Sinopsis: Cuando su amante pensó que él la amaba, supo que no era cierto. Cuando Draco pensó que solo era su deseo, descubrió el amor. Cuando Hermione no quería soñar, se encontró viviendo el sueño más real… Mentiras, deseos y realidad. ¿Puede haber más¿Saber escoger lo que realmente se quiere es lo más difícil? Soportarán todo y descubrirán que al final… no todo termina como se quiere.

Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen, todos son propiedad de J.K. Rowling y afiliados, solo los uso para diversión, sin fines de lucro.

Beta: AndieDiggory.

Dedicatoria:

A mi linda beta:

Por nuestras pláticas en el MSN, por sus ánimos y por los consejos que ayudan a salir del fondo a cualquiera. ¡Muchas gracias niña! Te quiero mucho.

A mis lectores/as:

Por su apoyo incondicional a mis historias y por no dejar a la intemperie y sin apoyo a las ideas de una niña loca.

Los quiero muchísimo


(¯·..·¯·.·•» Dentro y Fuera «•·.·´¯·..·´¯)

"Lo que se siente… Lo que se muestra"


CAPÍTULO 1

» Lo que se muestra «

Los candelabros vibraron cuando cerró la puerta…

Los sonidos, las luces, los olores, el ambiente.

Ella se sentó en la cama, sintió en la palma de sus manos la suavidad del satén de las sábanas, se deslizó por ellas y recostó su cabeza en las suaves almohadas.

Sonrió sin pensarlo, sintiendo el aire recorrer su cuerpo y recordando el aliento de aquel hombre sobre todo su cuerpo. No podía dejar de pensar en eso, era imposible. Los deseos de la carne muchas veces no se olvidan con facilidad.

Bajó sus manos por todo su cuerpo, tocando su pecho, tocando su estómago, sintiendo su vientre aún ardiente por las emociones que se arremolinaron en él hace solo horas.

Su entrepierna le dolía, punzadas a cada tanto, pero las emociones sentidas lo aliviaban y le daban un valor imaginario, un valor que para ella era muy alto, muy valioso.

Hacer el amor con aquella persona que se ama es lo más gratificante. Si, hacer el amor por las dos partes, no por una.

Paula Venedetti sonrió cuando recordó a su amante sobre ella, a Draco Malfoy besando cada porción de su piel nívea con violencia, recordando a cada tanto sus manos traviesas desnudarla con desesperación y sus labios fogosos marcar su piel con dolor. Para ella esos actos salvajes eran muestras de amor, así era su amor, así le gustaba sentirlo.

Ella lo amaba… pero él no y ella no se daba cuenta.

¿O es que acaso ya lo sabía solo que quería ocultar la verdad diciéndose siempre, engañándose a si misma, que así le gustaba sentir ese amor, que así ella amaba y le gustaba ser amada?. ¿Cómo muñeca de trapo, como un títere manipulado?

Se levantó y se despojó de la ropa que tenía impregnada ese olor a hombre, de colonia cara y varonil. El olor del sometimiento.

El agua recorrió cara parte de su cuerpo, refrescando su interior ardiente.

Quería tenerlo nuevamente, tenerlo ahí, en esa bañera y volver a repetir esas caricias, ella lo deseaba, con toda el alma… pero no, no sucedió.

Por Fuera estaba llena de amor, pero por Dentro se sentía vacía. Algo faltaba en su perfecta vida.

Por un momento detuvo sus movimientos y miró al frente, preguntándose si él, Draco Malfoy, la amaba a ella, preguntándoselo con toda sinceridad por primera vez y sin querer escuchar a esas terceras voces gritándole un "SI" a todo pulmón…

Lo único que escuchó fue el sonido de las gotas golpeando el piso de la regadera.

D F –

Levantó su rostro de la almohada.

Ya había amanecido.

Su ropa estaba tirada por todo el suelo, arrastrada y machada. Pudo ver, cuando apoyó su brazo en el colchón, una mancha roja en el cuello de su camisa, una mancha en forma de labios. Era roja, demasiado roja.

Negó con la cabeza y quitó las sábanas de su cuerpo desnudo, se puso en pie y se acercó a la ventana. La abrió de par en par y un viento fuerte chocó en su torso descubierto… pero él no tembló siquiera por el cambio brusco de temperatura. No le afectó siquiera.

Miró por la ventana, pero algo, una lechuza hizo que retrocediera, una lechuza parda que reconoció como la de Paula.

Tomó el pergamino que el animal le ofrecía y lo desplegó, la lechuza emprendió vuelo y su aleteo se oyó lejano. Era corto el mensaje, corto. Paula no podía humillarse más…

"Te amo"

Dos simples palabras, sencillas palabras.

¿Y fue por ser sencillo el detalle que Draco no le tomó importancia y lo arrojó sin consideración?

