Todo empezó esa mañana, en la cual me encargaron protegerla, a ella y al casco de oro, aquella mañana en la cual me subí a ese avión con ella, y con la compañía de Tatsumi. Aunque para ese entonces yo aún la veía como a una persona superior y lejana, por algunos instantes percibía un ambiente de confianza y amabilidad, sonaba extraño a esas alturas, pero lo percibía.
Durante el viaje, no pude evitar sentir modorra y aburrimiento. Por regla general, todos guardábamos un gran respeto por ella, y era ese respeto el que me impedía entablar una conversación con ella. En realidad, solo Seiya solía hablarle de más e incluso abusar de su confianza y tutearla, y en la mayoría de veces, era disculpado y tolerado por ella. La verdad es que creo que solo él se atrevía a hacer eso, pues nosotros solo nos limitábamos a escucharla y aceptar sus ideas, pues como dije antes, le teníamos un gran respeto.
Mientras me ensimismaba en mis pensamientos no percibí que ella me miraba, entre curiosa y pensativa, tal vez porque en todo el tiempo no dije una sola palabra, o porque lucía pensativo, más pensativo que de costumbre, tal vez presionado por el incómodo silencio o por la gran responsabilidad que me habían otorgado. Suspiré y levanté la mirada, encontrándome con la suya, y no supe qué decir.
-¿En qué piensas?
-Pues...en nada, nada importante.
-Luces cansado. ¿Por qué no descansas un poco?
-Eh...bueno, creo que tienes razón.
No pude evitar sorprenderme, pues no creí que pudiera lucir de esa manera, mucho más que ella pudiera preocuparse por mi bienestar. En especial conmigo, pues desde que la conocí a todos nos trataba con una fría y distante indiferencia, y muchas veces esa indiferencia solía recaer en gran medida en mí, a veces sin razón, otras porque no solía ser muy comunicativo y otras porque a ella se le daba la gana. Llegué a creer que no le agradaba y en ese instante lo creía, por eso me sorprendía su repentino interés por mí. Tal vez exageraba, puesto que no la conocía del todo bien, pero no podía apartar ese pensamiento de mi cabeza.
Y así, con los ojos cerrados, seguí su consejo y me quedé dormido.
Desde que subimos al avión no podía creer que estaba con él. No le guardaba antipatía ni recelo, pero simplemente lo veía como un desconocido, a pesar de que lo veía a diario, participaba en la búsqueda de la armadura con los demás, me servía como caballero de bronce como todos los demás, etc. Para ser sincera, no entendía porqué lo veía de ese modo.
Durante el viaje no profirió una sola palabra, y su silencio me incomodaba. Quería hablarle, mas su mente parecía estar en otro mundo. Siempre era lo mismo. En las reuniones le hablaba y era como si lo despertara de un sueño, no me prestaba atención, parecía ido y eso me incomodaba. Tal vez esa era la razón por la cual no me llevaba bien con él, pero no era porque yo quería.
Cansada de esperar a que me dirigiera la palabra, me armé de valor y le pregunté:
-¿En qué piensas?
Su respuesta me confirmó lo que pensé anteriormente. Soñaba despierto. Siempre estaba así, y su comportamiento me exasperaba. Le sugerí que descansara, pues su rostro lucía cansado, y creo que me hizo caso, pues después de unos minutos dormía profundamente. Lo miré curiosamente, aunque no se porqué. Sus ojos, sus manos, sus labios... no sé porqué vinieron esas ideas a mi cabeza, pero en ese instante, mientras dormía, lo encontraba...atractivo.
Intenté apartar esas ideas de mi cabeza, pero cada vez que lo miraba surgían nuevamente en mi mente esas ideas. No lo soporté e intenté dormir, pero no lo conseguí. Como consuelo, me entretuve mirando las nubes en el cielo...
-Señorita Saori, estamos llegando.
-Ya veo. Despierta a Shun, creo que sigue durmiendo.
En ese momento me quedé mirándolo. Su expresión pasiva, tranquila, pacífica. Intenté explicarme a mí misma el porqué no podía llevarme bien con él, pero no pude. Miré como Tatsumi lo sacudía violentamente para despertarlo y sentí un poco de incomodidad, pero no dije nada. Solo atiné a observar por la ventana el extraño paisaje.
-¡Oye Shun! ¡Despierta!.
-... ¿Eh? ¿Dónde estamos?
-Ya llegamos. ¡Deja de dormir y muévete!
-De acuerdo.
Lo vi restregarse los ojos y estirarse, al parecer no le incomodaba aquel mal trato, tal vez por que estaba acostumbrado a él. Los gritos y actitudes rudas de Tatsumi eran cosa de todos los días. En eso, percibí su mirada y me estremecí. Nunca entendí porque.
-Disculpe...Sa...Señorita Saori, ¿No va a bajar del avión?
-Eh...si...si claro, discúlpame.
No pude evitar el ruborizarme, al mirarlo se me olvidó que ya habíamos aterrizado y que la mano de Tatsumi me esperaba en la puerta del avión para ayudarme a bajar. Jamás me había pasado eso, y me sentí extraña.
Una vez fuera, todos caminamos lentamente hacia la rústica casa.
