Buenas. Espero que les vaya muy bien. Esto es Katarina x Lux, como ya lo leyeron en el filtro, espero que les guste.


Luxanna levantó vista hacía el cielo, sin la luna era difícil determinar la hora, pero estaba segura que llevaba allí acurrucada más de una por lo que debía ser cerca de media noche. Acomodándose la capa cubriéndose lo mejor que pudo para guardar calor, si bien Katarina debía llegar pronto la asesina no se caracterizaba por su puntualidad y esa noche Noxus estaba siendo particularmente cruel con la Demaciana. Pero en medio de todo se alegraba no haber ido en armadura: Era menos cómoda y cálida que lo que llevaba puesto en ese momento y le gustaba la manera como la capucha mantenía su rubio cabello parcialmente escondido.

Además, últimamente apenas soportaba llevar la armadura de su nación, el emblema real le producía tal repulsión que empezaba a resultarle difícil mantenerse a raya, en especial con el Príncipe Jarvan IV o más bien con la matrona de la Rosa Negra. No podía negar que tenía un poco de miedo, en las últimas semanas LeBlanc parecía sospechar y las misiones que le asignaba siempre colocaban su vida en serio peligro. Quizá había contado con suerte, pero cavarse en cualquier momento y la joven maga no tenía interés en sumar su nombre al anaquel de mártires. Pero desenmascarar a LeBlanc era mucho más complicado de lo que esperó en un principio. Ahora entendía la sonrisa de Katarina, la asesina sabía bien que no resultaría nada fácil desmoronar el castillo de mentiras de Jericho y LeBlanc. Al pensar de nuevo en como toda la corte se inclinaba ante un príncipe falso la maga sintió el estómago revolvérsele una vez más, deseo poder contarle toda la verdad a su hermano y que unieran fuerzas pero bien sabía que Garen jamás creería sus palabras.

No todo era negativo, al menos había encontrado una aliada en La Daga Siniestra y aunque hacían un equipo poco usual para sorpresa de ambas sus habilidades se combinaban con gran armonía. Era cierto que Katarina tenía sus propios intereses en ayudar a Luxanna, pero la joven entendía a la perfección. Si Jarvan IV era coronado, Noxus tendría el poder absoluto para destruir Demacia desde dentro. Cuando el conflicto entre las dos poderosas ciudades se resolviera a favor de la primera Jericho no tendría más que eliminar a los DuCouteau y sus aliados para gobernar sin oposición alguna. De nuevo, empezó a pensar en el General DuCouteau y se cuestionó si la información que había descubierto esa tarde podía ser verdadera.

Sin embargo, no tuvo tiempo para divagar pues sintió en su cuello el acero frío de una daga y un fuerte brazo tomarla por la cadera ocultándola por completo entre las sombras.

-Crownward, solo un poco más de presión y sería el fin.

Luxanna no se movió, ni hizo el menor esfuerzo por hablar. Era consciente que la pelirroja tenía más que razón, había estado tan distraída que en ningún momento detectó la presencia de la asesina. Aunque, pudiera ser también que estaba ya habituada a su compañía y de una muy tonta manera su subconsciente no la consideraba una letal amenaza. Lo segundo mucho más peligroso que lo primero.

Katarina retiró la daga despacio, una sonrisa de vitoria pintada en su rostro y mientras guardaba su arma la maga Demaciana giraba para verle quitándose la capucha de su capa.

-¿Y bien? – preguntó impaciente Luxanna.

-Talón se encargará de todo, no confío en la víbora de mi hermana.

Dicho eso Katarina rió como si acabara de hacer el mejor chiste del mundo, Lux esbozó una sonrisa y respiró algo aliviada. La idea no era morir, pero si no podían salir de esa necesitaban que alguien se encargara de seguir con su plan, si bien Luxanna no confiaba en Talón no parecían tener una mejor opción. Ninguno de sus conocidos creería siquiera en sus palabras, pero había dejado una carta cuyo sello solo se rompería si moría. Esperaba que la persona a quien estaba dirigida le creyera, más por motivación personal que por la grandeza de Demacia.

