Este fic esta inspirado en el fic Luna azul. También participa en el reto 7 del grupo de facebook Caldo de Toothcup para el alma
Al final, hacemos lo que nuestro corazón dicta mi amor, nuestro fiero y frágil corazón.
Todos los personajes son de Cressidia Crowel y la pelicula de DreamWorks.
Y al final, hacemos lo que queremos.
Esto es Berk, nieva nueve meses al año y graniza los otros tres, la comida que crece aquí es dura e insípida, las personas que crecen aquí son todavía peor. La única ventaja son las mascotas. Verán, mientras en algunos lugares la gente tiene loros o ponis, nosotros tenemos: Dragones.
Mi nombre es Hicca, lindo nombre lo sé, pero no es el peor, los padres creen que los nombres feos alejaran a los gnomos y trols, como si la refinada conducta vikinga no lo hiciera.
En fin, hoy era una mañana como cualquier otra, el sol estaba oculto por nubes grises, ya que vivimos casi todo el año en invierno. Terribles terror cantando en el techo de mi casa, era algo bonito despertar de esa forma. Sin duda alguna el lugar más cómodo para dormir, era entre las alas de un dragón. Más concretamente, de las alas de MI dragón, Toothless, o Chimuelo, aunque a veces solo le digo Tooth, para abreviar. En fin, estaba cómodamente acurrucada entre sus negras alas, las cuales me servían de manta térmica, sumando los ronroneos, su respirar acompasado, daba como resultado noches sin pesadillas ni frío a pesar de ser la fría noche.
Salí de mi habitación a darle de comer a mi amigo. Le di sus pescados favoritos, preparé el desayuno de mi padre y de Bocón, yo por mi parte desayune leche de yak con miel y pan con queso, tome algunos frutos, una manzana y me la termine rápido.
Salí de mi casa y me encontré con Patapez, el único de mi generación con el que me llevo bien, porque vamos, unos gemelos descerebrados, un primo insufrible con exceso de ego, cero en inteligencia y nueve en fuerza, sumándole el incansable intento de conquistar a Astrid, que es igual de egocéntrica, orgullosa, cerrada creída, fuerte, más que un varón, junto a su hermano Aster, el cual intento cortejarme después que con Chimuelo acabamos con muerte roja.
El muy imbécil infeliz hijo de trol, (y que los trol me perdonen) si logro cortejarme como por dos años, luego lo atrape cogiendo con una chica en el bosque, ella era de otra tribu. Me sentí imbécil, usada, de nuevo. Sin embargo el sentimiento de soledad no cambio mucho, pues antes de besarme él solía darme un puñetazo en el brazo. "eso por hacer algo que me molesto" decía luego del golpe. "y eso, por todo lo demás" eso era después de besarme. Que vamos el solo juntaba sus labios con los míos. Al principio dije "puedo acostumbrarme" pero conforme avanzaba el tiempo no cambiaba mucho su actitud prepotente hacía con todo. Hoy día, me alegro al saber que nunca me casare con él.
—Buenos días Patapez, ¿cómo te va?
—Oh, hola Hicca, bonita mañana ¿no? voy de camino a los establos, hoy me toca darle sus cuidados a las crías que recién llegaron este año.
—Si no me equivoco Gordontúa tuvo crías este año ¿cierto?
—Sí, las tuvo, son adorables, les he hecho unos lindos niditos con paja y lana de oveja. Son tan tiernos cuando duermen.
—Ya lo creo.
—Ah, algo más Hicca, según mis libros, dentro de una semana será la luna azul, esta fase en la luna no se repite sino cada cinco años, pero la de este año según predicciones de Gothi, será aún más especial.
—¿Y eso por qué? ¿Qué ocurre durante la luna azul?
—Aun no lo sé, todavía lo estoy descifrando, está escrito en una lengua antigua, pero casi termino. Cuando termine de traducirlo serás la primera en saberlo.
—Gracias por el aviso Patapez, estaré al pendiente de la luna.
—Sí, bueno, durante esta semana ira tomando algunos colores y aparecerá la aurora boreal en lo alto del cielo, claro que el color azul será el más fácil de ver ya que apenas se notaran para los ojos humanos los demás colores.
—Genial, quiero ver eso, ¿hay algún punto en específico para apreciar mejor ese fenómeno natural? ¿O tan solo un punto alto y ya?
—Como ya dije todavía no término de traducirlo, pero te mantendré al corriente.
—De acuerdo. Gracias.
Así me despedí de mi amigo. Cualquiera que no conociera a ninguno de los dos y nos viera comportándonos tan condescendientemente entre nosotros y con tantas confianzas, diría que él gusta de mí y al revés. Pero él me ha contado que siente algo por una tal Heather, y se le nota cuando la ve, poniendo ojitos de cordero, asegurándose siempre de su comodidad y demás. Bien por él, que encuentre el amor.
El día paso normal para la chica y dragón. Algunos pendientes en la fragua, unas pocas lecciones en la academia de dragones, comió en el gran comedor, todo lo vikingamente normal en un día cualquiera. Salvo, para cierto dragón negro, que escucho lo de la luna azul, él si sabía un poco acerca de este mágico fenómeno, así que mientras que ella hacia sus deberes en la fragua le encargo a dos pesadillas monstruosas hembras que vigilaran a su niña, ya que él debía hacer los preparativos para la hora en que apareciera la luna, lo cual sería como treinta minutos luego del ocaso. Se dirigió a la cala donde se conocieron llevando consigo algunas bolsas de comida que recogió de la cocina de su casa, también agua, preparo algunas pieles de animal, paja, y la almohada de Hicca en ese lugar, incluso llevo leños para quemar, en caso de que hiciera demasiado frío para su niña.
En una de las paredes de la cala cavó con sus garras hasta hacerla una cueva, metió las cosas adentro y las acomodó lo mejor que pudo. Cualquiera que lo viera diría que era una muy acogedora cueva.
Además que él conocía los gustos de la chica, por lo que agrego unos cuantos detalles más.
