Capítulo I

La tarde comenzaba a caer sobre la ciudad de NY dejando paso a una fresca noche de otoño. Castle todavía se encontraba en la 12. Acababa de terminar su peligrosa aventura con Slaughter y se sentía aliviado. Agradeció a todos los ángeles del cielo que Beckett, su musa, su verdadero ángel guardián en la tierra hubiese intervenido, aunque esa intromisión bien podría haberle costado su trabajo. Tremenda estupidez se le había ocurrido al pegarse a ese policía demente. ¿Cómo se le había cruzado por la cabeza de que podía servirle para salir de la sequía de ideas que había tenido estas últimas semanas?
Él sabía el porqué de su falta de inspiración. El lazo invisible que lo unía a su verdadera musa corría el grave peligro de cortarse. Todo había cambiado desde que escuchó esa confesión en la sala de interrogatorios, confesión que ella, había preferido hacer frente a un reo en vez de hacérsela a él. ¡¿Lo recordaba todo?! ¿Qué estaba pasando con Beckett? ¿Por qué se comportaba de esa manera? ¿Por qué diablos no podía confiar en él? ¿Por que? ¿Acaso ella sólo tenía sentimientos de amistad hacia él? ¿Pudo haber mal interpretado tanto las señales que había percibido de la joven detective? Sí. No encontraba otra respuesta que encajara tan bien en todas sus preguntas y por eso era que estaba bloqueado para escribir, porque no podía pensar en otra cosa: ella no lo amaba; y eso era algo que, aunque no admitiese, todavía no podía aceptar. Estaba enfadado, o aun peor, decepcionado. Entonces, sólo le quedaba tratar de distraerse un poco, seguir saliendo por ahí a gastar un poco de dinero con algunas chicas. ¡Sí! ¡Eso ayudaba! Distraerse un poco para poder dar un paso adelante y seguir con su promiscua vida de soltero millonario esperando que aparezca la mujer adecuada. Al menos eso es lo que se repetía con insistencia para tratar de creérselo. Primero tenía que convencerse de que se había equivocado y que Kate Beckett no sería la mujer con la que compartiría el resto de su vida.
-¡Basta!- ¡Basta de pensar en ella!- se dijo a si mismo y acto seguido sacudió la cabeza para desvanecer sus pensamientos e intentó pensar que había de interesante para divertirse el fin de semana.
Recordó rápidamente que se acercaba una fiesta fabulosa para celebrar el carnaval y sin pensarlo dos veces hizo un par de llamadas para conseguir algunas invitaciones, para él y para sus compañeros de la 12, después de todo, Ryan y Esposito también le habían salvado el pellejo.

-¡Gracias, Steve! No olvidaré lo que hiciste por mí. ¡En serio, te debo una!- Castle colgó el teléfono con una sonrisa mientras seguía con la mirada a Esposito quien se aproximaba al escritorio donde se encontraba el escritor.
-Ey, bro! ¿A qué se debe tanta sonrisa?- Preguntó Esposito frunciendo el ceño.

-¡En cuanto te diga, tu sonrisa te dará una vuelta completa a la cabeza!- Dijo Castle frotándose las manos divertido.

-¡Vamos, Castle! ¡Ya, dime!- Esposito sacudió al escritor tomándolo por los hombros.

-¡Está bien! Te diré ¡Pero, ya suéltame! ¡Me estás arrugando el saco!- Castle se arregló la ropa para fastidiar a su amigo alargando la espera, hasta que finalmente habló emocionado como un niño:

-¡Escucha Espo, conseguí invitaciones para la fiesta de carnaval más wow de NY! ¡Estará lleno de celebridades y por supuesto, mujeres hermosas, y lo mejor de todo es que es un baile de disfraces estilo veneciano! ¡¿Entiendes?! ¡Nadie sabrá quién es quién! ¿No es grandioso?-

-¡Genial, hermano! ¡Me encantan los bailes de disfraces, sobre todo si están llenos de mujeres hermosas! – Esposito estaba encantado con la idea y lo demostraba en toda su cara.

-¿A qué se debe tanto alboroto, chicos?- Preguntó Beckett mientras se acercaba a ellos.

-¡Sí! ¿A qué se debe?- replicó Ryan caminando detrás de la detective.

-Castle me estaba comentando sobre un baile de disfraces para celebrar el carnaval.- Dijo Esposito tratando de que su rostro volviera a la normalidad después de tanta alegría.

