Hey Remus, don't let me down.
Remus no sabe cómo lo hace, pero lo hace.
Remus está oyendo su gramófono " Hey jude" y calla intentando sentir cada palabra dentro de su cuerpo, porque Remus no siente en su cabeza, ni en su corazón, Remus siente en su cuerpo, a través de él. Remus siente porque vibra suavemente cuando su mano coge esa pluma y rasga el papel, inspirado. Siente temblar sus manos por tantas palabras que quiere decir y que se atoran en su muñeca apretando la pluma y controlándose. Controlando lo único que le hace sentir libre durante un rato.
Remus escribe y Remus deja de ser Remus para ser algo más, algo que no puede describir con palabras, porque siente que a veces le gustaría no saber escribir para no escribir tanta "basura" como él mismo la denomina. Pero Sirius no, Sirius siempre dice "Cojonudo, Remus" y su particular"Si fuese gay te follaría". Entonces Remus siente que alguna marea interior se agita en tormenta y le recuerda que le encantaría que eso pasase. Que le encantaría que Sirius le mordiese y le lamiese y que le encantaría ser el único que puede decir su nombre todas las noches antes o después de estudiar, de cenar, de ducharse,... que le echa de menos tanto que podría llorar, pero no lo dice. Calla. Guarda sus palabras, porque a veces las palabras no son su mejor arma, a veces, las palabras no salen.
Y ahora Remus quiere morirse, porque séptimo acaba y un nuevo ciclo comienza para los merodeadores con Sirius lejos, porque como siempre dice: "Quiero conocer mundo, Remus, quiero irme lejos y volver para darme cuenta de como cambiamos" y Remus dice "No" y "No, Sirius" y "No, Sirius, por favor" y las lágrimas lo desbordan porque, aunque quiere, aunque quiere decir algo más, las palabras no salen de él y el llanto gana a su garganta impidiéndole dar un argumento lo suficientemente convincente para Sirius.
Y ahora, después de tanto tiempo del adiós, de ese adiós que nunca quiso decir, pero que dijo en vez de quédate, lo carcome. Le quema.
Y ahora después de tanto tiempo y con Sirius posiblemente en la otra punta del mundo, Remus se da cuenta de que las palabras no están cuando tú las quieres, que las palabras muchas veces llegan tarde, que las palabras a veces vienen equivocadas. Que nunca quiso decir adiós, pero lo dijo para que todo fuese más fácil. Remus descubre que no quería el camino fácil, pero que el mismo firmó su sentencia.
Y desea que él le eche de menos la mitad de lo que lo quiere y que le quiera un tercio de lo que le echa de menos... y es tan irreal, tan improbable, tan crío que Remus fantasea porque cree que es lo que le queda de Sirius. Y vuelve a sonar "Hey jude" y no quiere pensar en aquella vez que una voz dulce le susurró "Hey Remus, don't let me down".