Recordó a su amante cuando caminó hacia el baño para ducharse.

La había conocido en un bar de Hosmeade una noche hace dos meses, le había parecido linda y una mujer interesante frente a sus ojos de hombre. Como quería liberar todo lo que otra ocasionaba en él, sentimientos apenas descubiertos ese mismo día, siguió su juego. Y fue rápido como todo había dado inicio, besos, caricias y finalmente en una cama, teniendo sexo.

Desde ese día había nacido una relación para ella y una mentira para él. Siempre era así, ella iba a su casa y él ahogaba esa pasión de la manera más ruda, tratándola como un títere.

Eso lo hacia olvidar y eso la conformaba a ella.

Buscó descuidadamente su ropa después de haberse dado el bien merecido baño, se calzó unos zapatos negros, tomó su capa, las llaves de su auto y salió de su departamento.

Mientras conducía pensaba en la noche anterior, en las caricias sin sentido de la italiana.

Fue sexo, simplemente eso, no amor ni entrega, solo placer carnal. Ella lo amaba, lo sabía, pero él no. Ella no podía obligarlo a que sintiera lo que ella quería.

No quiso más, no quería amarla, no quería inmiscuirse como ella, no soportaría relacionarse en algo profundo, no cuando él era un alma libre.

Estacionó el auto y bajó con la mente enredada, con la rabia sobre la piel, con aquella rabia que siempre lo esperaba y estaba todo el día con él hasta la noche, donde él iba y se refugiaba en la mentira, en los brazos de Paula Venedetti para huir y despejarse de esa manera.

La rabia provocada por un desprecio que nunca pensó recibir.

Llegó hasta la oficina, cerró la puerta, pero su paz no duró demasiado, la puerta se abrió nuevamente y por ella ingresó la mujer culpable de sus actos desesperados, de sus constantes mentiras a si mismo, de esa rabia inverosímil…

Hermione Granger.

"La editorial quiere tu artículo en este momento." – Dijo imperativamente.

"Buenos días a ti también, Granger." – Exclamó con ese tono burlón que poseía mientras colocaba su capa en un perchero.

"Malfoy… no tengo ganas ni tiempo para estar contigo." – Dijo lo más calmadamente posible - "Es sencillo, me das el artículo, yo me voy, tú te quedas y felices los dos." – Terminó con una sonrisa fingida.

Draco rió con ganas y Hermione calmó su ira, empuñando su mano.

Estaba hermosa, su cabello recogido con una coleta, sus mechones cayendo de ella, su rostro comprimido por la rabia y esos ojos, esos ojos que exigían respuesta.

La miró por última vez. Hermione lo miraba con un gesto de superioridad pero él lo devolvió como un gesto de reto.

Le encantaba que ella hiciera eso. La hacia mucho más interesante.

Tomó una carpeta azul, caminó hasta ella y se la extendió.

Hermione la tomó.

"Gracias." – Dijo entre dientes.

"Cuando se te ofrezca… Granger." – Susurró despacio para después sonreír con coquetería a lo que Hermione respondió moviendo la cabeza, rodando los ojos con un gesto de fastidio y saliendo de la oficina rápidamente.

Por Dentro, muy Dentro Draco sabía que estaba muriendo por ella, pero por Fuera, por Fuera debía mostrar otra cosa, ser otra persona… no delatar la obsesión que sentía y ya había expresado con palabras poco antes de una semana.

D F –

"Te sientes mejor." – Preguntó Ron, tocando la frente de Hermione.

"Si, no te preocupes. Estoy bien." – Contestó la chica levantándose de su asiento – "Te dije que debimos salir temprano de ese lugar."

Ron rió, negando con la cabeza.

"Era un sitio muggle, Hermione. Quería saber que tal era y si salíamos a las once, poco sabría de el." – Dijo sonriente.

"Tu ganaste conocimiento y yo un resfriado." – Susurró Hermione, volviendo a sentarse en su silla.

"No deberías quejarte tanto… tú también te divertiste." – Recordó con una sonrisa extraña.

"¿Por qué no vuelves a tu trabajo, Ronald?" – Preguntó.

"Si, debo volver." – Dijo, entendiendo la indirecta – "Mándame algún mensaje, así sabré si quieres salir hoy."

"Es posible que no. Me duele la cabeza."

"Tú te lo pierdes." – Dijo simplemente el pelirrojo. Se levantó y tras besar la cabeza de su amiga caminó hacia la puerta – "Te veré más tarde."

Hermione simplemente asintió y Ron salió de su oficina.

Movió su varita y enseguida una taza de humeante limonada apareció en su escritorio. La tomó poco a poco, sintiendo el líquido recorrer su garganta y reconfortar su cuerpo tembloroso.

Hermione se levantó después y miró por la ventana, pensando.

