Disclaimer: Todo le pertenece a J.K. Rowling, excepto mis palabras para describir una historia inventada e imaginada por mi mente como es "Mr. and Mrs. Malfoy". Yo solo pido prestada su creatividad para divertirnos un rato.
N/A
¡HOLA!
Bueno, este es un proyecto que se me ocurrió una noche muy aburrida, en la que pasaban "Mr. And Mrs. Smith" y apareció para recordarme que una película mala puede inspirarte para hacer una copia mucho más divertida :) Así fue, como decidí darle una oportunidad y usarla para divertirnos un poco con nuestra pareja preferida. Esto probablemente sea, lo más comercial que haga en mi vida, y quizás ya han hecho remakes de esta esta película en FF porque es muy simplona, la verdad es que no la he encontrado aún, por eso la hago y porque tengo ganas de reírme un poco, dejar de hacer cosas con contenido profundo (No voy a mentirles, también me gustó la idea de relatar un matrimonio fallido desde el principio de la historia).
Este será un short fic, con el único propósito de que se despejen un poco la cabeza con esto; que es lo que hizo, en definitiva, esta película conmigo esa noche.
ACLARACIÓN: NO SERÁ IGUAL QUE LA PELÍCULA. Por supuesto nuestros protagonistas siguen siendo magos, solo que asisten a terapia muggle. Los que la hayan visto sabrán de la trama un poco, pero es una adaptación mediada por mi imaginación, por lo que no esperen lo mismo. ¡Ya están advertidos!
Datos de importancia: La historia se sitúa en el año 2008 y Hermione y Draco llevan cuatro años de casados, por lo tanto, ambos tienen veintisiete años. – soy muy mala con los números. Sepan perdonarme si en la historia se me confunden, creo que tengo dislexia *sufre*. Ah, y en cada relato del pasado, donde haya datos del mundo mágico, serán omitidos para el terapeuta, yo contaré la historia como realmente pasó. Hagan de cuenta de que está construida de otra manera por los personajes para el señor psicólogo :D.
Fin N/A
CAPÍTULO 1: De cómo se conocieron.
(y de lo infantiles que pueden ser cuando discuten)
—Bueno, esto es como hablar con un amigo. Algo normal ¿Cierto? —¿Cuándo caíste tan bajo? ¡Por el amor de Morgana, eres un Malfoy! Sí, aún escuchaba la voz de su padre, la voz de su traumada conciencia.
—¿Podrían empezar diciéndome cómo llegaron aquí? —dijo el Psicólogo muggle Paul Josman "especialista en matrimonios" o en "hacer preguntas estúpidas", pensó Draco.
—Créame que aún me lo estoy preguntando —dijo rodando los ojos.
—¿Podríamos empezar con otra pregunta? No me siento muy cómoda con esa. —dijo Hermione tratando de arreglar la negativa de Draco. ¿A caso siempre tenía que ser tan cínico?
—Está bien, veamos… Si tuvieran que puntuar cuán a gusto están con su relación, del uno al diez ¿Qué dirían?
—Promedio —respondió Draco— es decir ¿siete?
—Seis —respondió Hermione cortante. Ouch.
—¿Y con respecto al sexo? —¡BINGO! justo en el blanco amigo, lo alentó mentalmente Draco.
—No entiendo, si nos referimos estrictamente a los números… Uno ¿Sería nada? Porque, ya sabe, técnicamente hablando, el cero es nada. —Sí, sin anestesia, así era Hermione.
—Esta semana, por ejemplo. —dijo Josman.
El Sr. y la Sra Malfoy se miraron de reojo y no contestaron. Ambos sabían la respuesta. Estaban sentados cada uno en un sillón gris en frente del escritorio de roble del señor Josman, pero parecía en realidad, que una pared de roble grueso y macizo se hubiera instalado entre ellos dos. Hermione tenía las piernas cruzadas y las manos también sobre su regazo, estaba muy derecha y tensa. Draco posaba el tobillo izquierdo sobre la rodilla derecha y movía nerviosamente el pie de arriba hacia abajo, como contando los minutos con ansiedad, además jugaba con el anillo de oro que abrazaba su dedo anular, como dudando entre lanzárselo al psicólogo o a sus amigos por convencerlo de estar allí.