El interior de la casa era muy acogedor, agradable y bastante original. Nos instalamos rápidamente y Tatsumi se dirigió a la cocina para empezar la preparación de la cena. Me recosté en el gran sillón de la enorme sala, mirando el peculiar diseño y ubicación de cada cosa. En eso, la miré, estaba mirando las estrellas en la ventana. Habíamos llegado de noche y el cielo estaba iluminado de estrellas las cuales competían con ella en belleza y luz. Era bonita, particularmente encantadora y a la luz de las estrellas se veía mucho más bonita. La vi acercarse a la terraza y abrir el gran ventanal que ahí había. En eso, me miró y me hizo gesto de acompañarla, tímidamente acepté y entré en la terraza con ella. El silencio nos embargó un poco y yo me incomodaba, pues era una situación algo extraña y embarazosa para mí. Me disponía a comentar algo, pero ella se me adelantó:
-¿Sabes?, de verdad lo siento. No debí traerte a este lugar, pues queda cerca de la tumba de... De verdad lo siento mucho.
-No te... se preocupe señorita. Creo que en esta clase de situaciones en las cuales el destino de casi todo el mundo está en gran peligro las cosas sentimentales y personales deben quedar al margen. Le agradezco de corazón su preocupación, pero no tiene de que preocuparse, yo voy a estar bien.
-Bueno... si lo dices así... Pero a pesar de ello no puedo evitar el preocuparme por ti. Tú también eres un caballero del zodiaco y me preocupo por tu bienestar y por las cosas que puedan perturbarte. Mira Shun, yo quiero llevarme bien contigo y tratar de pasar este tiempo en armonía y tranquilidad. No sé si estás de acuerdo conmigo, ¿o me equivoco?
-Muchas gracias por su amabilidad señorita Saori. De verdad se lo agradezco. Claro que estoy de acuerdo, yo también quiero llevarme bien con usted, y le prometo que pondré de mi parte para que se sienta a gusto.
-Deja de ser tan respetuoso Shun, no me trates así de "usted", no soy ninguna anciana. Llámame Saori ¿De acuerdo?
-Trataré señori...Saori. ¿Sabes? La noche está bastante luminosa, me trae recuerdos de cuando era niño y mi... Bueno... Ikki solía mostrármelas y me decía que una de ellas era solo para mí y que yo le podía pedir lo que quisiera, que ella me lo cumpliría. Ahora quiero pedirle algo... Que esta búsqueda termine rápido y que... mi hermano regrese. [Una lágrima comienza a salir de sus ojos].
-Shun eso es hermoso... veo que tuviste gratos recuerdos de tu niñez. Ahora comprendo tu especial sensibilidad a la hora de hablar de ti y de Ikki. Ahora puedo ver claramente tu manera de ser, algo de lo cual no me había percatado antes, y que... me agrada. No llores, me duele verte llorar, vas a ver que pronto todo cambiará.
-Gracias Saori, me ha servido de mucho hablar contigo. Gracias por escucharme.
-Gracias a ti por tu agradable compañía.
En ese instante nos quedamos mirando el uno al otro, observando cada rasgo, cada expresión, cada mirada. Me perdí en sus ojos al igual que ella en los míos, sin querer nos fuimos acercando y...
-Señorita Saori, Shun, es hora de cenar.
-Eh...enseguida vamos Tatsumi. Yo... lo siento Shun [sonrojándose]
-No... no se... te... preocupes Saori, no fue... olvídalo. [Sonrojándose también]
No se porqué me ruboricé, talvez por el hecho de su proximidad, del olor de su perfume, su... no sé pero preferí alejarme y olvidar el asunto aunque fue imposible.
Cenamos, y durante la cena traté de no mirarla. Era imposible, pero lo intenté. Sentía que sus ojos se clavaban en los míos y yo no tenía fuerzas para enfrentarlos. Perturbado con la situación, me retiré con una disculpa a mi habitación, y traté de conciliar el sueño, que no tardó en llegar.
Me movía entre las sábanas, tratando de dormir, tratando de olvidar. Aquella aproximación me perturbaba. No sabía porque, pero me sentía extraña, la cercanía de su cuerpo, su olor, sus ojos, su boca... no lo sabía, pero había algo en él que me perturbaba. Tuve miedo de ilusionarme y empecé a temblar. Empecé a fantasear acerca de él y yo... Sonreí. Nunca me imaginé que en una sola conversación pude ver en él a un hombre tan...maravilloso, encantador y... ¿Por qué me hacía ese tipo de preguntas? ¿Qué era lo que me pasaba? ¿Acaso no estaba interesada por Seiya? ¿Por qué ahora veía a Shun como algo bonito, como un gran hombre, si en la mañana lo veía como un total desconocido? ¿Qué me había pasado?
Traté de tomarlo con ligereza, esperando que cuando amanezca haya aclarado mis dudas y pudiera volver a sentirme segura. Cerré los ojos y poco a poco me fui durmiendo.
[A la mañana siguiente...]
Me desperté con los rayos del sol sobre mi cara. Aún era temprano y sentía pereza. Me levanté estirándome pesadamente y después de bañarme salí de mi habitación. Después de caminar un poco pude escuchar el sonido de una ducha, creí que se trataba de Tatsumi. Sin querer sentí ruidos en una de las habitaciones, me sonó extraño y me aproximé. Si era un extraño o lo que sea tendría que rendirme buenas explicaciones al respecto. Sin pensarlo más, cogí la perilla, la giré y...
-Bueno ya terminé de... ¡Oh Dios! ¡Señorita Saori! Yo este... [Sonrojándose]
-¡Shun! Oh, yo lo...
No pude terminar la frase porque el rubor se apoderó de mis mejillas. Cuando abrí la puerta Shun había estado quitándose la bata de baño que llevaba puesta y al percibir mi presencia Shun se asustó y la prenda cayó al suelo. Contemplé por primera vez el cuerpo de un hombre completamente desnudo. Lo miré con curiosidad y con asombro, pues no me esperaba tal escena. Aquel cuerpo era... perfecto, su piel blanca, sus rasgos no tan rudos, su contextura delgada, sus bien definidas piernas, su... No podía apartar los ojos del cuerpo de ese hombre, era una escena tan perturbadora...