-¡Sí, oí! Algo sobre hermosas mujeres ¿no, chicos? – Mientras decía esto, la detective le dedicaba una mirada reprobatoria al escritor.

¡Sí, le estaba comentando que conseguí invitaciones para ustedes! Es para agradecerles por haberme cuidado la espalda, ahora y siempre.- dijo Castle restando importancia a la mirada que ella le había clavado.

-¡Y es de disfraces! ¡Tenemos que ir con máscaras venecianas! ¡¿No es increíble?!- Esposito por poco saltaba de alegría.

Beckett se dirigió hacia su escritorio con unas carpetas. Abrió la primera y comenzó a leerla, mostrándose desinteresada ante la conversación de sus compañeros con el escritor mimado de NY.

-¡Excelente! ¡No puedo esperar a decírselo a Jenny! Por qué, está invitada ¿No es así, Castle? ¡De otra forma sería imposible que me dejara ir!-

-¡Por supuesto, Ryan! ¿Cómo podría olvidarme de Jenny? Y qué hay de ti Espo ¿irás solo? Lanie está invitada también…- dijo Castle divertido levantando dos veces las cejas.
Beckett se río por lo bajo. El escritor lo notó de inmediato. Por más que lo intentaba no podía estar en el mismo lugar sin mirarla por mucho tiempo.

-Lanie? ¿Y por qué me tiene que importar a mi si ella está invitada o no? ¡Que tonterías dices!-

-Entonces, mi amigo, prepárate para una noche inolvidable de alcohol, mujeres y misterio en la fiesta más increíble del año.- diciendo esto, Castle abrazó de lado a Esposito fuertemente, mirando de reojo a la detective buscando su reacción.

-Por cierto, tenemos que conseguir los disfraces. ¡Va a costarnos una fortuna el alquiler!- Dijo Ryan con cara de preocupación.

-¡Está todo arreglado! Aquí les dejo algunas tarjetas de uno de los mejores diseñadores de la ciudad. Hace años que se dedica a confeccionar disfraces para los bailes de carnaval y somos grandes amigos desde hace años. Ya hablé con él y los espera a todos para probarse los trajes. ¡Y va todo por mi cuenta! ¡Es lo menos que puedo hacer después de haberme salvado la vida!-

-¡Gracias, hermano! ¡Realmente eres muy generoso! dijo Esposito

-¡Sí, Castle! ¡Te has pasado!- Ryan lucía emocionado.

-¡No, chicos! Ustedes verdaderamente se lo merecen. Además ¿para qué sirve el dinero si no es para gastarlo con la gente que quieres? Y… ¿qué hay de ti, Beckett? No te escuchado decir nada con respecto a la fiesta…Vas a venir ¿No?- preguntó el escritor mirándola desinteresadamente.

La joven detective levantó la vista de la carpeta para mirarlo.

-No lo creo, Castle. Los disfraces no van conmigo. Prefiero ser quien soy y no esconderme detrás de una máscara.- dijo Beckett secamente.

-¡Sí, seguro!- susurró con enfado Castle.

Por más baja que le hubiese salido la voz, ella lo había escuchado y se volvió a preguntar una vez más por que Castle se comportaba de forma tan extraña y distante.
Trató de restarle importancia al comentario y le preguntó:

-Y dime, Castle ¿Cómo se supone que van a beber con las mascaras puestas? ¿O te las puedes quitar cuando quieras?

-¡Que buena pregunta, Beckett! ¿Cómo diablos vamos a beber?- preguntó Esposito.

-¡Noo! ¡De ninguna manera te las puedes quitar, te expulsarían de inmediato! ¿No les dije que estaba todo arreglado? Las mascaras están pensadas para eso. ¡Tienen la boca descubierta! Los encargados de la fiesta dan expresas indicaciones sobre las características que tienen que tener los trajes. Después de todo ¿Quién organizaría un baile de disfraces en la que no se pudiera beber alcohol?- concluyó Castle con una guiñada de ojo para los muchachos.

-¡Perfecto! Todo en orden, entonces. Me voy a casa a con Jenny así nos pondremos de acuerdo con tu amigo para pasar por los disfraces. ¡Adiós chicos, adiós Beckett! ¡Nos vemos mañana!- dijo Ryan dirigiéndose al ascensor.

-Espera, bro! ¡Salgo contigo! ¡Hasta mañana!- dijo Esposito corriendo hasta el elevador.

-¡Hasta mañana chicos!- Castle los saludó agitando la mano.