Josman era un señor bajito y regordete, que llevaba un traje color mostaza y anteojos rectangulares, tenía un bigote muy parecido al del profesor Flitwick, un bolígrafo en la mano derecha y su anotador en la izquierda, se balanceaba en su silla giratoria, pensando su próxima pregunta. Suspiró mentalmente y decidió acudir a la primera que, sabía se verían obligados a responder sin rodeos.
—Cuéntenme ¿Cómo se conocieron? —Draco paralizó todos sus tics nerviosos y parpadeó. Hermione respiró profundamente y dejó que sus recuerdos se ordenaran.
—Fue hace dieciséis años…
—Diecisiete —corrigió Hermione con su tono de sabelotodo. Draco la miró ceñudo.
—Correcto, pensé que después de diecisiete años habrías dejado ese afán por ser perfecta. —dijo Malfoy irritado.
—Bueno… quizás si hubiera tenido una pareja que no me exigiera tanto…
—¿Cuándo te he exigido algo?
—Déjame ver... —ironizó— ¡Ah sí! ¿Desde que tengo memoria? ¿Durante toda nuestra relación? Siempre quisiste que fuera alguien que no iba a ser Draco y lo sabes. Siempre tuve el cartel de sangre sucia en la frente para tu familia —dijo esas asquerosas palabras con resentimiento y dolor, casi se le quiebra la voz. Cerró las manos en puños para contenerse y agregó— Astoria hubiera sido mejor ¿Cierto? Alguien que cumpliera con todos tus caprichos y que se quedara esperando en casa tu llegada, con los niños, el delantal y todo eso ¿No es así? —Hermione se había levantado conforme iba construyendo su discurso, mientras dejaba entrar y salir bruscamente por sus fosas nasales todo el aire que podía. Lo había escupido de una sola vez. Draco la miraba a los ojos, estaba rojo de la furia y perplejo, ella nunca había dicho nada parecido de él o su familia ¿Realmente pensaba eso, que él quería eso de ella? No iba a negar que en algún momento así lo pensó, pero era un joven sin perspectivas ni aspiraciones en el mundo, no sabía que era la realidad, nunca le habían enseñado a comprender las situaciones y a las personas que no fueran el mismo y los Malfoy. Su primera relación, como pareja, la tuvo con ella. Su primer amor había sido ella. Y había cambiado mucho para verla feliz, creía merecerla. Ahora se daba cuenta que no, muchos años después, en un consultorio muggle, con un hombre perplejo mirándolos. Ella seguía viendo en él al Malfoy de hace diecinueve años.
—¿Sra. Malfoy a qué se refiere con la expresión: "Sangre sucia"? —Mierda, se recriminó mentalmente Hermione, por su enorme descuido con el muggle. Draco cruzó los brazos y la miró levantando una ceja y sonriendo de medio lado, como niño que desvía la atención de sus padres y se sale con la suya.
—Sí ¿A qué te refieres cariño? —Exasperante, pensó ella. ¡Arrogante, malcriado, despreciable! ¿Por qué sacaba su lado más infantil siempre? es que él era un niño. Sí eso es. Un niño que no deja de hacer rabietas. Se convenció a sí misma.
—Me refiero a… ya sabe, mmm —rebuscó en su mente— es una expresión muy antigua, que usaban los… —trató de corregirse, antes de decir "magos"— que usaban en el medioevo, para decir "Persona de bajos recursos, vulgar", en contra posición con la nobleza. Su familia y él la usaron contra mí, durante muchos años —¡Ja!— Es de retrógrados, lo sé, pero aun así era muy discriminatoria su manera de referirse a mi persona. —Draco había cambiado su expresión delirante por un ceño fruncido y una mueca de desagrado. Esto es guerra, pensó él, y ya usaré yo también esa palabra, no te creas que no sé qué es "retrogato", voy a buscarlo en el "viccionario" (al menos eso sí sabía que era) y lo usaré en tu contra. Ambos sabían que habían retrocedido ahora a primer año con tanta estupidez, pero no les importaba, ya estaban ahí y no se callarían nada. Por lo menos, estaban "hablando", no como se esperaba de un adulto, pero era algo. Hacía dos años que eran indiferentes el uno con el otro, parecían muñecos sin vida, solo existiendo para seguir una rutina.