-Señorita Saori, ¿Puedo vestirme?
-...
-Señorita Saori..., Señorita... Saori, ¿Saori?... ¡Señorita Saori!.
-¡Eeeeh! ¿Me decías Shun?
-Pu... ¿Puedo vestirme?
-¡Oh! Si... si claro, desde luego, discúlpame por no haberte escuchado. Lo siento.
-No... no tiene de que.
Salí del cuarto corriendo y no me detuve hasta llegar al mío. Me lancé sobre mi cama y pude sentir el ardor de mis mejillas. Jamás me imagine verlo así. Fue como ver un frágil y dulce... ángel. No lo podía creer. Llevábamos apenas un día viéndonos más a menudo que de costumbre y yo ya sentía que era algo más. ¿Qué me había pasado? No podía entenderlo o quizá... no quería reconocerlo.
Suspiré y salí de mi cuarto. Fui a la cocina y pude ver a Tatsumi sirviendo el desayuno, me senté en el lugar principal de esa mesa y volví a suspirar, con cara de tensión. Tatsumi debió percibirlo, pues me preguntó:
-¿Se siente bien Señorita Saori?
-Si... si no es nada.
-La noto preocupada. ¿Hay algo que la incomoda?
-No, me siento un poco estresada eso es todo. Gracias por preocuparte Tatsumi.
-No tiene de que Señorita. ¡Shun, qué esperas para bajar, el desayuno esta servido!
-Lo siento Tatsumi, me demoré en vestirme, no volverá a pasar.
Al volverlo a ver comencé a sentir nuevamente aquella sensación de perturbación que me había estado molestando todo ese tiempo. Al verlo vestido, tuve una diferente impresión de él. Aunque aún podía imaginarme ese perfecto cuerpo bajo aquel molesto buzo azul que llevaba puesto.
Después del desayuno, Tatsumi se dedicó a limpiar las afueras de la casa, mientras Shun y yo estábamos afuera, en dos mecedoras, disfrutando del cálido sol y del reconfortante aire que allí había. Después de estar un rato en silencio lo miré. Parecía preocupado, lucía pensativo y algo nervioso. No contuve mi curiosidad y le dije:
-¿Sucede algo?
-No lo sé. Pensaba en lo que están haciendo en este momento Seiya y los otros.
-Seiya dijo que iría a Grecia a ver a su antigua maestra, Shiryu iría a los cinco picos en Rozan e Hyoga ya debe de estar en Siberia. Todos están haciendo un gran esfuerzo por recuperar la armadura de oro.
-Sí, lo sé, pero algo me preocupa, no sé que es, pero tengo un mal presentimiento.
-No te preocupes demasiado Shun. Yo también estoy preocupada, pero entiendo que todos están haciendo un gran esfuerzo y nosotros debemos comprenderlo y apoyarlos si se diera el caso.
-Sí, creo que tienes razón.
-Créeme, la tengo.
Al escuchar lo que había dicho me sonrió dulcemente y miró pacíficamente el bello paisaje. Yo calladamente lo miraba. Me gustaba observar las expresiones de aquel rostro tan bonito. Me reí para mis adentros, pues nunca me imaginé estar pensando de esa manera con respecto a un hombre. De repente, él dirigió sus ojos hacia mí, me miró con curiosidad y me dijo:
-Saori... ¿Quieres salir a caminar un poco?
-Shun... yo... claro, claro que me agradaría acompañarte.
Poniéndose de pie, me tomó de la mano y empezamos a caminar en dirección al bosque. Me pareció una actitud muy tierna de su parte el tomarme de la mano, me sentía muy bien así, aunque poco después él lo notó y se ruborizó, soltándome. Caminamos durante un rato hasta llegar a un precioso lago, rodeado de arbustos y de una verde pradera.
-¡Huau!, que bien se siente aquí.
-Sí. El aire es refrescante y la vista es hermosa.
-¿Sabes Shun?, no creí que la iba a pasar tan bien contigo. Estoy asombrada de que en tan poco tiempo he podido conocer a un Shun diferente, con el que puedo pasar horas hablando, con el que me compenetro muy bien. Esta química que está naciendo entre nosotros me agrada y la considero... muy especial. No sé porqué hablo así, pero cuando estoy contigo mis pensamientos son diferentes, me resulta increíble experimentar esto.
-Para serte sincero, a mí me pasa lo mismo. Desde ayer he estado viendo a una Saori distinta, una Saori a la cual no tengo que pedir permiso para hablarle, con la cual me puedo expresar libremente, una Saori que me inspira confianza, seguridad. Parecerá gracioso e incluso inverosímil pero es verdad. Puedes tildarme de iluso y exagerado si quieres, pero esta es la manera en la que yo siento estas cosas. Cuando estoy contigo así, solos, me siento diferente. No sé porque, pero me agrada.
-Shun, nunca me cansaré de decir que hablas hermoso.
-Gracias Saori.
-Shun...
-Saori...
Y no quedamos en silencio, mirándonos. Sin querer nos fuimos incorporando y acercando y aquella sensación que experimentamos la noche anterior en la terraza volvió a nosotros. Sin quitar la vista uno del otro, nos acercábamos más y más... Dentro de unos instantes y nos rozábamos. En eso, sus ojos miraban mis labios, mientras yo miraba los suyos, fuimos cerrando los ojos y... Nos dimos un beso.