Beckett lo imitó en el saludo y siguió por un momento a los chicos con la mirada.

-Parecen niños con la noticia de que los van a llevar a Disneyland!- le dijo a Castle con una sonrisa en los labios.

-¡Sí, no les va a venir nada mal un poco de diversión! A ti también te vendría bien, detective. Piénsalo. Una noche de carnaval, con mucho alcohol, una máscara y un montón de hombres guapos alrededor, honrando el verdadero espíritu del carnaval de Venecia, en donde se mezclaban todas clases sociales y no se reconocía ningún tipo de autoridad y en el que no importaba absolutamente mas nada que disfrutar de los deseos carnales antes de sumergirse en la solemne cuaresma.- Castle iba adquiriendo falsa solemnidad a medida que se explayaba en su discurso y la detective no podía hacer más que sonreír.

Era cierto que no le agradaba disfrazarse, pero ese no era el motivo por el cual no iría a la fiesta. El baile podría ser una buena oportunidad para tratar de estar con él, de acercarse un poco más, pero la verdad es que últimamente había estado muy frío con ella, de hecho había vuelto a sus aventuras de soltero rico, así que realmente no sentía deseos de verlo con alguna rubia de turno colgada de su cuello. No se sentía lo suficientemente preparada para verlo besarse con otra mujer.

-Interesante argumento, Castle. Pero, aun así, no es suficiente para que me lance a una noche de lujuria y desenfreno. ¡Y mucho menos si mis compañeros de trabajo van a estar ahí!- replicó Beckett.

-¡No lo entiendes ¿no?! ¡Eso es lo grandioso de las fiestas de disfraces! ¡Que nadie sabe quién eres realmente, puedes fantasear libremente sin que te importe nada ni nadie! ¡Si tú no quieres, nadie se enterará de tu verdadera identidad!- el escritor, en verdad sonaba emocionado.

Kate dudó por un segundó si debía asistir o no.
No. La respuesta seguía siendo no. Ellos se debían una charla. Ambos tenían muchas cosas para decirse y un baile de disfraces no le parecía el lugar correcto para empezarla. ¡Sí! ¡Definitivamente me quedaré en casa, sola, viendo alguna mala película en la tele mientras mis amigos y el hombre que amo pasan una noche increíble rodeados de las celebridades más lindas y famosas de NY! ¡Patético!- se reprochó Kate en sus pensamientos, negando con la cabeza y volviendo a mirar a Castle.

-Sí…de todos modos Castle, ya tengo planes para el sábado. ¡Igualmente, gracias por la invitación!-

-No diré más, Beckett. Si no quieres ir no vayas, pero no tienes ni la más remota idea de lo que te vas a perder.- Castle agarro su saco y antes de girar para marcharse la miró y le dijo:

-Me voy a casa. He tenido un día muy largo y quiero ver a Alexis y a mi madre. ¿Sales ahora?-

-No. Todavía tengo que terminar de llenar unos informes. Tengo para un rato, Castle.-

-Ok. Entonces… adiós Beckett. Nos vemos por ahí.

-Adiós Castle. Dale mis saludos a Alexis y a tu madre.- Beckett lo miró irse, sin saber cuándo lo vería regresar. Parecía que él hubiese sentido su mirada en la espalda, porque mientras llamaba al ascensor giró y le dijo:

-Mañana a primera hora llegarán todas las invitaciones para el baile. La tuya también estará ahí junto con otra extra para que puedas ir con quien gustes. Sólo por si cambias de opinión.- sonrió tristemente y en el mismo momento que terminaba de decirle esto el elevador abrió sus puertas y el escritor ingresó. Tocó el botón para bajar y no dejó de mirar a la bella detective hasta que se cerraron las puertas.

Ella también se lo quedó mirando. Otro día había pasado.
Otra oportunidad de hablar con él se había esfumado. Maldecía su propia cobardía que le impedía gritarle lo que sentía, decirle que lo amaba como nunca había amado a otro hombre. Quizás era cierto que había dejado pasar mucho tiempo y que él ya no sentía lo mismo, y esto la aterraba aun más. No sabía con certeza cuándo lo volvería a ver, de hecho, no sabía si él estaba dispuesto a seguir viniendo a la comisaría para ayudarla con sus casos. No sabía nada. Se sentía confusa. Lo único que tenía claro en ese momento es que tenía miedo. Temía haber perdido la oportunidad de ser verdaderamente feliz.