Cuando Hicca se dirigía de nuevo a su casa, ya había terminado con todos sus deberes, ahora debía de cenar y acostarse para volver a hacer su rutina mañana. Al llegar se encontró con la chimenea encendida, y a su padre empacando cosas en una cesta, junto con su martillo y hacha de batalla, al parecer saldría de viaje.
—¿A dónde iras?
Le dijo Hicca a su padre, este al no haber sentido la presencia de su hija sino hasta que ella le habló causo que diera un respingo de sorpresa. Al parecer, cada día adquiría más y más sigilo, las cosas se parecen a su dueño y viceversa, porque lo mismo le pasaba con Tooth.
—Bueno hija, saldré de viaje a las islas del sur, tengo que ir por asuntos de una alianza con una tribu, Bocón y otros más irán conmigo.
—Por tanto supongo que tardaran al menos tres semanas si bien les va, irán en barco sin llevarse ni un solo dragón. ¿Me equivoco?
Dijo la chica con expresión muy seria, a veces Estoico se preguntaba que fue de la niña pequeña y débil siempre tan expresiva. Ahora parecía que hablaba con un glaciar, un frío que quema incluso con la vista.
—Es cierto, no llevaremos dragones, y creo que quizás tardemos un poco más que eso, sin tantos vikingos en la isla no tendrás tanto trabajo.
—Lo cierto es que vi preparándose al menos tres docenas de barcos. Irán muchos supongo.
—Así es, solo unos pocos se quedaran, no tendrás tanto trabajo, ya que tu quedaras a cargo.
Ella no respondió, solo se había quedado viéndolo, como esperando que dijera algo más.
—¿Algo más que quieras decirme? ¿algún encargo o algo por el estilo?
Sí, definitivamente se había ido la dulce niña cálida y temerosa, ahora solo había hielo, en especial hacia él, Estoico se arrepentía amargamente de en algún momento desear que Hicca dejara de ser, bueno, Hicca, se arrepentía mucho, el día de hoy era tan reservada y callada, tan fría con su progenitor, y no había modo de culparla o reprocharle nada a la chica si fue él mismo quien primero la ignoro y la hizo a un lado.
—No, ninguno.
—Volverás, tal vez. Y yo estaré aquí, tal vez.— dijo ella aún en tono neutro, por lo que el hombre no supó cómo tomarse esas palabras, mismas que dijo hace años, aunque no parecían tener ningún mensaje oculto. —Buen viaje.— Ella agregó, pero aún en tono neutro.
Y así ella se retiró a su habitación mientras el hombre solo la veía subir las escaleras. Por los dioses, como se arrepentía de todo lo que el mismo la rechazo, pero como buen necio que es no decía una palabra. A veces trataba un poco de acercarse a la que llamaba hija, cuando ella sin ningún miramiento ni piedad le dejaba bien en claro que él era su jefe, más ya nunca su padre.
El bravo guerrero salió de la casa rumbo al puerto y arribó en su respectivo barco, zarparon de inmediato, ya que calculando, ese momento llegarían justo a tiempo para la reunión.
Chimuelo vio a lo lejos como Estoico se alejaba en barco, tal parece que los planetas se alinearan a su favor. Con su aguda vista, olfato y oído, notó que se fueron fácilmente tres cuartas partes de todo Berk.
Los planetas y los dioses lo favorecían esa noche.
Sin tardar más se apresuró a la casa donde ya estaba su niña, encontrando en la entrada de esta a las dos hembras pesadillas monstruosas, les dio las gracias y el permiso para retirarse lo que ellas no tardaron mucho. Se dirigió a la parte trasera de su casa y con la maestría que se caracterizaban los de su estirpe subió hasta la ventana de su nenita, la cual fue adaptada especialmente para él.
Sin perder tiempo le señaló a Hicca que quería ir a fuera con ella, Hicca por su lado no sabía porque quería salir a esas horas justamente sí estuvo fuera todo el día, y encima notó de inmediato cuando le encargo a esas dos hembras pesadillas que la cuidaran en lugar de él mismo. Pero sabiendo que Tooth, siempre hacia las cosas por una razón, aunque la mayoría de ellas no pudiera entenderlas en su momento, pero siempre resultaban ser para su alegría, protección, y bienestar por lo que cedió en las peticiones de su amigo y camarada.
Hicca siempre pensó, que desde que conoció al Furia Nocturna su vida se llenó de luz y esperanza. desde hace muchos años antes de conocer a Chimuelo, se había resignado a que su primo la retara y perder, o a que la terminaran casando con dioses sabrán quien si es que quería tener un puesto en el liderazgo de la tribu, que en esa última opción sería su marido quien tomara el mando quisiera ella o no.
Pero con la llegada del escamoso ser, su vida dio un giro totalmente diferente, dándole perspectiva y libertad. De alguna manera pensaba que Tooth sería por siempre lo mejor que le pudo haber pasado en su existencia.
Había montado en su lomo, dejando la aleta de tal forma que el liderara el vuelo, sin embargo, reconocería una y mil veces fuera por donde fuera el camino a la cala donde se conocieron y formaron su lazo.
Ella se dejó hacer, no opuso resistencia alguna en el camino, confiando a ciegas en la cría maldita del relámpago y la muerte misma.
Cuando llegaron ella no desmonto inmediatamente, ya que cuando hizo el amago de bajarse él hizo notar su inconformidad, quedando ella unos momentos más en su lomo. Con toda tranquilidad, Chimuelo se dirigió caminando hacia la cueva que el mismo construyo durante todo el día, una vez estando a la entrada de esta le indico a la chica que se adentrara en ella. Sin chistar lo hizo, dándose cuenta que esta cueva fue hecha ese mismo día, y había todo lo necesario para llamarla habitación, una cama de heno, paja, pieles, lana de oveja, cobijas, su almohada (ahora sabía dónde estaba) también un hoyo en el centro de la cueva no muy profundo donde había leños y paja, la cual aún estaba apagada, también hierbas de esas que olían muy bien, un olor dulce y agradable, tan relajantes, era como canela, vainilla y naranjo, hojas de naranjo. En un rincón no muy lejos de la fogata aun apagada distinguió lo que sería comida para preparar, fruta, incluso agua, y vasijas, unas también con agua y otras vacías, suponía que las vacías serian para poder cocinar.