¿Por qué Malfoy le había coqueteado?. ¿Acaso él pensaba que ella creía en sus palabras?

"No, Hermione." – Se dijo después de un interminable silencio – "No tienes porque creerle. Él piensa que eres poca cosa, nunca se fijaría en una sangre sucia, jamás lo haría, el orgullo por su sangre es demasiado."

¿Y es que ella, Hermione Granger, sentía algo por Draco Malfoy, por muy pequeño que fuera, sentía algo?

Movió su cabeza y acomodó su cabello nuevamente.

No, no podía hacerse falsas ilusiones por un simple "Me gustas" dicho por él en una tarde en la que ella estaba demasiado dolida por los recuerdos y él, seguramente, queriendo buscar compañía para esa noche. No se lo permitiría otra vez. No quería sufrir más. Ya no, su interior estaba destrozado. El daño que Ron había producido seguía intacto y al parecer así seguiría por mucho tiempo.

Dentro había dolor aunque por Fuera mostrara otra cosa.

Debía salir, despejarse. La hora de la comida estaba cerca y pensó que no había mejor oportunidad.

Olvidar… era la mejor opción que tenía.

D F –

Draco estacionó su auto en el parque muggle al que siempre iba.

A pesar de que pensaba que todo ese mundo era una porquería, sabía que en la más rancia basura siempre hay algo valioso, y ese parque era un ejemplo como también lo era Granger.

Nunca halló la razón para esa obsesión, simplemente había nacido y ya.

Miró el pasto del parque y caminó con su bolsa de papel hasta una banca frente al lago. Se sentó, cruzó sus piernas y sacó su sándwich.

Mientras daba pequeños mordiscos, imaginaba que sería de su vida si él hubiera sido elegido en otra casa, hubiera nacido en otro lugar del mundo o no tuviera ese apellido.

Tal vez fuera otra clase de persona, quizá fuera distinta su vida y posición social, pero ¿él sería feliz con otra vida?. ¿Sería feliz siendo diferente a como era ahora?… A eso no hallaba respuesta. Muchas veces, cuando niño, imaginaba su vida sin su padre y sin las comodidades. Todo eso le daba miedo. No depender de alguien destruía la seguridad falsa que él creaba a cada momento, la manera de defenderse, su escudo frente a los demás.

Miró hacia el lago, el viento movía despacio el agua y formaba pequeñas olas dándole una belleza increíble que era acompañada por el sol, pero esa belleza se opacó cuando observó a aquella mujer, Hermione Granger, caminando por el otro lado, de manera despreocupada y sutil, sin mirar a nadie.

Su pulso palpitó con emoción y su corazón bombeó exageradamente sangre.

Ahí estaba ella, hermosa, divina, deseable, tal cual ángel venido de cielo.

En ese momento supo que el deseo escondido y reprimido creció de manera alarmante, debía cumplirse sino él estallaría…

Hermione caminó por todo el parque buscando un lugar agradable para almorzar. El viento soplaba despacio y la hacia relajarse y sentirse bien. Caminó un poco y rodeo un pequeño laberinto donde algunos niños jugaban, observó a lo lejos unos bancos de madera frente a la parte terminal del lago y fue hasta ellos.

En ese lugar no había nadie y seria el lugar perfecto para pensar.

Sonrió como una niña y caminó por el estrecho camino limitado por piedras y adornado con paredes pequeñas de romero. Se sentó en la banca café, abrió su bolsa, sacó su jugo de naranja y dejó su abrigo junto a ella.

Miró al lago y sintió paz, tranquilidad, pero duró poco, alguien tomó asiento a su lado y le sonrió con cinismo.

"Hola, Granger. Bonita tarde ¿no?" – Dijo Draco, de modo casual.

Hermione cerró los ojos y sonrió desconcertada.

"¿Qué haces aquí?" – Preguntó.

"Vine a almorzar." – Contestó con una sonrisa.

"Malfoy." – Dijo tranquilamente – "Te agradecería que te fueras."

Ambos se miraron. Ella con furia, Él con burla.

"Granger." – Dijo tranquilo, ignorando la mirada y las palabras de la castaña.

Hermione no apartó la mirada, quería intimidarlo, decirle con ese simple gesto que su presencia estaba de más en ese lugar.

"Quiero preguntarte algo." – Continuó, con una seriedad atemorizante. Hermione no se inmutó, esa actitud no desembocaría en nada bueno – "Quiero saber si tu actitud, tan retadora e indiferente hacia mí estos últimos días, es por lo que te dije hace una semana."

La castaña se levantó y tiró al suelo su almuerzo. Movió la cabeza, sonrió con burla y después lo miró.

"¿Crees merecer otro trato, Malfoy?" – Dijo con voz fuerte y molesta – "¿Crees merecer respeto cuando tu me irrespetas a mí?"