—Eso debe haberle dolido mucho ¿Cómo hizo para sobrellevarlo todos estos años?
—Poniéndome a prueba desde que empezamos a salir —interrumpió el rubio, lo que sea que Hermione estuviera por decir.— con sus amigos, familiares y cada persona nueva que conocemos. Además de darme cuenta, recién el día de hoy, de qué ella misma me sigue poniendo a prueba, porque aún cree que no he cambiado. —terminó Draco con su mirada de acero clavada en ella. Por supuesto, con su impecable mascara de "todo va bien por aquí", cuando en realidad le había dolido mucho decir eso y delante de alguien que ni siquiera llegaba a entender la magnitud de sus palabras. Nadie dijo nada por unos segundos, hasta que Josman carraspeó reincorporándose en la silla, para revisar todo lo llevaba escrito en su cuaderno hasta el momento.
—Todavía no han contestado a mi pregunta inicial… —dijo el muggle, tratando de retomar la sesión, evitando el silencio incómodo. Suponiendo que ya todo se había asentado en sus mentes. El Sr. y la Sra. Malfoy lo fulminaron con la mirada. El pobre casi se cae de la silla, había sentido como si con sus ojos la hubieran movido, como por arte de magia. Tragó en seco, debía estar volviéndose loco por el cansancio. Era lógico después de tantas sesiones diarias, en las que siempre pasaba lo mismo. Pero por la forma en que lo veían no parecían estar dispuestos a hablar otra vez. Y volvemos a las capas de indiferencia. Los miró serio ahora— No quiero incomodarlos, pero no avanzaremos sino hablan. Los estaría estafando si les digo que está todo bien y que pueden irse a casa. Seguirían sin hablar, ni expresar lo que sienten. Este es un espacio para ustedes, no tienen que sentirse obligados. Pero pregúntense para qué están aquí, si no es para resolver sus problemas. La terapia no es para tomar un par de sesiones y luego sentirse "curado". Yo me encargo de trabajar con las parejas, la comunicación entre ellas. Si ustedes no quieren volver a estar juntos después del tratamiento, no es necesario que se angustien, lo que importa es que saldrán de aquí sabiendo lo que sienten y lo que quieren para sus vidas, sea cual sea la decisión que tomen finalmente. —Ambos asintieron mecánicamente. Falta mucho por hacer aún Paul, se dijo así mismo.
Hermione retomó su postura y reanudo su máscara de perfección. Draco simplemente se quedó como estaba, serio y con la mirada perdida en las figuras de los autos que pasaban por la calle de afuera.
—Nos conocimos en la escuela —reanudó la castaña. Recordó sus conocimientos muggles y aclaró— en la primaria. Estudiábamos en un colegio muy alejado de la ciudad de Londres. —el psicólogo, quiso preguntar el nombre, pero algo le sugirió que no lo hiciera, una intuición— Terminamos la secundaria allí también. Por eso nos conocemos hace tanto. —Hermione se felicitó mentalmente por cómo estaba llevando esa situación. Casi era creíble. Le costaba mucho mentir. Pero parece que le había sacado provecho a su matrimonio con Malfoy, porque el Sr. Josman asintió animándola a que continuara— No teníamos muy buena relación. Nos…
—Odiábamos —completó Draco, que al parecer la había estado escuchando. Eso la exasperaba de sobremanera. El hecho de no saber cuándo le estaba prestando atención y cuándo parecía hablarle a una pared.
Recordaba muy bien aquellas otras veces en las que había tenido que preguntarle si realmente le estaba prestando atención o si se encontraba en otro planeta.
—Draco ¿Me estas escuchando? —le había preguntado Hermione por tercera vez hacía unos años atrás.
—No puedo a esa hora —Hermione había rodado los ojos.