—Chimuelo, tu ¿preparaste todo esto solo?— El dragón asintió.
—Todo esto, ¿por qué lo hiciste?
Preguntó desconcertada, él se le acerco a su rostro y le lamió su mejilla, sin dejar apenas rastro de saliva, (siendo que le encantaba balearla para fastidiarla) también le ronroneo mientras dejaba que ambos rostros se juntaran.
En ese momento termino de caer la noche dándole paso a la oscuridad que siempre le acompañaba, Chimuelo encendió la fogata con una pequeña bola de plasma lo que causo que las hojas de esencias se quemaran e inundaran con su fragancia toda la estancia. Las llamas del fuego danzaban graciosamente dando una ambiente realmente romántico, Hicca apreciando el gesto de su amigo, de todo esto entendía que él quería que ella se relajara, que por un momento estuviera lejos de presiones y deberes. Desde el lugar en donde se encontraban, el cual por cierto tiene un gran significado sentimental para ella, porque fue allí donde dejo de estar sola al conocerle, al convivir con esa asombrosa criatura.
Finalmente decidió deshacerse de su armadura de cuero, el lugar le parecía confortable y cálido, estaba claro que pasaría la noche en esa cueva a dormir. Pero de lo que no tenía idea era de las intenciones del Furia Nocturna al llevarla a ese lugar tan apartado y escondido, siendo que ya tenían la casa del jefe para ellos solos.
—"Quizás, pueda tener una oportunidad, solo espero que la diosa luna me ayude"— pensaba para sí el Furia Nocturna.
Siendo sincero con sigo mismo, él amaba a esa cría de humano, le parecía que ella era muy bella, dulce, gentil, amable, generosa, inteligente, necia, terca, testaruda incluso más que esos jabalís, y eso le encantaba. Le fascinaba todo de ella, su expresión de concentración al dedicarse a un dibujo, a un trabajo en la fragua, esa cara que ponía cuando pensaba muy a fondo las cosas, o cuando la confusión era el retrato plasmado en su rostro de facciones que le parecían incluso adorables.
Hicca, simplemente Hicca, ella era perfecta, adorable, y cuando se enojaba o verdaderamente se enfurecía su ira era tan letal y peligrosa como la de él mismo. Si Hicca hubiera nacido dragón, sería como él una furia nocturna, o quizás algún otro dragón el cual sería magnífico, único en sí mismo y entre los suyos.
Por eso y otras más razones, que incluso ni si quiera eran razones, la amaba, y en esa noche en que la luna brindaba su magia le haría saber su sentir, buscaría la forma de convencerle de ser su compañera, ser pareja y darle todo el amor que su fiero corazón es capaz de dar.
Hicca finalmente dejo su armadura a un lado del lecho cuidadosamente fabricado respetando y apreciando el dedicado trabajo de su leal guardián quedando con sus botas, pantalón, y su camisa de mangas largas verde olivo; estiro los brazos hacia arriba y los lados deshaciendo la tensión acumulada durante el día lo cual la ayudaba a relajarse. Aprovechando los suministros que trajo Chimuelo, se puso manos a la obra y empezó a cocinar, el resultado fueron pescados asados al fuego y un rico caldo de verduras condimentadas, todo hecho asombrosa mente rápido, tanto que aún no salía la luna. Chimuelo por su parte, se limitó a comer unos cuantos pescados que llevo allí con anterioridad, para ese momento ella le había quitado la silla y la prótesis y así pudiera estar más cómodo, mientras la chica disfrutaba su creación culinaria, que a su parecer, sabia rica, eso y que tenía hambre y con hambre todo sabe delicioso.
Después de cenar, con un poco de agua se aseo las manos y la cara, recogió, o bien, ordeno las cosas que utilizo dejando todo en perfecto estado. Ese detalle conmovió al de escamas negras, pues era clara muestra que valoraba y respetaba su trabajo, sin notarlo, sonrío con ternura, pero esa sonrisa no pasó desapercibida a la chica.
—Por supuesto que respeto tú espléndido trabajo, te quedo increíble este lugar.— le dijo la chica mientras ponía una mano en la nariz negra de su amigo, este, ronroneo feliz y cerró los ojos.
Justo en ese momento, salió la luna, y tal como había dicho Patapez, esta estaba ligeramente teñida de otro color, el cual era un violeta muy claro, tanto así que casi no se notaba. Pero Chimuelo si lo notó, mas no a tiempo.
—Me alegra que te gustara.— dijo una voz masculina cerca de donde estaban los dos, por lo que Hicca se alteró, quito su mano de la nariz negra y se puso en posición de batalla.
—¿Quién anda ahí?— pregunto con desafío en la voz ya que no era normal que alguien irrumpiera de ese modo.
Como si fuese un espejo de su niña y ante su reacción agresiva él también se puso en guardia.
—¿Quién anda ahí? muéstrate— se escuchó la voz masculina de hace un momento, pero esta vez no en un tono dulce, sino como amenaza, pero lo que más le extraño a Hicca fue escucharla entre los gruñidos de Chimuelo.
Dejando a un lado su postura en guardia, relajo los hombros, bajo los brazos a los lados, giro su rostro hacia Chimuelo y dijo:
—¿Chimuelo?— dijo ella.
—¿Si?— respondió él mirándola. De nuevo había sido esa voz masculina, pero ahora que ponía atención, era una voz algo peculiar.
—¿Acabas de hablar?— confundida.
—¿Me entendiste?— confundido.
—Sí, pero ¿Cómo es que te entiendo? ¿Por qué hablas humano, es decir, como yo?
Cayendo en cuenta de que los efectos de la luna surgían, decidió explicarle todo a su niña.