"Lo que te dije fue real." – Dijo el rubio, levantándose.

Hermione hizo un sonido de exasperación.

"No, Malfoy, no fue real." – Exclamó, sin ocultar su enojo – "¿Crees que es real el que vengas un tarde, me digas que quieres hablar conmigo y luego digas que te gusto?" – Ella negó con la cabeza, con una sonrisa amarga dibujada en su rostro – "¿Que te gusta la mujer a la que hiciste la vida imposible, a la mujer que odias porque es una sangre sucia?" – Terminó casi gritando.

Draco permaneció callado. Esa palabras, eran ciertas y dolieron, pero no porque sintiera algo por ella que involucrara sentimientos, sino porque develaron lo bajo que llegaba solo por cumplir su meta, solo por cumplir ese deseo loco y fuerte.

"No, Malfoy, eso no es real." – Siguió la castaña, con un tono de desprecio – "Real es el odio que siento por ti, real es el odio que tú sientes por mí. Nada más es real."

"¿Por qué no quieres aceptarlo?" – Preguntó Draco, descargando la desesperación que sentía.

"Porque no puedo." – Dijo Hermione – "Porque tú mismo has logrado que no te crea, porque tú solo has creado un concepto de ti mismo al que yo soy fiel."

Draco se acercó a ella, pero Hermione, caminando hacia atrás, se alejó rápidamente.

"No vuelvas a acercarte a mi, Malfoy." – Amenazó la castaña – "Porque si lo haces, no respondo por mis actos."

Tomó su abrigo de la banca y sin despedirse, se fue a paso rápido y orgulloso.

Draco pateó el banco de madera y después se sentó, jalando sus rubios cabellos.

"No, Granger… nadie me desprecia." – Masculló, lleno de ira.

Su meta era clara y Hermione Granger caería en ella. Hasta que la ex Gryffindor no fuera suya, él no descansaría. Su deseo sería cumplido, haría lo que sea para lograrlo, poco importaba la humillación hacia si mismo, la traición a sus principios y la sangre que recorría sus venas.

Nadie se había resistido a él y Hermione Granger no sería la excepción.

D F –

Tres largas semanas habían transcurrido desde aquel desastroso encuentro, tres largas semanas, interminables y agotadoras.

Hermione tomó la caja envuelta en papel verde y la arrojó a la basura. Se sentó en su escritorio y golpeó suavemente su cabeza en él.

Todos los días, a las nueve de la mañana, un paquete envuelto en papel verde aparecía en su escritorio y ella siempre, sin abrirlo, lo arrojaba a la basura. Sabía su destinatario, ese color era siempre el que lo delataba.

La primera vez que había recibido el paquete sintió una sensación extraña y lo abrió lentamente, dentro de él había una rosa roja y una rosa negra, unidas por un cordón dorado, eran hermosas, y junto a ellas un pequeño papel. Su corazón había dado un vuelco y con nerviosismo lo había abierto, pero después de leerlo su puño lo encerró con furia y todo, caja, flores y papel arrugado, habían ido a parar al basurero.

Las letras D.M. al final del mensaje, habían logrado que todas esas semanas un dolor insoportable de cabeza nunca se alejara y que un sueño se rompiera en mil pedazos.

Para ella, eso era una burla clara, una que no perdonaría jamás.

O al menos eso creía…

A las cinco de la tarde, Luna ingresó a la oficina de Hermione, hablaron un rato y después de que la rubia se había ofrecido suplirla en sus cargos por lo mal que la había visto, le había aconsejado reposo en su casa y como no tenía muchas ganas de trabajar, aceptó sin objeción.

Caminó tranquila por las calles de aquel barrio muggle de Londres, masajeando las sienes a cada tanto. Viró una esquina y sacó las llaves de su bolsa. Ingresó al jardín de su hogar y después de introducir las llaves, abrir y cerrar la puerta, se dejó caer en un sillón de la sala.

Estaba cansada, demasiado.

Mientras pretendía dormir, pensaba en todos esos presentes que el rubio siempre le entregaba. ¿Acaso él creía que ella caería por esas cosas vanas? No, ella no necesitaba nada de eso. Pero lo que realmente le intrigaba era el saber porque Malfoy no había intentado ningún otro acercamiento, solo eran las flores, nada más.

Eso no la hacía sentirse más tranquila, al contrario.

Una hora después, Hermione estaba en su habitación con una taza de café, arropada entre sus edredones y mirando la televisión. No tenía sueño, a pesar de estar demasiado cansada. Apagó el aparato y bajó por las escaleras, dejó todo en la cocina y tras tomar algún libro de su pequeña biblioteca, subió nuevamente a su dormitorio.

Poco después… estaba profundamente dormida.