Jamás olvidaré cómo me sentí aquella vez... Mi cuerpo se estremeció por completo, temblaba pero no de miedo, sino de emoción. Él rodeaba con sus brazos mi cintura, yo rodeaba con los míos su cuello. Nos abrazábamos, disfrutando cada uno a su manera de tan especial momento. Pero todo lo que empieza, termina, y ese beso también terminó. Nos separamos lentamente mientras nos mirábamos. Él me sonreía y yo le correspondí esa hermosa sonrisa. Nos embargó un pequeño silencio, hasta que él abrió su boca para decir:
-Saori, yo lo... bueno, yo lo siento, no debí besarte, me dejé llevar por el momento, de verdad yo lo...
-Calla, que los dos sabemos que ese beso nos gustó más allá de lo permitido.
-Saori... [Sonrojándose] lo que pasa es que... yo no quiero que tu creas que yo... me quise aprovechar de la situación, para nada, esta experiencia también es nueva para mí, y pues... Quiero que quede claro eso.
-Shun... Yo sé que dices la verdad. Lo veo en tus ojos, no te preocupes. Si te correspondí es porque yo también quería hacerlo, últimamente no has hecho nada más que alegrarme y hacerme olvidar que alguna vez tuve algún problema. En cuestión de minutos conocí a otro hombre, del cual no me puedo quejar. De verdad, no te preocupes.
-Saori...
-Shun...
Nos volvimos a abrazar, y después de un rato, nos incorporamos e iniciamos el camino de regreso.
Durante el resto del día no hicimos nada que no sea conocernos más. Hablamos durante horas, queriendo con ello acelerar nuestro "nuevo sentimiento" en común. Reíamos, hablábamos, nos mirábamos, de vez en cuando nos besábamos, siempre entre sonrisas y miradas de inocencia y complicidad. Hasta ese día yo era otra, y después... todo era maravilloso, como salido de un cuento. Me sentía tan bien, tan a gusto, tan feliz. Shun me encantaba, y con cada cosa nueva que sabía de él, me encantaba más, me sentía como una soñadora, como si en segundos, hubiera construido un mundo de ilusión y fantasías, en el cual me refugiaba. Quería que ese día no terminara, que durara para siempre.
Al anochecer, ya acostada, me dormí feliz, convencida de que estaba empezando a conocer a un hombre maravilloso. A un hombre del cual, no me quería separar. Pues para ese entonces, ya sentía que lo apreciaba... o lo quería... de una manera... muy especial.
Los días pasaban y yo no podía sentirme mejor. Desde que no dimos aquel beso, todo cambió entre ella y yo. No había día en el cual no nos miráramos con afecto, no paseáramos juntos por el bosque, no nos tomáramos de la mano, nos diéramos un beso, no lo viviéramos con intensidad. Me sentía lleno de una gran paz, de una gran felicidad, cuando estaba con Saori, nada parecía importarme, solo ella, y nada más. A esas alturas, ya habíamos hecho hasta lo imposible por expresar nuestros sentimientos, pues para ese entonces, yo ya estaba perdidamente enamorado de ella, y ella de mí. Todo era felicidad, y yo no lo podía creer.
He de decir que ese nuevo lazo que nos unía no era del completo agrado de Tatsumi, que veía mi comportamiento hacia ella como majadero e irrespetuoso, pero eso no me importaba, pues mientras yo me sintiera así unido sentimentalmente hacia ella, el resto, no interesaba.
Ya habían pasado cuatro semanas desde que nos dimos ese beso, y me sentía como si viviera en un cuento, todo era felicidad a mi alrededor, Saori no hacía mas que encantarme y decirme cuanto me amaba (para ese entonces ya habíamos confesado nuestro amor) y yo no me cansaba de decirle que yo también la amaba, pero esa confesión no había pasado de eso y yo quería más, quería que fuéramos realmente algo, algo real, algo especial.
Así que una noche, preparé una sorpresa. Le pedí a Tatsumi que fuera al monte a buscar leña para el fuego, con el pretexto que la leña del monte era mucho más duradera (sabía que el pobre ni notaba la diferencia, así que me aproveché de eso). Entonces, cuando se fue, empecé a preparar el resto. Le dije a Saori que saldría a pasear un momento, y que no me tardaría, y ella se quedó tranquila. Fui al lago a escoger unas hermosas flores que a Saori le habían encantado muchísimo y que había podido apreciar las veces que solíamos ir ahí, y aprovechando el silencio y la soledad del lugar, le compuse un lindo poema. Y no pudiendo contener más mi impaciencia, regresé.
Cuando volví ella estaba sola, al lado de la chimenea, leyendo un libro. Se veía tan bonita... Me armé de valor y entré, dirigiéndome, con paso firme, hacia ella. La abracé y le dije cuanto la amaba, ella me dijo lo mismo y, al fin, le entregué las flores y el poema que había escrito. Sonrió al ver las flores y luego miró el poema, lo leyó y sus lindos ojos se llenaron de lágrimas. El poema decía:
La Gracia de tu amor
Tu mirada tiene la pureza de un ángel
Tu sonrisa la belleza de una flor
Tus gestos la alegría de un día hermoso de primavera
Y tu corazón la gracia divina de un dios.
Te miro y no puedo dejar de mirarte
Te beso y no puedo dejar de besarte
Te admiro y no puedo dejar de admirarte
Te amo y no puedo dejar de amarte.
Pues contigo conocí el significado de un amor puro
La expresión más dulce de un sentimiento
El inocente deseo de estar con la persona amada
La mágica expresión de un dulce beso.
Gracias te doy por llenar mis días de alegría
Por enseñarme el significado de la palabra amor
Por entregarme la pureza de tu divina alma
Gracias te doy, amor mío, por regalarme...
