años de edad, de rubia cabellera y delgada figura. Con pasos y movimientos muy elegantes que denotaban el grado social que poseía la misma.

- Creo que este ha sido uno de los viajes más largos que hemos hecho. ¿No crees Ely?

- Si, estoy súper cansada… Jovencitas espero que mi asistente no las haya asustado con respecto a todas las reglas establecidas por él.

Por regla del hotel las jóvenes deberían mantener sus rostros bajos todo el tiempo; pero para la joven mujer de risos color oro le fue imposible. Ella no podía creer a quien estaba viendo; hacia tanto tiempo que no sabia nada de ella y menos de él. Volver a ver a alguien de su pasado le daba una alegría inmensa; aunque ese pasado significara volver a saber de él.

- ¿Eleonor?

- Si…

Por unos segundos Eleonor se quedó mirando la joven mujer, estudiando cada detalle de ella, estaban muy cambiada, ya no era aquella jovencita llena de pecas que hubo conocido en Escocia, ahora ante ella una bella y delgada mujer más alta que antes, estaba asombrada ante la belleza de la joven que estaba frente a ella; pero lo que más le llamó la atención fue la carencia de ese brillo en sus ojos. Ese brillo que atraía a más de uno y en especial a cierto caballero Inglés.

- Como se atreve a dirigirse de esta manera a la señora. ¿Es que acaso no le enseñaron como se trata una dama como la Señora, Señora Baker?

- ¿Candy White Ardley? Eres tu… No lo puedo creer, ¿Eres tu?

- Señora Baker… si soy yo

- Sabes que nunca me gustó que me llamaras así, Eleonor está bien.

- Gracias

- Con los años estás más bella que nunca. Has cambiado tanto. ¿Pero que haces aquí? Ven siéntate aquí conmigo, por favor

- Es que no debo, estoy en horario de trabajo.

- ¿Aquí?... Pero, oh si me enteré de lo que le sucedió a tu familia. Intenté por un tiempo saber de ti, pero nadie sabia nada. Me enteré de la muerte de Albert y de Tu tia. Siento mucho ambas muertes.

- Gracias Eleonor

Lucy y los demás miraban de forma desconcertada a Candy y Eleonor mientras la rubia de ojos zafiros le agarraba con toda familiaridad las manos a la joven y la miraba con tanto amor que fue imposible para los espectadores de esto no llenarse de miles de preguntas. Por primera vez Lucy comenzó a entender la actitud de Candy, sus modales, y su forma de ver las cosas. Así mismo vio como lagrimas salían de los esmeraldas ojos de la joven; estaba por fin entendiendo la enigmática Candy que por tanto tiempo trabajaba con ella; pero que aún no conocía.

- Ven acompáñame a desayunar, tenemos tantas cosas que contarnos

- Sería un placer, pero como puede ver estamos en hora de trabajo

- Bueno, ustedes están aquí para complacerme en lo que yo pida. Así que deseo que ambas me acompañen a desayunar…

- Pero…

- Pero nada, son mis ordenes y me van a acompañar…

Una sonrisa picara brotó en la cara de Eleonor ante la satisfacción de haber ganado y saber que Candy estaría junto a ella en la mesa. Por otro lado Lucy estaba en una nube, no sólo comería de lo mejor de lo mejor de este hotel; sino que estaba sentada a la mesa junto a Eleonor Baker, ella sabía que nadie le creería. Todos dirían que es mentira que estuvo sentada en la misma mesa que una de las estrellas número uno de Brodway.

- Candy voy a estar en esta ciudad hasta el domingo; pero me gustaría que nos pudiésemos ver muy a menudo en estos días. Sabes lo que significas para mi y…

- Para mi será un honor pasar tiempo contigo Eleonor, pero mis horarios de trabajo son muy fuertes.

- Espero que este hotel te trate bien, sino me quejaré…

- Por supuesto que si; que lo hacen

- Fuera del Señor Borton que sueña con una cita con Andy

- ¡Lucy!

- Es la verdad Candy, desde que te ve se queda fijo como maniquí

- El no me interesa

- A ti no te interesa nadie mejor dicho

- Según lo que escucho… ¿Sigues soltera Candy?

- Con muchos pretendientes y no le hace caso a ninguno; sin contar que la mayoría de los huéspedes del hotel se quedan boca abierta cuando la conocen.

- Lucy, es que no está en mí… No estoy buscando pareja

- Señorita Ardley, el amor va a llegar a su vida en el momento en que menos espere

- María tiene razón Candy…

- Discúlpenme pero yo no creo en los finales felices y menos en el amor

- Candy… ¿Qué te ha pasado? Tu no eres así.

- Creo es mejor que les sirva el desayuno…

- Si Candy; pero tu y tu amiga desayunan con nosotras

Tanto el asistente de Eleonor como su fiel compañera estaban muy asombrados ante la actitud de la primera actriz, nunca se involucraba en la vida de nadie, nunca hacia preguntas de más y nunca rompía su rutina. Con ella era muy predecible todo lo que haría en el día, sus pasos, movimientos y muchas de las veces palabras. ¿Qué tenia esta joven que había puesto a Eleonor de esa manera?

El desayuno continuo de lo más ameno. Entre anécdotas de Lucy, el asistente de Eleonor, los cuales hicieron click desde que se miraron a los ojos la primera vez. Ella nunca se imaginó que el la mirara de la misma forma en que ello lo hacía con él. Pero también sabia que eran de diferentes status sociales, él siempre estaba en compañía de grandes celebridades por su trabajo y ella era una simple mucama de un hotel. Quien si notó las miradas fue la propia Candy, pues aunque su corazón estaba cerrado para el amor, ella sabia distinguir cuando dos personas se atraían.

- Debemos bajar a preparar todo y seguir las indicaciones de su asistente, que por cierto no sabemos su nombre

- John Smith. Candy me gustaría cenar contigo esta noche, ¿si no es mucho problema?

- Salgo de trabajar a las 10:00 de la noche.

- Yo te espero, sabes que los actores y actrices somos nocturnos…

- Está bien

- Dame la dirección que enviaré a mi chofer a buscarte

- Gracias Eleonor, con permiso

Al salir las jóvenes la actriz se dirigió a sus aposentos pues se encontraba agotada del largo viaje. Pero la alegría de encontrar a Candy era aún mayor, saberla tan cerca la joven que fue capaz de convertir la agonía y tristeza de su hijo en felicidad. Vio en sus ojos que había pasado mucho en estos años sin verse; pero algo en su corazón le decía que esta era la oportunidad por la cual tanto había rezado y que debía aprovecharse de ella.

- Eleonor te conozco demasiado… ¿Qué piensas hacer con esa joven?

- Pienso darle la oportunidad de volver a ver ese brillo en sus ojos que han desaparecido

- No te entiendo

- Recuerdas de la joven que te conté, la joven que fue y es el amor de mi hijo. Ese amor que a pesar del tiempo y la distancia sigue vivo. No sé si lo que voy hacer está mal. Sólo quiero verlos felices… A ella le debo el tener de vuelta a mi hijo en mis brazos y la viste, esa no es la Candy que conozco; nunca me meto en las cosas de mi hijo pero esta vez seré la típica mamá.

- Eleonor me aterra lo que estás pensando.

- Sólo sígueme en todo por favor…

- Si es por el bien del joven, claro que sí.