—Nunca vamos Draco, no podemos rechazarlos eternamente —Malfoy iba manejando con la mirada perdida en la ruta. —Además serán solo un par de horas, nada más. Te lo prometo. —Ante el silencio del rubio había añadido— Sé que puedes cambiar lo que sea que tengas a esa hora, vamos. —había agregado tratando de animarlo. Draco apagó el motor y ambos se bajaron del auto. Uno que le había regalado Blaise a él para su cumpleaños, ya que los slytherins se habían fascinado con el artefacto muggle— Llegamos, nos sentamos, preguntamos algunas cosas, banalidades, formalismos. Lo que todo el mundo hace. Y luego nos vamos. Prometo que solo será eso. —Hermione había comenzado a irritarse, ya casi habían llegado a la puerta de la casa de sus padres, una de las únicas veces que usaban el auto era cuando iban a visitarlos, ya que en el mundo mágico era obsoleto— ¿Podrías por lo menos mirarme cuando te hablo? —se había parado en seco y lo había retenido a él— ¿Y si no es mucho pedir, darme alguna señal de vida? —Draco la había mirado a los ojos confundido— No te das cuenta ¿Verdad? —desde que le habían diagnosticado depresión a su madre, él se volvía un zombie cuando tenían que hablar de algún tema serio, estuviera vinculado con eso o no. Hermione había suspirado y tocado el timbre de su casa.
Desde ese día, ella no se preocupó más por insistirle. Omitían cualquier conversación seria o triste, que implicara emociones fuertes y poco a poco dejaron de hablar de prácticamente todo. No podían evitar la tristeza en el mundo, era necesaria y lo mejor que podían hacer era compartir esos momentos juntos y apoyarse. De eso se trataba una pareja, de acompañarse. En las buenas y en las malas. Lástima que estuvieran muy lejos de hacerlo consciente, y ya hubieran arruinado hasta el fondo ese aspecto de su relación.
—Sí —Confirmó ella despertando de su ensoñación y reanudando su relato— Pero, si enfocamos la pregunta a cuándo nos conocimos realmente, tendría que saber que fue en nuestro último año, antes de graduarnos de la secundaria —la castaña tomó aire y se dispuso a relatar la historia.
Diez años antes (según Draco) – Nueve años antes (según Hermione) …
Hermione llevaba medio año en el programa de Re-inserción de Magos Jóvenes (R.M.J) que no habían podido terminar sus estudios después de la guerra. Y había sido recibida por el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, con honores y felicitaciones. Por supuesto, detestaba tanta atención sobre sus hombros, así que se apartaba un poco de la sociedad, durante esos días. Paralelamente, Malfoy extrañaba la atención de sus seguidores, alrededor de su inmaculada figura de príncipe. Pero a estas alturas, era repudiado por medio mundo mágico y marginado con miradas de rechazo e indiferencia. Se había acostumbrado a la soledad y, tenía que admitir, que le gustaba.
Pocos se habían sentido con el derecho o con la valentía de volver a reanudar sus estudios, por lo que eran pocos los que conformaban ese año. Harry y Ron ya no acompañaban a su amiga de oro, porque ambos habían comenzado su formación como aurors tempranamente, ya que era una larga carrera, que implicaba desafíos y cargaba con exigencias, que con una vida de alumnos no iban a poder retribuir, además de ya tener los requisitos básicos para entrar al curso; por ejemplo su cartel de "Héroes de guerra", el cual Hermione odiaba, por supuesto, su necesidad de ser justa y responsable la habían llevado a donde estaba, no iba a olvidar sus principios y sus ideales por nada, aunque no juzgaba a sus amigos.
Entre los que habían vuelto estaban: Ginny, Neville, Luna y Hermione; quienes conformaban el "escuadrón de héroes" según las serpientes, y hablando de Roma… entre el "Grupo de perdedores aristócratas" (según Ginny) estaban: Theo, Blaise, Pansy y Draco. Estos eran todos los jóvenes que habían decidido, por obligación o no a unirse a este cursado. Les daban las clases a todos juntos e independientemente de la diversidad de las casas, todos dormían en una misma torre, que se dividía entre hombres y mujeres. Ésta se había habilitado exclusivamente para ellos, con la intención de dejar la diferencia entre casas de lado, era un nuevo proyecto independiente del que formaban parte, que se pensaba, podría ser implementado en todo el colegio en general, dependiendo de los resultados que éste tuviera con ellos primero ("Seremos conejillos de indias" había dicho Ginny apenas les habían comunicado lo de la torre, a lo que cierto moreno había respondido "Estaría orgulloso de practicar las actividades de los conejillos contigo pelirroja... ya sabes, para sustentar mejor el experimento", por supuesto ella se había puesto roja y había dado media vuelta para irse, pero sin resistirse a contestarle "Antes me trago una Blugger"). Podía parecer una locura, pero el Magisterio y la Directora de Hogwarts, habían aprendido que, con tantas diferencias y prejuicios en el mundo era que se había llevado a cabo la última guerra. Por lo que, con la conciencia maltrecha y la necesidad de unificar, la sociedad y las instituciones habían estado de acuerdo con este "experimento". Por supuesto, los alumnos habían tenido que firmar, para aceptar estas condiciones. Aun así, no todos habían tenido la posibilidad de decidir. Los jóvenes involucrados en la guerra, del bando contrario, que habían participado de alguna forma u otra, con un mayor o menor nivel de cercanía a Voldemort, estaban obligados a seguir sus estudios y a aceptar esas condiciones sino querían ser encerrados en Askaban.