Oyó pasos y abrió los ojos. Todo estaba oscuro, miró su reloj.

Las once de la noche.

Se levantó con cuidado y empuñó su varita.

Asustada, si, estaba muy asustada.

¿Acaso sería un ladrón?

Abrió la puerta de su habitación y miró hacia abajo, por entre los barrotes del pasamano… todo estaba tranquilo. Caminó por el pasillo, sintiendo su corazón acelerado por el naciente miedo. Sus pies, a cada paso, producían un sonido de crujido por la antigüedad de la madera y se maldijo. Nunca antes pensó en arreglar ese detalle.

Bajo cada escalón con cuidado, paso a paso, despacio. Ya no había sonidos, todo volvía a una aparente calma.

Tal vez fue su imaginación, tal vez dormida lo imaginó… tal vez.

Respiró profundamente, sintiéndose bien y caminó de vuelta a las escaleras, pero hubo algo, un eco de vidrios deslizándose… alguien había abierto una ventana. Corrió hasta la cocina, el viento ingresó por la abertura, moviendo la pequeña cortina y su cabello. Su respiración se alteró y con un movimiento de varita, la ventana se cerró con un sonido ronco.

No era un ladrón… podía ser un mortífago.

"¿Quién está ahí?" – Preguntó fuertemente, tratando de aparentar valor.

Solo el silencio le contestó.

Caminó pegada a la pared, distendiendo su mano para encender el interruptor. Toco el botón pero no alcanzó a presionarlo, alguien tiró de su mano con fuerza, arrebató su varita, arrojándola al suelo, y la arrinconó en la pared.

Y supo quién era.

Su aroma, la colonia cara; sus manos, duras e insensibles; su piel, suave y pálida como papel; su aliento, esa menta sofocante.

"Malfoy." – Susurró con su voz entrecortada por la impresión.

Pero él no dijo nada y eso la asustó.

"¿Qué haces aquí?" – Preguntó, ocultando su miedo.

Pero no podía fingir, ella no podía hacerlo porque su pulso, su respiración, y hasta su cuerpo la delataban, porque eran enemigos de la mentira.

"Has recibido flores…" – Susurró despacio, acercando su cuerpo, uniendo los torsos y las caderas – "Pero cada una ha sido arrojada a la basura… por qué, me pregunto yo."

Hermione se alteró, tenerlo cerca era intoxicante.

"No tengo porque… recibir cosas tuyas, Malfoy." – Dijo con enojo.

Draco subió su mano, torneando la cadera de Hermione y deslizándola hasta su cintura. Ella se alteró. Con movimiento inesperado, él la trajo a su cuerpo y acercó su boca a la suya.

"Un gracias nunca está de más." – Susurró con una voz parecida al enojo y rozando la nariz de la castaña con la suya propia.

Hermione viró su rostro casi al instante de esa acción. Ella comenzaba a sofocarse.

"¿Qué consigues con esto?" – Preguntó, tratando de alejar con sus manos el cuerpo del rubio.

"Que me creas."

Hermione, sorprendida por esas palabras, lo miró.

Sus ojos no mostraban emociones, estaban carentes de ellas, pero había algo, un brillo en esa mirada que hacía a esos iris, grisáceos y metálicos, más fuerte e irresistible, algo que le hizo creer que lo dicho por Malfoy era verdad.

La verdad era otra… y ella cayó.

Hermione suavizó su mirada. A pesar de ser tan inteligente, su astucia no valía para descifrar que representaba aquel brillo en esos momentos. No pudo… o no quiso.

"Me mientes, Malfoy." – Susurró ella, tratando por última vez encontrar la verdad – "Lo siento."

"Me gustas, Hermione." – Dijo él, atreviéndose a decir su nombre.

Y él y ella se sintieron extraños, pronunciarlo de esa manera era darles una confianza inexistente, una confianza que los podía someter.

La confianza que los haría caer.

"No sé desde cuando pero lo sentí y ya." – Murmuró Malfoy, acercando su boca a su oído, aún unidos, aún sintiendo el cuerpo del otro – "Es algo que se siente y no se puede ignorar."

Un juego… nada más.

Hermione se alejo con fuerza, sintiéndose libre. Negó con la cabeza.

"Hiciste de mi estancia en Hogwarts una pesadilla." – Masculló con rencor – "Me insultaste, me trataste como la peor escoria… ¿Cómo te puedo gustar!… ¿Cómo te puede gustar la sangre sucia Granger¡" – Terminó con un grito y lágrimas en sus ojos.

Y el nuevamente sintió repugnancia hacia él mismo, pero no porque traicionara a su estirpe¿era por remordimiento acaso?… tal vez era por eso.

Tenía que cumplir su meta, no pensaba soportar más los reclamos de la castaña.