—Resulta que es por la luna azul.— dijo este y se sentó en sus cuartos traseros cerca del lecho que el construyo, indicándole a ella que se sentara y escuchara. Como si fuera una petición telepática ella hizo lo que él quería, quedando cómodamente sentada en el lecho.
—Explícate, tienes toda mi atención.— y él sabía que eso era cierto.
—Bien, escuche a Patapez hablar acerca de la luna azul en la mañana, pero que durante una semana esta pasaría por varias etapas de color antes de llegar al azul. Sucede que es un evento mágico que se produce cada cinco años, los de mi especie y otras más conocen este evento como la luna de los deseos. En esta época la diosa luna brinda un deseo a aquel que sea de corazón digno. Mi deseo, es poder comunicarme plenamente contigo porque tengo algo que decirte. ¿Hasta ese punto lo entiendes?— pregunto dudoso.
—Sí, lo entiendo, aunque no entiendo toda la magia y lo de la luna, entiendo que pueden pedir un deseo de corazón, cada cierto tiempo.
Lo cierto es que Hicca nunca lo vio como un ser inferior a ella a su dragón, sino como un igual a ella misma, y ya desde antes le hablaba e intentaba descifrar las respuestas de su amigo. Ahora que le escuchaba plenamente, tan solo la sorprendía, pero le agradaba mucho, ya que era molesto no entenderle.
—¿Y qué es lo que me quieres decir? porque hace un momento dijiste que querías decirme algo en especifico.
—Es cierto, pero, ahora, no sé si deba o no decirlo.
—¿Por qué?
—Temo a las consecuencias.
—Pues no temas, yo estaré a tu lado siempre. Así como tú lo has estado al mío.
Si con alguien Hicca soltaba su dulzura y comprensión, era con él, con él y con nadie más. Es cierto que con otros podría ser amable, incluso gentil, pero solo con él era que mostraba esa dulzura.
—Lo que quiero eres tu.— le soltó el.
—¿Eh?
—Dije que lo que quiero eres tú.
—Pero ya me tienes a mí, somos amigos, nunca te vi como a una mascota o a un caballo, menos un arma.— dijo ella con inocencia, creyendo que era el dragón el que creía que solo lo veía como a una mascota o algo similar.
—Chimuelo, yo sé que eres muy inteligente, más que yo incluso y eso es algo que admiro mucho de ti, también el hecho de que siempre estas velando por mi bienestar y seguridad, no como otros piensan que con solo respirar es más que suficiente y ya está. Yo realmente aprecio el que te preocupes por mí.
—Eso es porque te quiero.— le dijo serio, muy serio, mirándola muy fijamente. Ella sonrió.
—Yo también te quiero.— dijo con tono casi aniñado.
—No, no es esa clase de querer, es otra.
—¿Qué clase?— dijo confundida, pues no le veía pies ni cabeza a eso de querer diferente.
Para dejar en claro sus intenciones se le acerco ronroneando a su rostro, restregando cara con cara, en respuesta automática ella cerro los ojos y se dejó hacer, disfrutando de los ronroneos, no se movió, no negó el contacto, acepto la caricia y restregó un poco más su cara con la de él. Tooth se separó un poco y empezó a lamerle la cara, lamidas largas, dejando no mucha saliva, los lengüetazos eran largos y cariñosos.
Hicca sentía esas lamidas diferentes a todas las veces anteriores, antes las sentía como si un perro fuera quien la saludara. Pero esta vez, muy en el fondo, sabia, más aun no aceptaba del todo que esos mimos eran más como a una pareja. Los llamaría, muy dentro de su mente, sin exteriorizarlo, excitantes. Pero esa era una palabra que no saldría de sus labios. Ni con tortura.
Él, con su trompa le hacía mimos y caricias, mientras ella solo no se oponía. Inhalo profundamente sobre la cabeza semipelirroja, aspirando el suave y delicado olor de ella, lo cual aumento sus ronroneos, con su trompa la fue empujando con delicadeza sobre el lecho, dejándola recostada, para volver a su tarea de saborear la dulce piel del rostro de su niña, bajo un poco y por accidente lamió sus labios, el sabor de estos le encantó, por lo que concentro su atención en esos esponjosos labios, ella jadeo en sorpresa por las acciones, lo cual no paso sin ventaja para él, e introdujo su lengua dentro de la pequeña boca saboreando como si fuera miel o néctar del más dulce.
Ella jadeo aún más, sentía la enorme lengua abrirse paso en su boca saboreándola, dándole caricias donde antes en toda su vida solo había metido comida y agua. Esa sensación era nueva, agradable incluso, sumándole el hecho de sentir también las vibraciones a través de esa lengua por los ronroneos. A como podía intentaba respirar, pero no podía por lo que con ambas manos empujo la cabeza de él lejos de la suya.
Jadeaba intentando recuperar aire desesperadamente, su pecho subía y bajaba de forma rápida, calmándose un poco según pasaban los segundos para poder recuperarse, estaba roja de la cara, ardían sus mejillas, incluso las orejas, tenía pequeñas lagrimitas a los bodes de los ojos. Por esa acción, Chimuelo creyó que sería rechazado, por lo que cerró los ojos con dolor, sintiendo aún las suaves manos de Hicca en su trompa, creyendo que sería la última vez que las sentiría que sería la última vez en su vida que podría estar cerca de ella. Por los dioses, realmente disfruto el sabor de su boca, el dulzor de esa pequeña lengua, sus jadeos buscando aire casi con desenfreno.
Hicca aún no había quitado sus manos de la trompa de Tooth. Apenas terminaba de normalizar su respiración, y sus manos se movían acariñando donde aún tuvieran alcance la suave y escamosa piel. Con cuidado se sentó en el lecho y abrazo por el cuello a la magnífica bestia negra, escondió su rostro en su cuello negro, con su nariz se restregó dónde estaba, haciéndole leves mimos, pero cargados de aceptación.