Ese viernes, Hermione volvía de su lugar especial (un claro que había en el bosque prohibido, que había descubierto a principio de ese año después de correr hasta perderse. Se había peleado con Ron en una carta y sin saber qué hacer, sin entender sus emociones, dejó a sus piernas avanzar por inercia, huyendo de todos sus fantasmas) a su nueva sala común, se había pasado la tarde entera allí, donde podía olvidarse un poco de su realidad y concentrarse en escribir. Esa era su nueva pasión, la dejaba volcar sus emociones y expresar todo lo que sentía en cada momento, era su catalizador. Se refugiaba en las palabras y dejaba que la cadencia de sus significados inundara las hojas de un viejo cuaderno muggle con tapa dura y de color borravino. Tenía una frase al reverso, en cursiva y de color dorado, que rezaba: "Quería escribir, sobre todo, sobre la vida que tenemos y las vidas que hubiéramos podido tener. Quería escribir sobre todas las formas posibles de morir. – V. Woolf". Hermione deslizó su dedo índice sobre cada palabra, como queriendo memorizarlas hasta grabárselas en su fatigada mente. Suspiró y entró en la sala después de que se abriera la puerta en respuesta a la contraseña que ella dijo sin ánimos.
Frente a todo pronóstico, lo que vio la Gryffindor a continuación la dejo con la boca abierta y los ojos en blanco. La situación era la siguiente: en el salón principal, que tenía una alfombra rectangular con uno patrones hindúes de colores dorados y plateados, contrastados con un fondo oscuro con tonos violáceos, en la cual reposaba una mesa ratona cuadrada de madera oscura, rodeada de un juego de sillones tapizados del mismo color que la alfombra, pero lizos; se encontraban Blaise, Ginny, Theo, Pansy y Luna sentados, comiendo golosinas y jugando con un mazo de cartas, supuso Hermione, mágico. Si cualquiera los hubiera visto en ese momento, hubiera apostado que eran amigos de toda la vida. Estaban riéndose de un Neville muy rojo, que ahora dejaba escapar una leve sonrisa, seguida de una carcajada. La castaña parpadeo un par de veces y antes de salir de su asombro y reaccionar, escuchó alguien pasando por su lado adelantándosele.
—¿Díganme que no me lo he perdido? —dijo un Draco que parecía embriagado de felicidad, no podía abrir los ojos totalmente y un color sonrosado asomaba sus mejillas.
—¡No sé cómo lo ha hecho! —decía, más fuerte de lo normal, un muy divertido Blaise, mirando ahora en su dirección.
—¡Mierda! —dijo Ginny mirando a su amiga y señalándola con el dedo para que los otros miraran hacía allí— ¡Parece que hubieras visto al Barón Sanguinario amiga!— agregó mientras todos reían exageradamente.
—HOLA GRAN…GRANGER —dijo esta vez Theo con entusiasmo, quién siempre había parecido muy reservado y distante, ahora la miraba divertido y con un deje inocente en los ojos.