La Gracia de tu amor
P.D. Te amo y quiero que seamos más que amigos...
Shun
La miré en silencio mientras lloraba, y sentía que se me partía el corazón. Por un momento cruzaron por mi mente ideas como "no le gustó", "creo que me equivoqué", o "lo arruiné todo", y me disponía a retirarme, pero una de sus manos me detuvo, mientras me decía:
-No, no te vayas por favor, quiero decirte algo.
-Saori, yo... siento haberte lastimado, lo hice todo mal, lo que quería que supieras es que yo... te amo y quise expresártelo de esa manera, pero creo que lo arruiné todo. De verdad... lo siento [Empieza a llorar].
-Shun, lo que quería decirte es...
-[Llorando] Por favor, no lo digas. Ya sé que me vas a rechazar, que no me quieres y que me equivoqué al creer que me podías amar. Lo siento, no te molestaré más, pero por favor, no me digas nada, porque no lo soportaría.
Entonces mi interior no soportó la tristeza y quise correr, de modo que intenté alejarme. Ya había dado unos cuantos pasos, cuando escuché su voz ahogada por el llanto que me gritaba:
-¡Shun espera!, ¡Lo que quería decirte es que te amo más que a mi vida y que ya no puedo vivir sin ti!
-¡¿Eh?!
Al escuchar eso volteé a mirarla asombrado. A pesar de que llevábamos semanas diciéndonos que nos amábamos, la desesperación me envolvió y me di cuenta de que solo había dicho incoherencias. La miré con mucha pena. Tenía las manos en la cara y lloraba tristemente. No soporté el mirarla así y corrí a abrazarla, y ella se dejó abrazar, mostrándome cuánto deseaba y necesitaba estar así, conmigo. Cuando estuvo un poco más tranquila, le retiré las manos de su cara y le dije:
-Perdóname, soy un tonto. Solo dije tonterías y me atreví a dudar de lo que había entre nosotros. Perdóname por favor Saori.
-No tienes porqué disculparte. Entiendo perfectamente tu proceder. Lo que ahora importa es que sabemos de sobra que nos amamos y que ya nada nos podrá separar.
-Sí. Entonces haré lo que vine a hacer y por lo que estuve todo el día ansioso. Saori... [Tomándola de las manos y mirándola a los ojos] ¿Quieres estar conmigo?, ¿Quieres ser mi enamorada?
-[Con lágrimas en los ojos] Shun... sabes perfectamente que te amo y que sería una tonta si te dijera que no. Iré contigo hasta el fin del mundo y hasta donde tú y el destino quieran que vaya. Claro que quiero estar contigo, ¡Te amo demasiado Shun!
Y diciendo eso se lanzó a mis brazos y la acogí en un dulce abrazo. Estuvimos un rato llorando y diciéndonos cuanto nos amábamos. Ya era la persona más feliz del mundo, porque ya estaba con ella, porque habíamos sellado a nuestra manera nuestro amor, nos habíamos correspondido.
-Oh Saori, estoy tan feliz de estar así contigo, jamás pensé en vivir algo así, esto es maravilloso.
-Ya lo creo Shun. Yo también pienso así. Te amo y quiero pasar el resto de mi vida contigo.
-Yo también.
Y diciendo eso nos besamos intensamente, como si nunca nos hubiéramos besado, como si no tuviésemos ganas de terminarlo, como si con eso se nos fuera la vida, en resumen, con toda la intensidad del mundo.
Y estábamos ahí besándonos cuando en eso escuchamos el ruido de la leña que traía Tatsumi. De muy mala gana tuvimos que terminar el beso y volver a nuestra compostura normal. Tatsumi entró a la sala y nos vio juntos, y exclamó:
-¡Pero qué diablos haces Shun!, ¡Acaso te volviste loco!, ¡Apártate inmediatamente de la señorita Saori!, ¡Qué majadería es esa!
-Tatsumi yo...
-¡Déjalo en paz Tatsumi!, de ahora en adelante quiero que empieces a tratarlo bien, no me parece justo el trato que le das. ¡Así que quiero que cambies de actitud, quedó claro!
-Pero señorita...
-¡Ni una palabra más Tatsumi!, ahora ve a la cocina y comienza a preparar la cena.
-[Suspirando] Como usted diga señorita.
Cuando Tatsumi se fue, Saori me cogió por los hombros y me besó apasionadamente. Me gustó mucho ese gesto suyo, y sonreí mientras le decía:
-Qué beso más dulce...
-Solo a ti podría dártelos, mi amor, te amo.
-Y yo también, más que a mi vida.
Después de la cena no hubo ningún percance, excepto que se nos hacía difícil fingir y pretender que había una gran indiferencia entre los dos, pero eso no me importaba, porque ella ya era mía, y yo era completamente suyo.
Al acostarme, mientras rezaba, le agradecía a Dios por haberme dado tan especial regalo: El amor de Saori. Estaba tan feliz, que aún no lo podía creer. Y con esos pensamientos me dormí, con la esperanza de soñar con ella.
Mientras estaba en mi cama, acostada, aún no podía creer lo que había acontecido. Ya tenía enamorado, y era el más maravilloso de los hombres... Shun... no podía sacarlo de mi cabeza, no podía dejar de amarlo, de pensar y sentir que el sentimiento más dulce del mundo ya crecía dentro de mí, que había borrado todo dolor de mi ser y que había implantado en mí la semilla de su amor y que me había hecho la mujer más feliz del mundo con esa actitud. Ahora sí creía que era una mujer completa, por que lo tenía a él.