Tomó su cuerpo, lo acercó al suyo y tras aprisionarlo nuevamente en la pared, besó sus labios con una mezcla curiosa: furia y delicadeza, abriéndose paso en su boca, como su dueño, y profundizar el beso.

Hermione, que no esperaba tal acción, simplemente no se movió, solamente se quedó quieta, disfrutando en silencio aquel beso, las sensaciones inexplicables que ahora sentía, los deseos que emergían y su razón aflorar y desaparecer poco a poco.

"Crees que si fuera mentira el que me gustas, te besaría." – Preguntó Draco, separándose.

Hermione bajó su rostro, estaba confundida, perdida entre todo. Y si al fin aceptaba sus palabras¿a qué se enfrentaría después?. No quería soñar, no quería más sufrimiento.

Draco acercó su rostro al cuello de Hermione, satisfecho por la confusión que adivinaba en ella. Si no ponía resistencia, aquel juego terminaría pronto, finalizaría para siempre y con el morirían esas ansias inexplicables.

Tomó su cintura, la dobló hacia el y besó su cuello, despacio, sometiéndola de esa manera.

Hermione no quería creer, quería volar, por primera vez huir del mundo y perderse en los brazos de aquel hombre, perderse en su enemigo hasta morir y volver a renacer en la mañana siguiente, a pesar de arrepentirse después.

Tomó su cuerpo y ella arrojó su cabeza hacia atrás, Draco subió sus manos por la espalda de la castaña y besó su clavícula.

Dentro, por Dentro las emociones estallaban.

Fuera, por Fuera todo cambió y se entregó, dejando aparte la razón.

Sus besos siguieron subiendo y ella, tocando sus brazos, se irguió y lo abrazó con fuerza mientras él jugaba con el lóbulo de su oreja.

Sintió bullir su vientre y un gemido, el sonido más esperado por Draco, salió de la garganta de Hermione.

Se separaron, mirando el deseo plasmado en las pupilas del otro. Sus bocas no se abrieron pero sus manos se unieron, entendiendo el lenguaje del cuerpo…

Hermione cerró la puerta de su habitación y Draco la aprisionó sobre ella. La castaña solo sonrió y el rubio comenzó a subir lentamente el vestido que hacía de pijama. Granger viró su rostro y sus manos se aferraron a su camisa, y Malfoy suspiró al sentir a Hermione tan cerca de él, al sentir sus pechos sobre la tela de su camisa y su respiración agitada rozándole el cuello.

Todo era perfecto.

Sus manos subieron por la suave piel de muslo de Hermione y, con provocación, él unió aquella pierna torneada a su cadera. Hermione tomó entre sus manos el rostro de Draco y fue ella, al sentir la pasión, quien profundizó el beso.

Solo el respirar hacia más excitante aquel momento.

Unió su cuerpo totalmente al de Hermione, haciendo que ella gimiera al sentir su masculinidad presionar sobre su intimidad.

"Draco." – Susurró ella, entre besos.

Dentro, en el interior de Draco, un sentimiento comenzó a nacer con tan solo la mención de su nombre por parte de ella.

Fuera, en el exterior, siguió como si nada sucediera. Era su cuerpo quién mandaba.

Hermione levantó sus piernas y Draco se acercó a ella, besando, marcando la piel blanca de su cuello.

Sus manos, hábiles y traviesas, se adentraron en lo desconocido.

Primero fue su muslo, la suave piel de aquella zona lo enloqueció y más la presión que ella ejercía sobre sus labios y la manera en que jugaba con su cabello. Después siguió subiendo al igual que subió la respiración entrecortada de la ex Gryffindor al sentir esos dedos cercanos a su ingle y seguir sin vergüenza.

Separó su boca al sentir como él acariciaba su vientre y sus uñas se aferraron a la tela, dañándola, arrugándola más de lo que ya estaba. Su cuerpo se arqueó y Draco sonrió satisfecho. Un nuevo gemido, más fuerte que el anterior, había escapado de Hermione.

Tomó su cintura, viró con ella, apresando su cuerpo contra el suyo, caminó hasta la cama y juntos cayeron, haciendo el contacto más amplio, haciendo que los dos gimieran al mismo tiempo, presos de las sensaciones.

"Me gustas." – Susurró, separándose de ella – "Me encantas."

El pecho de Hermione subía y baja por los deseos, por las emociones sentidas mientras veía a Draco, mientras apreciaba ese brillo plateado adornado de lujuria. Su pulso se aceleró aún más.

Malfoy le sonrió y bajó un poco.

Sus ojos se posaron en su estómago para seguir bajando hasta su vientre y seguir más bajo.

Con sus manos, acarició sus piernas, desde los tobillos hasta las rodillas y bajaba nuevamente, siguiendo aquel juego. Hermione contenía la respiración, extasiada por las caricias. Besó lentamente los muslos mientras sus manos acariciaban las paredes internas de ellos y Hermione se mordía el labio.