—¿Hola? —dijo cautelosamente. Todos soltaron una risotada, hasta Malfoy. Hermione se acercó con miedo hasta donde estaban y recorrió con la mirada la mesa, encontrándose con una botellita pequeña de color negro brillante. La tomó con su mano derecha y lo acercó hacia su nariz. Antes si quiera de relacionar el nombre de la poción con sus efectos en los presentes, un olor lacerante quemó sus fosas nasales y un gusto amargo llegó hasta sus pulmones produciéndole un extraño picor en las entrañas. Blaise en un rápido movimiento le había golpeado la boca contra el recipiente, forzándola a que bebiera, y la sorpresa que le había producido el acercamiento del moreno, no la había dejado defenderse. Por supuesto más de una gota cayó por una de sus comisuras. Casi escupe todo, pero por alguna extraña razón cualquier malestar había pasado y se llevaba una mano sorprendida a la boca, porque unas cosquillas en la panza y una necesidad irrefrenable de ser feliz se lo habían provocado. Se había olvidado de lo que era la risa, ya casi no se permitía esa emoción, pero ahora el nudo que irritaba su estómago no podía sentirse más endemoniadamente bien y era tan inevitable como la tos cuando amenaza con salir en el peor momento. Sí, lo único que esos jóvenes necesitaban en ese momento era— ¡Beatitudinem! —exclamó sorprendida y rápidamente los miró seria, pero con cierta reticencia a enojarse —¿De dónde la sacaron?— dijo como cuchichiando y perdiendo toda la autoridad que había intentado infundirse, mientras se agachaba y se sentaba sobre la alfombra al lado de Neville. El Beatitudinem o Pócima de la Felicidad era una poción que antiguamente se les daba a los pacientes que sufrían de algún trastorno depresivo después de las torturas que habían padecido algunos magos y brujas por parte de los muggles en el medioevo. Luego de que el mundo mágico se apartara de ellos y construyeran una sociedad alejada, se dejó de utilizar, volviéndose un remedio inaccesible porque los elementos que lo componían eran muy exóticos y pocos sabían preparar la pócima correctamente sin matar a nadie en el proceso, por lo que casi dejó de existir.
—Le robamos un poco a Slughorn el año pasado —dijo Pansy encogiéndose de hombros— y con todo lo que pasamos, nos olvidamos de que la teníamos.
—Vaya… estoy sorprendida, he subestimado al viejo —dijo Hermione soltando una risita.
—No puedo creer que Hermione Granger se haya referido a una autoridad de ese modo —dijo Pansy mientras reía.
—Y que acepte que hemos robado una pócima de uso ilegal, sin reprocharnos nada —coincidió Blaise. La ojimiel entrecerró los ojos y levantó una ceja divertida.
—¿Quién crees que era la mente maestra del "Trío Dorado" y elaboraba cada plan para romper las reglas? —dijo Ginny señalando a su amiga.
—Perdón, pero es que… ¿soy el único que sigue sin visualizar a Granger rompiendo las reglas? —soltó de pronto Draco con una sonrisa pícara en sus labios.
—¿Qué estás tramando Draco Lucius Malfoy? —preguntó la slytherin entrecerrando los ojos.
—Espera ¿tu segundo nombre es Lucius? —interrumpió Ginny mientras contenía la risa. Blaise la miró y le hizo un gesto de asco. Hermione también lo vio y no pudo contener una risotada. Acto seguido todos se contagiaron de la felicidad que los embargaba.
—Basta, es el nombre de mi padre. —dijo tratando de ponerse serio Malfoy, sin lograrlo.
—Tienes que admitir que es horrible que te pusieran el nombre de tu padre además del desagradable que llevas primero. —dijo Blaise tentado. Draco se le abalanzó para golpearlo, pero Luna lo detuvo.
—¡Eh! ¡Que quiero escuchar lo que Lucius tiene para decirnos! – dijo una muy divertida Pansy. Después de separarlos, Draco se acomodó su camisa y sonrió de medio lado, ignorando por completo al moreno que le sacaba la lengua.
—Creo que todos conocemos a la sabelotodo Granger pero no muchos conocemos a la que rompe las reglas…
—¡Ni lo sueñes hurón! – dijo Hermione que ya entendía hacia donde iba con ese pensamiento.
—¡Es cierto! —dijo Theo que hasta el momento se reía de toda la situación— Y como acaba de descubrirnos —razonó— le corresponde una prenda.