Lo único que me preocupaba era la reacción de los demás cuando se enteraran, si es que decidíamos hacer pública nuestra relación. No sabía como iba a manejar esta situación, y eso me preocupaba. Pero podía estar segura, pues tú estabas conmigo, y cuando estábamos juntos, nada era imposible.
[Al día siguiente]
Salí de mi cuarto dirigiéndome a la sala, aún con un poco de pereza, y cuando llegué te vi a ti, durmiendo. Tu semblante tranquilo me llenó de ternura, habías estado leyendo un libro y al parecer te habías dormido. Con mucho cuidado y silenciosamente me acerqué a ti y te di un dulce y largo beso, disfrutando cada segundo de él. Sentí tus movimientos y me aparté un poco, viendo divertidamente cómo te despertabas. Abriste tus hermosos ojos y me miraste, te diste cuenta de lo que había hecho y sonreíste, con expresión cariñosa.
-Buenos días mi amor.
-Buenos días. Vaya que me dormí, estaba leyendo desde hace un rato cuando de repente me empecé a sentir soñoliento, no creí que me iba a quedar dormido.
-¡Ja, ja!, eres un dormilón, quien iba a imaginárselo...
-[En tono burlón] No, yo no me quedo hasta tarde en mi cuarto y me levanto con pereza...
-[Con el mismo tono] ¿Ah si?
Y riéndonos, nos besamos, con mucha pasión y entrega. Nos sentíamos tan felices... que no lo podíamos ni creer. En eso sentimos sonidos en la cocina, y nos dimos cuenta de que debíamos apartarnos, pues Tatsumi estaba a punto de entrar a la sala.
-Señorita Saori, Shun, ya es hora del desayuno.
-Está bien Tatsumi, ya vamos.
-Ah, me olvidaba, hoy me llegó un anuncio desde la mansión. Dice que debemos ver las noticias a las 9:00 de la mañana.
-Bueno, creo que debemos ver, puede ser algo importante.
-Sí Shun, creo que tienes razón.
Después del desayuno, nos ubicamos en la sala, para ver las noticias. Tatsumi encendió el televisor y lo que allí vimos no fue para nada de mi agrado...
En las noticias presencié cómo la mansión en la que había crecido y vivido tantas cosas era consumida por el fuego, destruyendo todo a su paso, ¡Los cuadros de mi abuelo, las diferentes piezas de valor, toda mi infancia, mi niñez y parte de mi adolescencia se reducían a cenizas en solo segundos! No lo podía creer, sencillamente, no lo podía creer.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, y no pude contener mi dolor. Comencé a llorar desconsoladamente sintiendo como si cada lágrima representaba cada una de las cosas que en ese momento estaba perdiendo. Me sentía destrozada, perdida, confundida. No podía asimilar lo que estaba viendo. ¡Mi mundo entero se destrozaba frente a mis ojos y yo no podía hacer nada!
-[Llorando] No puede ser, ¡No puede ser!, cómo pueden ser tan crueles, como pueden ensañarse así con mi abuelo, ¡Porqué!
-Tranquila Saori, sé que es injusto, pero eso no se quedará impune.
-¡De ninguna manera!, ¡Yo defenderé el patrimonio de mi señor con mi vida! ¡Allá voy mi señor!
-¡No Tatsumi!, puede ser una trampa. Me encargaron protegerlos a los dos, así que están bajo mi cuidado, y no permitiré que nada les pase, ¡así que nadie sale de la casa!
-Pero Shun...
-Déjalo Tatsumi, él tiene razón. Es una trampa. Aunque me duela, tenemos que permanecer aquí. Es lo mejor.
-Pero... ¡Oh está bien!
Después de eso Tatsumi se fue a su cuarto refunfuñando y Shun y yo nos quedamos solos. Él me consoló diciendo:
-Tranquila mi amor, yo sé que es un golpe difícil, pero tienes que ser fuerte, y superarlo. Sabes que cuentas conmigo y que no te dejaré sola.
-¡Oh Shun! [Abrazándolo] ¡No puedo sola con esto!, ¡Es muy difícil! ¡No te imaginas cómo me siento!, ¡Todo esto es tan... Oh no Shun!
-Tranquilízate Saori, ya verás que todo al final saldrá bien.
Mientras hablábamos, nosotros ignorábamos que Tatsumi ya había salido de la casa con dirección a la mansión...
-Shun podrá tener razón, pero yo no permitiré que estos agravios contra mi señor queden impunes. ¡De ninguna manera!
[En la mansión Kido][Antes que llegara Tatsumi]
-Señor, ¿cree usted que caerán en la trampa?, aún no han venido.
-¡Ja, ja, ja!, claro que vendrán. No van a soportar la noticia, y vendrán. Lo sé.
-Si usted lo dice...
-No te preocupes, todo saldrá como lo planeamos, ahora, prepárate, pues pueden llegar en cualquier momento, solo es cuestión de esperar. Y después... a recoger el casco de oro. Todo está muy bien calculado. Nada fallará, ¡Ja, ja, ja!
-Tiene razón señor. Esa chica y sus acompañantes tienen las horas contadas. ¡Ja, ja, ja!
[Cuando llegó Tatsumi]
-[Viendo la triste escena de la mansión Kido] ¡Oh mi señor! ¡Cómo pudieron hacerlo! ¡Mire nada más! Pero yo Tatsumi lo vengaré, ¡Lo vengaré señor!
-Te esperábamos Tatsumi...
-¡¿Eh?!
-Atácalo Caballero de la llama...
-¡Noooooooooo!
[En la casa del bosque...]