Sin hablar más de lo necesario hicieron el camino hasta el Alto Comando, con el conocimiento de Katarina y la habilidad de la maga se infiltraron en el complejo sin problemas. Avanzaron hasta llegar a los calabozos, el hechizo de invisibilidad de Luxanna les permitió ahorrar energía que seguramente necesitarían si sus cálculos no eran adecuados y la Matrona de la Rosa negra no se encontraba aquella noche posando como Jarvan IV. Al encontrarse frente a su objetivo, la puerta abierta fue para Luxanna una advertencia que decidió ignorar. Dentro empezaron a buscar frenéticamente entre los libros y cajones, no paso mucho tiempo hasta que el graznido de un cuervo le heló la sangre. Sin embargo, antes que pudiera lanzar algún hechizo un golpe fuerte en la cabeza la desoriento lo suficiente para que su báculo le fuera arrebatado. Adolorida y presa del pánico enfocó la vista lo suficiente para ver a la asesina sonriendo ampliamente con su báculo entre manos, Swain cojeando hacía ella con una mirada burlona.

-Bienvenida señorita Crownward, espero que encuentre Noxus de su agrado porque me temo que jamás saldrá de aquí, con vida al menos.

Katarina volvió a golpearla.

Cuando por fin despertó estaba en una celda, amarrada a una silla de metal y en completa oscuridad. Maldijo su estupidez, intento conjurar al menos un poco de luz pero las runas que se iluminaron en las paredes absorbieron su energía de inmediato. De nuevo, el pánico empezó a invadirla, empezó a repasar en su cabeza todas las ideas que venían a su mente pero cada una era descartada con tal rapidez que apenas y recordaba haberlas formulado en primer lugar. A pesar de su situación, Luxanna era inteligente y no desperdició mana intentando sobrecargar las runas como un novato víctima del miedo. Swain quería algo de ella, información ó simplemente la mantenía con vida en tanto se aseguraba que nadie sabía lo que ella, pasó saliva temiendo no haber actuado con suficiente cautela al cubrir el rastro de su última esperanza.

En ese momento la puerta se abrió revelando una sonriente Katarina seguida por Swain, o más bien una pésima imitación de su forma corpórea.

-Crownward…

-Púdrete Katarina – contentó Luxanna furiosa, al menos podía darse ese pequeño gusto.

-No antes que tú… Luxanna.

Furiosa se revolvió en la silla, ¿Cómo se atrevía a llamarla por su nombre?.

-No tengo tiempo para esto Katarina – habló Swain acercándose un poco -. Ahora dígame, Señorita Crownward, ¿Quién está al tanto de este desafortunado plan? O mejor aún, ¿Quién puede tener la mala idea de prolongarlo?.

Durante algunos minutos Luxanna no contestó, pero luego una sonrisa desafiante iluminó su rostro y mirando a la asesina contestó casi cantando.

-Esta zorra.

Antes que Swain pudiera detenerla Katarina le asestó un puñetazo que por poco la saca de la silla, pero la risa de Luxanna hizo eco en las paredes de la pequeña celda enfureciendo más a la Noxiana.

-Magullarla no hará que hable. Además, encuentro otros métodos más efectivos.

De mala gana Katarina contuvo el deseo de molerle la cara a golpes a la maga, bufó y se cruzó de brazos dejando que Swain tomara completo control de la situación.

-Mi tiempo es valioso, niña.

-¿Príncipes que matar, zorras que infiltrar y reinos por conquistar? – contestó Lux mirando al sujeto.

-Interesante actitud para una Demaciana, pero no es necesario el vocabulario.

-¿Y si la ilusión corporal?. ¿Tanto miedo doy?. – Contestó Lux sonriendo al ver como Katarina miraba con curiosidad al sujeto.

Swain entrecerró los ojos.

-Llévala. Si se resiste golpéala, pero no demasiado, odiaría que se desmaye.

Dicho aquello la ilusión se desvaneció.

Katarina ni siquiera se molestó en darle la oportunidad de resistirse y le propinó un golpe fuerte en la base de la nuca que le hizo perder el conocimiento de inmediato. Silbando fue por un par de guardias que cargasen a Luxanna hasta el lado oeste del complejo. Cuando Swain, el verdadero, llegó Luxanna apenas despertaba y la asesina apoyada en una de las paredes jugaba a lanzarle cuchillos que esquivaban apenas su cuerpo clavándose en la pared.

-Basta – gruñó Swain -. Tener que venir hasta acá con tanto por hacer no me pone de buen humor.

Katarina se preguntó si el General estaba alguna vez de buen humor, o mejor, si sabía lo que la expresión significaba únicamente por el significado de las palabras. Cual fuera el caso no era su problema, se acercó para remover los cuchillos y darle un par de cachetadas suaves a la maga que terminó de espabilar intentando morderle la mano. La asesina sonrió encontrando la inesperada combatividad de la maga particularmente atractiva.

-Un placer General Swain, espero que se pudra usted también.

Esta vez Katarina tuvo que contener la risa, si bien Swain ni se molestó en mirarla disfrutó la mueca de molestia que portaba en su rostro.