Draco subió nuevamente, capturó entre sus labios el inferior de Hermione y lo mordisqueó para después, bajar lentamente y volver a su tarea, dejándola ávida.

Sus manos se posaron en las caderas de la castaña, frotó suavemente y después, con suavidad, estiró los laterales de la prenda interior de Hermione, haciendo que ella temblara. Deslizó sus manos y poco a poco fue retirándola, revelando lo que creía oculto para él simplemente.

Cayó al suelo la tela y Hermione empuñó en sus manos las sábanas blancas.

El cielo.

Sus labios se posaron en esos labios, abriéndose paso, descubriendo lo que jamás pensó explorar. La gloria, el deseo hecho realidad. La intimidad de Hermione Granger.

Segundos, minutos tortuosos trascurrieron, tal vez horas, pero para ella eran simples milésimas de tiempo, milésimas del placer nunca antes sentido.

Y eran recompensadas.

Su cuerpo comenzó a elevar la temperatura, sus pupilas a contraerse y su cuerpo a arquearse, convulsionando lentamente. Pronto, muy pronto tocaría el cielo con sus propias manos.

Y Draco fue el que la ayudó a sentir eso, con sus movimientos acelerados y sus labios frenéticos, con sus caricias, con sus besos y succiones… y ella no pudo más que gritar satisfecha y acompañar con aquel sonido el nombre de su amante.

Eso bastaba, eso había sido suficiente para él, eso lo había dejado satisfecho a él también.

Sonrió complacido.

Mientras Hermione trataba de recuperarse, él volvía a atacar, a tratar de saciar esa hambre loca por ella.

Su lengua jugó con el ombligo y sus manos subieron hasta esas curvas desnudas hace poco. Él, por la desesperación, había roto la pequeña vestimenta que tapaba el pudor de Hermione.

No, todo era demasiado y ella no soportaba más.

Quería, deseba sentirlo.

Fueron solo algunos besos en sus pechos y Draco subió a su boca, aprisionando con fiereza, descargando las sensaciones y ella nuevamente se vino de nuevo, enterrando sus manos en la espalda de Malfoy.

Tocó su espalda el colchón y en ese momento percibió el satén de la camisa sobre sus pechos y la tela del pantalón sobre sus piernas.

Él se encontraba totalmente vestido.

Draco besó su cuello, sin darle tiempo a pensar más, tomó entre sus dientes un poco de carne y la mordió sin piedad, dejando escapar el sonido del dolor.

Hermione llevó sus manos a la espalda de Draco, bajando lentamente, subiendo otra vez, haciendo que la serpiente temblara por la fiereza naciente del león. Sus dedos ágiles se adentraron por la camisa, explorando la piel desconocida, y la pasión, fiel compañera loca, hizo que ella rompiera de un solo tirón la protección, haciendo que cada botón saltara y cayera lejos, quedándose en el olvido.

Retiró todo e hizo que ahora él descansar en el colchón, sonriéndole, dándole que temer a Draco por primera vez.

Sus manos, delicadas y suaves, recorrieron cada músculo trabajado del pecho y estómago de Malfoy. Sus labios descendieron y besaron la piel pálida, la piel suave con arrebato. Con cada roce, la presión de sus pantalones era insoportable.

No soportaría más.

Tomó las muñecas de Hermione, privándose del placer y atrayéndola hacia él, dieron nueva vuelta, hasta dejarla nuevamente sometida por él.

Ella sonrió y Draco volvió a besarla.

Deslizó sus manos por el estómago del mago hasta llegar al impedimento que no permitía unión total. Suavemente retiró la correa y abrió la cremallera, la presión y un beso profundo se dieron al mismo tiempo haciendo que nuevamente su cuerpo se arqueara y tocara por tercera vez el cielo.

Sus piernas retiraron todo impedimento y él se levantó, con músculos palpitantes de emoción y ella no se sonrojó. ¿Acaso por el deseo?

Draco tomó una sábana y con ella tapó el cuerpo hermoso de Hermione. Simplemente le sonrió y con sus manos fue acariciando sobre la sábana, con movimientos lentos, con besos atrevidos.

Ella sonrió. Estaba viviendo un sueño, el sueño más real.

Hermione se levantó, dejando que la sábana se corra, y besó con pasión al rubio, acostándolo nuevamente, quedando otra vez sobre él.

Sus labios se unieron despacio una y otra vez y él se maravilló por los movimientos que ella hacía, por los frotes, por los atrevimientos y fue su turno para gritar su nombre, para sentir el cielo.

Pero no terminaría, ella no dejaría inconcluso el sentir, Hermione lo deseba tanto como él a ella. No, eso no terminaba ahí.