-Yo seguía triste, recordando cómo habían sido aquellos momentos de mi niñez, en los cuales vivía feliz en la compañía de mi abuelo, cuando mis recuerdos cobraban intensidad, algunas lágrimas asomaban por mis ojos, pero, para mi consuelo y dicha, Shun estaba ahí, conmigo, consolándome.
-Sencillamente, no lo puedo creer. ¡No puedo asimilarlo!
-Sé que es muy duro, pero es la realidad. Lo importante ahora es mantenernos juntos, está claro que es una trampa para obligarnos a salir. Pero no les daremos ese gusto, sé que quieres ir a la mansión, pero ahora es imposible. Lo siento Saori.
-¡Oh mi amor!, gracias por estar conmigo ahora que te necesito más que nunca. Sin ti, créeme, no podría soportarlo. Gracias mi vida, gracias Shun.
-Preciosa, no necesitas agradecer. Es mi deber estar contigo, no solo porque soy tu caballero, sino por algo más...
-[Besándolo] Yo lo sé mi amor, créeme que lo sé.
Pasaron las horas, llegaba la tarde, y me empecé a preocupar. No veía a Tatsumi por ningún lado, y eso me preocupaba. Su lealtad a mi abuelo era muy grande y sólida y sabía que no se quedaría contento con tan solo sentarse a esperar. Él no estaba de acuerdo con la solución que propuso Shun y yo estaba muy asustada, pues conocía a Tatsumi y sabía que podía cometer una locura.
Shun y yo estábamos en la sala, al calor de la chimenea. Yo miraba por las ventanas, Shun estaba sentado al lado de la chimenea. Dejé escapar un largo y sonoro suspiro, a lo que Shun replicó:
-¿Qué sucede mi amor?, ¿Porqué ese suspiro?
-Me preocupa Tatsumi. No lo he visto en todo el día, temo que haya cometido una locura.
-No lo creo, él es a veces imprudente, pero estoy seguro que no ha hecho nada que nos pueda perjudicar.
-Eso espero. Tatsumi es muy fiel a mi abuelo, aún cuando mi abuelo ha muerto hace muchos años. Y temo que esa fidelidad le haya inducido a cometer alguna atrocidad.
-Pues... viéndolo de ese modo, habrá que tener cuidado. No creo que haya ido muy lejos, él no conoce estos lugares.
-Eso es lo único que me tranquiliza, y espero que no ande muy lejos.
-Ven...
-[Sentándose a su lado] Dime.
-Quiero que sepas que, si llegaran a encontrarnos, estoy más que dispuesto a perder mi vida, si con eso permanecen a salvo tú y el casco. Sería capaz de morir por ti y te lo voy a demostrar. Te protegeré con mi vida mi amor.
-¡Oh Shun! No digas eso, yo te quiero junto a mí, para siempre. Por favor, no te vayas a arriesgar más de la cuenta si eso llegara a suceder. Tu vida me importa mil veces más que ese casco. Por favor Shun, hazme caso y sé prudente.
-Lo que tú digas, pero si llegara a pasar lo peor, no te prometo nada.
-Rezaré con todas mis fuerzas para que eso no suceda.
Y diciendo eso, nos dimos un largo beso, el cual disfrutamos mucho, como todos los que nos habíamos dado. En eso nuestro beso fue interrumpido por un agudo y sonoro grito...
-¡AAAAAHHHHHH, SEÑORITA SAORI, SHUN, PERDÓNENME!
-¡¿Eeeeh?!
Nos incorporamos rápidamente y nos pusimos en guardia. Shun se colocó su armadura y yo cogí el casco de oro. Cuando vi a Shun saliendo, corrí y le dije:
-Ten cuidado mi amor.
Él me sonrió y se fue corriendo. Por la ventana pude ver al séquito del maestro Arles y a un extraño caballero. Tuve miedo y quise salir, pero no podía arriesgarme. Vi que Shun y ellos hablaban y gritaban cuando de repente se separaron y una cruenta batalla empezó.
Enormes explosiones y mucho fuego envolvieron el lugar, yo estaba confundida. No sabía que hacer, ni cómo ayudar a Shun. Tenía el casco de oro en mis manos y no sabía cómo protegerlo. Trataba de pensar en una manera en la cual venceríamos sin problemas y Shun no saliera lastimado pero, no se me ocurría nada. Los estruendosos sonidos eran cada vez más fuertes y yo ya no podía disimular u ocultar el gran miedo que sentía.
Y me encontraba analizando esos pensamientos cuando una luz muy cegadora apareció, y lo iluminó todo por completo. Después, todo a mi alrededor estaba en llamas y estaba prácticamente acorralada. Me asomé a la ventana lo más que pude y mi horror cobró vida, pues sentía que algo me estaba faltando, algo estaba mal, y era que no podía ver por ningún lado a Shun.
Lo único que pude ver por la ventana era a ese extraño caballero produciendo varias ondas de fuego que envolvían algo. Por su semblante pude darme cuenta de que no estaba muy lastimado, y que estaba disfrutando ese momento. Cuando de repente, bajé la mirada y miré el suelo. Del gran remolino de fuego sobresalía algo que se agitaba en el suelo, cuando pude enfocar mejor el objeto, me di cuenta de que era una... de las cadenas de Shun, Shun estaba envuelto en el remolino de fuego.
¡SHUN! Grité lo más alto que pude. Estaba aterrada y las lágrimas no paraban de salir de mis ojos, todo mi cuerpo empezó a temblar y sentía como el autocontrol y la serenidad se iban alejando de mi. Sentía un gran pánico, pues me temía lo peor, temía que Shun ya no estuviera vivo y que me encontraba sola a merced de esos dos vándalos. No soporté estar ahí sin hacer nada, así que traté de salir. En eso vi como el gran remolino de fuego caía al suelo y no pude evitar el decir:
-¡SHUN!