—¿Qué? ¿Qué culpa tengo yo de llegar a mi sala común y encontrarme con ustedes drogados? ¡Son ustedes los que se estaban llevando toda la diversión sin avisarme! —Los acusaba Hermione haciendo, adorables pucheros.
—Clásico. Tratando de desviar el objetivo. —decía el platino.
—Creo que no es tan gryffindor después de todo… —agregó Blaise encogiéndose de hombros divertido.
—¡Qué desilusión, yo que quería su autógrafo! —dijo Pansy chillando como adolescente. Por más de que pudiera parecer una atmósfera tensa para todos, los efectos del Beatitudinem los tenían contentos y risueños. Era absurdo que todo fuera una excusa para reírse. No sentían dolor, ni vergüenza. Era como estar entre amigos.
—Chicos, no insistan… Hermione está centrada en sus estudios ahora y no quiere perder el tiempo —dijo Ginny rodando los ojos y riéndose por lo bajo.
—¡Gin! ¡Se supone que estés de mi lado en esto!
—Lo siento Hermione, pero soy presa de las serpientes en este momento. No sé cómo, pero han puesto un imperio sobre mí. —ironizó. Blaise se carcajeo. La castaña rodó los ojos y suspiró.
—Bien, bien —se dejó vencer— ¿Qué tengo que hacer?
—Hermione si no quie… —había empezado Luna con voz cálida y empática, pero la había cortado Neville tapándole la boca.
—Parece que Longbotton se muere de ganas por comprobar tu valentía Granger… —dijo Draco sorprendido y casi atragantándose con una grajea para poder reír.
—Ya suéltalo Malfoy antes de que me arrepienta. —el ojigris levantó una ceja y una de sus comisuras se torció en una especie de sonrisa.
—Vaya Granger, nunca te había imaginado rogándome, claro que es fácil pensar que… —Hermione le dio varios golpes en el hombro— está bien, está bien, ya entendí. —rodó los ojos —Este es el plan…
Una hora más tarde corrían hacia los campos de Hogwarts riendo por la travesura de pre-escolar que habían hecho. Al llegar al claro donde se encontraba el lago, Luna y Theo se habían quedado parados justo frente a él y lo miraban con adoración, Neville se desternillaba de risa de Blaise tratando de impresionar a la pelirroja y Pansy se le unía, Draco y Hermione caminaban lentamente hasta sentarse bajo el árbol a dos metros del lago.
—No sabía que pudieras divertirte así – soltó Draco aún bajo los efectos de la poción. Hermione, que hasta el momento miraba al resto y sonreía todavía agitada por la adrenalina, se dio cuenta de que el slytherin la estaba mirando.
—Bueno —le devolvió la mirada y sin darse cuenta de que, mientras sus pulmones le pedían cada vez más aire y que su corazón parecía prisionero de una caja muy pequeña, que lo asfixiaba y por eso golpeaba adentro para pedir desesperadamente auxilio; había llegado color rojo a sus mejillas— yo no sabía que pudiera divertirme con un Malfoy —agregó casi sin aliento
El platino sonrió de medio lado y le sostuvo la mirada, por un segundo parecía no avanzar el mundo. Era un momento prolongado en el limbo, estático y podrían asegurar, casi con demencia que no existía la gravedad.
—¡Guau Granger! ¡Eres genial! —dijo Blaise acercándoseles con los demás. El momento entre ellos pasó y todos se colocaron guiando su visión al lago y apreciando como la yema de un huevo gigante se asomaba detrás de las montañas.
Sabiendo que el amanecer había llegado tan pronto como el efecto del Beatitudinem se les había pasado, todos de repente se miraron, reflejando implícitamente un pedido o más bien una súplica, de que eso que habían pasado juntos, eso que los había devuelto a la vida, lo mantendrían en secreto. Que solo cuando pasadas las horas de estudios, entrada la noche, antes de irse a dormir, se dirigirían al otro como igual y olvidarían usar la máscara del color de sus casas para ponerse su verdadero rostro, ese que los hacía más humanos.
N/A
¡Espero que les haya gustado y que me hagan saber su opinión en un review!
Gracias por leerme.
PD: Para quienes no lo sepan "Beatitudinem" es "Felicidad" en latín.
Hasta la próxima!
Cygnus.
Fin N/A
