Hola, he aquí una serie de capítulos cortos sobre una pareja que me agrada pese a que no es muy popular, este capitulo no me acaba de agradar mucho, pero eso lo disfruten. He de agregar que este fanfic se lo dedico a una buena camarada, a la que espero mis cochinadas de escritos le agraden ^^.
Pd. Como saben, los personajes de Hetalia no me pertenecen, yo sólo me dedico a escribir locuras acerca de ellos XD.
Texas
-¡Estoy de acuerdo en todo lo que dice Estados Unidos-sshi y en contra de todo lo que dice Japón!- gritó Yong-Soo buscando llamar la atención de todos en la sala, pero especialmente de una persona en particular.
-¿Quién diablos eres tú?- dijo Estados Unidos mirando al asiático con poco interés.
Tal vez no era muy claro para el despistado asiático, pero comenzaba a creer que Estados Unidos no le tomaba la atención que él sentía que merecía, después de todo, muchas cosas se originaron en mi, se dijo mientras recogía sus cosas al final de la conferencia.
Todo mundo tiene un héroe y el de Corea del Sur era nada más y nada menos que el autoproclamado "hero" del mundo, la razón era sencilla, Estados Unidos le había ayudado en aquellos momentos de necesidad, incluso el coreano se había saltado la parte donde Alfred había ayudado a dividir la península coreana. Era su héroe y como tal, era inalcanzable para él.
Suspiró varias veces, ya era el último en la sala, aun antes de partir, miró hacia donde estaba sentado Alfred; a pasos rápido se acercó al lugar y acarició la aterciopelada silla con la mano que no llevaba el portafolios.
-Seguramente se ha olvidado de mí...-dijo en voz baja sintiendo total decepción ya se podía irse despidiendo de sus intenciones de invitarlo a jugar a la xbox o al play a su casa. Se sentó en aquella silla sintiendo como un vacío incomprensible se iba formando en alguna parte de su ser, fue en ese momento cuando algo brilló frente a sus ojos: eran los lentes de Estados Unidos.
Frente a él se encontraban los famosos "Texas", no dudó ni un segundo en tomarlos como si trataran de algún tesoro encontrado en alguna mazmorra de los videojuegos que tanto le encantaban. Con un brillo inusual en los ojos se los colocó, tuvo que parpadear varias veces buscando acostumbrarse a ellos.
Estaba feliz, ahora podía mirar el mundo con los ojos de un héroe y más que nada, podía tener algo que le perteneciera a Alfred, de cierta forma se sentía más cerca de él.
En ese instante su conciencia hizo efecto, no podía quedarse con los anteojos, debía entregárselos a su dueño, eso es lo que haría un héroe.
Pero nadie tiene porqué enterarse, se dijo mientras revisaba que no hubiera ningún testigo, pero no debo, aniki dice que está mal robar, su conciencia le hacía jugadas sucias apelando a su hermano mayor, será lo único que pueda tener de él...
Y no lo pensó más, echó los anteojos a su portafolio y como quien acaba de cometer un crimen terrible, salió del lugar, teniendo la fortuna de no encontrarse a nadie en la salida; a pasos lentos y tiesos, se dirigió a su hotel para una vez más, en la seguridad de su habitación se volvió a colocar los anteojos y como si se tratara de un niño, continuó jugando a imitar a su venerado héroe.