-¡ALTO!
-¡¿Eeeeh?!
Cuando me di cuenta tenía frente a mi al séquito del maestro Arles, mirándome con una expresión de diversión y burla. Mi miedo se acrecentó, pues sabía perfectamente a lo que venía... a quitarme el casco de oro.
-Reconócelo Saori. Estás perdida, tu caballero ya no puede luchar, así que gané esta batalla. Ahora entrégame el casco de oro.
-Tendría que estar loca para hacer algo así. No permitiré que este casco caiga en manos tan malignas con la única intención de hacer más daño a esta humanidad.
-Déjate de habladurías Saori, el tiempo se acaba, tu caballero aún vive, pero con solo una orden puedo enviarlo al otro mundo, a menos que me entregues el casco.
-Oh no...
Por un momento dudé, pero luego me arrepentí y me enojé conmigo misma, ¿Cómo podía siquiera pensar que un casco podía valer más que la vida de Shun, la vida del hombre que más amaba? De ninguna manera. Haría lo que sea para salvar a Shun, sin importarme las consecuencias, por que al fin y al cabo, él era quien realmente me importaba.
-Está bien. Te entregaré el casco. Pero tienes que prometerme que salvarás a Shun.
-Comienzas a actuar con inteligencia Saori. Vamos, dame el casco.
Sin otra salida, extendí mis manos para dárselo. Ya estaba casi soltándolo para dejarlo en las manos de aquel hombre cuando de repente un gran poder se manifestó.
-¡NO TE ATRVAS SIQUIERA A TOCARLO ASQUEROSO INSECTO!
-¿Eh? ¡OH NO!
Aquella misteriosa aparición vino volando desde el cielo y lanzó un gran ataque hacia las manos del séquito, haciendo que este soltara el casco y yo pudiera recogerlo. Acto seguido, esa aparición cogió a Shun y avanzó decididamente mientras decía:
-Hasta aquí llegaste maldito caballero, yo te derrotaré y vengaré lo que has hecho.
Al oír su voz, creí estar en un sueño. No podía ser, creí haber oído mal. Esa voz era particularmente arrogante, demostraba seguridad y a la vez rabia. Y esas características solo podían pertenecer a una voz que yo bien conocía... la voz de Ikki.
-No puede ser... ¡Eres tú Ikki!
-[Con voz débil] ¿Qué?, ¿mi hermano está aquí?
-Saori, protege al casco, que yo derrotaré a este insecto. Shun, ¿puedes oírme?
-...
-Quédate aquí, que yo me encargaré del resto.
Y después de decir eso se enfrentó al extraño caballero que había dejado malherido a Shun, matándolo en cuestión de segundos. Después de haberlo matado, se dirigió a Shun y le dijo:
-Shun, ¿Te encuentras bien?
-No puedo creerlo, eres tú hermano, estás vivo. Dios mío qué alegría [Empieza a llorar].
-No llores Shun, lo importante es que estás bien y que nada malo te pasó. Recuerda que yo siempre te protegeré, donde quiera que estés, yo siempre te voy a proteger.
-Hermano... [Lo abraza]
-[Abrazándolo también] Perdóname si te preocupé hermano, no fue mi intención, no volverá a pasar.
-No te preocupes Ikki. Lo que importa es que estás aquí y nunca más te vas a ir.
Mientras hablaban, no pude evitar el conmoverme. Shun lucía tan feliz... y si él lo estaba, yo lo estaba también. Sentí cómo las lágrimas inundaban mis ojos y lentamente me acerqué a Ikki y le dije:
-Ikki, yo también estoy feliz de que estés con vida.
-Señorita Saori...
-Tú también eres uno de mis caballeros y también me preocupo por ti. Me alegro de que estés bien.
-Gracias, muchas gracias Señorita Saori, discúlpeme por haberla preocupado.
De repente me sorprendí al ver en los ojos de Ikki pequeñas lágrimas, producto de la emoción del momento. Pero lo que de verdad me sorprendió fue cuando escuche una muy familiar voz...
-¡SAORI!
Me di la vuelta para ver quien era, pues no quería que fuera quien yo estaba pensando. Pero lo fue. Era Seiya, quien venía corriendo seguido por Hyoga.
-Saori, ¿Estás bien? ¿No te pasó nada?
-Sí Seiya, no te preocupes.
-Pero si es... ¡Mira Seiya es Ikki!
-¡Qué!
-No te sorprendas Seiya, soy yo, Ikki el ave fénix.
-No creí que estuvieras con vida Ikki, pero me alegra mucho verte.
-Te lo agradezco Hyoga.
-Al fin estamos todos reunidos, como debe ser, como un equipo, ¿Verdad Saori?
-Tienes razón Seiya, al fin juntos...
Y una vez reunidos y llenos de emoción, iniciamos el viaje de regreso a la mansión. Me sentía feliz, pues habíamos logrado derrotar una vez más las malas intenciones del maestro Arles, habíamos logrado proteger el casco de oro y, lo que me daba más alegría, que Shun estaba bien, no le pasó nada y eso me alegraba mucho. Apenas podía contener mi felicidad, pues me vi obligada a contenerla, por las extrañas miradas que Ikki me dirigía. ¿Será que sospechaba algo? No lo creía, ni lo quería creer. Mejor era dejar las cosas así con él. Pues no iba a permitir que él estropeara mi felicidad, la felicidad que Shun y yo habíamos logrado construir, el nacimiento de este tierno y dulce amor.