-Basta de juegos niña. ¿Quién?

-No sé, detestaría que ella escuche… quizá si se acerca un poco General pueda hacerle una confidencia, pero solo a usted porque sí me da miedo. Estoy aterrada, aunque no lo parezca.

Katarina sonrió, pero a Swain no le pareció en lo mínimo gracioso y le lanzó un hechizo que la golpeo directo en la boca del estómago. Luxanna hubiera gritado si le hubiera quedado algo de oxígeno, pero simplemente se contrajo de dolor lo mejor que pudo allí colgada de brazos y piernas.

-Ahora, me temo que pierdo mi tiempo pero lo intentaré de otra manera. Garen… no, me temo que el pobre no tiene suficiente inteligencia para ser un elemento valioso en un plan complejo. Quizá la arquera, pero sin influencia un soldado no logra mucho entre la corte ¿No es verdad?. ¿Quién resta entonces con suficientes cualidades?.

Luxanna paso saliva, aun le dolía el lugar donde el hechizo había impactado y los nervios empezaban a resquebrajar su máscara. Swain podía ver a través de ella y la maga lo sabía, era cuestión de tiempo, intentó calmarse pero la mirada penetrante del general no lo hacía nada fácil.

-El guerrero solo tiene cerebro para blandir su lanza, y no cuestionaría jamás la mano que le da de comer. Y la mitad dragón, todo lo que conoce es un príncipe falso así que no pudiera notar la diferencia incluso si tuviera en intelecto.

Swain sonrió.

-La duelista… una excelente opción pero dudo mucho que esté interesada, después de todo, tiene sus propios planes. Además… -Jericho hizo una pausa y cojeó hasta quedar frente a frente con la maga – sería estúpido elegir alguien cercano ¿No es verdad?.

La maga luchó por mantener la compostura, pero su pulso se aceleró y el cuervo en el hombro de Swain graznó al tiempo que este sonreía con pura maldad. Luxanna no tuvo duda de que lo sabía.

-Como es… ah si… El enemigo de mi enemigo, es mi aliado – Sin molestarse en retroceder sonrió ampliamente -. Shauna Vayne.

Los ojos de Lux se abrieron al máximo revelando una verdad que el General no necesitaba confirmar, sin poder controlarse más Luxanna empezó a temblar. Jericho dejó que su sonrisa se ensanchara y decidió disfrutar una victoria más.

-Lo más interesante será, sin duda, hacerle pensar que puede llegar a Evaine, estoy seguro que a la Matrona de La Rosa Negra le divertirá mucho lo que tengo planeado. Vera, Señorita, creerse muy astuto no resulta bien para alguien con tan limitadas capacidades.

Swain no tendría tiempo de recriminar su descuido, un chuchillo se materializo y salió disparado a tal velocidad que a su fiel cuervo le fue imposible esquivar y la fuerza del objeto la clavó en la otra pared atravesándole limpiamente el pecho. De inmediato sintió la piel de su cuello desgarrarse, su sangre tibia empezó a brotar a borbotones dada la profundidad del corte, al instante empezó a canalizar su poder pero sin Beatriz no tenía suficiente fuerza, su mayor fortaleza ahora jugaba en su contra. Quiso girar pero un segundo cuchillo se clavó en su cuello y los ojos azules de Lux quién empujaba la daga con ambas manos cercenando su cabeza, hizo falta magia para separar el hueso pero finalmente lograron decapitar al General.

-¡Incinérala, rápido! – ordenó Katarina lanzando la cabeza al aire para que la maga pudiera reducirla a ceniza -. También el estúpido pájaro.

La asesina le clavó dos cuchillos más al animal en tanto Lux luchaba para destruir la cabeza del general y aunque más muerto que vivo el resto del cuerpo del general lanzaba hechizos que Luxanna ignoraba para terminar con su trabajo. Los guardias que se acercaban eran recibidos por una letal ráfaga de chuchillos, segundos más tarde Lux se acercó al pájaro y le prendió fuego, el animal resistió menos que su amo pero igualmente se redujo a una pila negra en el suelo del calabozo. Finalmente, se deshicieron también del resto del cuerpo y emprendieron la huida sin detenerse, Katarina lanzaba las dagas que lograba recuperar de los cadáveres que dejaba a su paso y Lux lanzaba bolas de fuego o explosiones de luz sin molestarse en medir la fuerza destructiva de cada hechizo.

De alguna manera lograron llegar a la oficina de Swain y volaron en pedazos la pared del pasadizo secreto destruyendo el mismo al llegar al otro lado. Corrieron alejándose tanto como pudieron, llegaron al linde del bosque y se adentraron sin mirar atrás, los soldados llegaron menos de diez minutos después pero por más que intentaron no encontraron ninguna pista o rastro. Buscaron durante días, pero no las encontraron, tal parecía que se hubieren desvanecido.