Él estaba que no se la creía, realmente pensó que sería rechazado, por lo que se iba a asegurar en preguntar, no fuera a ser que esa fuera una caricia de despedida para mandarlo luego a la mierda. Escucho un leve tronar, muy quedo y suave, y una presión leve en su cuello donde se suponía estaría el rostro de ella, entonces cayo en la cuenta de que le había dado un pequeño besito en su cuello.
—Eso, es decir, quiere decir, ¿qué me aceptas?— pregunto incrédulo Chimuelo.
—Reptil inútil.— dijo ella con reproche pero sin soltar su agarre, incluso lo reforzó. Él al escuchar eso soltó un gemido de dolor, dolor al ser rechazado.
—Si te acepto.— dijo ella en un tono suave y cálido, no lo grito, pero tampoco susurro, quería dejarle en claro lo que ella sentía. — ¿sabes? eso explica muchas cosas.— con sus manos fue dándole pequeñas caricias, pero esta vez, para ambos se sentía más intimo el contacto, más personal, no solo amistoso o divertido, esta vez fue con otra clase de afecto, uno diferente, pero intenso.
—Gracias.— dijo Tooth.
—¿Por qué?
—Por aceptarme.
—Puedo preguntarte, ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí?
—¿Te desagrada?
—No, si fuera el cazo te habría rechazado, pero, siempre fue diferente tratándose de ti. Contigo me sentía libre de ser yo misma. Que al ser yo, no es malo, ni una maldición. Que al ser como soy, está bien, es correcto.
—Pues, precisamente es por eso. Eres fuerte, en sentidos que Estoico jamás entendería, que la mayoría jamás entendería, pero para los dragones es evidente esa fuerza, tu fiereza, eres más fiera incluso que Aster y Astrid juntos. Eres tan fiera como una furia nocturna, pero tu aspecto tan delicado hace que los vikingos te subestimen, pobres, ojala y ninguno se le ocurra ganarse en serio tu rencor.
—¿Por qué?
—Porque eres una furia nocturna disfrazada, no verían venir el golpe mortal, para cuando se enterasen, ya estarían muertos a manos de una hermosa y bella criatura. Una capaz de hacer increíbles hazañas, de las cuales nunca podrían ni si quiera soñar.— dijo en arrullo, con suave y gentil voz, alabando a su querida pareja.
—Eso es mentira.— dijo con convicción Hicca, pues realmente no se creía la gran cosa.
—Solo soy un Hipo, el pequeño y débil de la manada, y mujer encima, lo que me hace aún más inútil, con altas posibilidades de que si quedo en cinta, cuando dé a luz moriré al ser tan débil.— expreso con dolor en su voz, dolor que no pasó inadvertido.
—No te creas todo lo que los demás dicen de ti. Porque ninguno te conoce, ninguno es capaz de decir sobre alguien a quien no conoce. Yo en cambio si te conozco, eres amable, gentil, incluso con los que no lo merecen, eres valiente, valerosa, a pesar de que en muchas ocasiones sabes que tienes las de perder aun así te enfrentas y das todo de ti. El valor no solo se demuestra en batalla, y tú lo has demostrado, incluso cuando caes, te vuelves a levantar, eso requiere de mucho valor y fuerza de voluntad. Y tu corazón, sin duda no hay como tu corazón.
—¿Qué tiene mi corazón? no es como todos los demás.— pregunto con inocencia.
Él se separó de ella para mirarla directamente a los ojos.
—No, porque el corazón de muchos es corrompido, tiene odio y desprecio, miedo a lo desconocido y por tanto lo rechazan. tú en cambio tienes un corazón lleno de amor, amor que estas dispuesta a dar a pesar que muchas veces salgas lastimada, y aun así no te rindes, tienes una innata curiosidad, hambre por lo nuevo y lo desconocido, hambre insaciable de saber y conocer, de aprender.
Pero algo más que tiene tu corazón, es que atrapo al mío, es fácil amarte Hicca, porque tú eres capaz de amar.
La reacción de Hicca no se hizo esperar, ella le beso en su trompa, donde en un rostro humano serían sus labios, para a continuación repartir por todo su rostro besos, desde su trompa, sobre su nariz, ojos, frente, termino cubriendo todo el escamoso rostro de dulces besos los cuales le provocaron ronroneos de felicidad al furia nocturna.
Ella entre los besos que le repartía, se le acerco gateando hasta alcanzar las peculiares orejas, que a su pensar, le parecían tiernas orejitas como de conejo, tan solo que en vez de tener pelaje esponjoso eran de superficie lisa suave y agradable. Cuando alcanzó su meta y se colocó a la altura de una de sus orejas, le susurro con voz gentil, suave, incluso melosa.
—Te amo. Y quiero estar siempre contigo.
Solo eso basto para terminar de desarmar al imponente y fiero dragón, que como dicta su estirpe y su naturaleza en sí, se entregó al instinto y deseo por su pareja. Más concretamente, por el deseo sobre el cuerpo de su pareja.
—Serás solo para mí, serás para siempre solo mía, te tendré, amaré, cuidaré.
De nuevo con ronroneos, la fue empujando con su trompa hasta dejarla recostada.
Ella por su parte desencajo la mandíbula ante la abrupta información de lo que le seguía a esa confesión-orden por parte de él.
Aprovechando que la boquita de su niña estaba abierta por el asombro no dudo en asaltarla de nueva cuenta introduciendo la propia. Esta vez ella trato de corresponder a lo que de alguna forma se trataba de un beso, movía su propia lengua bastante tímida, sentía un poco rasposa la lengua bífida, pero no sentía molestia alguna, le estaba tomando el gusto de una forma alarmantemente rápida, que de haberla pensado sentada con calma y de un punto más crítico la habría espantado a sí misma. Pero desde su actual punto de vista, todo aquello le agradaba, incluso comenzaba a tomar cada vez un poco más de confianza en sus acciones, y por tanto más participación, la cual le encantaba a su compañero demostrando lo así con sus ronroneos, los que por cierto relajaban cada vez más y más a la chica.