Su cuerpo respiraba el aire faltante y ella nuevamente, sobre la tela, se unió a él, haciendo que su instinto despierte y que nuevamente fuera imposible negarlo.

"Te deseo… Draco." – Susurró ella, tocando con sus labios el cuello del rubio.

Ahora él era el sometido.

Quito la sábana que los separaba y dio vuelta con ella, sintiendo la unión más cercana, el final del encuentro.

Subió su mano por la espalda de ella y tomando su cabeza, enredando sus dedos en el cabello rizado, la puso a la par de la suya.

Sus alientos chocaron nuevamente, la miel y el mercurio se unieron al igual que la fresa y la menta.

"Eres increíble." – Susurró Draco, despacio – "Lo mejor que me ha pasado."

Sus labios se perdieron otra vez en cada uno, sus piernas se enredaron en la cintura del rubio y él ingresó en la ella, desembocando el deseo reprimido.

Sus labios se separaron para dar paso al grito más hermoso que había escuchado, aquel grito mezclado con dolor y satisfacción plena.

Besó su cuello y tomó su cintura con una mano y su muslo con otra mientras despacio la embestía, sintiendo placer inigualable, placer real, no fingido. Sus corazones palpitaban con rapidez, podían ser sentidos por cada uno y sus bocas se secaban por los gemidos que salían de ellas.

La desesperación hizo su parte y tanto ella como él profundizaron más la unión, moviendo las caderas, empujando más a fondo, tratando de encontrar el por qué a ese acto sin respuesta.

Sus bocas se unieron desfogando sus gritos, sus sentires distintos y grandiosos, placenteros.

Fue una última embestida, fue un último movimiento de cadera y todo explotó en ellos. Éxtasis, placer, deseo gentil, gemidos sofocados y sentimientos nacientes sin ser concebidos.

Sus manos siguieron aferradas a la espalda de Draco, sus manos a las piernas y espalda de Hermione mientras sus labios querían retener más sensaciones muertas.

Fue Draco quien se separó de ella, dejando que su cabeza descansar en el hueco que dejaba el hombro de Hermione. Y ella cerró los ojos, sin saber que una sonrisa surcaba su cara, una sonrisa de verdadera felicidad.

Sus pechos subían y bajan aún, sus corazones todavía guardaban ese latir acelerado y sus manos se entrelazaron para finalizar el raro encuentro.

No dijeron palabras, ni una sola. La piel y la respiración eran su lenguaje al igual que las sensaciones y el deseo sobreviviente. No faltaban palabras, ellas no existían ahora.

Cerró los ojos, los dos los cerraron y sintiendo cansancio, sus cuerpos comenzaron a relajarse, aún unidos por el sudor y por la pasión, aún regidos por aquello que jamás debió nacer.

Algo ya había crecido en el interior de cada uno, algo fuerte, algo inexplicable… pero lo que se muestra, lo que hay Fuera es lo que cuenta.


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2006–07–04
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¡¡Hola, gente!! ¿Cómo están?

Aquí una nueva historia. :D

Oh si, estoy loca xD Tengo otras historias que actualizar y dale una más a la carga, pero qué puedo hacer, la inspiración llega y el bichito de publica, publica pica.

Es un Fic terminado, así que con eso me defiendo. Fic de tres capítulos, cortito ¿no? Creo que será el único Fic que haré corto porque regularmente cuando escribo me voy de largo y este Fic en un principio quiso ser Oneshot, pero cuando pasó la barrera de 24 páginas decidí que ya no lo fuera je, je ;)

Dentro y Fuera, eso es todo lo que existe en el mundo.

Todo lo que ocultamos, aquello que nos está matando y carcomiendo siempre ya sea por los regaños, por las peleas o el desamor está dentro, algunos tienen miedo a sacarlo, como yo ;) mientras las actitudes frente al dolor o a la decepción son muestras de una fortaleza fingida, una indiferencia a lo que pasa es lo que está fuera, un valor real o irreal. Así que de ahí la frase predominante.

Lo que se muestra.
Lo que se siente.
Lo que es real.

Títulos de los tres capítulos.

Aquí en el primero, leemos todo lo que por fuera muestran los personajes, sin inmiscuirse demasiado en sus actos, simplemente para no herirse o simplemente para no develar las verdades ocultas en el interior, desfogando lo que los quema, mostrando indiferencia a lo que sienten. Viviendo en la mentira.

Hermione, Draco y Paula, el hermoso triángulo amoroso.

Por la traición y las mentiras van a perder demasiado.

Espero que apoyen este pequeño proyecto y espero también comentarios diciéndome que opinan de mis locuras que se expresan en palabras.

Se cuidan mucho, besos…

Los quiere:

-;- ŴĬƬĆĦ MľĄ MĀĹƒƠ¥ ƎƦƦEĿǬŢ -;-