-.-.-.-.-

LeBlanc entrecerró los ojos mirando a la asesina con una mezcla de curiosidad y molestia. Sabía bien que no actuó sola, pero no podía probar nada y ahora la casa DuCouteau y en concreto Katarina tenían a Noxus en sus manos. Cualquier general obedecería sus órdenes sin chistar, después del espectacular asesinato de Jericho y su no menos glorioso escape no era conveniente una confrontación abierta con la mujer. Repasó sus opciones una vez más, Katarina continuó afilando su daga con una pequeña piedrecilla en tanto tarareaba despreocupada. Quizá, lo que más fastidiaba a la Matrona de La Rosa Negra era como las botas de la mujer masacraban el finísimo terciopelo de su sillón favorito. ¿Es que no podía sentarse como un ser normal?. Parecía que su mejor opción en ese momento era jugar a la defensiva. Volvió a fijar la vista en Katarina, quién detuvo su accionar unos segundos para hablar.

-El príncipe por el espejo.

-¿Por qué?. Quiero decir, con Swain muerto y todos demasiado asustados para pensar todo el poder le pertenece ahora a la casa DuCouteau. Noxus es suyo… ¿Por qué no Demacia también?.

Katarina sonrió, de un brinco se levantó del sofá y comenzó a dar vueltas por la instancia en tanto jugaba peligrosamente con sus dagas. LeBlanc no le quitó la vista de encima ni un segundo, sabía que no estaba allí para asesinarla pero tampoco le gustaba el intercambio que proponía Katarina. En realidad, la cuestión era que no le gustaba perder y tener que dar algo a cambio para obtener lo que deseaba era, sin duda, una perdida monumental.

-No me interesa Demacia.

-¿Entonces, por qué?.

La asesina ni siquiera se molestó en formular una respuesta.

-El príncipe por el espejo – volvió a decir subiéndose de nuevo al sofá-. No tengo nada mejor que hacer, así que podemos hacer esto todo el día.

LeBlanc bufó molesta. Realmente no deseaba hacer un trato con esa mujer, no quería perder el control que ejercía sobre la nobleza Demaciana pues nunca era seguro cuando podían serle útiles, pero ese espejo era una pieza fundamental para restablecer la antigua Órden de la Rosa Negra y si se rehusaba, Katarina era capaz de hacerlo añicos con la ayuda de la mocosa. Pensar en la maga le hizo hervir la sangre. Ese desastre era culpa de Jericho, pero el maldito General estaba muerto y ahora era ella la que cargaba con las consecuencias. Cerró los ojos, maldijo Demacia y todos sus habitantes al terminar por convencerse que era, de momento, su mejor jugada.

-Muy bien, sígueme – contestó atravesando el estudio.

Abrió una compuerta secreta y bajó despacio seguida por Katarina, contrario a los calabozos del Alto Mando la instancia estaba bien iluminada y hasta tenía un levísimo aroma a rosas. No caminaron mucho hasta que entraron en una celda, dentro había un hombre atado de piernas a por una gruesa cadena, vestido con un largo camisón marrón, de complexión delgada y rostro demacrado. LeBlanc abrió la puerta y Katarina entró sin detenerse a reparar en como el hombre se acurrucaba contra el desvencijado colchón.

-¿Mi espejo? – preguntó LeBlanc impaciente.

En lugar de contestar Katarina saco un vial de entre su ropa y lo destapó, se arrodilló y obligó al hombre a beberlo. Apenas se terminó el contenido cuando el sujeto comenzó a convulsionar, empezó a cambiar hasta que no quedó el menor rastro del sujeto que era antes. Con una mirada fastidiaba la asesina se levantó acercándose con muy mala cara. LeBlanc volvió a maldecir a la mocosa Demaciana y levantó el hechizo deshaciendo la pared falsa, metros adelante había un sujeto exactamente igual al anterior, pero quién miró a las dos mujeres con orgullo.

Aunque por la manera en que el hombre la miraba Katarina supo de quien se trataba también le dio a beber la poción y ante la falta de efecto le ordenó colocarse de pie. Jarvan IV apenas y podía mantenerse de pie, avanzaba dando tumbos pero no se detuvo hasta que estuvieron de nuevo en el despacho de Evaine.

-¿Y bien?.

-Lo tendrás. Paciencia, Matrona, paciencia.

-Eso tiene mucha gracia viniendo de alguien con su temperamento.