Ella no solo se limitaba a "saludar" a la nueva compañía en su boca, tenía sus manos entretenidas acariñando y paseando hasta donde alcanzara llegar con sus delgados y femeninos brazos, desde la trompa, hasta lo que se definiría como los pectorales y sus brazos, los tocaba con ternura, gentileza propia de ella.
De un momento a otro, el reptil se separó abruptamente de su pareja y se sentó en sus cuartos traseros, lo que genero un explícito gemido de queja por parte de ella "menos mal que el techo no era bajo" pensó la chica al ver a su compañero de cierta forma erguido.
—¿Sabes? no solo le pedí a la luna que me diera el don de comunicarme contigo, sino que también le pedí que me hiciera como tú en tal caso de que me aceptaras como pareja. Anteriormente los furia nocturna podían transformarse en humanos, pero esa "habilidad" se perdió con el pasar de las generaciones. Así que, para terminar el ritual, debo cambiar.
—Exactamente de ¿qué tipo de ritual?— preguntó, pero en sus adentros no se creía una respuesta como la que intuía.
—Es un ritual de unión, yo me haré como tú, y tu podrás ser un poco como yo a tu voluntad y gradualmente. Solo hay que unirnos.
—Espera. Por unión, te refieres, es decir...— se estaba trabando con sus propias palabras.
—Aparearnos.— dijo el al momento de volver a acercarse de nuevo a la chica, pero esta vez con las claras intenciones de deshacerse de las estorbosas ropas que cubrían la suave piel de ella comenzando a jalar con el hocico los bordes de la misma.
Ella lo empujo un poco lejos de su persona al percatarse que tenía todas las negras intenciones de romper sus prendas.
—No.— dijo bastante abochornada mirando para otro lado. A si como a si, ella misma se desvistió, primero su camisa verde de mangas largas, luego sus botas, y su pantalón. — si lo haces a lo bruto luego no tendré que vestir y los del pueblo podrían sospechar. Por mientras, mantengamos esto oculto.— dijo ella un desviando la vista, aun la ropa interior bien puesta.
—Me parece buena idea.— medio balbuceo el dragón.
Él, aturdido por la acción de desvestirse ella sola, por la imagen de la perfecta piel de ella, a la luz del fuego danzando en toda su figura, el dulce olor que desprendía del cuerpo de la fémina. Pero lo sacó de quicio fue un olor que provenía claramente de su aun oculto sexo femenino, el cual denotaba excitación por parte de ella.
—Tú ya antes, has explorado que partes de mi cuerpo puedes tocar y cuáles no. Ahora e mi turno.
—Por favor, ten cuidado.
—No te preocupes querida. Te tratare con el debido cuidado y cariño que mereces.— le ronroneo en el cuello, y con esas palabras, fue suficiente para que ella se fuera relajando poco a poco.
Él empezó a lamerle desde el cuello, los hombros, la clavícula, llego al inicio de sus pechos. Ella entendió y se quitó la prenda que hacía de soporte a sus ya desarrollados senos, los cuales fueron bien atendidos y explorados por la lengua bífida y traviesa de su compañero.
Con el hocico sin dientes mordisqueo y jalo los erectos y rosados pezones de la chica logrando sacar varios sonoros gemidos de placer, acompañados de estremecimientos en todo el cuerpo femenino. Cuando decidió que era suficiente juego con los suaves senos, bajo con su lengua hasta el ombligo, saboreando el sudor que perlaba ya todo el cuerpo bajo de sí mismo.
Con un cuidado que ni jinete ni dragón supo que tenía, él bajo la única prenda que le quedaba, la que cubría su delicada intimidad.
Una vez dicha prenda estuvo fuera del cuerpo femenino, pasó la esponjosa y enorme lengua por encima de los labios mayores que cubrían la virgen entrada.
Por instinto ella abrió más las piernas dejándolas a cada lado de la cabeza de su amante, lo cual le permitió un acceso total a él sobre ella.
Él volvió a pasar su lengua por la sensible carne sacando sonoros gemidos, a si fue haciendo cuando en la cima de esa rajita, escondida entre pliegues de piel, encontró un diminuto botoncito de carne, el cual por mera curiosidad, jalo con el hocico (cabe aclarar, nunca saca los dientes).
—AAAAHHHhhhhh...— grito ella. —¿qué... qué, me hiciste?—
—¿Acaso te dolió?— le pregunto él, preocupado por haberla lastimado, ese fue un grito muy fuerte, y quizás le causo dolor.
—No... Al... al, contrario... se sintió, muy bien.— decía entre jadeos.
Eso aumento el ego del Furia Nocturna, saber que le daba placer a su pareja, tanto que gritaba de gusto sin poder contenerse. Una sonrisa y mirada auto suficiente, fue la expresión en el necroso rostro. Con malicia repitió la acción con ese botoncito de placer recién descubierto, lo lamio, mordisqueo suavemente, incluso lo jalo un poquito.
Ella gemía y gritaba el nombre de su amante, su cuerpo se tensaba y destensaba, una corriente de estremecimientos la recorrían desde ese punto hasta el resto de su cuerpo, como una honda el en agua, que se extendía más y más, hasta dejarla en las nubes, para de nuevo caer suavemente.
Sin dejarla descansar de la culminación de su éxtasis, él introdujo su lengua en su vulva, y la movía con frenesí dentro de ella. El sabor de sus jugos le resulto el más sabroso néctar que jamás hubiera imaginado. Con una lengua tan grande, llego hasta el fondo de esa cavidad, llegando a lamer incluso la entrada de su matriz.
Hicca estaba extasiada de placer, el servicio que le estaba dando su dragón era increíble, no sintió ningún dolor ni nada, sentía excitación dura y pura, de alguna forma se estaba desesperando por sentir algo más que solo su lengua dentro de ella, sin embargo, quería alargar más y más todo ese placer.
Entre los movimientos que hacia él con su lengua dentro de ella toco un punto que logro llevarla de nuevo a otro orgasmo, apretando la bífida lengua dentro de su cuerpo seguido de más jugos de ese mismo sitio, por lo que Tooth, decidió que ya estaba lista para el siguiente paso. Su miembro.
