Este ya es mi sexto fic, no pensé que llegaría a escribir tanto. Creí que después del tercero me iba a cansar, aunque supongo que en algún momento lo haré de todas formas. Aún así me pregunto cuántos llegaré a escribir antes de eso.

Se sentó en lo que desde hace unos meses era su trono. Él, Naruto Namikaze, se había convertido en el gobernante de Konoha con tan solo catorce años de edad. No fue por propia voluntad, sino porque hace tres meses sus padres, el rey Minato y reina Kushina, habían fallecido en un trágico accidente dejándolo a él como heredero. Sus lecciones para saber cómo gobernar eran intensas ya que tenían como objetivo convertirlo en un rey justo debido a que durante años Konoha ha tenido fama de ser un reino justo y próspero. No obstante, emocionalmente no estaba preparado para todo eso.

Desde que sus padres se habían ido su felicidad se había marchado con ellos. A pesar de tener muchas obligaciones como gobernantes sus padres le habían cuidado y amado mucho, muchísimo más de lo que nadie se podría maginar. Ahora no recordaba la última vez que había sonreído y tampoco quedaba nada del proclamado príncipe hiperactivo, simplemente cuando no estudiaba se quedaba en el antiguo trono de su padre y miraba a la nada perdido en sus lúgubres pensamientos.

Ese día pensó que iba a pasarlo igual que siempre, hasta que una niña que parecía tener alrededor de nueve años se paró delante de su trono. No sabía como una niña podía desprender tanta ternura: sus grandes y brillantes ojos perla mirándolo; sus mejillas ligeramente sonrojadas; su pequeño cuerpo enfundado en lo que parecía un vestido de sirvienta; y su brillante pelo azulado corto. Después de dudar un poco decidida extendió su brazo hacia él, le estaba ofreciendo una flor.

-Para ti -su voz era tan dulce como todo en ella- Mi mamá dice que esta flor se llama lirio del valle y que significa vuelta de la felicidad. Te la doy para que ya no estés triste.

La ternura le invadió y entonces fue cuando se dio cuenta de algo importante. Tenía personas que se preocupaban por él como Tsunade o Kakashi que había ignorado durante ese tiempo sumido en su propio dolor y también tenía ahora un reino al que cuidar, quizás la felicidad de niñas como la que tenía delante dependían de las decisiones que el tomara en un futuro. Además, a sus padres no les gustaría verlo así, por lo que de ese momento en adelante intentaría ser el mejor rey de todos los tiempos para que se sientan orgullosos de él allí donde estén. Así, por primera vez en un mucho tiempo, en su rostro apareció una sonrisa sincera

-Hinata -al parecer la niña se llamaba así- No molestes a Su Alteza -una sirvienta que reconocía como Hana y que tenía unos rasgos muy parecidos a los de Hinata se acercó rápidamente a donde ellos estaban- Disculpe su atrevimiento, normalmente es bastante tímida no sé cómo ha podido pasar -una reverencia es lo que siguió a esas palabras

-No es molestia -le debía probablemente mucho por haberle abierto los ojos- Es una niña realmente buena -se acercó a Hinata para coger la flor que le había ofrecido- ¿Podrías traerme una flor desde ahora cada cierto tiempo?

Un silencio fue lo que siguió a sus palabras, tanto madre como hija parecían bastante sorprendidas por sus palabras. Sobre todo la primera, que se había quedado sin palabras. Él entendía que era extraño que siendo un chico de catorce años pidiera que le trajeran flores, pero así se aseguraría de no olvidar la decisión tan importante que había tomado cuando la dulce Hinata le había ofrecido ese lirio.

-Claro -una tierna y tímida sonrisa que le deslumbró apareció en el rostro de ella mientras le contestaba

-Genial, gracias -a continuación acarició sus cabellos azulados, que eran tan suaves como se había imaginado

No sé qué hacer con esto, la verdad es que tenía planeado continuarlo pero no lo tengo muy claro realmente. Una cosa que no tiene nada que ver: ¿es cosa mía o Naruto Namikaze suena muy sexy? Es que cada vez que lo escribo no puedo evitar pensar eso.