Con una sonrisa autosuficiente Katarina activó el pequeño artefacto que le entregó Lux y desapareció del lugar. LeBlanc apretó los dientes con fuerza al tiempo que una marca rúnica quedaba imprenta en su preciado piso de mármol.

Lejos de allí, en la rivera del rio un barco lleno de nerviosos soldados Demacianos esperaba la señal de Luxanna para poder partir, no comprendían que hacían allí pero estaban lo suficiente condicionados para no preguntar. También Luxanna esperaba un poco nerviosa, estaba tardando más de lo previsto y rogaba por que la asesina diera la señal, pero estaba convencida que Katarina no fallaría.

Una nube de humo se materializó frente a sus narices, de entre la misma salió un hombre tosiendo copiosamente al tiempo que se iba de bruces contra el suelo y una mujer pelirroja lo miraba con fastidio. Sin pensarlo Luxanna ayudo al príncipe a levantarse y lo subió a la embarcación, perplejos los soldados reconocieron de inmediato al hombre y zarparon rumbo a Demacia utilizando toda la fuerza de sus brazos para llevar la barcaza hacía el bote.

Luxanna permaneció en tierra observando los soldados partir, ninguno reparó en la maga parada a una distancia poco segura de la asesina Noxiana. Cuando el barco partió, Lux respiró aliviada y se giró sonriendo hacía Katarina.

-Veo que ya no te duele tanto la cara – comentó la asesina sonriendo -.

-Oh silencio. Ese puñetazo me dolió, y mucho. De hecho, ¿Era necesario pegarme tan duro?.

-Swain se hubiera dado cuenta si no te pegaba como se debía – contestó despreocupada-. Además… ¿Zorra?

-¡Ey!. ¡Fui muy convincente!

-Entonces no te quejes, igual no le pasó mucho a tu linda carita.

Ante eso Lux sonrió y caminó hacía un árbol dejándose caer aliviada. Al menos de momento, no quería preocuparse de nada más. Katarina la imitó pero prefirió mantenerse de pie.

-Debo regresar a Demacia, van a interrogarme por siglos. Espero no morir de aburrimiento con el papeleo.

-¿Qué? ¿No puedes llenarlos con magia y ya?

-No. Los pergaminos están encantados y si los alteros será el doble de papeleo. Así que tendré que hacerlo de la manera larga.

-Muy bien.

Antes de irse Katarina se agachó para plantarle un beso con la suficiente fuerza para lastimarle el costado que seguía resentido por el puñetazo, Lux se quejó pero mantuvo los ojos cerrados hasta que no sintió más la presencia de la asesina. Disfrutó unos minutos más de la paz que se respiraba en ese lugar, hasta que la fuerza del deber por cumplir la hizo levantarse y emprender el camino hacía Demacia.

En Noxus Talón esperaba por Katarina en las afueras de la mansión. Al verle llegar se acercó para interceptarla, aún no estaba convencido pero respetaba a la mujer y mucho más después de lo que había logrado en los últimos días.

-Está descansando.

-Perfecto – comentó pasando de largo, pero Talón le cerró el paso.

-Cassiopeia no está nada feliz, no creo que el regreso del General le sentara muy bien. Parece que te has entrometido en sus planes…

-Bien. Vigílala, hice mucho para que nuestro padre regresara y un berrinche de nuestra hermanita menor no va a echar por tierra todo mí trabajo.

Talón asintió, pero antes de marcharse a cumplir con su trabajo sintió el impulso de preguntar y no se contuvo como siempre, algo muy poco usual en él.

-¿Y la Demaciana?

Katarina no se molestó en contestar, pero sonrió sin malicia y apartándolo siguió su camino. Avanzo rápido, pero sin prisa. Quería ver a su padre, pero si había ya esperado tanto tiempo unos minutos más no hacían mayor diferencia.

Pasaría poco más de un mes hasta que el fruto de su trabajo durante esos tres días se encaminó por sí mismo. La familia DuCouteau regía Noxus con el General, su padre, liderando el Alto Mando tal y como debía ser. En Demacia Jarvan III había ofrecido un gran banquete en honor al regreso de su hijo, y también a la joven maga que había hecho posible aquel rescate tras descubrir la perturbadora treta. Por supuesto, los pocos que sospechaban de la colaboración entre las dos mujeres no se atrevían siquiera a mencionarlo, ambos bandos demasiado orgullosos para aceptar que su éxito se debía en gran medida a la intervención de sus enemigos.

Ahora era Katarina quien esperaba en la poca sombra que proveían las iluminadas calles de Demacia.


Ciclo completo ¿Eh?