Se posiciono sobre el cuerpo de ella, le indico que abriera más las piernas, quedando él entre ellas, con su cola enrollo su delicada cintura, cuidando no lastimarla, y la levanto un poco, quedando la espalda de ella arqueada, pero aun así cómoda. Bajo ningún concepto quería que ella se sintiera incomoda, quería hacer esta, su primera vez, placentera y romántica, de tal forma que ella lo disfrutara.
Restregó su ya ansiado y necesitado miembro en la suave y esponjosa entrada, entrando poco a poco. Si para él, antes esa cavidad le sabía aún mejor que el cielo, ahora sería el Valhala, la gloria y placer en llamas.
Hicca sentía ese enorme miembro abriéndose paso dentro de ella, se sintió un poco incomoda al principio, ya que nunca en su castaña existencia había hecho algo ni por asomo similar a lo que hacía justo ahora. También sentía su propia humedad, como su cuerpo se adaptaba, la gentileza y paciencia que demostraba tener su amante, al tratarla con tanto amor, un amor intenso, tan intenso como el fuego bravo y fiero, envolviéndola, desde adentro hacia afuera.
Una vez que él estuvo al completo dentro de ella dejo salir un gruñido de placer, cierto fue que desde el inicio disfruto hacerla sentir bien, pero ahora su propio cuerpo disfrutaba junto con el de su pareja. Pero su alerta aumento, pues ya que se encontraba dentro de ella, debía tener aún más cuidado de no lastimarla, no debía dejarse llevar o su amada terminaría gravemente herida, lo cual nunca se lo perdonaría a sí mismo.
Apoyándose en sus patas traseras, y con las delanteras a los lados de su amante, meció las caderas de atrás hacia adelante, saliendo muy poco y entrando a un ritmo lento, gentil, casi asustado de moverse más de lo debido.
Poco a poco fue tomando más confianza al escuchar los gemidos placenteros de su niña. El olor de Hicca inundo los sentidos de Tooth, haciendo que ronroneara complacido, podía oler incluso las feromonas que lo llamaban a continuar con su ritual de apareo, realmente él estaba disfrutándolo mucho, sentía la estrecha carne que lo envolvía tan celosamente, invitándole, incitándole, su calidez y humedad le resultaban un verdadero placer.
Para ella, esta nueva experiencia resultaba de lo más satisfactorio, ser tratada con tanto amor, con tanto cuidado, era algo que conmovía su corazón, saberse amada, respetada, que compartía con alguien especial y único la parte más sagrada de sí misma, y este le dejaba en claro lo muy afortunado que se sentía al respecto.
—Toothless... más rápido...— ordeno entre jadeos la joven chica, recibiendo exactamente lo que quería.
El complaciente dragón, hizo exactamente lo que su ama y señora quería, definitivamente, ellos por poco y se leían la mente el uno al otro.
Las embestidas se hacían aún más fuertes, más intensas, sus gemidos pasaron a ser gritos ahogados de placer desbordante, se retorcía ante las sensaciones tan placenteras. La habitación-cueva estaba hasta el tope de gemidos gruñidos ronroneos y el sonar de dos cuerpos chocando el uno con el otro, incluso el chapoteo húmedo de ambos sexos. La negra cola se enrollo en las suaves caderas de ella, de ese modo tuvo el total control sobre el cuerpo femenino, metiendo y sacando su miembro de la cavidad totalmente húmeda.
Las piernas de ella buscaron las negras caderas, la incomodidad del principio no duro nada, apenas un pinchazo y la sensación de estar llena, de abrirse, era placentero, respiraba agitada mente, entre embestidas y gritos aclamaba a su compañero, llamaba a su amante a no parar. Le rogaba por más.
—Tooth... Toothless... no, no pares... te lo, te lo, suplico, no pares.
La negra bestia sentía arder su fuego interior totalmente agitado. la voz carga de placer que le dedicaba su compañera, sus gemidos, la forma en que le llamaba, hacían que su poco auto control se fuera cada vez más al demonio, queriendo darle aún más fuerte y duro. De repente sintió algo húmedo y pequeño en su pecho, con la agilidad que se caracteriza, sin dejar a un lado su empuje, giro hacia abajo su cabeza viendo la seductora imagen de Hicca con la cara toda roja, perlada en sudor, y encima, lamiendo su pecho.
Ella de un momento a otro se le había ocurrido lamer la piel de él, pues su compañero había hecho lo mismo con la clara piel desde el inicio de su "ritual de unión" y le había agradado, pero en su actual condición de estar a su merced, tenía que conformarse con lo que tuviera al alcance. Los ronroneos aumentaron en intensidad y tono, sintió como en su parte baja el crecía y palpitaba, y a su vez tocaba un punto sensible dentro de ella, haciéndola dar un grito ahogado, arqueo la espalda, estrecho los músculos internos de sus paredes vaginales sin proponérselo, lo que le dio un fuerte apretón al miembro de su amante.
Por instinto, el, volvió a golpear en ese punto, moviendo sus caderas con más ahínco. En su frenesí animal, tuvo la brillante idea. Recordaba ese diminuto botoncito rosa que coronaba la sagrada entrada de su pareja, por lo que con la punta de su cola decidió estimularla.
—AAAAAAHHHHHHhhhhhhhhhhggggg...— fue el grito de placer que recibió de su ama, lo que lo complació de sobre manera.
—MÁS RÁPIDO. MÁS FUERTE.— exigió en gritos la maestra de dragones.
Esto no hizo sino llenar de más energías a su necroso amante.
La obediencia absoluta que le debía a su dueña, hizo seguir sus exigentes ordenes con todo lo que tenía, aumento con desenfreno sus estocadas, envestía con toda la fuerza de la que era capaz, y con su cola enrollada a la pequeña cintura le daba toda la rapidez que su cuerpo podía, y con la punta de su cola estimulaba el botón rosa de placer.
Hicca no pudo más. Su orgasmo se expandió por todo su cuerpo, cerró casi con violencia sus paredes vaginales mientras con sus brazos se aferraba a las fuertes patas delanteras de su amante.
Él había experimentado como su miembro era exprimido por la cavidad íntima de su adorada pareja, no aguanto más y se corrió dentro de ella.
Borbotones de espeso líquido blanco llenaban el interior del cuerpo de la muchacha, dándole todavía más placer, fue tanto lo que salió del cuerpo del amante masculino que aun sin salir de ella el líquido se derramaba fuera del cuerpo de la fémina. Tooth estaba temblando un poco por el esfuerzo físico y el asalto de placer que le producía el haber terminado.
Con ayuda de su cola, se hizo a un lado acostándose de tal forma que tenía a Hicca aun enrollada en su cola y la abrazaba con sus patas, para luego cerrar sus alas en torno a su pareja, envolviéndola en un capullo de alas de dragón.
Ella se dejó hacer, estando en total confianza con su ahora pareja, sintiendo como su calor la arropaba para quedarse dormida, aun con el dentro de ella, ambos se durmieron.
A la mañana siguiente, el primero en abrir los ojos fue Tooth, como era su costumbre, levantarse una hora antes del amanecer para ir a volar, pero esta vez fue distinto, pues suponía que Hicca estaría con extremo cansancio por lo de la noche anterior. Si de por sí, él mismo aun sentía que apenas reposo lo suficiente, seguro su niña estaría molida (molida por él).
Como era costumbre en Hicca dormir entre las alas de su dragón, no se sorprendió en lo más mínimo cuando se enteró de las negras mantas que conformaban un capullo a su alrededor, pero cuando los recuerdos de la pasada noche pasaron por su impredecible cabeza en imágenes separadas, sintió que se le subían los colores al rostro y cuando intento moverse fue que noto el que aún estaba "unida" a Tooth.
Si en algún momento paso por su mente que lo soñó, pues ahora sabía bien que no.
Al sentir entre sus alas movimiento por parte de su delicada pareja, fue que con cuidado, abrió un poco sus alas. Ella alzo la vista al rostro de su compañero, con la cara completamente roja, dándole un aire inocente.
—Buenos días amor.
Le dijo él, con toda la ternura que sentía hacia su amada, a sabiendas que ahora estaría muy confundida, asustada, nerviosa, y él estaría ahí, a un lado suyo, siempre a su lado.
Los siempre tan expresivos ojos del furia nocturna le mostraban a la chica cuanto era que este ser tan peculiar la amaba. Ella veía en los orbes verde tóxico ternura, amor.
Con aún algo de pena, ella escondió el rostro en el pecho de él, sintiendo su suave respirar, aún envuelta en el capullo protector que le proporcionaba su fiero guardián, que si fuera por ella, ahí se quedaba hasta el Ragnarok y estaba segura que Tooth ni así querría moverse en su escamosa existencia.
En vista que no recibiría respuesta de su inicial saludo, se puso nervioso, que tal que Hicca se arrepentía de haber sido su pareja.
—Te quiero.
Fue lo que ella dijo antes de que más pensamientos fatalistas hicieran revuelo en la privilegiada mente del de escamas negras.
—Sentí tu miedo como mío, ¿eso es también por el ritual de unión?
—Tal parece que si— respondió él.
—Sera mejor que ya me levante, no quiero despertar ninguna sospecha en el pueblo. Estoy segura que si nos descubren, esta vez sí nos mataran a ambos— dijo ella mirando los orbes tóxicos.
—Soy fuerte, no dejare que nada te pase, confía en mí.
—No lo entiendes. Yo si confío en ti, en quienes no confío es en Berk. Esta vez a ti te degüellan por creerte un monstruo, algo que ellos no entienden, y mi por bruja. No. Lo mejor que podemos hacer por un tiempo es guardar las apariencias, preparare lo necesario para irnos, cuando nadie sospeche nada. Déjame trazar un plan y nadie nunca nos encontrara, solo dame algo de tiempo— pidió la chica mirando con suplica a su pareja.
—Te daré lo que quieras, me pidas lo que me pidas, yo te lo daré.
—Por el momento tenemos la ventaja de que más de medio Berk está fuera de la isla, en alta mar, incluyendo a Estoico. Y, aunque me duela, también Bocón, y solo Bocón sabría sospechar algo de mí, de ahí en adelante tenemos el camino libre. Nos iremos lejos.
—No quiero que dejes nada por mí, no si te hace sufrir.
—Ni te preocupes por eso. Yo nunca pertenecí a Berk, respecto a la jefatura mejor que se la lleve Patán, a mí nunca me importo realmente ser jefe.
—Sera como tú quieras, mi amor.
—Envía avisos a todos los dragones, si yo no estoy aquí, ellos tampoco se quedaran, lo sé. También nos seguirán en nuestro escape, pero paulatinamente, sería muy sospechoso de un momento a otro.
—De acuerdo. Escuche a unos cuantos dragones hablar acerca de unas islas bastante al sur, solo se puede llegar volando, no muy lejos de ese lugar está el nido de un alfa, uno fuerte y bondadoso, estoy seguro que en su nido estaremos a salvo. También que ese nido es mil veces mejor que el mísero basurero del volcán de la antigua reina. Viajaremos ahí.
—"Iremos al finalizar la semana de la luna azul, para entonces se habrá completado hasta el final nuestro ritual"—pensó Hicca.
—"Me parece una excelente idea, por cierto, ahora puedo escuchar plenamente tus pensamientos"— le respondió de vuelta el dragón, complacido ante la clara astucia de su niña.
Hicca se concentró en una emoción en específico, cerró los ojos, inhaló y exhaló, se concentró en las sensaciones de su cuerpo, la calidez, el sentimiento de seguridad y confort que la llenaba, y el amor que quemaba como fuego intenso dentro de su corazón.
Chimuelo ronroneo conmovido, sintió las emociones de Hicca, las que ella deseo mostrarle, y no pudo ser más sincero.
Por ella y solo por ella, iría a donde fuese necesario por hacerla feliz.
